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Relato erótico: “Vacaciones con mamá 5” (POR JULIAKI)

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dueno-inesperado-1Vacaciones con mamá (Día 5)

Al abrir los ojos, veo la espalda de mamá que está sentada a los pies de la cama. Lleva puesto el sin-tituloalbornoz y parece estar con su móvil, aunque no veo bien lo que hace. Levanto las sábanas y veo mi cuerpo desnudo. Para variar me he levantado empalmado y más sabiendo que ella ha estado desnuda a mi lado toda la noche. Aún me cuesta asimilarlo. Ahora que la veo ahí sentada me doy cuenta que me la he perdido cuando se levantó. Tuvo que ser un espectáculo verla levantarse desnuda y yo, una vez más, dormido.

Cuando giro mi cabeza hacia la mesita veo que no está mi smartphone ahí, por lo que entiendo que mamá está ¡Con mi móvil!

– ¡Buenos días mamá!, ¿Qué haces?- digo sentándome en la cama

– Hola cariño – responde volviendo la cabeza y mostrando su preciosa sonrisa. – Aquí estoy viendo la gran colección de fotos que me hiciste.

– Ah, entiendo. ¿No habrás borrado ninguna? – le digo con preocupación.

– No, hijo, pero me has hecho un montón.

– Sí y aún caerá alguna más.

– Anda, bribón… date una ducha que cierran el comedor para desayunar.

– Vale, pero… ¿No vamos a ir a la playa hoy? – le digo pensando en volver a disfrutar de sus tetas al natural.

– Iremos por la tarde, porque por la mañana nos quemaríamos como ayer.

– ¿Y qué hacemos ahora?

– Nos vamos de compras, si te apetece, claro y luego por la tarde vamos a la playa. – añade.

– Vale, me ducho, pero es que estoy…

– En pelotas, jajaja, no me voy a asustar. – añade ella mientras se cepilla su larga melena.

– No mires, ¿vale? – le digo confiando en que no se vuelva.

– Vaya, ahora te pones tú remilgado.

Salgo de lado otra vez para que no vea mi polla en su máximo esplendor, aunque ella muy juguetona hace todo lo posible por no perdérselo. La miro de reojo y me sonríe. Al fin me meto en el baño. Evidentemente, tengo que pajearme de nuevo en la ducha.

Tras el opíparo desayuno hacemos unas compras en la ciudad, principalmente regalos para llevar a casa y algún vestido nuevo para mamá. Últimamente está muy animada a comprarse trapitos y mucho más pequeños y ajustados a lo que acostumbra. A mi me hace súper feliz su comportamiento tan atrevido, parece haber perdido unos cuantos años. Yo también aprovecho que está rumbosa y me compro algo de ropa en los mercadillos y tiendas de la zona.

Después de comer en una terraza y charlar animadamente como dos amigos o casi amantes, más que como madre e hijo, regresamos al hotel y nos metemos en la habitación. La verdad es que en la calle hace un calor asfixiante y aquí al menos hay aire acondicionado. Me asomo a la terraza y veo a mi vecina despelotada en la terraza tomando el sol. ¡Joder qué cuerpo!

– Hola Víctor – me sonríe al verme. Parece que estaba esperándome…

– Hola. – contesto cortado al otro lado de la mampara que nos separa.

– ¿No bajáis a la playa hoy? – me pregunta.

– Quizá más tarde, nos quemamos un poco ayer.

– Sí, hoy también hace mucho calor. Yo prefiero tomar el sol aquí desnuda precisamente para no quemarme con la brisa del mar. Luego iremos de turismo a un pueblo de aquí cerca, si os animáis… nos dais un toque y vamos juntos los cuatro.

– Vale. Luego se lo comento a mi m… mujer. – digo y por un momento casi suelto la palabra “madre”

Me despido de ella y cuando vuelvo a la habitación me pregunta mamá por la conversación que he tenido con Sandra y le comento que estaba desnuda tomando el sol.

– ¿Estaba desnuda en la terraza? – me pregunta intrigada.

– Sí, en pelota picada sobre una tumbona.

– ¿Y Toni?

– No, no estaba, pero seguramente también estará en bolas… – añado.

– Y tú te habrás puesto ciego viendo a la vecinita sola.

– Si, no te lo voy a negar. – le digo – como tú si vieras a Toni.

– ¡Bobo! – me dice, pero sabe que llevo razón.

Sabe que le doy en el punto flaco y cambia de conversación rápidamente. Al cabo de un rato, decidimos echar la siesta y gracias al aire acondicionado podemos descansar pues en la calle hace un bochorno y una humedad terribles. Ella está con una camiseta y braguitas y yo sólo con mis bóxers.

Cuando me despierto mamá está recién duchada, pero en lugar del albornoz lleva una toalla envolviendo su cabello y otra cubriendo difícilmente su voluptuoso cuerpo quedando justa para verle el canalillo y sus torneadas piernas.

– Sigue haciendo mucho calor. Me he tenido que dar otra ducha – me dice mientras se seca el pelo y yo sigo admirándola embelesado.

– Sí

– No sé si nos quemaremos. Creo que no deberíamos bajar a la playa.

– Como quieras. – contesto.

Dicho esto se va esparciendo la crema por la cara y yo aprovecho para meterme en la ducha y apagar también un poco el calor, tanto el que hay en el ambiente como el que sigue sufriendo mi interior.

Cuando regreso a la habitación la toalla de mamá cubre su cintura y sus tetas, para mi fortuna, están de nuevo a la vista y se está aplicando sobre ellas una crema solar en abundancia. Yo vuelvo a flipar al ver esos enormes melones moverse juguetones entre sus dedos.

– Pero, mamá, ¿no dijiste que no bajábamos a la playa? – le pregunto hipnotizado con esos pechos deliciosos viendo que se está aplicando el protector solar.

– No, en la playa nos quemamos… había pensado en tomar aquí el sol, en la terraza, no hace tanto calor.

– Ah vale. Genial.

– Víctor, ¿puedes mirar si están los vecinos? – me pide.

– ¿Cómo?

– Que mires a ver si están en la terraza.

– No, no creo que estén. Me dijo Sandra que se iban de turismo a un pueblo cercano. Ya se habrán largado.

– Asegúrate, por favor.

Me salgo a la terraza, me asomo y veo no hay nadie y la puerta que da a su terraza está cerrada. Efectivamente se han ido. No entiendo por qué tanta intriga por parte de mi madre en saber si están o no.

– No hay nadie, mamá. – digo entrando mientras continúa esparciéndose crema por sus pechos.

– ¿Seguro?

– Pero ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta insistencia…?

– No quiero que me vean.

– ¿Las tetas? Pero si ayer te las vieron durante todo el día… especialmente Toni que disfrutó como un enano con ellas- añado sonriendo.

– Ya, lo sé, pero es que quería tomar el sol desnuda, a ver qué se siente. – dice de pronto esperando mi reacción.

– Pero… mamá… ¿Completamente desnuda? – pregunto lo obvio de nuevo pero para asegurarme.

– Sí, ¿No es lo que estás venga a insistir?

– Pero… ¿desnuda, desnuda?

– Jeje, claro tonto. Desnuda del todo. No te importa, ¿No?

Estoy alucinado, creo que no puedo contestar de la impresión. Ella mira mi bulto que vuelve otra vez a las andadas.

– No, claro que no me importa – respondo a duras penas.

En ese momento mamá suelta la toalla de su cintura y aparece totalmente en pelotas ante mis ojos que no dan crédito a lo que están viendo.

– Hijo, ¿Qué pasa que te has quedado pálido? – pregunta pero sabe más que de sobra la sensación que causa.

– Es que yo… – no puedo casi articular palabra observando a mi madre así, despelotada.

No sé si frotarme los ojos, para saber si es un sueño, pero no, es cierto, mamá está totalmente desnuda. Siempre había soñado con este momento, pero es que ahora, todo es demasiado, no soy capaz de creérmelo. Su estilizado cuerpo y sus armoniosas curvas están ahora ante mis ojos, es alucinante, está preciosa, con su bosquecillo de vello recortado de su pubis tapando una rajita que adivino con un leve brillo y hasta me parece entrever el tono rosáceo de sus labios vaginales. Miro a sus ojos y están brillando, es algo que no me esperaba de ella y por esa cara se ve que está realmente cortada, además porque reacciona mordiéndose la uña de su pulgar, en ese movimiento tan sexy que usa cuando sé que está nerviosa ¿o ahora además excitada?

– ¿Y ese cambio de actitud? – le digo a duras penas con mi garganta seca por la impresión y mi polla como un palo.

– Pues sí, ni yo misma me lo creo.

– Ni yo, ni yo… mamá.

– Estoy loca ¿verdad?

– No…

– Es que me dije, si no soy capaz de desnudarme delante de mi hijo, nunca me atrevería a hacerlo en la playa.

– O sea que… ¿Has pensado hacerlo en la playa?

– No, no. De momento quiero probarme a mí misma. Me ha costado mucho, pero me he decidido, al menos de probar lo que se siente desnuda tomando el sol, creo que me animaste mucho a hacerlo, contigo no me siento tan violenta… aunque estoy avergonzada.

– Yo alucino.

– ¿Te hago sentirte mal?

– ¡En absoluto! – contesto casi en un grito.

– De verdad, hijo ¿No te importa? – vuelve a preguntarme y mordiendo su uña ligeramente, algo que la hace más deseable todavía.

– ¿Importarme? – digo tragando saliva.

– Sí, ya sé que es una locura, Víctor, que tu padre me mataría, si se entera, pero por eso precisamente, porque seguramente es la única oportunidad en mi vida de hacerlo. Supongo que tú tendrás muchas más de hacerlo con tus amigos, pero yo con tu padre… me temo que no.

– Mamá, me encanta verte… desnuda… y también que hayas sido tan decidida. No te reconozco.

– Lo sé hijo, pero en este viaje es todo una locura. Ayer viendo a todos en la playa y nosotros todavía sin hacerlo, quise probar, al menos sin público…

– Yo soy tu público.

– Bueno sí, pero tu eres mi hijo y aunque no lo creas estoy muerta de vergüenza, pero tenía que lanzarme, si no lo hago contigo, no lo haré nunca… – insiste con su risa nerviosa.

– Estoy flipado. – digo sin que mi polla baje su empalmada.

– Nunca habías visto a tu madre tan desbocada ¿verdad?

– Pues no.

– Ni yo misma me lo creo. Pero bueno ¿Y qué te parezco? ¿Todavía estoy de buen ver, sin nada de ropa?

– Mamá estás alucinante. – digo entrecortadamente disfrutando de su espléndida desnudez.

– Vaya, jajaja, creo que todavía puedo impactar a un hombre, aunque sea a mi hijo.

– Sin palabras me dejas…

– ¿Entonces bien? – vuelve a preguntar más animosa y girando sobre sí misma para ofrecerme descaradamente su cuerpo desnudo. No acabo de creerme que esa mujer sea mi madre, por lo alucinantemente hermosa que es y por su descaro conmigo. Ella se ha ido animando poco a poco y yo ahora soy el que se corta. Su culo se ofrece tan apetitoso, sin nada que la cubra… y por delante con sus hermosas tetas y su sexo apenas cubierto por un mechoncillo de pelos negros.

– Estás buenísima. – afirmo.

– Gracias hijo. Tú siempre sabes mimarme. Bueno ¿Y tú? – me dice mirando el bulto que resalta en mis bermudas.

– ¿Yo? ¿Qué?

– ¿Que si no te quitas el bañador?

– Pero mamá…

– Vaya, ahora la atrevida soy yo y el vergonzoso eres tú… Cómo cambian las cosas.

– No, eso, es que… ¿De verdad quieres que yo también me despelote?

– ¿Te atreves o no? Aprovecha que no están los vecinos – me alienta toda insinuante.

– Pero es que…

– Que estás empalmado… – me termina ella la frase dejándome alucinado.

– Sí, un poco. – contesto.

– Por lo que veo no es poco precisamente

– Ufff… – suspiro.

– Es natural, hijo. Ayer mismo había varios hombres así en la playa, en toda su intensidad, acuérdate de Toni, que estaba con aquello a tope. No me asusto por ver otra.

Estoy frente a ella a tan solo medio metro y estoy que no acabo de creer lo que me está sucediendo por momentos, ¿será que estoy soñando?… pues no me quiero despertar.

No puedo dejar de observar todas y cada una de sus curvas. Qué maravilla, unos muslos bien torneados acaban en sus ingles que ha depilado cuidadosamente dejando esa mata de vello sobre su coño Sin duda que sigo creyendo que es un sueño, pero no, mi madre, mi adorada madre está en pelota picada a unos palmos de mí. ¡Joder, joder, joder!

– ¿Y bien? – me dice impaciente meneando sus caderas juguetona. – ¿te desnudas o no?

– Es que sigo paralizado viéndote. Tienes un cuerpo acojonante, mamá. – digo con total sinceridad.

– Anda, exagerado.

– No exagero, estás que rompes, mamá.

– Gracias, cariño.

– Mamá, ¿puedo fotografiarte?

– ¿Cómo?, ¿Así?, ¿Desnuda?

– Sí, por favor. – reclamo casi como una súplica.

– No sé… es que así…

– Por favor. – insisto cruzando mis dedos y casi a punto de ponerme de rodillas.

Duda durante un rato en el que no deja de mirarme a los ojos. Sabe que está imponente y que me tiene loco perdido. Creo que me quiere regalar una buena sesión de exhibicionismo.

– Está bien, pero guárdalas como oro en paño durante el viaje y luego las borras. – dice al fin.

– Sí, claro

– No quisiera que llegaran a manos de tu padre. No me imagino lo que sucedería.

Empiezo a disparar mientras mi madre va poniendo diversas poses como si fuera una actriz famosa a la que fotografían los paparazzi. Estoy encantado y cuando compruebo lo bien que quedan en mi cámara, suelto hasta una pequeña risa nerviosa de total euforia. Ella ha perdido la vergüenza del todo, no me lo puedo creer pero sigo aprovechando para tirar y tirar fotos hasta casi dolerme el dedo. Desde lejos en diversas poses y de cerca a escasos milímetros de sus tetas, de sus muslos, de su culo, su cintura, su coño…

– ¿Las borrarás, verdad? – insiste enseñando ese cuerpo desnudo y con sus brazos en jarras.

– Bueno, puede que las tenga por un tiempo y así lo recordaré como si todavía estuviéramos en este viaje

– ¿Tendrás cuidado de que nadie las vea? ¡Nadie! – dice en tono serio.

– ¡Que sí!, que es solo para mí, para verlas de vez en cuando.

– ¿Te masturbarás viéndolas? – me pregunta todavía con sus manos sobre sus caderas.

Me ha hecho enrojecer haciendo que se produzca un silencio pues no puedo reconocer lo que me pregunta, aunque ambos sabemos que será así. Si digo un “sí” ella se sentirá incómoda, si contesto un “no” creo que también le molestará verme mentir. He preferido acogerme a la quinta enmienda y no contestar. Me limito a disparar la cámara, en sus muslos, sus tetas, su culo, su coño, incluyendo, cómo no, algunos primerísimos planos.

– Bueno, deja de hacer fotos y quítate el bañador, pesado. ¿No eras tú el animador? – me apunta ella con su dedo, sin que yo pueda quitar ojo de su maravilloso cuerpo desnudo. Creo que está loca por verme en bolas.

Decidido al fin, suelto el cordón del bañador y la miro a los ojos, esperando su reacción. Luego recuerdo sus palabras y pienso que ahora o nunca, que si hay una oportunidad de vivir mis fantasías son ahora y es estar desnudo frente al cuerpo desnudo de ella. De hecho estoy deseando hacerlo, quiero que me vea en pelotas y que vea como me tiene con esta empalmada brutal. Me bajo las bermudas de golpe y cuando la miro, observo que se ha tapado la boca con una mano y sus ojos se abren más de lo normal.

– ¿Qué pasa mamá?

– ¡Qué gorda, hijo! – dice refiriéndose a mi polla con esos ojazos abiertos. A mí me encanta oírla decir eso.

– Ya te dije que estaba empalmado.

– Joder hijo, pero no imaginaba que fuera tanto.

– ¿Y qué te parece?

– ¡Preciosa! – joder lo ha dicho sin ningún tipo de vergüenza.

– Gracias. Yo también estoy cortado, no sé, que me veas así.

– No pasa nada.

– Pero eres mi madre.

– ¿Te molesta que te vea así de empalmado?

– Sí, me siento raro.

– Hijo, para mí es todo un halago saber que estás así por mi culpa. El hecho de saber que consigo levantar eso a un joven, dice mucho, no hace falta que digas nada, tu polla habla por tí y es el mejor de los piropos.

Me siento orgulloso de las palabras de mamá y de su increíble soltura. Aunque en cierto modo estoy cortado, me gusta como me mira ella, me hace sentirme como un semental y es que no me quita ojo y por supuesto yo tampoco a ella. Así permanecemos uno frente al otro, desnudos, pensativos…. durante un buen rato en el que ambos estamos confusos, nerviosos y excitados por la situación.

– Échame por la espalda, hijo. – dice de pronto dándose la vuelta y entregándome la crema bronceadora…

Ahora de espaldas observo su precioso y redondo culo y mi verga pega un respingo agradecida ante tal visión. Esparzo en mis manos la suave crema y la voy extendiendo por su espalda desnuda. Su piel es tan suave…

Acaricio suavemente la curva de sus caderas, su cintura, sus hombros y bajo hasta cerca de su culo pero no me atrevo a seguir y subo de nuevo. Joder, estoy tan cerca de ella, que sin darme cuenta mi polla roza ligeramente su culo, sí, ha sido apenas medio segundo pero mi glande ha estado tocando la piel de su trasero, ufff, casi me da algo. Ella hace como que no lo ha notado y se gira frente a mí. La noto tan cerca… creo que si se mueve ligeramente hacia delante mi estaca se topará con su ombligo.

– Date la vuelta, semental. – dice sonriente, hipnotizada con mi polla que sigue apuntando heroica hacia arriba.

Me giro como me ha ordenado y me pongo de espaldas a ella. Ahora es ella la que me acaricia con sus manos y con la crema solar, esparciendo por mi espalda, incluso se ha agachado para meterla entre mis muslos y cuando sube entre ellos roza ligeramente mi culo. ¡Madre mía!

De pronto todo parece haber acabado y ella me entrega el bronceador.

– Date por delante. No vaya a tocarte lo que no deba, jeje – me dice, aunque en ese momento creo que en el fondo hubiese querido hacerlo ella misma, o a lo mejor soy yo el que quisiera y todo me parece demasiado fantástico.

Me doy la vuelta y me echo sobre mi pecho, mi tripa, mis muslos y ella no deja de observar mi cuerpo desnudo. Me gusta tanto que lo haga…. Yo tampoco pierdo ripia de poder admirar el suyo que se me ofrece tan de cerca, con ese coño que siempre había soñado con esos pelitos que adornan unos labios aparentemente inflamados

– Estás muy bien equipado hijo. – dice ella de pronto sin apartar la vista de mi mano que esparce la crema por todo mi miembro

– ¿Tú crees? – le pregunto en plan inocente pero con total descaro exhibicionista. Me siento pletórico.

– Ya lo creo. Tendrás contenta a Alicia.

– Mamá, ya te dije que con Alicia no hay nada. Somos amigos.

– Pero bueno, supongo que habéis follado. ¿No sois folla-amigos o como lo llaméis ahora?

– ¡Mamá!

– ¿No?

– Pues no. Somos amigos y nada más.

– Bueno, pues habrás dejado contenta a quién le hayas metido eso.- dice señalando a mi verga que noto más grande que nunca y que me acaricio con el disimulo de esparcirme el bronceador.

– No, tampoco lo ha probado ninguna.

– Pero hijo, ¿Quieres decir que… no te has estrenado?

Nunca antes habíamos hablado mamá y yo sobre ese tema, pero es cierto que soy virgen y no tenido la suerte de probar las mieles del sexo, ni tan siquiera en un sexo oral. En cambio ahora ella me lo pregunta con tanta naturalidad y además lo más flipante de todo ¡desnuda!

– Pues no, no me he estrenado, mamá.

– Pues tendrás que hacerlo en este viaje tan loco.

Por un momento he pensado que se refiere a ella y a mí. Cierro los ojos unos segundos y mi polla sigue bien erguida pensando en lo bien que se sentiría en el cuerpo deseado de la mujer amada, de mi madre… sin embargo ella cambia con su respuesta.

– Si te lo propones, te follas a Sandra. Está loca contigo y si te ve así, con esa cosa… ni te cuento.

– ¡Joder, como eres mamá! Yo no quiero nada con Sandra.

– Ya, ya… – ríe irónicamente.

Lo cierto es que está tan suelta que dice las cosas más alocadas que jamás haya oído ni tan siquiera fantaseado.

– ¿Acaso crees que no sé que te gusta y tú a ella? – insiste ella mientras yo dibujo sus curvas en mi mente.

– Ella está casada, mamá y parece muy enamorada, no creo que…

– Bueno, vamos a tomar el sol, que ya te has echado mucho bronceador. – me corta sin querer escuchar mis explicaciones.

Tras decir eso, mamá toca con su dedo mi miembro y lo acaricia desde la base hasta la punta, en una leve caricia que apenas dura dos segundos, pero que me hace volverme loco. Supongo que por un momento se da cuenta de la situación y enrojece, la cosa está demasiado ardiente. Se da la vuelta y se dirige a la terraza dejándome allí plantado con aquella enorme erección. Después de unos segundos de asimilación, la sigo hasta la terraza. Pongo la toalla sobre la tumbona, igual que ha hecho ella y ambos nos ponemos a tomar el sol en bolas, de la forma más natural y como si nada hubiera ocurrido.

Tras un cierto silencio me siento muy bien al percibir los rayos del sol sobre mi piel y ella parece también disfrutarlo de lo lindo. De vez en cuando me mira y me sonríe. Mi erección se ha calmado un poco y ahora mi polla descansa morcillona, pero ella no para de echarle un vistazo cada cierto tiempo. Me gustan tanto esas miradas, como supongo también le gustan a ella las mías sobre su cuerpazo.

– ¿De verdad que eres virgen, Víctor? – me pregunta intrigada nuevamente.

– Sí…

– Vaya, qué desperdicio…

– ¿Cómo dices? – pregunto aunque por su vista clavada en mi verga intuyo que se refiere a que sigue sin estrenar y juraría que a ella no le disgusta la idea de hacer algo en el debut.

– No, nada… – responde acariciando suavemente la cara interna de sus muslos.

– ¿Por qué dices desperdicio? – pregunto de nuevo incorporándome sobre mis codos y percibiendo que mi polla ha vuelto a tomar su máxima dimensión.

Mamá vuelve a mirar mi enhiesta daga que parece apuntarla. Nunca imaginé que todo esto pudiera suceder, pero ahora me siento pletórico.

– ¿Te refieres a esto? – digo sosteniendo mi polla con mi mano con un descaro total.

– ¡Víctor!

Cuando hago un par de movimientos en mi polla descapullándola por completo y dejando a la vista mi inflamado glande, ella enrojece y se levanta de golpe, para meterse prácticamente corriendo hacia dentro de la habitación… veo que mi descaro la ha incomodado y bastante.

Cuando me levanto y la sigo ya se ha encerrado en el baño. Creo que me he venido muy arriba.

– Mamá, lo siento… no quería… – me disculpo avergonzado al otro lado de la puerta.

Francamente me he pasado “tres pueblos” con ese absurdo envalentonamiento. Se produce un silencio que me inquieta y doy con mis nudillos en la puerta.

– Mamá, ¿estás bien? – vuelvo a preguntar con mi cabeza pegada intentado escuchar.

– Sí, tranquilo hijo, estoy bien… – responde al otro lado después de un buen rato callada.

Me siento a los pies de la cama y espero a que salga del baño. Supongo que estará enfadada conmigo. La verdad, es que he actuado como un crío y no estoy muy seguro si me va a perdonar por ello.

Al fin sale y por un momento creí que iba a hacerlo vestida, sin embargo continúa completamente desnuda. Se la ve tan maravillosamente atractiva y tan sexy… Parece que se ha mojado el pelo, puede que se lo haya lavado o quizás haya llorado, no lo sé. Me pongo en pie y pongo cara de circunstancias. Es curioso, pero mi polla ha vuelto a rebelarse y está a tope otra vez. Ella la mira.

– Mamá, lo siento. – repito sin saber cómo actuar.

Ella viene hacia mí y me toma de las manos. Su cuerpo está tan cerca, que si solo avanzara unos centímetros la rozaría con mi miembro, sin embargo ella mira hacia ese prominente falo que la apunta y solo aproxima su cabeza a la mía para besarme en la frente muy castamente. Todo mi cuerpo es un escalofrío de placer. Observo desde más cerca que nunca su cintura, sus caderas, sus tetas, su coño…

– No te preocupes, cariño – dice – todo esto es algo que nos supera y nos hace sentirnos raros. Se separa un poco y observa mi cara compungida sin soltar mis manos.

– Sí – contesto sin que mi garganta pueda casi tragar.

– Creo que no debemos llevar tan lejos nuestro papel de matrimonio, hijo.

– ¿Por qué?

– Bueno, esto no está bien. Una cosa es que lo aparentemos y otra cosa es que juguemos con cosas que no pueden ser… -añade

– Yo es que… me dejé llevar.

– No, no te disculpes, hijo, no es culpa de nadie, son las circunstancias.

– No quise molestarte.

– A ver, cariño, si una mujer se desnuda delante de tí, es normal que te sientas excitado, turbado y que pierdas la cabeza, aunque esa mujer sea tu madre.

– ¿Es normal que me sienta excitado contigo? – pregunto confuso.

– Sí… bueno… ¡no!. Me refiero a que somos de carne y hueso y la situación no te hace pensar con racionalidad. Soy tu madre, pero al estar desnuda soy una mujer para ti y eso te excita… a mí también me excita verte desnudo. Es natural…

Esas últimas palabras me dejan aturdido. La verdad es que este viaje está siendo de todo menos normal, pero me siento culpable, incluso porque ella se sienta igualmente culpable.

– Mamá…. ¿y si no es culpa de nadie por qué te has molestado cuando yo…?

– No hijo, no me he molestado – me interrumpe – simplemente me excité al verte así y no quise que eso me pasara.

¡Ostras! Y me lo suelta así. Desde luego que a mí sí me gustó que sucediese y más ahora sabiendo que ella también se pusiera cachonda conmigo, eso es algo que me excita aún más, tanto que mi polla vuelve a dar un bote y ella la mira y después me sonríe.

– ¿Tienes miedo… de mí? – le pregunto.

Tarda un rato en contestar, pero creo que está buscando esa respuesta adecuada de madre. Y de pronto toma aire y me suelta:

– Tengo miedo de hacerte daño, Víctor o de que sufras. No quiero que veas en mí lo que no soy, hijo. Entiendo que te excites viéndome y que me mires más como una mujer desnuda delante de ti, que como una madre, pero posiblemente todo no te esté haciendo ningún bien.

– Pero yo… me siento genial, mamá. – imploro.

– Sí, Víctor, pero soy tu madre. Seguramente en estos días vas a poder disfrutar con innumerables cuerpos desnudos de mujeres hermosas que son en las que te tienes que fijar y con las que podrás… ¡estrenarte! – Eso último lo dice con cierta pausa. – ¿Me comprendes? – añade.

– Claro, pero… tú misma has dicho que en este viaje es todo locura y que no era tan malo lo de vernos desnudos, incluso has sido tú la que me ha animado a hacerlo.

– Ha sido todo un lío muy divertido, es cierto, pero ahora dudo si ha sido tan buena idea.

– A ver mamá, olvídate por un momento que estás hablando con tu hijo. – la corto casi con tono enfadado.

– Pero lo eres.

– ¿No has dicho que en este viaje quieres hacer cosas que nunca harías con papá?

– Sí…

– Pues entonces, olvídate de mí, que soy mayorcito y sé lo que me hago. – contesto con seguridad.

– Pero hijo, no quiero que pienses que soy…

– ¿Qué eres qué? – la imploro

– No sé, una putilla, una calientabraguetas, que te pongo cachondo y que te hago pasar malos ratos.

– Mamá, por favor, ¿cómo puedes creer que yo piense eso de ti?

– Pues no sé, que te excites con tu madre…

– ¿No me has dicho varias veces que es natural?

– Sí, claro que lo es, ya eres todo un hombre y yo una mujer, con nuestras necesidades…

– Pero podemos excitarnos, tú misma lo has dicho, solo tendremos que masturbarnos y así apagar nuestro calor, lo mejor de este viaje es que estamos haciendo cosas que siempre nos había apetecido hacer y simplemente las estamos haciendo, yo estoy feliz de verte desnuda, tú de hacerlo, de poder excitar a todos los hombres, incluso a mí, reconócelo mamá.

Ella no suelta mis manos y se queda pensativa, la verdad es que he dejado caer esa perorata sin detenerme un momento, creo que era una llamada a la desesperación. Ella sigue dubitativa.

– Mamá, ¿sabes una cosa? – añado.

– ¿Qué?

– Que te quiero mucho. Que estoy orgulloso de tenerte como madre, que respetaré todo lo que hagas, que quiero que seas feliz, que si no quieres desnudarte lo entiendo, que si quieres hacerlo también, que me siento muy a gusto contigo y que si me excito viéndote es porque eres mi prototipo de mujer ideal y no pienso en tí como en una madre.

Ella sonríe, se acerca a mí y me abraza, sí, me abraza y mi polla no ha cedido en su afán de crecer y crecer y ahora está arrinconada entre nuestros cuerpos. No me lo puedo creer pero estamos en medio de la habitación de ese hotel que nunca podré olvidar, completamente desnudos y abrazados. Sus tetas están a la altura de mi pecho y me siento tan bien, su vientre aprisiona mi polla, puedo sentir incluso el calor que emana su sexo, y mis manos sostienen su cintura. Se separa de repente muy colorada y mira hacia mi verga que no para de oscilar tras ese profundo abrazo.

Después de esa conversación mamá, aparte de excitada, parece sentirse mejor, incluso yo que con mi discurso me estoy creyendo que todo es tan normal.

Decidimos bajar a cenar y consigo convencer a mamá para que se ponga uno de esos mini vestidos que hemos comprado y que le sienta como un guante.

– Veo que estás más decidida que esta tarde. – le digo cachondo perdido observando una vez más su extraordinaria desnudez..

– ¿No era lo que querías? – añade colocándose el vestido y moviendo sus caderas en un intento por poder entrar en él.

– Y me encanta haberte convencido.

– Sí, creo que tenías razón, además debemos tener este viaje como algo que forma parte de nuestras fantasías y echar por tierra los prejuicios.

Por un momento no sé si mamá se refiere a sus fantasías o a las mías propias, que son para mí ella y nada más, pero me siento más que dichoso porque haya conseguido convencerla.

– ¿No vas a ponerte ropa interior? – Le pregunto cuando ella se está atusando el vestido observándose frente al espejo.

– ¿No crees que mejor sin ella?

– Yo encantando… y seguramente que otros muchos también.

– Bueno, nadie sabe que no la llevo, salvo tú.

– Prometo no decírselo a nadie e intentaré no ponerme nervioso… – añado.

– Me queda mejor así, además me gusta la sensación de no llevar bragas, me siento como más libre.

Joder, me encanta ver a mamá así de feliz y contenta, creo que ha vuelto a disfrutar de su lado más diablesco y se está soltando la melena y algo más.

Entramos en el comedor con nuestras manos entrelazadas. ¡Qué delicia! Me siento tan a gusto y tan orgulloso de tenerla a mi lado, ojalá fuera mi novia, mi amante, mi esposa… en estas vacaciones quiero pensar que lo es.

Sandra y Toni están ya en el comedor y nos invitan a compartir su mesa. Él no pierde la oportunidad de levantarse, pegarse a mi madre y darle dos besos aferrado a sus caderas. Al tiempo Sandra también se levanta. Está muy guapa. Lleva una camiseta muy ceñida y una faldita corta, parece más joven y más traviesa, así vestida. Mi polla lo corrobora creciendo bajo mi pantalón cuando ella, de nuevo, se pega a mi cuerpo y me planta dos besos y sus dos tetas se oprimen contra mi pecho. La tía está buena, yo cachondo, no sé como acabará la noche, pero ya estoy pensando en la magnífica paja que me voy a hacer con tanta sensación.

– ¡Qué guapa! – dice Sandra plantándole dos besos a mamá.

– Gracias, tú también – responde ella muy educada.

Veo como Toni se la come con los ojos y aunque me da cierta rabia, no se lo reprocho. Mamá está como para comérsela.

La cena transcurre entretenida y acabamos de nuevo en la discoteca del hotel, en donde una copa llama a otra y acabamos más que entonadillos. En la pista de baile Toni no pierde la oportunidad de acariciar a mamá en más de una ocasión y ella intenta zafarse como buenamente puede. Hay una canción tipo bachata en la que nuestro vecino se entrega a ese baile sensual pero se aprovecha de la situación, viendo que mi madre está algo bebida, de otro modo no entiendo que ella se deje llevar hasta tan lejos. Al mismo tiempo Sandra intenta pegarse y no niego que me gusta rozarme con ella y que note mi erección, pero estoy más a ver qué pasa con mamá, no quiero que se me despendole.

Entonces aprovecho para cambiar de pareja y tanto Toni como Sandra se quedan algo cortados, porque creo que he sido brusco, pero también supondrán que teóricamente soy un recién casado celoso y esto último además es verdad.

Me agarro a la cintura de mamá por detrás y uno mi pelvis a su culo. La fina tela de mi pantalón y la de su vestido permiten que note claramente su culo sobre mi polla. Ella no se vuelve y sigue entregada en el baile moviendo las caderas y subiendo sus brazos por encima de su cabeza. Mis manos siguen aferradas a su cintura y aprovecho para dibujar sus curvas mientras mi polla sigue empotrándose en sus posaderas.

– Hijo, estoy algo borracha – me dice de pronto pegando sus labios a mi oído.

– Ya te noto bastante descontrolada – digo con cierto enfado, pero es que verla restregándose a Toni no me ha gustado en absoluto.

– Si, la verdad es que me he puesto muy cachonda.

Joder, mi madre ya no se corta en absoluto hablando conmigo, ¡quién la ha visto y quién la ve! Yo soy un mal hijo, porque me estoy aprovechando de esa situación y restriego mi erección por su culito, que ella no parece rechazar y mi polla está a punto de estallar, estoy como un burro en celo y es que saber que ella no lleva nada debajo me da más calor.

– Víctor, creo que deberíamos subirnos – me dice girando su cabeza y poniendo sus labios a escasos milímetros de los míos. Por un momento pienso en besarla, pero creo que sería demasiado y no quiero que se cabree..

– ¿Estás segura?

– Sí, creo que mejor nos subimos, estoy muy caliente y no respondo. No quisiera arrepentirme después. – dice sonriéndome y guiñándome un ojo, desconcertándome con ese guiño.

Después de despedirnos de nuestros vecinos, que no celebran que nos vayamos en plena fiesta, ayudo a mi madre a avanzar hasta el ascensor. La verdad es que le cuesta caminar en línea recta y tengo que sostenerla de su cintura para que no se caiga.

Me hubiera gustado seguir restregándome contra su cuerpo, pero creo que ella también ha notado mi bulto y ha preferido cortar por lo sano, a pesar de estar algo bebida y cachonda, como ella misma ha reconocido.

Llegamos a la habitación y tras cerrar la puerta ella se me abraza apoyando su cabeza sobre mi hombro. ¡Qué maravilla! Puedo notar sus enormes tetas contra mi pecho y como mi polla no ha bajado en su intensidad y sigue dura a la altura de su tripita.

– Hayy, todo me da vueltas – dice agarrándose a mi cuello.

– Has bebido mucho, mamá.

– Gracias hijo. – dice dándome un piquito en la boca y dejándome sorprendido.

– ¿Por?

– Por hacerme feliz y regalándome tantas cosas en este viaje. Con tu padre…

– ¿Con mi padre que…?

– No hubiera sido igual.

– Supongo que no. – añado

– Ayúdame a quitarme el vestido, hijo, voy a refrescarme un poco. Lo necesito. – me dice separándose de mí y levantando sus brazos por encima de su cabeza.

– ¿Qué te quite el vestido? – pregunto como un idiota.

– Sí, yo sola no puedo, me mareo y me está muy ceñido.

No lo pienso dos veces. Cojo el vestido por sus caderas y empiezo a subirlo admirando su cuerpo a medida que va mostrándome su desnudez. Su hermoso coño, sus caderas, su cintura sus tetas, su cuello. Todo. A pesar de que lo lleva tan pegado a su cuerpo hago lo indecible y logro sacarlo por su cabeza, hasta que queda completamente desnuda delante de mí.

– Gracias, amor. – me dice.

– De nada. – respondo turbado y tremendamente excitado.

– ¿Está buena tu madre? – me comenta de pronto al verme admirándola.

– Mucho.

De pronto se pega a mí y me da otro beso en los labios y esta vez permanecemos más tiempo unidos, no sé si son tres o cuatro segundos, pero me encanta sentir ese cuerpo desnudo adosado a mí y yo me dejo llevar por ese beso. Ella se separa bruscamente, me mira a los ojos y sonríe. A continuación se dirige al baño torpemente.

No sé lo que va a pasar a continuación pero por un momento pienso que ella se siente mal, por ese beso, de abrazarse a mí desnuda, por sentirse excitada durante todo el día y toda la noche, primero lo que ha sucedido en la habitación esta tarde, luego con Toni en el baile, ahora conmigo… Ni yo mismo puedo recapacitar con cierto orden y todo me parece demasiado incongruente.

De pronto sale del baño, en pelotas, naturalmente, como si nada hubiera ocurrido.

– Ya puedes entrar al baño, hijo. Yo me voy a acostar – me dice mientras seca su cuello y sus pechos con una pequeña toalla. Se ha debido remojar para bajar el calor.

Me meto en el baño, dispuesto a hacerme otra paja en su honor, como no podría ser de otra manera. Me desnudo del todo y pienso en el cuerpo de mamá que acabo de tener ahí afuera para mí y no me cuesta mucho volverla a sentir en mis pensamientos y disfrutar de ese momento acariciando mi polla pensando qué debe sentirse follando un cuerpo como el suyo, sintiéndose atrapado por sus piernas, ambos desnudos disfrutando de nuestros cuerpos, unidos en un polvo divino.

Estoy en esos pensamientos cuando se abre de pronto la puerta del baño.

– ¡Víctor, Víctor, ven! – dice medio susurrando y metiendo su cabeza por la puerta del baño y pillándome con la polla en la mano.

– ¿Qué pasa, mamá? – pregunto intentando disimular aunque por su sonrisa veo que se ha dado cuenta que me la estaba cascando como un mono.

– ¡Ven, corre! – añade ofreciéndome su mano.

Otra vez la tengo desnuda delante de mí y yo igualmente despelotado dándole la mano, a esa mujer que me tiene más loco por segundos. Salimos casi corriendo del baño.

– Pero ¿qué pasa? – pregunto intrigado.

– Nuestros vecinos, ya han llegado.

– ¿Sandra y Toni?

– Sí, ¡están follando! Ven, pega el oído aquí, en la pared. – dice eufórica pero sin levantar mucho la voz para que no nos oigan.

Ahí estamos mi madre y yo, en pelotas, uno frente al otro a apenas medio metro de distancia y pegados contra la pared de la habitación escuchando los gritos, gemidos y frases que se oyen al otro lado.

Lo cierto es que casi no hay que pegar la oreja, pues se les oye perfectamente. Se percibe la voz de Sandra diciendo: “sí, sí, más, más, joder, joder, fóllame, Diosss”…. y los bufidos de Toni que debe estar taladrándola de lo lindo.

Mi polla está eufórica y lógicamente entre la paja inacabada, mi madre desnuda delante de mis narices y mis vecinos folladores, estoy más que desbocado. Miro a mamá que me sonríe de vez en cuando sin decir nada y escuchando las voces y gemidos de nuestros vecinos de al lado. De vez en cuando mira a mi miembro, se muerde el labio y sus pezones se ven más duros de lo normal. Sin duda está excitada y puedo notar como su coño brilla en señal de que está mojada y sigue tan cachonda en esa noche loca. Joder y la tengo ahí a medio metro, con esas tetas, esos muslos, esas caderas, esa cintura, ese chochito…

– Se lo están pasando en grande – susurra mamá.

– ¡Sí, vaya polvo!

– Scshhhss – me dice para que baje la voz.

– No nos oyen. Están a lo suyo.

– Sí, están muy excitados. – añade.

– Ya lo creo… ¿Y tú? – le pregunto, observando de nuevo todo ese cuerpo serrano que me dio la vida y ahora puedo admirar en exclusiva para mí.

– ¿Yo qué? – pregunta.

– ¿Que sí estás excitada?

Ella responde con un silencio bajando su cabeza, aún le cuesta reconocer que está excitada con la situación.

– No te sientas mal, mamá. Ambos lo estamos. Es normal, han pasado demasiadas cosas como para poderlas controlar. – añado para que sienta más cómoda.

– La verdad es que sí.

– Pues disfruta el momento.

– Me siento rara, todo esto nos supera, pero no sé si es bueno que nos sintamos así. Soy tu madre.

– Mamá no me vengas con esas otra vez… – imploro entre susurros para que no vuelva por esos derroteros.

– Es que es así, hijo.

– Somos un hombre y una mujer desnudos, cachondos y que están excitados con todo esto. ¿No es así?

– Y… ¿qué ocurre si nos excitamos? – me pregunta.

– Pues nos hacemos una paja y punto – lo digo clarito para que no haya malentendidos.

– ¡Vaya, Víctor! ¡Qué directo! – afirma sin levantar la voz pero vocalizando.

– ¡Claro! Ahora mismo podríamos masturbarnos para apagar esa calentura y no estaríamos haciendo nada malo…. – lo digo y noto como mis carrillos arden tras comentarlo con tanta desfachatez.

Ella vuelve a ofrecerme otro silencio que me deja descolocado, aunque en el fondo sé que está pensando exactamente lo mismo que yo. Sonríe y mueve sus piernas, frotando sus muslos. Intuyo que está muy cachonda.

– Víctor, no creo que eso fuera tan natural como tú dices.

– ¿Qué nos masturbemos? ¿No lo hacemos en privado? ¿Qué diferencia hay? – añado con seguridad al tiempo que mi polla pega otro de sus respingos y a ella no se le escapa ese involuntario movimiento.

Nuestros vecinos siguen a lo suyo, ajenos a nuestro debate interno y muy metidos en su mundo, follando sin preocuparse de ser oídos, disfrutando de un polvo memorable que a nosotros nos calienta cada vez más. Solo se oyen jadeos, respiraciones entrecortadas y el cabecero de su cama dando golpes contra la pared, en señal de las embestidas que Toni le debe estar propinando a la rubita cachonda.

– Una cosa es que sea normal la excitación y está claro que ambos lo estamos., pero otra muy diferente que nos dejemos llevar hasta poder traspasar algunas fronteras, ¿lo entiendes hijo? Eso es demasiado. – dice mamá de pronto.

– Mamá, yo ahora estoy muy cachondo. Nos calentamos durante toda la noche, ahora oyendo a estos dos que me están poniendo a cien y más todavía con tu cuerpo, no porque seas mi madre, sino una mujer preciosa y desnuda delante de mí – añado como atenuante, aunque en el fondo miento como un bellaco, a mi la que me gusta dentro de ese cuerpo es precisamente ella, mi madre y prácticamente nada más.

– Pero el problema es que lo soy… ¡Soy tu madre! – añade.

– Pues mejor, masturbarme con alguien a la que además adoro.

Sonríe algo aturdida por ese comentario Sus pezones se siguen viendo duros y sus piernas se mueven nerviosas, juntando sin cesar sus muslos. Está loca por tocarse igual que yo. Creo que tengo que tirarme a la piscina y lo hago, asumiendo todos riesgos, pero agarro mi polla con mi mano y comienzo a masturbarme delante de ella esperando sus reacciones.

Abre los ojos como platos sin dejar de mirar ahí, justamente donde mi mano está dándole a la zambomba con todo el descaro. Sé que me la juego del todo, pero ahora mismo ya no pienso, solo tengo que pajearme para soltar todo lo que llevo dentro.

– ¡Víctor!

– ¿Qué pasa? – contesto como quién no quiere la cosa.

– Para, por favor. No hagas eso.

– ¿Por qué, mamá? Estoy muy excitado necesito apagar este calor que llevo dentro y creo que tú deberías hacer lo mismo.

– ¡Calla, por Dios!

– Es la verdad mamá, yo es que no puedo más.

– Podrías esperar y hacerlo en el baño.

– Pero ¿Por qué? Vamos, deja esa mojigata en casa y muestra la hembra caliente que llevas dentro.

Sí, lo he dicho y ya no sé ni lo que digo, pero es que ya todo me da igual. Y no me quedo ahí, sino que la sigo alentando.

– Mamá, pellizcarte los pezones, vamos.

– ¡Hijo, calla por favor… esto no puede ser! – dice separándose de la pared, pero sin dejar de mirar mi glande que aparece y desaparece de entre mis dedos.

– Vamos, mamá, tócate…

– Esto es muy fuerte. No me lo puedo creer… – afirma con sus ojos como platos.

– Ya lo creo. Vamos, anímate y tócate las tetas. Me gustaría ver como lo haces.

– No puedo hacer eso.

– Venga, claro que puedes, ya tenemos más que confianza. Recuerda, este es nuestro viaje secreto. – insisto una vez más.

– No puedo.

– Demuéstratelo a ti misma, a ver si eres capaz.

Creo que no solo mis palabras sino los gritos y jadeos que se oyen al otro lado de la pared y su propia calentura hacen el resto. Y yo alucino. Mamá se echa mano a su teta y empieza a acariciarla. Nada más hacerlo mi polla suelta unas gotas de líquido pre seminal, que no se escapa a su visión, pues saca la lengua como si se relamiese al verlo. Está algo borrachilla, pero sobre todo cachonda perdida. Sus dedos pellizcan sus pezones con más fuerza y se la oye ronronear, cuando se produce algún silencio de nuestros vecinos.

– ¡Tócate el coño! – digo desbocado como si fuera una orden

– ¡Pero…!

– ¡Vamos, mamá!

Ella cierra los ojos, asumiendo ya que está derrotada y que su calentura le supera. Una de sus manos baja hasta su entrepierna y allí se pierden un par de dedos mientras la otra mano sigue acariciando otro de sus pechos.

A partir de ahí mamá se ha transformado, ya no está con esa sensación de sentirse cortada por cada acto, sino que ya está metida en faena, pues sus dedos han acabado entre sus labios vaginales al tiempo que abre sus piernas y su boca. Está gozando y yo no digamos pues mi paja aumenta de velocidad al ver esa imagen inalcanzable de mamá masturbándose a medio metro. Sus dedos juegan entrando y saliendo de su chocho que emana flujos pues salen empapados. Se los lleva a la boca y los chupa ofreciéndome una imagen que no olvidaré nunca, pues se exhibe delante de mí, más cachonda, imagino, que en sus pajas en solitario. Yo estoy a punto de correrme, pues no puedo ver por más tiempo esa escena tan caliente y ella jadea más fuerte, su pecho se hincha por momentos, sus piernas están muy abiertas y su dedo índice y corazón están masajeando sus labios externos y su clítoris, entrando en trance. Cierra los ojos y sus jadeos se convierten en gemidos y casi alaridos. Apoya su espalda en la pared y su cabeza queda ligeramente mirando hacia arriba, su boca abierta y su lengua jugando con sus labios, sus piernas temblando y todo su cuerpo estremeciéndose. Se está corriendo con todas las ganas. Yo sigo meneándomela pero esa imagen de mamá con su espalda apoyada en la pared y en ese orgasmo tan maravilloso que ha disfrutado y yo como su único espectador hace que mi verga se tense y en un instante me viene el primer impulso y a continuación sale disparado un chorro incontrolado que acaba chocando justamente contra la teta izquierda de mamá, el segundo en su cadera. Los demás van cayendo por sus piernas, dos, tres, cuatro y hasta cinco lanzamientos potentes que le lanzo sin remisión. ¡Me he corrido sobre su cuerpo desnudo!

Abre los ojos alarmada, mira como mi semen se escurre por sus muslos y sale corriendo de nuevo hacia el baño. No sé si en ese momento se enfadará conmigo para siempre, pero creo que ha sido maravilloso y tenía que tomar ciertos riesgos y aventurarme a eso que seguramente nunca se podrá repetir.

Me limpio con un pañuelo de papel y salgo a la terraza, desnudo, a tomar un poco el aire. La noche es mágica y está llena de estrellas, casi todo parece un sueño, sin embargo ha ocurrido de verdad. Desde allí se puede ver el mar, a pesar de la oscuridad y me siento en la gloria. Estas vacaciones serán inolvidables para el resto de mi vida.

Al cabo de unos minutos mamá entra en la terraza. Me vuelvo y me doy cuenta de que se ha puesto un albornoz. No consigo que me mire a los ojos. Se pone a mi lado apoyada en la barandilla mirando ambos al firmamento, sin decir nada.

– Hola vecinos. – es la voz de Sandra al otro lado de la terraza que nos saluda.

Está desnuda y veo que está observando fijamente mi polla que ahora está algo morcillona y ella instintivamente pasa su lengua por sus labios. Puede ser casualidad o un acto reflejo..

– Hola – contesta mamá.

– Espero que no os hayamos despertado- añade la vecina con una sonrisa nerviosa pues sabe que sus alaridos y gemidos se han tenido que oír.

– No, no. – contesta ciertamente cortada mi madre.

– Nos habréis escuchado, supongo… pero es que estábamos muy cachondos.

– Un poco.

– Jeje… bueno vosotros también…

– ¿Nosotros qué? – pregunta mi madre.

– Que también estabais calientes, os hemos oído.

En ese momento mamá y yo nos miramos, entre confundidos, avergonzados y sorprendidos, pues en plena faena masturbadora no hemos caído en que nos podrían haber escuchado ellos.

– Oye, que no pasa nada. A eso hemos venido a este viaje, a follar, ¿No? – dice sonriente Sandra sin dejar de observar mis atributos.

En ese momento noto que mi polla vuelve a retomar su crecimiento rememorando esos momentos que nos recuerda Sandra y decido salir disimuladamente de la terraza. Ellas se quedan hablando amigablemente en la terraza mientras yo me tumbo en la cama intentando asimilar tantas cosas.

Mamá tarda en regresar, no sé de qué estarán hablando y yo mientras, tras pensar en esos minutos decido cómo pedirle disculpas y que todo lo que ha ocurrido ha sido fruto del alcohol, de las locuras de tantas sensaciones encontradas, que lo de la paja compartida ha sido un arrebato y que lamento haberme corrido sobre su cuerpo. Ella entra en la habitación y justo en ese preciso momento en el que voy a abrir la boca con cara de cordero degollado es ella la que se me adelante sonriente.

– ¿Sabes hijo?, Sandra me ha dicho que tienes un cuerpazo y una polla preciosa.

– ¿Cómo? – pregunto.

– Sí, me ha dicho que te ha visto la polla y que le ha dado envidia, que me sentiré dichosa de tenerte, incluso me ha preguntado que qué tal follas y que se siente teniendo esa polla dentro.

– ¡Joder! y tú… ¿qué le has dicho?

– Pues me he sentido orgullosa y le he dicho que follas de maravilla y que me encanta sentirla bien adentro taladrándome. Que me gusta cómo me taladras con esa polla- dice mientras sonríe nerviosamente.

Se quita el albornoz ofreciéndome de nuevo su divina desnudez dispuesta a meterse en la cama. Apenas puedo articular palabra, no soy capaz de asimilar esa desvergüenza de mamá, pero sí mi polla que ha vuelto a ponerse dura y mirando al techo.

– ¡Hijo mío qué rápido te recuperas! – dice con la boca abierta mirando mi erección.

Me meto en las sábanas y nuestras caderas se rozan ligeramente y yo vuelvo a estar nervioso, excitado.

No sé si podré dormir en toda la noche…

Juliaki

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juliaki@ymail.com

 

Relato erótico: “Mi cuñada, mi alumna, mi amante (8)” (POR ALFASCORPII)

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portada narco3Mi cuñada, mi alumna, mi amante (8)

sin-tituloHabían comenzado los exámenes del final del cuatrimestre, por lo que, al suspenderse las clases, no había vuelto a coincidir con Patty desde la ardiente noche en que disfrutamos su fantasía de hacer un trío.

Era fin de semana de carnaval, y como todos los años, la empresa de mi mujer había alquilado un local para organizar una fiesta de disfraces para los empleados y sus familias.

Yo terminaba de abrocharme las sandalias que completaban mi disfraz de general romano, con su casco, su coraza, falda de tiras de cuero y demás complementos que había conseguido alquilar a buen precio. Tere, mi mujer, se miraba en el espejo del dormitorio ajustándose una corona de laurel dorado sobre el cuidado recogido que se había hecho con su morena melena, dando el toque final a su disfraz de noble romana. El vestido que llevaba era como de seda, vaporoso, sencillo y elegante, adornado con un cinturón dorado formado por anillos engarzados unos en otros como único modo de sujeción. La parte delantera se abría vertiginosamente hasta llegar al cinturón, formando un largísimo escote que llegaba hasta debajo del ombligo. A través de esa insinuante abertura, se podía observar la mitad de sus pechos, libres de sujetador alguno. La parte de la falda se abría lateralmente en su muslo izquierdo, mostrándolo sugerentemente cada vez que daba un paso. En su brazo derecho llevaba un brazalete a juego con el cinturón. Estaba tan espectacular que, más que una patricia, parecía la mismísima encarnación de la diosa Venus.

– Tal vez voy demasiado atrevida… -dijo.

– Pareces una diosa- le contesté acercándome a ella y abrazando su cintura desde atrás.

– Gracias, aunque este año tampoco ganemos el concurso de disfraces, sólo por el piropo habrá merecido la pena.

Nos besamos apasionadamente, y si no fuera porque ya era hora de marcharnos para recoger a Patty en su piso, habríamos acabado con nuestros disfraces tirados por los suelos y retozando en la cama.

Fuimos a buscar a mi cuñada, que ya nos esperaba en el portal. Metió su mochila en el maletero y subió al coche. Finalmente, Tere no sólo había invitado a su hermana a la fiesta, sino que para estrenar nuestra habitación de invitados, también le había propuesto quedarse a dormir en nuestra casa. La situación se presentaba interesante y peligrosa a la vez, tenerla tan cerca, con mi mujer presente…

– ¡Hola chicos!- saludó cuando se sentó en el asiento trasero.

A pesar de ir tapada con el abrigo, al verla a través del retrovisor, enseguida reconocí de qué iba disfrazada. Se había alisado su negro cabello, y llevaba sobre su frente una tiara dorada en la que sobresalía la cabeza de una cobra. Se había maquillado el rostro con colores terrosos, y sus ojos estaban pintados trazando dos largas líneas negras en sus extremos, haciendo su mirada aún más intensa de lo que ya naturalmente era. Como no podía ser de otra manera, yendo en concordancia con nuestros disfraces, Patty iba vestida de Cleopatra.

En veinte minutos llegamos al lugar de la fiesta, que ya había empezado. A la entrada del local que la empresa había alquilado para el evento, había un ropero en el que decidimos

dejar nuestros abrigos bajo la custodia del encargado de dicho servicio. Cuando mi mujer se quitó el abrigo, pude ver cómo al chico que lo recogía se le abrían los ojos como platos ante el vertiginoso escote que Tere lucía.

– Lo sé, colega- pensé- mi mujer está muy buena y va vestida cañón.

Le di mi abrigo y le sonreí, el lo cogió y retiró la mirada avergonzado.

Patty también se quitó el abrigo que la cubría completamente, y al verla, mi reacción fue la misma que la del chico cuando vio a mi mujer. Los ojos se me abrieron de par en par, la boca se me quedó seca, y mi polla reaccionó de inmediato. Por suerte, la falda de tiras de cuero que llevaba, y la túnica de debajo, no permitieron que se me notara la tremenda erección que esa divina Cleopatra acababa de provocarme. En realidad, más que disfrazada, mi cuñadita iba medio desnuda. La parte de arriba de su disfraz consistía únicamente en un escueto sujetador dorado formado por tres tiras anchas: una bajo sus pechos con un broche azul con forma de escarabajo, y dos para realzar y cubrir parcialmente cada uno de sus voluptuosos senos, que asomaban en un apretado escote y mostraban sugerentemente su redondez en los laterales. Del mismo color dorado que la parte superior, era la ajustada falda que marcaba sus caderas y culo, dibujando la forma de un tulipán boca abajo. La abertura entre los dos pétalos, que describían la forma de sus muslos hasta cubrir la mitad de ellos, estaba rematada con una tira de tela azul, con grabados dorados de símbolos egipcios, que partía desde la cintura y colgaba hasta las rodillas. Para concluir el disfraz, calzaba unas sandalias con tacón formadas por finas tiras del mismo color que el resto de la indumentaria. Simplemente estaba impresionante.

– ¡Guau, hermanita!- exclamó Tere-. Y yo que creía que iba atrevida… ¡Estás despampanante!, ¿qué opinas, Carlos?.

Reaccioné inconscientemente con una risa nerviosa. ¿La cuestión de mi mujer era una pregunta trampa o era totalmente inocente por tratarse de su hermana?. Una respuesta equivocada me colocaría en una situación delicada; alabar la belleza de otra mujer, aunque se tratase de su hermana, podría ser un error fatal.

Una advertencia de La Princesa Prometida acudió a mi mente: “Nunca apuestes con un siciliano cuando la muerte está al acecho”.

– ¡Uf!- pensé-, mejor responder evasivamente.

– Buen disfraz- contesté finalmente-, muy acorde con los nuestros…

Patty me sonrió con una disimulada y coqueta caída de pestañas mientras le decía a su hermana:

– Gracias, Tere, sólo intentaba no desmerecer ante lo maravillosa que estás tú.

Entramos en la fiesta, y la verdad es que estaba bastante animada. Los compañeros de trabajo de mi mujer y sus invitados bailaban con la música, y bebían alegremente sin distinciones entre cargos dentro de la empresa.

Pedimos algo de beber, mis chicas un cóctel para cada una, y yo, por tener que conducir para regresar a casa, una triste cerveza sin alcohol.

Ya con nuestras bebidas en la mano, nos mezclamos con la gente, saludando a los compañeros y compañeras más directos de Tere. Su disfraz, levantaba elogios (y más que elogios, sospecho) sobre lo bella que estaba pero, por supuesto, las miradas y comentarios también se centraban en Patty, que no daba abasto a saludar con dos besos a todos los compañeros de mi mujer, especialmente hombres, que se le presentaban.

Entre varios Bob Esponja, piratas del caribe, vikingos, vampiros, colegialas, elfos y demás repertorio de disfraces de gente con la que hablamos, fue transcurriendo la fiesta.

– Voy a salir a fumar- nos dijo Patty-, ¿me acompañáis?.

– Ve tú, cariño- me dijo Tere-, que yo voy a saludar a la jefa de recursos humanos, que está muy graciosa vestida de caperucita roja.

Asentí sin oponer resistencia, a pesar del frío exterior, porque necesitaba hablar con mi cuñada a solas.

Ya en la calle, y con los abrigos puestos, Patty encendió un cigarrillo y me ofreció otro que rechacé alegando que Tere lo notaría en mí.

– No está mal la fiesta- dijo-, aunque lo que realmente espero es lo que viene después.

– No tenías que haber aceptado quedarte a dormir en casa, es muy comprometido…

– ¿Comprometido?, no veo por qué. Mi hermana no sabe nada, y a mí me parece que es muy excitante.

– Patty…

– Sólo pensar que estaré en la habitación de enfrente, toda la noche, sola y a pocos pasos de ti…

Esbozó su pícara sonrisa y me exhaló el humo de su cigarrillo.

– No puede pasar nada entre nosotros estando Tere presente, es muy arriesgado- contesté sin poder dejar de mirar la redondez de sus pechos, apenas cubiertos, y tratando de controlar el impulso de abalanzarme sobre ellos allí mismo.

– Ya… entonces… ¿sólo podré oír cómo follas con ella?… Uffff, me encantaría oírlo, y más verlo…- agregó guiñándome un ojo.

– Eso no va a pasar…

Pero Patty no me hizo ni caso, seguía verbalizando sus ardientes fantasías:

– Con lo buenorra que se ha puesto hoy mi hermanita… me encantaría ver cómo la desnudas y le metes la polla… y ver su cara mientras goza… uffff…

– Patty, déjalo, te estás calentando tú solita y me estás calentando a mí. Pasaremos la noche y ya está. Te daré tu merecido en otro momento.

– Perdona, estaba dejando volar mi imaginación… ¿volvemos con mi hermana?.

Me dio un fugaz beso en los labios y me cogió la mano para conducirme de vuelta a la fiesta.

Tere seguía hablando y riendo con gente, mi cuñada se le unió y yo fui a pedir nuevas bebidas para los tres.

Tras varios cócteles de mis chicas y cervezas sin alcohol por mi parte, la fiesta llegó a su fin con el anuncio de la pareja ganadora del concurso de disfraces: un par de informáticos que iban de Águila Roja y su escudero, muy conseguidos ambos trajes.

En el viaje de regreso a casa pude comprobar que tanto Tere como Patty iban algo afectadas por el alcohol, no paraban de reírse rememorando las pintas de la gente de la fiesta, e insistieron en que en cuanto llegásemos a casa nos tomásemos, al menos, una copa los tres, ya que yo no había podido beber nada. Ya en casa, Patty dejó sus cosas en la habitación de invitados, yo dejé el casco y la espada en el dormitorio, y nos pusimos unas copas en el salón.

Entre tragos, que yo daba más rápido para alcanzar el estado de euforia que las dos hermanas ya compartían, hablamos y reímos recordando cómo los compañeros de Tere se habían soltado la melena representando los roles de los disfraces que llevaban puestos.

– Es una pena que no hayamos ganado el concurso- comentó mi cuñada.

– Bueno- contestó mi mujer-, casi siempre se lo acaban dando a alguien de informática. Hay mucho friki en ese departamento, y la verdad es que se lo curran mucho.

– Casi tanto como nosotros- añadí yo-, que lo único que hemos hecho ha sido alquilar el disfraz completo, jaja.

Las dos hermanas rieron conmigo.

– Eso sí, profe- volvió a intervenir Patty-, lo que nadie podrá negar es que íbamos muy conjuntados, y vosotros dos estáis impresionantes como Marco Antonio y Octavia…

– Tú sí que estás increíble de Cleopatra- le contestó Tere-. Has atraído todas las miradas, las de los tíos deseándote, y las de las tías envidiándote… Por cierto, si Carlos es Marco Antonio, yo Octavia, y tú Cleopatra, según la historia creo que quedo en una clara situación de cornamenta, ¿no?.

Mi cuñada me dedicó una intensa mirada con sus hermosos ojos verdeazulados increíblemente destacados por el maquillaje egipcio.

Una alarma se disparó en mi cabeza:

– “¡Control, maniobra Loco Iván!”- resonó en mi mente rememorando La Caza Del Octubre Rojo.

Patty había maniobrado inteligente y temerariamente nombrando los personajes cuya historia es bien conocida para maquinar lo que tenía en mente.

– Cariño- dijo-, ¿cómo vas a quedar en situación de cornamenta si soy tu hermana?, jajaja. Además, con lo buena que estás y lo deslumbrante que estás hoy, el que tendría más posibilidades de cornamenta sería mi cuñado.

Con un felino movimiento, mi cuñada se acercó a su hermana y, tomándola por la barbilla, le dio un suave beso en los labios con el que pareció detenerse el mundo durante un par de segundos. Sus labios se separaron, pero sus rostros permanecieron a escasos centímetros el uno del otro, mirándose directamente a los ojos, creando un onírico momento.

Yo me quedé helado, observando, sin atreverme a mover un músculo o romper el silencio que se había creado.

– La que está buena y deslumbrante eres tú, hermanita- susurró Tere cortando el silencio con sus mejillas ruborizadas.

Esa era justamente la respuesta que Patty esperaba, así que volvió a posar sus carnosos labios sobre los rosados labios de su hermana, que sin saber reaccionar se quedó con los ojos abiertos mirándome. Pero tras un momento de desconcierto, mi cuñada siguió con su maniobra, acariciando los labios de Tere con los suyos, abriendo la boca

para introducir la lengua en la de su hermana y fundirse en un erótico beso húmedo al que sin saber cómo, mi mujer se entregó cerrando los ojos y tomando la cabeza de Patty entre las manos.

Sentí cómo mi entrepierna respondía de inmediato al contemplar el espectáculo lésbico, incestuoso e increíblemente excitante que esas dos bellezas me estaban ofreciendo.

– Eres tan preciosa… – susurró Patty cuando se separó-… siempre te he admirado tanto…

Sus dedos acariciaban el cuello de Tere bajando suavemente hasta su pecho para recorrer la línea media de la vertiginosa abertura del vestido.

– Uffff…- suspiró mi mujer con sus mejillas encendidas-…esto no está bien… eres una mujer… mi hermana… y está Carlos…

– Seguro que a él no le importa…

No dije nada, estaba totalmente obnubilado contemplando la escena, con la polla más dura que un dolmen.

– Esto no puede estar pasando- continuó Tere con la voz entrecortada-. No puedo… ¡oh!.

La experta mano de mi cuñada había bajado hasta el final, y se había deslizado entre los pliegues de la falda de su hermana para encontrar la abertura que le había permitido colarse entre sus muslos y, apartando las braguitas, introducir un dedo en su intimidad.

– Uffff- volvió a suspirar la receptora de tan íntima caricia-, no sigas por ahí…

Patty volvió a besarla enredando su lengua con la de mi mujer mientras su mano hacía movimientos circulares en su entrepierna.

– Esto está mal- jadeó Tere tras el beso.

– No es lo que dice tu cuerpo- contestó su hermana sacándole el dedo embadurnado de flujo vaginal-. Me deseas tanto como yo te deseo a ti…

Mi mujer estaba totalmente abrumada por lo que estaba sintiendo, y no pudo reaccionar. Estaba librando una batalla interna entre su educación, su sentido del bien y el mal, sus sentimientos y las sensaciones que estaba experimentando.

Patty llevó el dedo lubricado hasta los labios de su hermana, y ésta, quizá por la leve embriaguez, o en respuesta a un deseo oculto en lo más profundo de su ser, se sorprendió a sí misma aceptándolo y chupándolo para degustar el sabor de su propia excitación.

Al igual que anteriormente me había ocurrido a mí en mis encuentros con Patty, Tere estaba perdiendo toda compostura, sus principios y valores habían sido derrumbados y reducidos a escombros por la poderosa onda de choque sexual de mi cuñada. Su respiración era anhelante, el rubor de sus mejillas sublime, y sus pezones endurecidos se marcaban y transparentaban claramente bajo la tela del vaporoso vestido.

Mi calor interno me estaba consumiendo al ver cómo una de mis fantasías se estaba haciendo realidad, así que me despojé de la coraza y la faldilla de cuero, quedándome únicamente con la túnica corta típicamente romana sólo sujeta por un cinturón. En ese momento sí que se podía apreciar mi erección levantando la faldilla de algodón de la túnica.

Las dos hermanas volvieron a fundirse en un tórrido beso en el que sus lenguas y sensuales labios combatieron por devorarse mutuamente. Las manos de Patty exploraron nuevamente la abertura superior del vestido de mi mujer, recorriendo la suave piel, extendiendo los dedos por los bordes del escote, colándose bajo la tela para acabar posando las palmas de sus manos sobre los excitados pechos de su hermana.

Tere ya estaba totalmente entregada a la lujuria, disfrutando del ardiente beso, de las caricias en su piel, del masaje de sus duros y redondos senos…

Mi cuñada le ayudó a recostarse sobre el reposabrazos del sofá y, sin dejar de besarla, hizo que mi mujer subiera sus piernas y las abriese para quedarse Patty a cuatro patas entre los muslos de su amante hermana.

Las hábiles manos de mi alumna abrieron por completo la parte superior del vestido, dejando a Tere desnuda de cintura para arriba. Abandonó sus labios y, con dulces besos, fue bajando por el cuello hasta llegar a aquellos deliciosos pechos, ligeramente más pequeños que los suyos, para recrearse besando, lamiendo y succionando los puntiagudos pezones sin dejar de masajear al mismo tiempo con las manos.

Mi mujer jadeaba de pura excitación, y me miraba con sus ojos color miel expresando simultáneamente culpabilidad y placer.

Yo estaba enfrente de ella, sentado en el sillón, disfrutando la escena acariciándome suavemente el paquete por debajo de la túnica y por encima del slip. Le sonreí para transmitirle confianza, y con la mirada le hice saber cuánto me gustaba lo que estaba viendo.

Patty continuó con el descenso por la anatomía de mi esposa, desabrochó el cinturón de anillos dorados, y levantándole el culo le quitó el vestido. Agarró los laterales de las braguitas de encaje blanco, y las fue deslizando por los muslos hasta que, con la colaboración de su incrédula y excitada hermana, las sacó por los pies.

– Estás empapada, hermanita- dijo.

– S-sí- tartamudeó Tere.

– Y yo tengo mucha sed…

– Uffff, Patty…

Ésta se giró hacia mí, y con una mirada de perversa lujuria me lanzó las braguitas a la cara. Estaban mojadas, impregnadas con el penetrante aroma que tantas veces había degustado, pero mi atención continuaba en lo que se presentaba ante mis ojos.

El coñito de mi esposa, con su corto vello negro rasurado en forma de triángulo, se veía hinchado y congestionado manando fluidos. La lasciva Cleopatra se colocó agarrando los pechos de la anhelante Octavia, y enterró su cara en ese ardiente sexo que la llamaba.

– ¡Oooooooh!- exclamó Tere cuando sintió la lengua de su hermanita pequeña acariciándole el clítoris.

Tras veintiún siglos, la esposa y la amante de Marco Antonio por fin se encontraron, reencarnadas en dos preciosas hermanas que estaban descubriendo incestuosos placeres lésbicos.

Mi excitación estaba al máximo observando el esplendor del cuerpo desnudo de mi esposa, con sus pechos apretados por las manos de mi cuñada, que con la cabeza metida entre los muslos de su hermana, me regalaba un hipnótico baile de su culito alzado mientras su lengua jugueteaba con el clítoris y se colaba entre los labios de la vulva para beber todos los jugos que brotaban de ella.

– Mmmmm, oohhh, mmmmm- gemía Tere mordiéndose el labio inferior.

Yo tenía que mantener una disciplina espartana para no acariciar mi enorme erección con más ahínco, pues quería reservar mi corrida para llenar con ella el cuerpo de una de las dos hermanas.

– ¡Diossss, hermanitaaaahh!- exclamó mi esposa-, vaaasss, mmmm, a hacerrrr que mmmme corrraaaaaahh!.

Puso sus manos sobre la cabeza de Patty en un débil intento de detenerla. Ésta levantó un segundo la cabeza:

– Estás deliciosa, hermanita.

Y aferrando aún con más fuerza las estimuladas tetas de Tere, volvió a introducir la lengua en el coño que chorreaba por ella.

– ¡Ooooooohhh!, lo siento, cariño- dijo casi fuera de sí mi mujer mirándome-, mmmme voy a corrrreeeeeeeer…

– No lo sientas- le contesté- disfrútalo.

– ¡¡¡Oh, uuumm, oh, oh, ooooooooooooooohhh!!!.

Soltó la cabeza de Patty y apretó las manos de ésta estrujando aún más sus propios pechos bajo ellas. Todo su cuerpo se convulsionó en un magnífico éxtasis con el que gritó mientras Patty bebía las orgásmicas esencias que el latente sexo de mi esposa le brindaba. Cuando la corrida declinó, mi cuñada levantó la cabeza y subió hasta fundirse con su hermana en un largo beso con el que compartieron el sabor de jugos de mujer.

– Mi preciosa y querida hermanita- dijo Tere recuperando el aliento y clavando sus ojos color miel en los ojos aguamarina de Patty-, me has regalado el mejor orgasmo de mi vida.

Por lo visto, y por lo que estaba escuchando, parecía ser que mi cuñada era tan buena en el arte del cunnilingus como en el de la felación.

– Deseaba tanto disfrutar de tu cuerpo…- le contestó Patty-… siempre me has parecido tan hermosa…

– Me halagas, cariño, pero tú eres mucho más hermosa que yo. Eres tan sexy…- Tere acarició lentamente la espalda y la cintura de su hermana-…tienes una cara y un cuerpo tan excitantes… que incluso siendo mujer y mi hermana, no he podido resistirme a la tentación.

Volvieron a besarse, y yo tuve que dejar de acariciarme, tenía los huevos doloridos, llenos hasta rebosar pidiendo liberar su carga.

– No sé si podré pagártelo de igual modo- le dijo mi mujer-. No sé si podré hacerlo tan bien como tú… ahora mismo me encantaría comprobarlo… pero también debo compensar a mi marido por este desliz- añadió mirándome a mí-. Carlos, ¿qué puedo hacer para compensarte por serte infiel con mi hermana y obligarte a presenciarlo?.

– Yo…- empecé a decir sin saber realmente qué contestar, lo cierto es que acababa de presenciar el que hasta el momento había sido el mejor espectáculo de mi vida.

Entonces Tere reparó en la evidente erección que levantaba mi túnica, y miró a Patty que también observaba mi entrepierna con los ojos llenos de deseo.

– ¡Ya lo sé!- exclamó triunfal mi noble romana-, podrías follar con mi hermana, así quedaríamos empatados… Bueno, si los dos queréis, claro. Patty, ¿follarías con mi marido?.

Me parecía increíble cómo esa inteligente Cleopatra había conseguido mover los hilos para conseguir que su hermana le pidiera follarse a su esposo.

– Mmmm- contestó mi cuñada exhalando humo suavemente a través de sus pecaminosos labios-. Sabes que mi cuñadito está muy bueno… me encantaría echar un polvo con él.

Patty apagó el cigarrillo y las dos hermanas se pusieron de pie delante de mí. Tere quedó tras la sensual Cleopatra, abrazándola por la cintura y apoyando la barbilla sobre su hombro izquierdo.

– Cariño- me dijo-, ¿ves lo buena que está mi hermanita?, ¿le echarías un polvo por mí?.

Yo también me puse en pie, haciéndose aún mas patente el bulto de mi entrepierna.

– Me encantaría- respondí con una sonrisa que Patty contestó sonriendo triunfalmente.

Tere le dio un suave beso en el cuello, y subió sus manos para acariciarle los pechos metiéndolas bajo las tiras de tela que los cubrían.

– Uffff- suspiró Cleopatra.

– ¿Has visto qué pedazo de tetas tiene mi hermanita?- me preguntó mi mujer amasándolas-, tiene los pezones tan duros como los míos.

Desabrochó el sujetador y dejó libres esas dos voluptuosas montañas que me volvían loco. Yo me desabroché el cinturón y me saqué la túnica por la cabeza, quedándome con el calzoncillo marcando un exagerado paquete que las dos hermanas devoraron con la mirada.

Tere deslizó sus manos recorriendo la sinuosa cintura de Patty, bajando por ella para llegar hasta sus caderas.

– ¿Qué te parece el cuerpo de mi hermana?- me preguntó.

En ese excitante momento ya no tenía ningún reparo en responder una pregunta de ese tipo:

– Es un cuerpazo hecho par dar y recibir placer…

– Mmmm, estoy de acuerdo…

Estaba alucinando con cómo mi dulce y fiel esposa había superado todos sus prejuicios y se había entregado por completo a la lujuria. La experiencia con su hermana había despertado en ella algo que nunca había salido a la luz, algo oscuro y salvaje, y le estaba gustando experimentarlo. En ese momento comenzó a acariciar el culo de mi cuñada sin atisbo del mínimo pudor.

– …tiene el culo redondito- dijo-, duro y elevado.

Mi situación como espectador y las sugerentes palabras de Tere, me estaban llevando a la locura de pura excitación.

Le desabrochó la falda y ésta cayó al suelo mostrándonos lo que a ambos nos dejó perplejos: ¡Patty no llevaba ropa interior!. Su vulva se mostró totalmente rasurada, hinchada, sonrosada y mojada, tan apetecible…

– ¡Joder con Cleopatra!- dijo Octavia-. Eres un poco zorra yendo por ahí sin bragas…

La aludida esbozó una sugerente media sonrisa y, girando la cabeza, lamió con la punta de su lengua el labio superior de su hermana.

Un placentero escalofrío hizo que mi mujer temblase de la cabeza a los pies, y respondió acariciando el recién descubierto coñito para tomar su humedad y degustarla llevándose los dedos a la boca:

– ¡Qué rica estás, hermanita!.

Tere se estaba recreando con la situación, para mi asombro y satisfacción, estaba disfrutando su recién descubierta lujuria y el poder que en ese momento tenía sobre su hermana y sobre mí para que hiciésemos cuanto ella quisiera. Entre las dos me estaban haciendo sufrir lo indecible. Necesitaba follar ya, me dolían tanto las pelotas que el juego se estaba convirtiendo en una tortura, así que me quité el slip y mi polla se presentó ante ellas apuntándolas directamente, con el glande enrojecido y húmedo, con gruesas y palpitantes venas recorriendo todo el tronco.

– Cariño- le dije a mi esposa-, la expectativa me está matando, necesito hacer algo o voy a explotar.

– Siéntate- susurró-, que ahora te vas follar a éste pedazo de hembra que es mi hermana- añadió dándole un cachete en el culo.

– ¡Au!- exclamó Patty mirando a su hermana con cara de puro vicio-. ¿Te apetece?- preguntó dirigiéndose a mí y guiñándome un ojo.

Me senté en el sofá y mi mujer dirigió el cuerpo de mi cuñada para que se pusiera a horcajadas, con las rodillas en el asiento, sobre mí. Sus generosos pechos, con sus protuberantes pezones quedaron a la altura de mi boca, así que cogiéndola de su estilizada cintura se los besé.

– Mmmmm- gimió.

Tere agarró la base de mi verga con una mano, y con la otra sobre el hombro de su hermana, la fue haciendo bajar lentamente, hasta que nuestros sexos contactaron. Sus jugos mojaron aún más mi glande, y con la guía de mi esposa, éste fue abriéndose paso poco a poco entre los labios vaginales para ir penetrando en esa ardiente cueva de placer.

– Oooooohhhh- gemimos los dos simultáneamente.

Empujada por Octavia, Cleopatra siguió bajando, introduciéndose más y más la gruesa pértiga, hasta que su vulva tocó la mano de mi mujer. Ésta la apartó sorprendida, y observó con excitado estupor, cómo ese voraz conejo continuaba engullendo la zanahoria hasta que ésta desapareció totalmente.

– Uuuuuuuffffffff- resopló Patty.

– ¡Jooodeeeer, preciosa!- exclamó Tere palpando con su mano para comprobar que toda mi polla estaba dentro de ese escultural cuerpo-, ¡te ha cabido toda!. A mí no me entra tanto…

Como en anteriores ocasiones, nuestros sexos habían encajado a la perfección, estaban hechos el uno para el otro, clavija y enchufe.

– Mmmmm- gimió mi cuñada-, me encanta la polla de tu marido, la siento empujándome en lo más profundo de mí.

– Ufffff, cariño- dije yo-, tu hermanita tiene el coño profundísimo, mojado y caliente… ¿puedo darle como se merece?.

Ya que mi cuñada había dispuesto el escenario, y le había otorgado la batuta de dirección a mi esposa, pensé que por el momento, lo mejor era que siguiese creyendo que era ella quien dominaba la situación.

– Sí- dijo-, fóllatela por mí y haz que se corra para que yo disfrute viéndolo.

Empecé a mover mis caderas levantando el culo del asiento y tirando de Patty hacia arriba tomándola por la cintura. Ella acompañó mis movimientos con poderosos contoneos de sus caderas.

– Mmmm, aaahh, mmmm- gemía disfrutando cada movimiento de mi verga en su interior.

Mi posición sentado, con la espalda apoyada en el respaldo del sofá, era muy cómoda, me permitía seguir los movimientos de mi cuñada perforando su coño en profundidad. Tenía las manos libres para recorrer todo su precioso cuerpo, y sólo acercando mi cabeza, podía atrapar sus bamboleantes senos con mi boca para succionarlos con glotonería y mordisquear sus deliciosos pezones.

Tere nos observaba fascinada, con su coño manando fluido nuevamente. Le estaba excitando sobremanera ver cómo su marido se follaba a su hermanita pequeña, y ésta era tan sexy, gimiendo, mordiéndose el labio inferior, poniendo caras de extremo placer, arqueando su espalda y sacando pecho, atenazando mis hombros con sus manos… que no pudo evitar sentirse irremediablemente atraída por ella; así que comenzó a participar del polvo recorriendo ese libidinoso cuerpo con las manos. Acariciaba su culito, que se movía adelante y atrás, exploraba la separación de sus nalgas, se chupaba un dedo para introducírselo en el ano con placenteras consecuencias, acompañaba mis manos recorriendo caderas, cintura y pechos, le masajeaba el clítoris, besaba y lamía el cuello de su hermana surcando la suave piel para llegar hasta succionar el lóbulo de la oreja, le giraba la cabeza y degustaba sus labios y lengua como el más exquisito manjar…

Patty gozaba tanto de mis envites y del cúmulo de sensaciones que las cuatro manos y las dos bocas que la amaban le estaban proporcionando, que gemía y gritaba escandalosamente:

– ¡Aaahh, aaahh, jodeeeeer!, qué bien me folla tu maridooooh. Y tus manos me están volviendo loca, hermanita, ahhhh…

Comenzó a mover aún más poderosamente sus caderas, realizando salvajes bailes circulares con ellas, exprimiéndome tanto, que yo ya no podía aguantar más. Al fin, mis doloridos huevos iban a aliviarse para que me corriese como un caballo.

La corrida sobrevino con una explosión de calor que invadió repentinamente las entrañas de mi cuñada, haciéndome proferir un gruñido animal. La abrasadora sensación hizo que Patty alcanzase un espectacular orgasmo que dejó a mi mujer boquiabierta observando cómo el cuerpo que sus manos acariciaban se tensaba al máximo. Su querida hermanita pequeña profirió un grito que Tere inmediatamente silenció besándola con pasión, irresistiblemente atraída por el erotismo de mi amante en pleno orgasmo.

Quedamos los tres abrazados, sólo escuchando nuestras respiraciones durante unos instantes. Patty me dio un largo beso, y luego otro a su hermana.

– Gracias por este polvazo- nos dijo a los dos-. Hermanita, eres las mejor. Cuñado, ha sido genial follar contigo.

– A mí también me ha gustado- respondí como si fuese la primera vez que lo hacíamos.

– Esto ha sido increíble- intervino Tere-… Nunca imaginé que compartiría sexo con las dos personas que más quiero en el mundo: mi marido y mi hermana. Estabas tan preciosa en pleno orgasmo, Patty, uuuuufffff…

Mi cuñada volvió a besarla acariciando con la mano su jugoso sexo. Los fluidos resbalaban brillantes por la cara interna de los muslos de mi mujer.

– Tú aún necesitas más- le susurró.

– Mmmm, sí.

– Siempre he deseado veros a los dos follando, ¿me daríais ese gusto?, ¿os apetece?.

Patty seguía moviendo los hilos convirtiendo una orden en una apetecible sugerencia. Mi mujer y yo intercambiamos miradas de lujuria y asentimos con la cabeza.

Nos levantamos y fuimos a nuestro dormitorio. Intercambiamos besos y caricias entre los tres, e inmediatamente, como si me tratase de un hiperhormonado adolescente, mi herramienta volvió a alzarse orgullosa.

Mi alumna se sentó en la butaca frente a la cama, encendió un cigarrillo, y con la mano libre empezó a estimularse el clítoris.

Tumbé a Tere sobre el amplio lecho, y me quedé observando maravillado el espléndido cuerpo de mi esposa con sus piernas abiertas invitándome a entrar. En ese instante la contemplé de un modo diferente a como la llevaba viendo desde hacía doce años, algo en ella había cambiado. Desde el comienzo de mi aventura con Patty la había tenido algo desatendida, pero ahora la veía renovada, una mujer preciosa, de mirada seductora, de hermoso cuerpo curvilíneo, sexy, salvaje y ansiosa por sentir placer. La desee, la desee más de lo que la había deseado en mucho tiempo…

– Fóllatela- oí a Patty ordenar.

– Fóllame- secundó Tere con un excitado tono de voz.

Me puse sobre ella, y con un movimiento de cadera, le clavé mi polla todo lo que pude.

– ¡¡¡Aaaaaaaaaahhhh!!!- gritó placenteramente cuando mi glande se incrustó en la boca de su útero.

No le entraba toda mi estaca, pero a pesar de quedarse fuera un par de centímetros, la sensación era indescriptible. Su coño siempre había sido estrecho, y envolvía con tanta fuerza mi falo, que me proporcionaba oleadas de placer.

Empecé un violento mete y saca que sacudía todo el cuerpo de mi esposa haciendo bailar sus pechos como si fuesen dos flanes. Me agarró con fiereza clavándome sus uñas de manicura francesa en el culo, y a pesar de no ser tan escandalosa como su hermana, también gritaba con mis embestidas: “Ah, ah, ah, ah…”, boqueando como un pez fuera del agua. Estaba tan hermosa…

Por el rabillo del ojo vi cómo Patty no perdía detalle del polvo, seguía fumando mientras los dedos de su mano izquierda castigaban incesantemente su clítoris, haciendo que de su almeja manasen deliciosos jugos mezclados con restos de mi semen. Estaba tan sexy…

Tere estaba tan sobreexcitada por los acontecimientos y por mis potentes arremetidas, que enseguida todo su cuerpo comenzó a vibrar con un intenso orgasmo. Clavó aún más sus uñas en mis glúteos, y mordiéndose el labio inferior profirió un largo “¡¡¡Uummmmmmmmm!!!”.

Pero yo aún tenía cuerda para un rato más, así que seguí bombeando la mojada y estrecha gruta, observando las caras de placer de mi esposa a medida que volvía a ponerse en situación tras el orgasmo.

Patty terminó su cigarrillo y, tras relamer los fluidos con los que estaban impregnados sus dedos, se levantó de su butaca de espectadora y se acercó a la cama. Acarició mi culo mientras éste subía y bajaba con cada embestida, acercó sus labios a mi oreja derecha y me susurró:

– Me encanta cómo te follas a mi hermana, aunque no sea tan profunda como yo- sus palabras y aliento se colaron en mi oído produciéndome un delicioso cosquilleo-. Dale duro, cuñadito, como tú sabes.

Se subió a gatas a la cama, y se acercó a mi esposa para decirle:

– Estás increíble follando, preciosa, ¿te gustaría darme placer?.

Tere asintió con la cabeza, con los ojos incendiados de lujuria. Mi cuñada me miró con cara de auténtico vicio, y entendí lo que se proponía. Me incorporé quedándome de rodillas, levantando por el culito a mi esposa, que entrelazó sus pies a mi espalda abrazando mis caderas con sus piernas. La que hasta el momento había sido una espectadora, se colocó a cuatro patas sobre su hermana, con las rodillas a ambos lados de su cabeza, y se incorporó para bajar su chorreante coño hasta el alcance de la

boca de mi mujer. Ésta, ansiosa y sin dudarlo, agarrando ese maravilloso culo que yo contemplaba, comenzó a lamerle la almeja degustando el salado elixir que su hermana le ofrecía.

Yo comencé de nuevo con el mete-saca, empujando duro con la cadera, como si pudiera taladrar el interior de mi amada para llegar aún más adentro. Ella gemía ahogadamente, con sus labios acoplados a los labios mayores de Patty mientras su lengua penetraba y relamía el delicioso chochito que nunca habría imaginado comer. Mi cuñada se retorcía de placer, con las manos sobre su cabeza, revolviéndose el negro cabello para acabar deshaciéndose de la tiara con cabeza de cobra que aún conservaba de su disfraz.

– Mmmm, ssssí, hermanita- decía-. ¡Qué bien me comes el coño!, uuummmm, sííííííííí… bébetelo todooooohhh…

Estaba claro que mi mujer había aprendido rápidamente a hacer un buen cunnilingus, y eso a mí me estaba maravillando. Solté una de mis manos de su culito, y agarré desde atrás uno de los pechazos de Patty para estrujárselo sin dejar de follarme a su hermana. Esto la pilló por sorpresa y, restregando su sexo por los labios de Tere, se

corrió repentinamente arqueando toda su espalda. En cuanto sintió el orgasmo de su hermana, sin dejar de tragar flujo vaginal, mi mujer también llegó al éxtasis apretándome brutalmente las caderas con sus piernas y clavándole las uñas a Patty en el culo, intensificando y prolongando su placer:

– ¡¡¡Sssssssíííííííííííííííííííí!!!.

Yo tampoco pude resistirlo: el calor y estrechez del coño de mi esposa, sus poderosas contracciones, la presión de sus muslos, el orgásmico grito de Patty, el tacto de su pecho elevándose y la visión de su espalda arqueada con las uñas de Tere clavándose en la redondez de su culo… Me corrí gloriosamente clavándole a fondo la polla a mi convulsionante esposa, llenándola con mi espesa y cálida leche.

Nos tumbamos los tres extasiados, quedando yo entre las dos hermanas. Y así, entre suaves caricias, fuimos quedándonos dormidos.

Justo antes de sumergirme en un profundo sueño, la singular voz de Forrest Gump se coló en mi cerebro:

– “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”.

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR

alfascorpii1978@outlook.es

 

Relato erótico: “Vacaciones con mamá 6” (POR JULIAKI)

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DE LOCA A LOCA PORTADA2Vacaciones con mamá (Día 6)

sin-tituloMe despierto más temprano de lo normal y todavía no soy capaz de creerme todo lo que estoy viviendo, especialmente lo que sucedió ayer. Ya no sólo he tenido la suerte de tener a mamá desnuda delante, sino que después de ciertas copas de alcohol y escuchando follar a nuestros vecinos nos lanzamos de lleno y nos masturbamos uno delante del otro a escasos centímetros. ¿No es una auténtica locura? ¿Qué pensará mamá de todo esto? ¿Se sentirá avergonzada?

Miro hacia mi lado izquierdo y ahí está mamá tumbada durmiendo plácidamente. Levanto la sábana y la bajo hasta los pies de la cama, para poder observar ese cuerpo con los primeros rayos de sol que entran entre las cortinas. Puedo disfrutar perfectamente de su cuerpo desnudo. Es increíblemente hermosa. Me gusta tenerla ahí, al lado, así que instintivamente mi otra mano comienza a menear mi polla que ya está a tope, cómo no. Me estoy masturbando delante de su cuerpo desnudo, es increíble. Ya no sé cuántas locuras más cometeré…

De pronto abre los ojos y me mira. Me ha pillado de lleno. Me quedo algo paralizado pues ahora ya no está borracha como anoche y no creo que le guste que me la esté cascando delante de su cuerpo desnudo. Estoy esperando sus gritos, pero ella después de un rato mirándome, me sonríe y después se fija en mi polla que se asoma entre mis dedos. Me pasa la mano por mi flequillo en gesto cariñoso. Se incorpora y se sienta en la cama. Me encanta verla así desnuda y especialmente con esa pose que ha puesto, entre inocente y malvada.

– Buenos días, hijo. Ya estás a tope por lo que veo.

– Sí, mamá, perdona.

– No, tranquilo, no me voy a enfadar, entiendo que todo esto es un lío.

– Y tanto…

– Pero no solo para ti, cariño. También lo es para mí.

– Gracias por tu comprensión, mamá, pensé que te ibas a molestar.

– No, no me molesta, me siento mal por ti, no quiero que sufras.

– Al contrario, no sufro, estoy disfrutando como nunca – añado eufórico.

– Ya, pero puede ser negativo que todo esto pueda ser una frustración.

– ¿Frustración?

– Sí, mi amor, tranquilo, entiendo que estés confuso, excitado, con ganas de tener sexo. Y tengo un plan. – suelta repentinamente.

– ¿Un plan?

– Sí, creo que debes usar eso de una vez. – dice señalando mi polla.

– ¿Cómo? – mi pregunta es de total incomprensión.

– Sí, anoche hablando con Sandra en la terraza… bueno me di cuenta de muchas cosas y creo que le gustas mucho, ya lo sabes.

Por un momento he llegado a pensar que mamá me iba a decir otra cosa que yo quería oír, pero veo que sus planes van por otro lado. Ella continúa contándome ese plan desperezándose del todo y dejándome flipado. Yo sigo con mi polla en la mano y me acaricio lentamente ante su atenta mirada. No parece importarle.

– Sí, hablando con ella anoche, me confirmó lo que le gustas y lo que le atrae esa polla que tienes, además, ya sabes… le dije que follas de maravilla y he pensado que quizás puedas… ya sabes.

– No te entiendo…

– ¡Follártela! – dice de golpe en una palabra que jamás pensé oír de la boca de mamá.

– Pero eso… ¡No puede ser!

– Si, la tienes a tiro. Creo que podríamos trazar una estrategia y por fin estrenarte.

– ¿Con Sandra? – pregunto confundido.

– Claro, está coladita. ¿No te gustaría?

Prefiero no contestar, mientras mamá se queda con la vista fija en mi polla. Al fin se levanta hacia el baño y yo disfruto de su cuerpo y de sus enigmáticos andares. Me sigue pareciendo una diosa.

– ¡Mirón! – me dice.

– Es inevitable.

– Jajaja, no pasa nada tonto. Disfruta que a mí me gusta que me mires así.

Y desaparece tras la puerta del baño. Yo comienzo a hacerme la paja que comencé y reviviendo todas las sensaciones que me tienen aturdido. De pronto mamá asoma la cabeza por la puerta.

– No te masturbes tanto cariño. Resérvate para ese momento – dice de pronto mientras yo me detengo en seco.

Parece que puede ver más allá, incluso a través de las puertas. Poder de madre, debe ser. Es increíble, pero no me puedo creer que ella esté trazando un plan para follarme a Sandra, cuando lo que a mí me apetece es otra cosa… ojo, no digo que no me guste la idea de tirarme a esa rubia tan buenorra, pero no sé, mis miras iban por otro lado.

Después de vestirnos y bajar a desayunar volvemos a la habitación con la intención de prepararnos para ir a la playa, pues allí seguramente estarán nuestros vecinos, ya que no los hemos visto en toda la mañana. Mamá vuelve a quedarse desnuda en un instante y me encanta que lo haga con tanta naturalidad, como si no hubiese ningún obstáculo para hacerlo. Yo también lo pienso y me despeloto al igual que ella.

– ¿De verdad tengo un cuerpo bonito, Víctor? – me pregunta de repente mirándose frente al espejo.

– ¿Bromeas? ¡Estás buenísima! – afirmo categórico.

– Gracias. – me contesta sonriendo.

– Es la verdad. Tienes un cuerpo alucinante.

– Ya, eso dice Sandra, que este cuerpo debería lucirlo y también su marido, que se empeña en que nos desnudemos en la playa…

Por un momento imagino la cara de Toni viendo a mamá completamente desnuda. Fliparía como lo estoy haciendo yo.

– ¿Te gustaría hacerlo? – le pregunto.

– ¿El qué?

– ¿Qué si te gustaría desnudarte en la playa?

– Ufff, no sé, sería algo muy fuerte – contesta volviéndose hacia el espejo.

– Tu cuerpo es increíble, por eso no tengas reparo, serás la sensación de la playa, si es porque te cortas, lo entiendo, claro.

– Estoy hecha un lío, hijo, por un lado me muero de vergüenza con solo pensarlo, pero por otro me gustaría dar ese salto y desnudarme ¿Te gustaría que lo hiciera? – me pregunta mordiéndose el labio de una forma muy sensual.

– ¡Claro que sí! De hecho ya lo estás ahora y es lo mejor que me puede pasar.

– Ya, pero una cosa es estar desnuda delante de ti, como ahora y otra bien distinta despelotarme delante de todo el mundo. Contigo me siento relajada…

Mamá no deja de fijarse en el espejo viéndose reflejada su hermosa desnudez.

– ¿Te gustaría que te viera Toni desnuda? – le pregunto de pronto, sabiendo que ese es un buen reclamo.

– Sí – contesta enrojeciendo.

– Pues hazlo y muéstrale ese cuerpo. – contesto mientras mi polla ha vuelto a alcanzar su máxima expresión.

Mamá me mira a los ojos y a continuación a mi verga en la que se fija detenidamente, como hiciéramos esa misma noche en nuestra paja mutua.

– Deberíamos quitarnos el vello. – comenta repentinamente

– ¿Cómo? – pregunto sorprendido, pues no me esperaba que ella parezca decidida.

– Sí, cariño… sí queremos bajar, debemos rasurarnos.

– ¿Quitarnos todo?

– Sí, nos quedaría mejor. ¿No crees?- añade volviéndose al espejo y fijándose en su pubis.

– Mamá, a mi me encanta así, como lo tienes.

– ¿Y no te gustaría que me lo quitara y llevarlo como Sandra? – me pregunta volviéndose hacia mí acariciando el ensortijado vello de su entrepierna.

– Pues sí, supongo que sí. De cualquier forma te verás preciosa, mamá.

– A ella le gusta llevarlo depilado y a Toni también… además todo el mundo en la playa lo lleva afeitado.

– Ahora mismo estoy tan sorprendido, que no acabo de creérmelo, mamá ¿En serio vas a bajar a la playa y te vas a desnudar? ¿Y encima te vas a quitar todo para que se te vea al completo?

– Jeje, sí, claro. – contesta riendo nerviosa, supongo que al darse cuenta de cómo su rajita va a quedar expuesta ante todo el mundo

– Me dejas alucinado.

– Hijo, sólo nos queda un día de vacaciones. Como tú has dicho, si no hacemos las locuras de este viaje no las haré jamás. Quiero aprovechar el poco tiempo que nos queda y hacerlo: ¡Desnudarme del todo!

– Bueno, eso ya lo estás.

– Sí, pero mostrar mi coño por entero a todo el mundo. Quizás mañana me arrepienta ahora estoy tan excitada de tan solo pensarlo…

Joder, si no lo hubiera escuchado, pensaría que estoy delirando, pero sí, mamá lo ha dicho y claramente, no solo quiere desnudarse, sino que está tan lanzada que está loca por exhibir su coño sin obstáculos y además que está más cachonda que nunca.

– Tendrás que ayudarme a rasurarme y luego te ayudo yo a ti. – Añade dirigiéndose al baño.

– ¿Qué?

– Sí, me tienes que echar una mano, porque yo sola no me veo bien. No quiero que quede ni un pelito.

Cuando regresa a la habitación se queda mirando mi cara de bobo.

– ¿Me querrás ayudar? – pregunta con morrito de niña mala.

Estoy francamente impactado. Ya no solo con ver a mamá todo el día en pelotas delante de mí, exhibiéndose como si tal cosa, algo que está yendo más allá de mis fantasías, sino que me está pidiendo que le eche una mano. ¡Una mano a su chocho!

Mamá extiende la toalla sobre la cama y saca del neceser unas tijeras, un recipiente con agua, crema de afeitar, un bálsamo tipo after shave y una cuchilla. A continuación se sienta sobre la toalla, abre sus piernas al completo y me mira de una forma que me parece más que seductora.

– ¡Vamos, cariño! – dice extendiendo su mano hacia mí con las tijeras.

Sobra decir que mi erección es intensa y ella mira entre orgullosa y excitada ese volumen de mi miembro que sabe a todas luces, es por su culpa.

Cojo la tijera y me arrodillo entre las piernas de ella. La visión no puede ser más increíble y maravillosa. El coño está abierto como nunca antes lo he visto. Se distinguen claramente sus labios mayores, ligeramente inflamados y su rajita parece estar brillando.

– ¡Venga, que no tenemos toda la mañana! – me apura sonriente.

Empiezo a recortar los pelitos de su pubis por la parte de arriba procurando no tocar su piel, pero mi polla no deja de crecer estando en esa tarea que no pude imaginar jamás. Sigo con el traqueteo de la tijera y en alguna ocasión mis dedos rozan su pubis. ¡Dios!

– Es increíble que estemos haciendo esto – me comenta ignorando mis accidentados roces.

Noto que mis carrillos arden cuando subo la mirada fija en sus ojos. Ella también está colorada.

– ¿Lo hago bien? – pregunto.

– Sí, cariño, muy bien. – contesta acariciando mi pelo.

– Es que nunca he hecho esto antes.

– ¿Alicia lo lleva rasurado?

– ¡Mamá! ¿Otra vez con Alicia? – digo dejando de manejar la tijera y mirándola fijamente.

– Perdona hijo, era curiosidad.

– No, no sé cómo lo lleva, la verdad.

– ¿No le has visto el coño todavía?

– No… y ninguno, al menos desde tan cerca. – respondo bajando la mirada y siguiendo con mi tarea.

– ¿Quieres decir que este es el primer coño que tienes a tan poca distancia?

– Sí – respondo aturdido por su pregunta y por el hecho de que lo llame tranquilamente “coño”.

– Pero hijo…

– ¿Qué pasa?

– No, nada. – responde supongo que sorprendida no solo de que siga siendo virgen, sino de que en el sexo esté lo que se dice: “pez”

– Vaya. ¿Y qué te parece este primer coño que ves desde tan cerca? – añade sonriente esperando si cumple las expectativas y vaya si las cumple.

– Me parece precioso, mamá.

– Jajaja…, gracias hijo – responde nerviosa.

– Es algo alucinante.

– Pues por ahí saliste tú, ya ves.

Por un momento se cruzan por mi mente esa frase, pensando en cómo hemos llegado tan lejos y como se están produciendo tantos acontecimientos extraordinarios y ¡Tan deprisa!

Vuelvo con la tarea de la tijera y de vez en cuando mis dedos rozan la parte interna de sus muslos. Ni siquiera esa zona había podido soñar jamás con acariciar y ahora estoy ahí, entre las piernas de mi madre, con todo su chocho bien abierto y afeitándola en ese lugar como si tal cosa.

– Bueno, me lo has dejado bien cortito, ahora empieza con la cuchilla. – me ordena ella.

A continuación toma en su mano una porción del jabón y se lo extiende sobre toda su entrepierna. Se mira para ver si está bien impregnada con la crema.

– ¿Lo tengo todo cubierto?, mejor termina tú de extenderlo. – me dice.

Nos miramos durante un segundo y a continuación acerco mi mano a ese lugar prohibido, mágico, ese que siempre quise tocar. Acerco mis dedos y nada más rozar esa zona, mi polla pega otro espasmo en señal de la excitación que me invade. Qué maravilla tocar esa zona tan suave de mamá y mover la blanca espuma por ese lugar prohibido. Ella no rechista, creo que le está gustando notar mis dedos. Los dos andamos necesitados y cualquier cosa nos enciende más, es inevitable. Miro a sus ojos y los noto brillar, además se está mordiendo su labio inferior. ¡Joder, qué imagen!

La cuchilla empieza a hacer su trabajo por la parte superior de su pubis, y fácilmente se va llevando los pelitos que quedaron y ahora muestran directamente su piel. Tengo que apoyar los dedos de mi mano izquierda sobre esa zona para estirar su piel y poder pasar la cuchilla con la otra mano. Mi madre sigue sin rechistar, pero veo que su chochito está más brillante que al principio. Me lo quedo mirando durante unos segundos.

– ¿Ocurre algo, hijo? – pregunta intrigada por haberme detenido.

– No, nada.

– ¿Por qué has parado?

– Es que tu rajita brilla mucho.

– Ufff, claro, es que me estas tocando por ahí y una no es de piedra, cariño.

– ¿Te está excitando? – le pregunto mirándole fijamente a los ojos.

– Mucho. Pero, anda, sigue… – responde intentando con dificultad, quitar importancia al hecho.

Me encanta la idea de estar dando gustito a mamá con mis dedos, de que ambos estemos desnudos, de que yo me apoye sobre sus muslos, acaricie descaradamente su pubis, de pasar la cuchilla por esa zona infranqueable. A partir de ese momento ya no me noto forzado, sino que lo hago con parsimonia pero con total entrega, acariciando con una mano, quitando los restos de jabón con la otra, pasando la cuchilla lentamente, aclarando con agua y descubriendo la belleza de su sexo.

A esas alturas, el coño de mamá está más que brillante, pues alcanzo a ver cómo se escurren los fluidos que emanan de su coño, cada vez más visible por cierto, hasta que termino del todo dejándola sin un solo pelito. La verdad es que he sido muy cuidadoso y nunca había hecho esto, pero me ha quedado francamente bien.

– He terminado. Creo que ha quedado bien – le digo, aclarando la cuchilla.

– No, hijo, acláralo todo bien con agua, por si queda algún pelito – me dice y noto cierto temblor en su voz.

Echo algo más de agua para un buen aclarado y noto como sus pezones están puntiagudos y sus carrillos enrojecidos.

– Ahora aplícame ese bálsamo para que no se irrite la zona. – me vuelve a indicar casi en un susurro.

Se nota que está muy excitada, tanto que no ha querido esparcirse ella misma el bálsamo, sino que prefiere que lo haga yo y que siga acariciándola ahí abajo. Me esmero al máximo y aplico esa pomada sobre mis dedos y la voy extiendo por toda esa zona inexplorada. Me recreo sobre su pubis, viendo como el líquido va cayendo por su raja y por sus ingles, luego mis dedos continúan, esta vez con total descaro acariciando sus labios mayores, más que inflamados, su rajita que se humedece con ese líquido viscoso toda la zona. Mi pulgar juega metiéndose ligeramente en su coño, apenas unos milímetros pero ella está jadeando más de la cuenta, ya son gemidos, entonces recuerdo aquellas clases de sexología del instituto donde nos contaron lo del botoncito mágico y ahí voy, acariciando con sumo cuidado su clítoris, primero alrededor, para luego más intensamente sobarlo con mi dedo corazón. Entonces mamá se agarra a mi cabeza y empieza a emitir unos pequeños gemidos que van en aumento. Me quedo mirándola, cómo echa su cabeza hacia atrás, como abre su boca y entonces entra en trance. Toda su piel se pone erizada, su boca suelta una gran bocanada de aire y sale de su garganta un sonido que me encanta, una mezcla de gritito ahogado, como si fuera una gatita en celo ¡Joder se está corriendo con mis dedos!

No sé cuánto tiempo pasa, pero por un momento he pensado que estaría así eternamente, deteniendo el tiempo y disfrutándolo como el mejor aprovechado de mi vida. Acaricia mi cabeza, me mira fijamente a los ojos y suspira intentando recuperarse del trance.

– Gracias hijo, lo has hecho muy bien – añade

Por un momento dudo si se refiere al afeitado o a esa pajilla que le he hecho y produciendo sobre su cuerpo un orgasmo brutal.

– Sí, creo que te ha quedado muy bien – añado secándola toda la zona con la toalla.

– ¿No has dejado nada de vello?

– No. Estás limpia y libre de pelitos.

– ¿Y te gusta? – me pregunta todavía con un ligero temblor en su voz.

– Sí, está precioso. Antes también me gustaba, pero ahora se te ve aun mejor.

– Asegúrate que no queda nada ni por el culo ni nada.

En ese momento mamá se levanta de la cama y se da la vuelta, abre los cachetes de su culo y me pone el coño a pocos centímetros de mi cara. Arrodillado tras ella veo su rajita abierta y sus dedos haciendo fuerza para mostrar esa zona al máximo. No le queda ni un pelo, solo una abertura sonrosada. Viendo el agujero de su coño estoy a punto de meter ahí mi lengua, porque está invitándome a entrar, como si fuera la tentadora puerta del infierno. Pero me contengo a duras penas.

– Nada, está precioso, mamá – añado pasando mi dedo por la rajita, haciendo que ella cierre ligeramente las piernas, atrapándome la mano, pues aun tiene el cachondeo encima.

– Gracias hijo has hecho un buen trabajo. – dice dándose la vuelta.

Su cuerpo desnudo con su esplendorosa rajita inflamada coronando esa obra, queda a pocos centímetros de mis ojos que miran flipados esa maravilla.

– ¿Quieres hacer unas fotos? – esta vez es ella la que se me adelanta y se ofrece a posar orgullosa de esa maravilla que es su cuerpo y su sexo completamente depilado.

Con mi móvil empiezo a disparar desde distintas posiciones y ella se divierte y se exhibe de forma que me permite sacar los mejores planos, unas de pie, otras tumbada sobre la cama, arrodillada, jugando con los almohadones, hago algunas fotos en formato “macro” a escasos milímetros de ese coño brillante sin nada de vello.

– ¡Que buenas pajas te harás después con tanto material! – dice con el cachondeo que todavía la invade.

– ¡Mamá! – protesto aunque sin mucho afán.

– ¿Acaso no es verdad? — pregunta ella súper segura estirando la piel de su recién afeitado pubis.

– Creo que sí, mamá. Me estás haciendo tan feliz…

Se me acerca y me da un abrazo muy tierno, pero que estando desnudos para mí representa algo más que fraternal, y me agarro a su cintura para disfrutar de la tersura de su piel pegada a la mía y de ese cuerpazo que ahora es solo mío.

– Venga, te toca. – dice separándose nerviosamente.

Pongo cara de no entender a qué se refiere, aunque sé de sobra de qué van los tiros y que es ahora mi turno de ser depilado al completo en mis genitales.

– Siéntate en la cama, sobre la toalla y abre las piernas. – ordena.

Me quedo en medio de la estancia sin todavía creérmelo, porque no soy capaz de verme entre las manos de mi madre y que me depile mis partes. Es ella quién me quita el móvil de mis dedos y tira de mi mano para que me siente.

– Venga, pesado, que tengo ganas de bajar a la playa y desnudarme. ¿No querrás que me arrepienta?

Esa pregunta es lapidaria y hasta retadora y no voy a ser yo quién ponga en juego ese tema. Me siento en la cama, dejando ante su vista una erección extraordinaria. Mamá se arrodilla entre mis piernas y una de sus tetas roza mi muslo. Suelto un pequeño bufido pues estoy muy excitado y no sé si voy a aguantar mucho tiempo.

– ¿Estás preparado? – me pregunta, mirándome fijamente a los ojos con un brillo especial en los suyos y las tijeras en su mano.

Y así empieza recortando por la parte de arriba hasta dejarme los pelos de mi pubis bien cortitos. El problema viene cuando mi polla le estorba, entonces tras una leve mirada y una fugaz sonrisa me agarra la punta de mi glande con dos dedos de una forma aparentemente natural y sigue recortando con la otra. El hecho de notar sus dedos en mi glande me hace estremecer y todavía no soy consciente de lo que estoy viviendo en ese instante.

– Tengo que aguantarla, que está rebelde. – aclara sonriente.

– Sí, vale. – respondo tragando saliva.

Continúa con las tijeras por diversos lugares de mi entrepierna y de vez en cuando me mira y sonríe.

– Agárrate esto que voy a cortar los pelillos de estos huevos – dice con naturalidad acariciándolos suavemente mientras yo sostengo mi polla y doy otro respingo incluso en un acto de cerrar las piernas pero al rozarme con sus pechos en los muslos esto es lo máximo.

– Ufff – es lo único que puedo decir.

– ¡Pobre, estás a tope, hijo! – dice observando mi empalmada.

– Sí, es que…

– Normal cariño. Luego te alivias, tranquilo.

– ¿Tú lo harás conmigo?

– Anda, calla, guarro. – dice y sigue recortando los pelos de mis huevos.

Agarro mi polla y la pongo hacia arriba para que ella pueda seguir trabajando en la parte baja. De alguna manera se la pongo así para que vea como me tiene, me gusta mostrar mi masculinidad en su máxima expresión. Tras otra de sus sonrisas comienza a estirar la piel de mis huevos con una mano y con la otra metiendo la tijera con sumo cuidado pues no quiere cortarme. Yo creo que en ese momento si me corta, no sangro.

– Que gordos son. – dice cuando pasa su mano a medida que los pelos de mis testículos van desapareciendo.

En ese momento deja las tijeras, pues parece que el trabajo inicial ya está hecho y coge la espuma de afeitar y se hace una bola en su mano con la que empieza a esparcir por mis ingles, mis huevos, mi pubis y roza la base de mi polla que al sentir esas manos vuelve a dar un pequeño respingo. Ella ríe, se la ve nerviosa, juguetona y excitada.

– ¿Preparado para quedarte sin pelitos? – dice mordiéndose el labio en señal de que ella está a tope también.

– Creo que sí.

– Pues déjame, que voy a para allá – dice cogiendo mi polla por la base y arrebatándomela de mi mano.

El hecho de sentir esa mano aferrada a mi tronco es algo indescriptible. Me ha embadurnado de espuma pero noto clarísimamente sus dedos apretando mi verga. En ese momento baja ese cohete apuntando hacia ella y ella se aferra con más fuerza pudiendo notar sus dedos bien cogidos a la base. Mamá abre la boca y después se vuelve a morder su labio. Me fijo en sus pezones y se les nota erectos de nuevo. Ese es el signo definitivo de su máxima calentura

– ¡Qué dura, hijo mío! – dice estrujando mi daga y mirándola con ojos vidriosos.

– Bueno…es normal, me estás dando un buen masaje – contesto a duras penas.

– Si la pillara Sandra… – añade mirándome aunque creo que le gustaría “pillarla” a ella.

– Ahora es tuya. – lo digo y noto como mis carrillos arden al decirlo.

– Oye, cochino, que yo soy tu madre…

Sí, lo dice como si tal cosa, pero a estas alturas de la película ya no tengo yo muy claro cuál es nuestro papel en esta representación, si la cosa es puramente ficción o directamente sentimientos descontrolados por una parte y maravillosos, por otra.

Mamá está sujetándome fuertemente la polla con su mano izquierda mientras que con su derecha está afeitándome el pubis, las ingles y los huevos. Al principio tenía miedo de que me pudiera cortar, pero ahora mismo es tanta mi calentura que me da igual llevarme un tajo, con tal de quedarme así, con la mano de mi madre apretada sobre mi miembro.

En un abrir y cerrar de ojos, pues francamente se me ha pasado volando estoy completamente rasurado. Miro allá abajo y me veo raro, pues nunca me he quitado los pelos. Lo cierto es que la polla parece más grande todavía.

Ella ha soltado mi tranca y esta se queda balanceante por unos instantes pero en total erección. Después de aclararme toda la zona para no dejar nada de espuma, noto sus dedos recorrer cada centímetro de mi polla, mis huevos, mis ingles… me está sobando a base de bien.

– Te ha quedado muy bien. – afirma.

– Sí, mamá, tu también hiciste un buen trabajo.

Ella termina de esparcirme el bálsamo impregnando sus manos con esa crema que noto fría entre mis piernas pero que no reduce ni un momento la gigantesca empalmada que llevo.

– Esto no baja, ¿eh? – me dice ella sosteniéndola de nuevo en su mano y admirando su largura.

– Ya lo creo, tanto tocarme ahí… – digo entrecortadamente.

– ¿Te ha gustado tanto sobeteo? – pregunta con cara de niña mala.

– Joder, ya lo creo, mamá.

– Bueno, entonces estamos empatados, porque tú también me dejaste…

– Cachonda… – le acabo yo la frase y ella sonríe.

– Sí, todavía me tiemblan las piernas.

– A mi me tiembla otra cosa – afirmo chistoso señalando la tremenda erección que sujeta su mano.

– ¿Quieres que te alivie?

– ¿Cómo? – mi pregunta es casi un grito.

– Sí, tonto, ¿Que si quieres que te haga una paja?

– ¿Pero tú? – pregunto lo absurdo.

– Claro. Bueno… ya sé que te gustaría que fuera Sandrita, pero hazte a la idea de que es ella.

– Bueno ahora mismo prefiero que seas tú, pero ¿En serio lo harías?

– Claro, amor. Es lo menos después del gustito que me has dado a mí. – añade y traga saliva dispuesta a empezar con esa tarea.

En ese preciso instante, tras una larga mirada entre ambos, la piel de mi polla es estirada por la mano de mi madre que ha bajado dejando a la vista todo mi glande. Y comienza el espectáculo, haciéndome una paja que no hubiera podido imaginar de ninguna de las maneras. Ella no deja de observar cada movimiento, parece hipnotizada procurando hacer bien su trabajo y vaya si lo hace, porque todo mi cuerpo tiembla a medida que su mano comienza a acelerar el ritmo hasta que veo sus deditos largos aferrados a mi trozo de carne y como suben y bajan haciendo que las primeras gotitas de líquido pre-seminal aparezcan en la punta.

– ¿Que tal cariño? – me pregunta dulcemente y me parece que hasta sensualmente.

– ¿Tú… qué… crees? – digo sin poder controlar ni la respiración.

Su mano sigue agarrando con fuerza y energía mi polla que parece estar hinchándose cuando ella sigue con ese ritmo cada vez más acelerado. Yo empiezo a jadear y ella sonríe al saberse tan habilidosa en ese buen arte de la masturbación. Por un momento ha debido olvidar que soy su hijo y yo no sé si realmente pensar que es mi madre, pero cada vez que lo hago eso me gusta más todavía.

Sigue trabajando con ímpetu sobre mi polla y no parece que lo haga tan obligadamente, ni siquiera se la ve cortada, para mí que le está gustando hacerlo… y yo ya no digamos, pues estoy a punto de correrme cuando mi respiración se agita, mi pulso se desboca, mi cuerpo se transforma y siento un temblor de pies a cabeza.

– ¡Mamá, me corro! – digo avisándola pues sé que la cosa está más que próxima.

– ¡Venga, amor… disfrútalo! – añade en una mirada que me encandila aún más.

– ¡Ya me viene!

En ese momento el orgasmo hace su aparición y noto un preámbulo que nunca antes había percibido. Me da tiempo a mirar a mamá, desnuda entre mis rodillas y como sus tetas siguen el compás del movimiento rápido de su mano. Intento detener el tiempo de nuevo, pero no lo consigo, el orgasmo ya está aquí.

El primer chorro nos pilla a ambos por sorpresa y sale disparado hasta que cae directamente sobre su ceja izquierda, el segundo va a parar a su cuello, el tercero en su pecho y así sucesivamente hasta creo que unos siete espasmos que van decayendo, pero no el placer que hace que gima totalmente extasiado ante esa maravillosa paja.

Mamá no dice nada, tan solo baja el ritmo y sigue con su trabajo de sacarme aun algún que otro temblor y algún que otro chorro que sale con menos ímpetu pero igual de glorioso y placentero.

– ¡Qué potencia, hijo! – acaba diciendo alarmada con los ojos bien abiertos

– Ufff… – solo puedo suspirar

– Aun después de tanta paja, sigues echando muchísimo. ¿Dónde guardas tanto?

Sonrío a mamá y me gusta tanto oírla hablar así, con esa grácil y espontánea manera de expresar las cosas, como nunca antes le había escuchado. Viéndola además, así, manchada de mi semen, me dan ganas de besarla, pero ella se pone en pie en ese momento.

– ¡Cómo me has puesto! – dice mirándose los regueros de semen que adornan su desnudo cuerpo.

– Perdona…

– No, bobo, no pasa nada, da gusto ver ese ímpetu y esa energía.

– No pude controlarlo. – respondo algo aturdido todavía y observando cómo gotea de su ceja uno mis disparos.

– Es normal, no te preocupes, me doy otra ducha y ya está.

Me quedo maravillado cuando se da la vuelta observando su culo y sus andares tan atrayentes cuando desaparece en dirección al baño.

Me tumbo en la cama, mirando al techo con la vista ida y pensando en todo lo que me ha ocurrido y no soy consciente todavía de la maravillosa paja que acaba de regalarme mi madre. Ella está desconocida, no sé por qué, si el viaje, el clima, esa forma de desinhibirse, el querer exhibirse… en fin que yo estoy más que encantado.

Sale del baño y nuevamente me quedo observando esa figura desnuda y ahora más esplendorosa sin ningún pelo en su sexo, mostrando una hendidura divina.

– Cariño, ¿no me queda ningún resto de tu leche por ahí? – me pregunta acercándose hasta donde estoy.

Me pongo en pie y la tengo ahí tan cerca, que me dan ganas de besarla, de acariciarla, de estrujarla.

– No, mami, estás bien limpia.

Se pone frente al espejo de pared y se vuelve a mirar su cuerpo reflejado. Se observa detenidamente su pubis rasurado. Creo que está contenta de verse así.

A continuación se dispone a ponerse el vestido de florecitas, ese que tan bien se ajusta a su anatomía y de nuevo me pide ayuda para bajarlo.

– ¡Ay, hijo, ayúdame con el vestido! – me reclama.

Me pongo tras ella no sin antes volver a deleitarme con su redondísimo culo. Mis manos agarran la tela del vestido intentando empujar hacia abajo.

– No baja, mamá. Es que tienes la piel húmeda todavía y no baja.

– Sigue intentándolo.

Me aproximo un poco más y consigo agarrarme a sus costados pero mis manos han abarcado sus tetas y al notar la suavidad de esos pechos siento una especie de temblor, por no hablar de mi erección que ha vuelto a ponerse de nuevo en su máxima expresión. Ni yo mismo me creo mi poder de recuperación.

– Perdona… – la digo cuando la rozo varias veces las tetas con mis dedos.

– Ahora no te vas a violentar por tocarme las tetas… – añade ella en ese esfuerzo por bajar el vestido.

– No, pero es que tengo que meter las manos debajo.

– No pasa nada, cariño, métemelas dentro, total, después de tocarme el coño a base de bien, no creo que por tocarme las tetas vaya a acabarse el mundo.

Esas palabras me dejan alucinado y a pesar de tener razón en lo que dice, ya que minutos antes, en el afeitado de su sexo, he tocado su coño por todas partes hasta hacerla correrse, no sé porque me corto ahora. Me envalentono y más que ayudar a bajar el vestido, lo que hago es meterla mano a base de bien, ya no me conformo con acariciar sus senos por los costados, sino que le estoy acariciando toda esa masa mamaria, sobándole los pezones y hasta pellizcándolos. He pegado mi cuerpo desnudo al suyo y mi polla parece querer despertarse de nuevo aprisionada entre sus glúteos

– Cariño, no te aproveches… – dice mamá, pero en su voz veo cierto temblor lo que me indica que le está gustando.

Lejos de amilanarme, me vengo a arriba y me he olvidado del vestido, limitándome a acariciar sus pechos con ambas manos y rozando mi piel contra su piel, mi pecho contra su espalda, mi polla contra su trasero.

– ¡Ay hijo, no abuses, que estoy indefensa! – dice con sus manos atrapadas en el vestido por encima de su cabeza.

Aun me entretengo en aplicar dos o tres restregones de mi polla sobre su culo para sentir una vez más esa suave piel rozando mi verga que me parece una de las cosas más increíbles que haya podido sentir.

– Vamos, cariño, no te pases – dice mamá entre hipidos.

Me cuesta mucho despegarme de ella, pero no quiero que estas sensaciones se puedan romper por forzarlas y decido separarme. Al fin logro bajar el vestido y ella se da la vuelta. Por un momento pienso que me va a cruzar la cara, pues reconozco que me he pasado tres pueblos cuando llevado por la emoción he pegado mi cuerpo desnudo al suyo para dejarme llevar con algo más que roces y caricias. Entonces mamá me besa en la frente.

– Hijo, te has vuelto a poner a tope. – dice señalando mi polla que está ya a cuarenta y cinco grados.

– Sí, no puedo evitarlo…

– Pobrecito. – responde con cara de pena.

Su mano acaricia el tronco de mi miembro con suavidad y después con su pulgar acaricia también mi glande.

– A ver si tenemos suerte y conseguimos que te folles a Sandra. – me dice sin dejar de acariciar mi polla con muchísima suavidad.

– Pero… ¿Cómo?

– Sí, cariño, no puedes estar así todo el día. En este viaje tienes que aprovechar para estrenarte y poder meter esto en un agujero que se te ponga a tiro.

Por un momento pienso que habla de su coño, pero luego recapacito y creo que no es eso precisamente lo que pretende.

– Tengo algo pensado que nos puede salir muy bien… – dice segura de sí misma

– ¿Cual es ese plan?

– Lo descubrirás dentro de un rato, tú sígueme la corriente ¿vale? Mañana te follas a esa preciosidad, ya lo verás. – sentencia.

– Mamá, yo no quiero follar con Sandra… – lo dejo caer y al tiempo me doy cuenta que no puedo decirle directamente que a la que quiero follarme es a ella por encima de todo.

– Schhssss, tú déjame a mí, amor, verás que bien.

– Pero…

– No hay peros. Venga, dúchate y bajemos a la playa.

Mamá ha soltado mi polla y se me queda mirando durante unos segundos. Yo también percibo su calor a través de ese sonrojo de sus pómulos Está preciosa cuando se ve tan caliente. Al fin me ducho, me visto y nos bajamos a la playa.

– ¿Nerviosa? – le pregunto cuando estamos a punto de pisar la arena mientras acaricio su cintura.

– Mucho. Y muy excitada también. – añade.

Me quedo callado unos instantes, sin poder asimilar cada momento vivido y ella me mira sonriente. A renglón seguido meto la mano bajo su vestido con mucho disimulo para que nadie me vea y al rozar la desnuda piel de su culo ella se da un pequeño susto.

– ¡Cochino, esa mano! – me dice dándome un manotazo

Parece mentira que después de haberme recorrido todos y cada uno de los rincones de su entrepierna o de sus tetas, ahora se ponga tan fina, pero es cierto que me he pasado y es que no puedo controlar mis instintos.

– Perdona mamá, me dejé llevar, pero es que levantas pasiones…

– No pasa nada, amor. ¿Te puse nervioso?

– Mucho.

– No te importa que tu madre se comporte así, ¿verdad?

– Para nada. Me encanta la mujer que estoy descubriendo. Apenas hace unos días querías ponerte un tanga y hoy…

– Bueno, creo que tú me estas ayudando a quitarme esa venda, al menos en este viaje, creo que aquí debemos ser otras personas diferentes. Y creo que debo empezar a comportarme con más libertad de como he hecho hasta ahora. Si te preocupa que le ponga los cuernos a tu padre, por eso no estés intranquilo. Descuida, que en este viaje no voy a follar con nadie.

Eso es una garantía de que Toni no haga nada, pero claro, nadie es nadie… y yo me incluyo.

Avanzamos hacia el mismo lugar donde habíamos estado con nuestros vecinos en esa playa y allí están ambos esperándonos. Sandra saluda efusivamente a lo lejos, desnuda, naturalmente, al igual que su marido.

– Desnúdate tú primero, ¿vale? – me dice mamá saludando a lo lejos a nuestra vecinos.

– ¿Cómo?

– Sí, que te despelotes tú primero. Quiero ver la cara de Sandra cuando vea tu polla. ¡Le va a encantar!

Joder, ella está tan segura, que me siento algo presionado, no sé si realmente cubriré sus expectativas. Ya no me asusto de oírle decir la palabra “polla” y eso que nunca antes se lo había oído, pero a este paso no voy a quedarme ahí y seguro que descubro muchas cosas inauditas de mamá.

– Hola chicos – dice Sandra cuando llegamos a su altura, poniéndose de pie.

Le planta dos besos a mamá y luego a mí, juntando, cómo no, sus tetas contra mi pecho. No se conforma con darme un par de besos cordiales, no, sino a pegarse al completo con su cuerpo y que yo tenga que agarrarme a su estrechísima cintura. Se me ha puesto mi tranca a tope otra vez. Ahora no sé si será buen momento para quitarme el bañador. Miro a mamá y veo que está Toni pegado a su cuerpo, desnudo, con su polla morcillona y restregándola por encima del fino vestido que lleva ella. Siento celos de nuevo, pero con las palabras de mamá me siento más tranquilo, sé que ese tipo no tendrá su polla dentro. O eso espero.

Me quito la camiseta lentamente, con la buena intención de que mi erección baje ligeramente, pero qué va, aquello está dispuesto a todo y no baja ni un milímetro, menos todavía cuando Sandra se ha sentado sobre su toalla a observar la operación y está con sus piernas completamente abiertas, en una pose que no se le puede pasar por alto a nadie pero que a mí me pone especialmente nervioso. Su coño está abierto, sonrosado y brillante. No me quita ojo cuando me quito la camiseta y deslizo mi bañador bajando por mis piernas mostrando mi tremenda erección.

– ¡Hala! – afirma Sandra al verme a tope y sus ojos se abren afirmando esa sorpresa.

Mi madre sonríe desde su posición sabiéndose ganadora de la primera batalla y Toni también me mira, supongo que sentirá celos igualmente.

– Parece más grande sin pelos – añade resuelta la rubia sin cortarse.

– Sí – interviene mamá – este hombre está siempre a tope y eso que acabamos de follar.

Joder, mi madre me tiene descolocado, es mucho más que una caja de sorpresas. Ya no se corta un pelo y encima habla con esa naturalidad a nuestros nuevos amigos, dejándome sin palabras y supongo que a ellos también. Creo que está poniendo todas sus armas en juego, primero para calentar a Sandra y de paso también a su chico, que también está empezando a despertar a su “cosa”.

Es el turno de mamá para quedarse desnuda ante nuestros amigos, mientras yo aprovecho para sentarme y disimular, aunque es realmente difícil. Ella se ha puesto de puntillas y se estira más de la cuenta. Agarra el vestido por sus costados y se lo saca por la cabeza. Ahora que lo pienso, no le ha costado quitárselo tanto como cuando me pidió ayuda para ponérselo.

El cuerpo desnudo de mamá sin ningún pelo sobre su piel, es algo que llama poderosamente la atención a Toni.

– ¡Joder! – suelta descontroladamente el tipo.

Yo me sonrío, sabiendo que mi madre iba a causar sensación y es la propia Sandra la que lo corrobora.

– ¡Qué cuerpazo, Laura!

Mamá lo agradece con una sonrisa y todos sus movimientos parecen medidos. Cualquiera diría que está cortada, nerviosa o con dudas de ofrecerse así al mundo y ahora viéndola parece disfrutar como una cría. Toda la gente de alrededor también parece observarla y no es para menos.

– Me voy a dar un baño. – dice ella de pronto dando saltitos, girando sobre sí misma, haciendo que sus tetas suban y bajen de forma prodigiosa y a continuación sale corriendo hacia la orilla.

Los tres nos quedamos mirando ese cuerpo que se va alejando y que me tiene completamente loco. Después salgo disparado a su encuentro y justo al llegar al compás de las primeras olas, la tomo de la mano. Me sonríe y pega su cuerpo al mío. Nos fundimos en un abrazo.

– ¡Vaya espectáculo, Victor!, ¡Les tenemos a tope! – me susurra en el oído.

– Ya lo creo y a mí también.

– Jejeje, ya veo – dice acariciando mi verga sabiendo que nuestros amigos siguen mirándonos.

– Ufff.

– Tranquilo, mi amor, que mañana te follas a esa muñequita. – añade refiriéndose a Sandra. – ahora vayamos calentándoles y verás que todo sale rodado.

Ella parece tenerlo muy claro, pero lo que yo tengo claro, cada vez con más fuerza, es que a quien deseo follarme de verdad. Ahora estoy abrazado al cuerpo de la mujer a la que adoro, a la que quiero con toda mi alma… sin embargo no puedo luchar contra algo que es evidente, ella me quiere ayudar como madre y me quiere entregar a Sandra haciendo todo lo posible para que nada salga mal, haciendo cosas impensables, completamente locas. Ya no puedo más que dudar si lo hace por mí, si le gusta complacerme o es por ella misma… ¡Estoy hecho un lío!

Jugamos en el agua y nos tocamos por todas partes. Viendo que ella no se siente molesta, la acaricio sin ningún miedo: en sus tetas, en sus muslos, le acaricio el culo, rozo su coño, pongo mi polla entre sus glúteos, joder estoy flipando en esos juegos en el mar viendo como mamá se deja sobar por todas partes y de que frotemos nuestros cuerpos mutuamente.

De regreso a las toallas donde nos esperan nuestros amigos, veo la cara de Toni, alucinando con mamá, no solo por su figura llena de curvas, sino porque se ha percatado de que es una mujer ardiente, al menos en apariencia y es que para mi fortuna, ¡Lo ha hecho tan bien!

Sandra ha traído unos bocatas y los comparte en un picnic improvisado en aquella playa, en la que disfrutamos de la comida y supongo que cada uno de los cuatro con sus respectivos sueños y fantasías. Para mí todo es increíble, estoy dentro de un mundo para mí desconocido, pero maravilloso, el mar me parece más bonito que nunca, el sol más caliente, los sonidos más armoniosos y todo junto a la mujer de mi vida, que está desnuda a mi lado.

Después de esa buena jornada en la playa y cuando el sol ya está muy metido, decidimos regresar.

– Al final, ¿No habéis visto la muralla ni las ruinas del pueblo? – pregunta mamá de repente mientras nos encaminamos de vuelta al hotel.

– No, no fuimos… a Sandra no le apetecía ver “piedras” como ella lo llama – responde Toni.

– ¡Qué lástima! – contesta mamá

– Ya lo creo. A mí sí que me hubiera gustado verlo – apunta Toni.

– A mi también – afirma mi madre – lo malo es que Víctor tampoco quiere ver cosas de esas.

Yo me quedo un poco alucinado al escucharla, pues no habíamos hablado nada de ver las murallas ni las ruinas en cuestión, pero entonces entiendo su juego cuando veo cómo me guiña un ojo y le sigo la corriente.

– No, claro, no me va ese rollo de monumentos ni piedras. –digo.

Sandra sonríe sabiendo que tenemos otra cosa en común, lógica aparente de nuestra edad. Veo que la trama de mamá está surtiendo el efecto deseado.

– Qué pena, me quedaré sin verlo y mañana es nuestro último día de vacaciones – acaba diciendo mamá con cara triste.

– Es cierto, no tendremos oportunidad de volverlo a ver. – añade Toni

– Pues se me ocurre, que podemos ir juntos. – sentencia ella segura de su plan.

– ¿Tú y yo? – pregunta el hombre sorprendido.

– ¡Claro!

– ¡Sería un placer!

– Genial. – sentencia mamá.

– ¿Y nosotros? – interviene Sandra haciendo que mamá me mire victoriosa con disimulo.

– Pues podéis quedaros en el hotel. No creo que tardemos mucho. En un par de horas lo vemos.

– Me parece perfecto. ¿No te importa cariño? – concreta Toni preguntándole a su chica.

– Para nada, yo me quedo en la terraza tan ricamente a tomar el sol.

– Bien, pues que te acompañe Víctor. – añade mamá.

– ¿Cómo? – pregunta confusa, Sandra.

– Sí, mujer, para que no estés sola. Podéis tomar el sol los dos juntos y nosotros de ruta turística. Luego comemos los cuatro y contamos nuestras experiencias – acaba diciendo mamá ante la sorpresa de todos.

Todo el montaje suena a un clarísimo intercambio, al menos eso deben pensar todos, incluido yo, que me veo en los brazos de esa rubia que ahora parece mirarme con más deseo todavía. El caso es que mamá se lo ha sabido montar y se ve tan segura que nuestros amigos parecen disfrutar con esa idea y es que en el fondo, Toni ve la oportunidad de liarse con una mujer espectacular y al mismo tiempo Sandra, como comentaba mamá, acabará echando ese polvo deseado conmigo. Yo, por supuesto, no voy a rechazar poder tirarme a ese bombón, claro, quizás fueran otros mis deseos, pero claro, uno no es de piedra y se le presenta una oportunidad de oro de perder la virginidad con una mujer preciosa. Me quedo mirando sus ojos y ella me devuelve una sonrisa en un claro mensaje que dice “no vamos a tomar el sol, vamos a follar hasta desfallecer”

Cuando llegamos al hotel y tras despedirnos de nuestra asombrada pareja, nos metemos en la habitación. Mamá se vuelve a quedar desnuda, tirando su vestido sobre la cama.

– ¿Qué te ha parecido? – me pregunta intrigada por mi parecer y al mismo tiempo exhibiéndose de forma sensual ante mí.

– Eres la leche, mamá.

– ¿No te dije que lo tenía todo pensado?

– Ya lo creo ¿Tú crees que saldrá bien?

– Estoy segurísima. ¿Viste la cara de ella, cómo te miraba?

– Sí.

– Está deseando follar contigo.

– ¿Y tú?

– ¿Yo qué?

– ¿Podrás controlar a Toni?

– Sí, hombre, tranquilo. Podré mantenerle a distancia.

– No sé yo. Le has calentado a tope. – contesto quitándome la ropa también y quedar desnudo como ella.

– ¿Tienes miedo, cariño? – pregunta melosa y acercando su cuerpo al mío hasta quedar abrazada como cuando estuvimos en la playa.

Ella tiene que notar mi polla dura entre nuestros cuerpos, no me cabe duda y creo que le gusta sentirla tanto como yo sentir todo su cuerpo desnudo adherido al mío.

– Les hemos calentado a los dos, jajaja – me dice sin dejar de abrazarme y con su boca a pocos centímetros de la mía.

Por unos instantes veo un brillo en sus ojos diferente y su boca ligeramente abierta. Creo que me va a besar. De pronto, se oyen unos ruidos en la terraza que me parecen gemidos. Nos separamos por un momento como si alguien nos hubiera despertado de nuestro sueño.

Me acerco a la terraza y me escondo detrás de la mampara que separa ambas estancias. Asomo la cabeza por una rendija y veo a Toni desnudo, sentando sobre una hamaca y Sandra a horcajadas sobre él. ¡Están follando!

La imagen no puede ser más impactante. Las curvas de Sandra se ven más armoniosas cuando se la ve cabalgar sobre el cuerpo igualmente desnudo de su marido. Puedo ver su culo y como la polla de Toni sale y entra por debajo metiéndose con rapidez en su coño. Me encanta la escena y disfruto ese bonito cuerpo sudado de esa rubia que me follaré mañana. Ella está con sus pies firmes en el suelo y agarrada al cuello de su esposo. Se les oye gemir con toda la pasión. Él la besa en el cuello y Sandra echa su cabeza para atrás totalmente entregada a un polvo frenético.

– ¿Qué pasa? – dice mamá saliendo a la terraza.

– Schssss – le digo casi con mímica y poniendo mi índice contra mis labios para que no hable y no ser oídos desde nuestra atalaya de espionaje.

El cuerpo desnudo de mamá se pega a mi espalda y se asoma junto a mi cara para ver qué ocurre. Estamos mejilla con mejilla mirando por una pequeña abertura que hay en la mampara que separa las terrazas. Recibo gustoso el peso de sus pechos contra mi espalda y noto el calor que emana de su coño contra uno de los cachetes mi culo. Joder, mamá está que arde.

– ¡Mira cómo les has puesto! – la digo susurrando al oído y su cara sigue pegada la mía así como el resto de su cuerpo. ¡Estoy en la gloria!

Ella entonces estira su mano por debajo y llega hasta mi miembro. Lo acaricia suavemente con la punta de los dedos y percibe la tensión y dureza que tengo entre mis piernas.

– ¡Tú también te has puesto…! – añade ella en otro susurro en mi oído.

En ese momento su mano rodea mi polla y comienza a pajearme despacio sintiendo como su cuerpo desnudo se adhiere más al mío. ¡Qué maravilla, qué sensación!

Mamá sigue pajeándome mirando fijamente la escena que ambos vemos desde nuestra posición y que no es otra que nuestra pareja de vecinos follando sobre una hamaca de su terraza. Yo casi no puedo ver nada, porque tengo que cerrar los ojos y poco o nada me importa lo que pasa al otro lado de esa mampara, lo único que me preocupa es sentir cómo la mano de mamá sigue acariciando mi polla tan suavemente y con firmeza a la vez, haciendo un buen trabajo del que parece tener buena experiencia. Por un momento pasa por mi cabeza la imagen de mi padre intentando averiguar cuantas pajas como esta le habrá hecho la deliciosa mano de mamá.

El sonido de los jadeos y suspiros de nuestros vecinos apaga en cierta medida los míos propios que van acompasados con aquellos gracias a la pericia masturbadora de mamá.

Justo en el momento en el que Sandra suspira más fuerte y es presa de su orgasmo sentada sobre la polla de su marido, yo no puedo más y mamá acelera el ritmo para que me corra al mismo tiempo. Así lo hago. El primer chorro sale con fuerza chocando contra la mampara y así todos los demás que va escupiendo mi verga, mientras mamá sigue con su movimiento acelerado. Apoyo mi boca en su cuello para apagar mi orgasmo y para no hacer mucho ruido y poder ser descubiertos.

Lentamente volvemos a la habitación, con una risita floja de mamá sabiendo que ha cometido otra de sus locuras proporcionándome un gran placer y es que ella no debe ser consciente de que el placer se multiplica cuando es ella la que me lo proporciona. Ella sigue creyendo que mis pensamientos están centrados en Sandra y aunque la chica tenga un buen polvo, no lo niego, la que me tiene loco es ella… ¡mi madre!

– ¿Te gustó? – me pregunta mordiéndose la uña de su pulgar en plan juguetón.

No contesto, pero creo que no hace falta que diga nada. Justo cuando ella se gira y queda de espaldas a mí, la ataco pillándola desprevenida. Vuelvo a notar su cuerpo caliente cuando soy yo el que ahora la coge por detrás. Mi pecho queda pegado a su espalda y mi polla vuelve a restregarse contra su culo. Mis manos agarran sus tetas y noto entre mis dedos como su pezón está muy duro.

– ¡Para, Víctor! – me riñe empujando con su culo hacia mí con intención de que me separe, pero con muy poca convicción.

Mi mano acaricia sus tetas y baja por su vientre hasta llegar a su sexo rasurado. No me cuesta descubrir que está empapada.

– Cariño, ¿Qué haces? – me vuelve a reñir.

– Pagarte con la misma moneda. – afirmo.

– ¡No, detente, mi amor!

No hago caso. Mi dedo recorre su rajita y sube lentamente hasta que con suavidad acaricio su clítoris que está inflamado y ella ardiendo.

– ¿Realmente quieres que pare? – le pregunto en el justo momento en el que ella comienza a gemir.

– ¡No, por Dios!

Sé que está a tope, como lo sigo estando yo. Acaricio sin parar su coño, por sus labios, metiendo un dedo y jugando con su botoncito, haciendo que se estremezca. Mi otra mano va de sus tetas a sus caderas, pasando por su culo y mi boca no pierde la oportunidad de morder ligeramente su cuello. Estoy desbocado y ella también.

De pronto parece entrar en trance y en pocos segundos es atrapada por un orgasmo que es ya una mezcla de suspiro y lamento de placer. Pierde el equilibrio y con el traspié caemos sobre la cama con nuestros cuerpos pegados. Mi polla ha quedado entre sus glúteos y aunque parezca mentira está volviéndose a poner dura otra vez.

Mamá me empuja para que me separe, sabe que estamos demasiado calientes y ella tras su enorme corrida, está intentando serenarse y detener algo que sabe no está en absoluto, nada bien.

– Perdona, mamá – digo intentando poner algo de mi parte.

– Tranquilo, mi amor. – responde con su respiración aún muy agitada.

– Es que no quise que te quedaras con ese calentón.

Se levanta y me da un beso en la frente. Yo hubiera preferido que me besara en los labios, pero ha vuelto a convertirse en madre.

– Vamos a dormir, cariño, que mañana tenemos un día muy largo y hay que aprovecharlo bien.

Tras decir eso, acaricia mi verga con dulzura y luego añade.

– ¿Ya la tienes dura otra vez? – pregunta con sus ojos abiertos en señal de sorpresa.

– Pues ya ves que sí.

– ¡Hijo mío, qué potencia! Tranquilo, mañana te follas a esa chica. Parece que lo hace bien.

– Sí, sí que lo hace bien, al menos Toni parecía divertirse.

– Verás cómo tú también la sorprenderás mañana.

Vuelvo a pensar en todo lo sucedido en el día y no puedo bajar mi calentura ni mi deseo cada vez mayor por mamá. No niego que mañana voy a follar aunque no será con ella, pero seguro que paso uno de los momentos más inolvidables de mi vida. Posiblemente lo haré pensando en ella, en mamá.

Juliaki

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Relato erótico: “Mi cuñada, mi alumna, mi amante (9 y final)” (POR ALFASCORPII)

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DE LOCA A LOCA PORTADA2Mi cuñada, mi alumna, mi amante (9 y final)

sin-tituloDesperté de un plácido sueño y, gracias a la tenue luz que entraba por la ventana, confirmé que me encontraba dentro de uno aún mejor. A mi derecha, completamente desnuda, dormía boca arriba mi amante esposa. A mi izquierda, también totalmente desnuda pero boca abajo, dormía mi cuñada amante. La belleza de los dos cuerpos, uno mostrándome sus firmes y manejables pechos, y el otro regalándome la vista con su redondo y firme culito, parecía surgida de una divina ensoñación.

Miré el despertador y corroboré lo que la suave luz de la primera hora de la mañana ya me había anunciado, aún era muy pronto para levantarse, y más siendo sábado, así que aún somnoliento, cerré los ojos y me quedé dormido de nuevo.

Cuando volví a abrir los ojos la luz invadía toda la habitación, y para mi sorpresa me encontraba solo en la cama. Miré el despertador, y comprobé que ya eran las 9.30 de la mañana; mi última cabezada, que pensé que había sido de diez minutos, se había prolongado por hora y media.

– Buenos días, dormilón – escuché.

En la puerta del cuarto de baño del dormitorio se encontraba mi mujer, con su largo cabello moreno mojado, y su cuerpo cubierto con el albornoz.

– Buenos días, cariño – contesté – ¿hace mucho que te has levantado?.

Tere se acercó a mí y, sentándose en la cama, me dio un profundo beso.

– Hace apenas diez minutos, el tiempo justo para darme una ducha.

– ¿Y tu hermana?- pregunté inquisitivo -, ¿ya se ha marchado?.

– No, está en el otro cuarto de baño dándose también una ducha… ¿ya la echas de menos?- añadió con una media sonrisa.

– No es eso- contesté sorprendido por la pregunta e intrigado por la sonrisa-, es que creo que deberíamos hablar sobre lo que pasó anoche.

– Lo que pasó anoche…- repitió Tere ampliando su sonrisa- …date una ducha rápida y ahora lo hablamos los tres.

La extraña actitud de mi esposa me hacía entrever que no se arrepentía en absoluto de lo ocurrido la noche anterior, es más, me daba la impresión de que lo había asumido como algo natural que le traía placenteros recuerdos. Estaba alucinado con ella.

Nos dimos otro beso y me metí en el cuarto de baño para ducharme. Con la gratificante sensación del agua caliente cayendo sobre mi cabeza y rostro, mi cerebro no cesaba de formularse preguntas sobre lo acontecido esa noche: ¿Cómo había pasado todo tan deprisa?, ¿cómo había acabado en la cama con mi mujer y mi cuñada?, ¿cómo era posible que las dos hermanas se hubiesen entregado la una a la otra en incestuoso sexo lésbico?… Tantas cuestiones… pero sobre todas ellas, la más importante y fundamental: ¿qué ocurriría a partir de ese momento?.

Terminé de ducharme, y mientras me secaba con la toalla, escuché risas femeninas procedentes del dormitorio. A través de la entreabierta puerta del baño me llegó el inconfundible aroma de un cigarrillo. Sin duda, Patty también había terminado de ducharse y me esperaba con su hermana fumándose el primer cigarrillo de la mañana.

– ¡Pero qué vicio tiene! – pensé mientras me ataba la toalla a la cintura-, aún no ha desayunado y ya está dándole al cigarro.

Salí del cuarto de baño y ahí estaban las dos hermanas riendo al unísono. Tere tenía su larga cabellera negra, aún mojada, cayendo sobre su hombro izquierdo. Como ya había observado antes de mi ducha, estaba ataviada con su albornoz de color rosa, lo suficientemente abierto para dibujar un sugerente escote, a través del cual se colaba la mano izquierda de su hermana acariciándole un pecho. Sonreía alegremente, con sus enormes ojos color miel brillantes, sentada al borde de la cama con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, de tal modo que el albornoz no llegaba a tapar su firme muslo sugiriendo la curva de su culito. Estaba tan sexy, que sentí una punzada en mi entrepierna mientras mi polla se desperezaba recibiendo un abundante torrente de flujo sanguíneo.

Patty estaba sentada junto a su hermana, con su azabache media melena totalmente empapada, de tal modo que varias gotas de agua partían de su brillante cabello para recorrer delicadamente su cuello. Había envuelto su cuerpo con una toalla blanca que se había ceñido para apenas cubrir desde su generoso busto, hasta justo por debajo de su sexo, como si fuese un vestido de escueta minifalda. Al contrario que su hermana, tenía la pierna derecha cruzada sobre la izquierda, mostrándomela por completo y descubriendo su tentadora nalga. La mano derecha de Tere recorría con una suave caricia su terso muslo, desde la cadera hasta la rodilla. Como ya he mencionado, su mano izquierda se perdía bajo la abertura del albornoz de mi mujer, mientras que con la derecha sujetaba delicadamente el humeante cigarrillo que yo había percibido desde el baño. Por un instante, me sorprendió el ver que llevaba unas elegantes gafas de fina montura negra enmarcando sus hermosos ojos verdeazulados, hasta que recordé que desde pequeña siempre había usado gafas y que en los últimos años yo siempre la había visto con lentillas. Las gafas le daban un aspecto más maduro, le favorecían adornando su felina mirada de tal modo que, junto con el brillante cabello mojado como si llevase gomina, le daban un halo de ejecutiva agresiva; la imagen de la mujer poderosa, dura y terriblemente sexy, que a cualquier empleado le gustaría tener como jefa para darle su merecido follándosela salvajemente por estar tan buena y ser tan cabrona.

– Buenos días, semental – me dijo con su voz cargada del tono más sugerente.

El modo en que las dos preciosas hermanas estaban sentadas esperándome, y su actitud, conseguían que el erotismo flotara en el ambiente mezclándose con el humo que Patty exhaló a través de sus deseables labios tras besar suavemente la rubia boquilla de su malsano vicio.

La sangre inundó completamente mi músculo del placer para que se pusiese rígido y duro como acero toledano.

– Buenos días – contesté sintiendo el suave tacto de mi toalla en mi erecta verga.

Las dos bellezas miraron cómo mi improvisada faldilla se elevaba con el empuje de mi inhiesto miembro, dando forma a un bulto que las apuntaba acusándolas de provocarlo. Se echaron a reír.

– ¿Qué tiene tanta gracia? – pregunté visiblemente acalorado.

– Nada – contestó mi esposa intercambiando miradas cómplices con su hermana -, sólo que Patty y yo nos preguntábamos cuánto tardarías en estar dispuesto para seguir donde lo dejamos anoche.

– Y ahí está la respuesta – añadió mi cuñada soplando el aromático humo blanco de su cigarrillo a mi entrepierna.

Acababa de quedarme claro que en ese momento no había nada que hablar sobre lo ocurrido la noche anterior. Tere se había entregado por completo a su viciosa hermana para convertirse en una lujuriosa hembra sedienta de sexo, sin importar prejuicios o connotaciones, y su actitud denotaba que quería continuar descubriendo placeres al compartir su marido con su amante hermana.

– Ante este cálido recibimiento… – contesté entrando en su juego con una sonrisa – …y las dos increíbles bellezas que tengo delante… es lo mínimo.

Las dos sonrieron conmigo con sus ojos brillantes de excitación. Patty abrió el albornoz de Tere y se lo dejó caer sobre la cama para mostrarme el espectáculo del cuerpo desnudo de mi esposa, con sus deliciosos pechos de rosados pezones puntiagudos por las caricias de su hermana. Estaba espléndida, tan radiante que en aquel momento nadie sabría decir cuál de las dos era la hermana mayor y cuál la menor.

Mi mujer arrancó la toalla de mi cuñada, y sus magníficos pechos, redondeados, turgentes y más voluptuosos que los de su hermana, se presentaron ante nosotros.

– ¡Pero qué tetazas tienes, hermanita! – exclamó sopesando el pecho izquierdo para, acto seguido, acercar sus rosados labios al marronáceo pezón y succionarlo hasta conseguir que las dos cúspides de ambos senos se erizasen como pitones de toro miura.

– Mmmmmm – gimió mi cuñada llevándose el cigarrillo a los labios y exhalando el humo con deleite.

Tal vez fuese porque no me había atado bien la toalla a la cintura, o tal vez por el sudor frío que dejaba mi piel resbaladiza, o tal vez fuera por el empuje de la vida propia que había cobrado mi verga, pero como por arte de magia, en respuesta a lo que estaba presenciando, mi prenda se aflojó y cayó por mis muslos dejando el latente músculo, rígido, con el glande enrojecido y el tronco surcado de gruesas venas, ante la mirada de mis dos objetos de deseo.

– Estáis para follaros a las dos hasta quedarme seco – dije embriagado por la lujuria.

Ambas intercambiaron una mirada y volvieron a reír.

– Lo sé, cariño – contestó Tere -. Y las dos queremos compartirte y que nos folles como tú sabes…

Mi mujer había tomado totalmente la iniciativa, representando el papel de esposa dominante y hermana mayor. Aquello era muy bueno.

– …pero mientras te duchabas hemos estado hablando…

– Oh, oh – pensé – se acabó lo bueno.

– …y Patty cree que no podrás seguirnos el ritmo a las dos desde el primer momento…

– Eso es – le interrumpió mi cuñada -, y por eso hemos pensado que para que aguantes más haciéndonos gozar a las dos, habrá que hacerte antes una buena mamada – concluyó relamiéndose.

– ¡Uf! – pensé -, esto no es bueno… ¡es mucho mejor!.

Tere asintió y, abriéndose de piernas y mostrándome que su coñito ya estaba húmedo, me hizo un gesto para que me acercase. Sin dudarlo, dí dos pasos hacia ella y me situé entre sus muslos con la polla a la altura de su boca. Mi amante esposa agarró el falo con la mano derecha y posó sus suaves labios sobre el glande para besarlo y deslizarlo entre ellos hacia dentro. Se recreó con el capullo, friccionándolo con los labios, haciéndolo salir y entrar mientras su lengua lo circundaba una y otra vez.

– ¡Uuuummm! – gemí con los suaves besos y húmedas caricias que me provocaban cosquilleos.

Patty observaba la escena complacida por lo que veía, fumando pausadamente, recorriendo con su mirada mi anatomía de abajo a arriba, partiendo desde los labios de su hermana para llegar a encontrarse con mi mirada. Con cara de viciosa meretriz, dio un último beso a su cigarrillo, lo apagó en el cenicero que dejó en el suelo y, esbozando con sus rojizos labios una sensual “o” como si me lanzase un beso, me envió el humo de su aliento a sabiendas de que aquello me ponía cardíaco. El aroma y calidez me llegaron hasta el rostro y, con un aleteo de sus largas y negras pestañas, mi cuñadita me guiñó con picardía un ojo a través del límpido cristal de sus gafas. Yo le sonreí, y ella me acarició el culo con la mano derecha mientras con la izquierda apretaba el muslo de su concentrada hermana para llamarle la atención:

– No seas egoísta, Tere – le dijo con tono de reproche -, yo también quiero saborear esa polla.

Con un “¡Flock!” debido a la succión, mi glande volvió a surgir de entre los labios de mi mujer, estaba brillante de saliva y con la sensible piel totalmente colorada.

– ¿Te gustaría que mi hermanita te chupase también la polla? – me preguntó sin dejar de sujetármela con la mano como si fuese a escapar.

Una amplia sonrisa se me dibujó en el rostro, estaba deseando una de las increíbles mamadas que Patty ya me había hecho sin que Tere lo supiera. No es que a ella se le diera mal, de hecho me encantaba su manera de prolongar mi placer chupándome sólo la punta, pero es que su querida hermana era la reina de las felatrices.

– Si lo hace la mitad de bien que tú, cariño – contesté -, me encantaría.

Tere me sonrió e intercambió una enigmática mirada con Patty que yo entendí como asentimiento. Tiró suavemente de mi verga hacia su hermana mientras ésta descruzaba las piernas, mostrándome que su coñito también estaba húmedo. Dando yo un ligero paso lateral, Patty metió su pierna izquierda entre las mías, al igual que hizo Tere con su pierna derecha, quedando sentadas cadera contra cadera y muslo contra muslo. Yo quedé sobre ambas, de pie, al alcance de sus dos golosas bocas, con los brazos en jarras ofreciéndoles mi espada.

– Una para todas y todas para una – pensé alegremente versionando en femenino el célebre lema de los mosqueteros.

La hermana mayor cambió de mano para sujetar mi verga con la izquierda, mientras su mano derecha recorría la cara interna del muslo de la hermana pequeña para encontrar su sexo y acariciarlo. Mi cuñada deslizó su mano izquierda hacia el coño de mi mujer, y se lo acarició de tal modo que las dos gimieron al unísono.

– Mmmmmm.

La mano libre recorrió mi culo y cintura para unirse a la de su hermana sujetándome la base de la polla, y se reclinó hasta que sus jugosos labios contactaron con la húmeda punta.

Inconscientemente, ansioso por volver a sentir aquella experta boca, empujé ligeramente hacia delante abriéndome paso entre esos apetitosos labios para invadir la húmeda y cálida cavidad que tanta satisfacción me había dado en otras ocasiones. Sólo introduje la cabeza, y Patty hizo el resto dirigiendo mi rígido músculo con su mano y la de Tere para continuar acercando su rostro a mi pubis, engullendo la dura carne hasta que tocó garganta.

– “Ummppff”.

Entonces succionó con fuerza y se la fue sacando lentamente, “ssluuuuuurpfffff”, haciendo que toda su extensión palpitase mientras mis glúteos se contraían por el placer.

– ¡Ooooooohhhhh! – gemí extasiado cuando terminó de sacársela.

– Me encanta la polla de tu marido – le susurró a su hermana.

Tere besó sus húmedos labios mientras ambas seguían masajeándose mutuamente el clítoris. Sin separar sus caras, Patty guió mi falo hacia ambas, y lo hizo penetrar en la boca de su hermana, que acogió el glande y lo chupó rodeándolo con la lengua provocándome placenteros cosquilleos. Acto seguido, se lo sacó de la boca, deslizó la punta por el borde de su labio inferior; besó dulcemente a su hermana, y guió la verga por los labios de Patty para, finalmente, penetrarlos con ella.

Mi hambrienta amante succionó al invasor y devoró cuanta extensión cabía en su boca, provocándome un estremecimiento. Cuando se la sacó, arrancándome un gemido, mi verga apareció totalmente congestionada, virando sutilmente su color del rojo al morado.

– ¡Diosssss! – dije loco de placer por lo que sentía y veía – ¡sois increíbles!.

Las dos levantaron la mirada y sonrieron con lujuriosa malicia sin dejar de masturbarse mutuamente. Sus ojos, incendiados con lascivia, y sus pícaras sonrisas me revelaron que ambas estaban disfrutando al compartir ese acto de perversa intimidad tanto como yo. Volvieron a unir sus labios en otro dulce y erótico beso y, al igual que anteriormente había hecho Tere, Patty guió mi miembro acariciándolo con su labio inferior hasta hacerlo llegar a la boca de su hermana para penetrarla y que ésta degustase, nuevamente, el sabor de mi polla.

Y así, mi herramienta de placer fue pasando sucesivamente de una boca a la otra, alternándose las deliciosas chupadas de glande y frenillo, con succiones lentas, poderosas y profundas; cada cual con su propia técnica, las dos increíblemente placenteras.

Yo no podía dejar de gemir, las dos estaban tan entregadas a lo que estaban haciendo, que prolongaban mi gozosa agonía mientras yo observaba cómo mi congestionadísimo miembro pasaba de una boca a otra, fusionándose entre felación y felación los rosados labios de Tere con los rojizos labios de Patty en suaves y sensuales besos. De no haber sido por el magnífico sexo disfrutado la noche anterior con las dos, me habría corrido enseguida, pero tras aguantar quince gloriosos minutos, mi estaca ya no podía soportar tanto placer, y comenzó a latir en la boca de la hermana mayor anunciándole que se aproximaba mi orgasmo.

– Está a punto de correrse – dijo sacándose la polla de la boca y apretando su mano con firmeza para estrangular mi orgasmo y retardarlo.

– ¡Noooooo! – grité yo con el rabo dolorido por la presión de la mano y los huevos y la próstata más doloridos aún por la inminente eyaculación frustrada.

– Nunca le he dejado correrse en mi boca – sentenció.

– ¿No? – preguntó Patty abriendo de par en par sus ojazos verdeazulados-. Pero si es delicioso, y seguro que tú bien que te has corrido en su boca. Joder, si hasta yo me corrí anoche en tu boca.

– Ya, es cierto… – respondió mi mujer dubitativa sacando la mano derecha del coño de su hermana y relamiéndose los dedos – …pero no sé…

– ¡Joder! – exclamé yo fuera de mí – ¡acabádmelo ya, aunque sea con una paja!.

– Dámelo a mí, que me encanta la leche de polla – sugirió mi cuñada sacando también los dedos de la almeja de Tere y saboreando distraídamente su flujo en ellos.

Mi mujer, aún dudando si traspasar otra frontera, soltó su presa, y rápidamente Patty se erigió en mi salvadora tomando la decisión por ella. Se metió mi violácea verga en la boca dándole agresivas y profundas chupadas, que no sólo volvieron a hacerme sentir los espasmos anteriormente detenidos, sino que los intensificaron para provocarme un grandioso orgasmo que descargó un torrente de hirviente leche en su boca, inundándola con el ímpetu de una botella de champán recién agitada.

Tere contempló fascinada cómo su preciosa hermana recibía mi candente corrida sin sacarse la polla de la boca, hasta que el denso líquido comenzó a rebosar por las comisuras de sus labios.

Mi cuerpo se estremeció con las dos primeras y generosas eyaculaciones. Con la tercera, observé cómo mi blanco néctar ya comenzaba a salirse, puesto que Patty no estaba tragando como había hecho otras veces. En lugar de eso, y con la boca colmada, succionó con un sonoro “Sssluuuuurrrp” para sacarse el falo sin perder una sola gota más.

Mi mujer y yo nos quedamos atónitos cuando mi cuñadita tomó velozmente la cara de su hermana entre sus manos, y acopló sus labios a los de la desprevenida que, con la boca abierta por la sorpresa, recibió la lengua de Patty transmitiéndole el semen acumulado.

Mi corrida aún no había concluido, y un cuarto disparo no se hizo esperar ante esa sorprendente y magnífica visión, impactando en la mejilla de mi cuñada.

– ¡Diosssssssss! – me oí gritar gruñendo.

Patty ni se enteró, totalmente entregada a devorar la boca de su hermana, llenándosela con mi leche caliente.

Tere, tras el desconcierto inicial, descubrió que sus labios y lengua estaban acompañando a los de quien la besaba, degustando el cálido, denso, salado y agridulce sabor del semen de su marido. Aquello la excitó tanto, que pasó sus brazos por encima de los hombros de su hermana y se entregó por completo a ese delicioso beso blanco.

El espectáculo de aquellas dos bellezas compartiendo mi corrida con sus labios y lenguas, y mi sublime grado de excitación, hicieron que mi polla aún diese unos últimos estertores salpicando con algunas gotas blancas el rostro de mi salvadora.

Ambas se separaron, y se quedaron mirando fijamente.

– Tienes lefa en las gafas – dijo Tere.

Patty se las quitó y miró las gotas que habían caído sobre el cristal derecho. Las dos se echaron a reír y me miraron como si en ese instante acabaran de recordar que yo estaba ante ellas. Reí con ellas observando cómo mi mujer se relamía los labios paladeando, aún, el nuevo sabor que acababa de descubrir. Patty tenía algunas gotas repartidas por el lado derecho de su cara junto con tres regueros brillantes, dos partiendo de las comisuras de sus labios y uno de su mejilla, que confluían en blanco bajo su barbilla. Con un dedo tomé el semen condensado, y se lo puse en los labios a mi mujer.

– Mira que torturarme por esto… – le dije.

Tere chupó mi dedo dejándomelo limpio.

– Lo siento, cariño… – contestó aún paladeando – …la verdad es que me ha gustado…

– Y es mejor aún cuando de repente explota en tu boca y te la inunda con su calor y sabor – intervino Patty dejando sus gafas sobre la cama y limpiándose las gotas de su bello rostro para lamerlas.

– Pero qué pulcra es mi putita – pensé riendo internamente.

– Entonces tendré que probarlo – aseguró su hermana fijando en los míos sus dulces ojos de color miel, buscando mi perdón.

– Claro que lo probarás, cariño – le dije agachándome para besarla -, pero antes tendré que pensar algún castigo por lo que me has hecho.

– Sí, un buen castigo – sentenció mi cuñada mirándome con complicidad.

Capté su idea al instante, un castigo semejante al que ella misma había recibido el día que finalmente asumí cuánto la deseaba y necesitaba. Le sonreí asintiendo, pero en ese momento necesitaba recuperarme.

Ellas seguían muy excitadas, con sus pezones duros y sus coños empapados, las protagonistas de las fantasías de cualquier hombre.

– Necesito recuperarme y beber un poco de agua – dije finalmente.

Tomé a ambas por la barbilla y enfrenté sus rostros casi tocándose.

– Empezad sin mí – concluí con tono autoritario.

Las dos morenas se sonrieron y se unieron nuevamente en un húmedo y pasional beso, mientras sus manos comenzaban a recorrerse mutuamente.

Muerto de sed, así las dejé para ir a la cocina, servirme un vaso de agua y sentarme a la mesa para recobrar el aliento dando pequeños tragos de agua que aliviaron mi seca garganta. Mi cabeza daba vueltas rememorando cuanto acababa de vivir, como si fuese un increíble sueño, pero había sido real, y en ese momento había dos preciosidades compartiendo juegos lésbicos sobre mi cama.

Poco a poco alcancé un estado de relajación y placidez tal, que mi mente se quedó completamente en blanco mientras mi respiración se acompasaba como si durmiese.

– Ooooohhhh – oí gemir a Patty sacándome de mi ensoñación.

Volví a tomar conciencia de mí mismo, y mirando el reloj de la pared, me sorprendí al comprobar que había pasado casi diez minutos durmiendo sin estar dormido.

– Mmmmmm – me llegó el suave gemido de Tere.

Me levanté y, caminando por el pasillo, más gemidos ahogados fueron regalando mis oídos. Cuando llegué al dormitorio, las dos estaban en la amplia cama, tumbadas de costado, besándose, con las piernas entrelazadas frotando sus sexos contra el muslo de la otra mientras sus pechos libraban un combate de pezones erectos. Instantes después de llegar yo, la mano izquierda de Tere se coló por debajo del precioso culo de su hermana para acariciarle el coñito desde atrás. La mano derecha de Patty también se metió entre los muslos de su hermana desde atrás, y comenzó a penetrarle el conejito con los dedos, sin compasión. Las dos se miraron fijamente a los ojos, con sus bocas entreabiertas, mientras a través de sus labios se jadeaban la una a la otra.

“Aahhh”, “ooooohhh”, “mmmmm”, “ooooooooohhh”, “aaaaaaaaaaahhhh”.

Era un espectáculo divino al que mi sexo reaccionó haciéndome sentir un cosquilleo en los huevos mientras mi verga comenzaba a hincharse.

Las acústicas muestras de placer siguieron intensificándose, el rubor en las mejillas de ambas les hacía más hermosas que cualquier diosa griega.

Los gemidos de las dos se sincronizaron, se hicieron más profundos, y pude observar cómo mi mujer se mordía el labio inferior, cerraba los ojos, y todo su cuerpo se tensaba sintiendo magnífico orgasmo.

– ¡Uuuuummmmmmmmmmmmm!.

La convulsión del éxtasis hizo que los dedos de su mano izquierda penetrasen repentinamente y con fuerza el coño de mi cuñada, que también tensó todo su cuerpo arqueándose, cerró los ojos, y se corrió tan escandalosamente como en ella era habitual:

– ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh!.

Aquello me animó aún más y, aunque aún era pronto para una nueva erección, consiguió ponerme la polla morcillona, era el momento de unirme a ellas. Subí a la cama y me tumbé de costado detrás de Patty, rodeándolas a ambas con mi brazo derecho mientras mi verga entraba en contacto con el dorso de la mano izquierda de Tere y la redondez de las nalgas de su hermana.

– Espero que hayáis dejado algo para mí – dije -, he vuelto para follarme a las dos hermanitas que me vuelven loco.

Ahora era mi turno para tomar el control, iba a demostrarles que yo era el hombre, y que las ensartaría con mi lanza, sin compasión, para que se retorciesen de gusto.

Mi esposa sacó los dedos mojados de la almeja de Patty y palpó mi ya engrandecido sexo.

– Joder, cariño – dijo con la respiración aún forzada por el orgasmo que acababa de tener -, ya la tienes dura… y yo necesito un respiro.

Aún no la tenía totalmente dura, pero le faltaba muy poco.

– Me voy a follar a tu hermana – le contesté -, y tú vas a ver cómo lo hago.

– Uuuuummmm – asintió mi cuñada sacando sus dedos del sexo de Tere y dirigiendo su mano hacia atrás para acariciarme el culo -. Eso es, fóllame, Carlos, vamos a darle un buen espectáculo a mi hermana. Que sufra y disfrute viendo cómo su marido me clava la polla.

Le guiñó un ojo a Tere, se echó un poco hacia atrás haciéndole retirar su mano, y restregó su culito contra mi verga, que ahora sí se había convertido en un mástil.

Deslicé mi mano izquierda bajo su cuerpo y la sujeté por la cadera. Mi mano derecha abandonó la cintura de mi esposa atrapando un pecho de mi querida cuñada, sintiendo la suavidad de su tacto y la dureza de su pezón. Palpé todo el generoso volumen para apretarlo entre mis dedos, a lo que Patty respondió apretando sus dedos en mi glúteo derecho. Moví la cadera restregando suavemente mi falo entre las dos firmes y redondeadas nalgas que conformaban su acorazonado culito. Acompasé el movimiento con el de mi mano masajeando el turgente seno y, en respuesta, mi amante subió ligeramente las piernas para que mi glande encontrase con facilidad la parte trasera de sus labios mayores.

Patty giró la cabeza y devoré su incitante boca.

– Vamos, profe – me susurró -, enseña a tu alumna.

La punta de mi polla fue abriéndose paso suavemente, atravesando los pliegues de lubricada piel, y fue entrando en la cueva aún ardiente por el orgasmo recién disfrutado.

Tere nos observaba chupándose los dedos embadurnados de los jugos de su hermana.

La cálida vagina reconoció instantáneamente la dura barra de músculo, y la abrazó envolviéndola hasta que, con un apagado “Plas” de mi pubis chocando contra el culito de mi alumna, estuvo completamente llena de la carne cuyo extremo presionaba lo más profundo de su interior.

– Uuuuuufffffff – suspiró Patty.

Le besé dulcemente el cuello y ella giró nuevamente la cabeza para mirar a su hermana. Con la misma suavidad con que había entrado, salí completamente de ella y, lentamente, empujé de nuevo hacia delante para que sintiese el contorno de mi grueso glande acariciándola por dentro hasta incrustarse a fondo, “Plas”.

Se mordió el labio ahogando un suave gemido: “Mmmmm”, y yo mordisqueé el lóbulo de su oreja mientras mi mano pasaba de su pecho derecho al izquierdo. Volví a retirarme pausadamente, sintiendo cada caricia de su interior a lo largo de toda mi piel, para volver a penetrarlo con la misma suavidad.

– Carrrrlosssssss – susurró cerrando los ojos concentrándose en cuanto estaba sintiendo.

– Patty – susurré yo en su oído haciéndola estremecer.

Seguí con el cuidadoso mete-saca, y mi compañera comenzó a acompasar sus caderas con mis movimientos hacia delante y atrás, con la misma cadencia pausada, emitiendo pequeños gemidos.

“…plas…” “mmmmm” “…plas…” “mmmmm” “…plas…” “mmmmm” “…plas…”

Miré por encima de su cabeza a mi esposa, que nos observaba sin perder detalle. Su lenguaje corporal me reveló cuanto estaba sintiendo: sus hermosos pechos blancos mantenían los rosados pezones endurecidos, y su coñito había comenzado a lubricar de nuevo, diciéndome que aquello la excitaba; su sonrisa me indicaba que estaba feliz por ver disfrutar a las dos personas que más quería en el mundo; el rubor de sus mejillas denotaba que, en cierto modo, le daba vergüenza presenciar el sexo ajeno; en sus dulces ojos de miel ardía la llama de la pasión, pero tras esa llama, junto con la expresión de sus cejas, también descubrí un pequeño atisbo de celos.

– Oohhh, Carrrrloooosssssss, mmmmm, Carrrrrlooooosssss – gemía su hermanita.

Tras unos maravillosos minutos, las contracciones internas que masajeaban mi polla aumentaron de intensidad, y Patty comenzó a acelerar el ritmo de sus caderas.

…“plas”, “oh”, “plas”, “oh”, “plas”, “oh”, “plas”, “oh”, “plas”…

Mis embestidas se hicieron también más cortas, aumentando la frecuencia, al percibir que mi ardorosa amante estaba llegando poco a poco al orgasmo, por lo que solté el seno que mi mano masajeaba y sujeté a mi aplicada alumna de la cadera para clavársela con más fuerza.

…“plas”, “plas”, “plas”, “plas”, “plas”…

Contemplando el rostro de placer de su jadeante hermana, sus grandes pechos bailando ante el empuje de mis acometidas, y sus caderas en frenético baile hacia delante y atrás, Tere dejó atrás cualquier atisbo de celos, y decidió intervenir colocando su mano izquierda sobre el pubis de Patty para, con el dedo corazón, masajear el duro clítoris justo encima de por donde mi verga salía y entraba golpeando con los huevos la chorreante abertura.

– ¡Aaaah, aaaaaaahhh, aaaaaaaaahhhhhh, aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh! – gritó orgásmicamente la doblemente estimulada.

Todo su cuerpo se convulsionó, las uñas de la mano que aún atenazaban mi glúteo derecho arañaron mi piel, y sus músculos estrujaron mi polla haciéndome sentir que su interior ardía como el mismísimo infierno.

– Uuuuuuuuuuuffffffffff – suspiró cuando su cuerpo de diosa se relajó.

A pesar del inmenso placer que Patty me había dado, la artimaña conjunta de las dos hermanas para aumentar mi resistencia había funcionado, yo aún estaba muy lejos de llegar a correrme. Posé mis labios en su cuello, y ella giró la cabeza para darme un largo beso. Después, volvió a girar la cabeza y, retirando la mano de mí para acariciar el rostro de su hermana, le dio también un largo beso.

Salí de mi satisfecha cuñadita y me puse de rodillas sobre la cama, mostrándole a mi esposa la inhiesta virilidad recubierta de los fluidos de su hermana.

– Ahora te voy a follar a ti – le dije.

– ¡Sííííííííí! – exclamó Tere denotando lo hiperexcitada que estaba.

Patty se levantó quitándose de en medio, y los dos nos quedamos mirando por unos momentos cómo recogía sus gafas de los pies de la cama, limpiaba las resecas gotas de semen utilizando la sábana, y se las ponía para terminar diciendo con su característico desparpajo:

– Ahora puedo ver mejor cómo folla mi matrimonio favorito.

Tere y yo nos reímos a carcajadas.

Mi cuñadita recogió el cenicero y el paquete de tabaco del suelo, los colocó sobre la butaca del dormitorio, y los dos la seguimos con la mirada mientras la movía para situarla junto al lateral de la cama. Entonces se sentó cruzando las piernas y encendió el cigarrillo post-polvo que siempre le encantaba fumar, dispuesta a presenciar uno de los momentos con los que tanto había fantaseado en su adolescencia.

Mi mujer se tumbó boca arriba, y abriéndose de piernas me dijo:

– Vamos, fóllame como tú sabes.

– No – le espeté tomándola por la cintura firmemente y forzándola a incorporarse -. Aquí mando yo – añadí obligándola a arrodillarse frente a mí.

– ¡Aumm! – exclamó Tere con excitación por mi autoritario tono y actitud.

– Le vamos a dar a tu hermana un buen espectáculo, vamos a follar salvajemente.

– Uuuuuuufffffffff.

– Que tu hermana vea lo puta que eres cuando me cabalgas, y lo cabrón que soy ensartándote sin piedad.

– Vas a conseguir que me corra antes de empezar – finalizó mi esposa tomando mi cara entre sus manos y dándome un morreo con el que me metió la lengua hasta la garganta.

Tirando de sus caderas, ambos caímos en el lecho, quedando ella con sus pechos aplastados sobre mi torso, clavándome los pezones, y con su sexo apoyándose en el mío, añadiendo cálidos jugos al aún tibio fluido de su hermana. Sujetándola por su esbelta cintura, la ayudé a colocarse a horcajadas sobre mí. Con su mano buscó mi polla y la colocó sobre sus húmedos labios vaginales.

Por un instante volví la cabeza hacia Patty, y corroboré que, con las gafas puestas dándole ese irresistible aura de ejecutiva agresiva, no perdía detalle exhalando plácidamente humo blanco a través de sus sensuales labios.

Tere fue bajando su cuerpo, y cuando su estrecho conejito ya tenía bien atrapado un trozo de zanahoria con su boca, apartó la mano y se dejó caer autoempalándose hasta el fondo.

– ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh! – gritó al sentirse llena alcanzando un pequeño orgasmo por la excitación acumulada.

Subí mis manos recorriendo su cintura hasta agarrar sus blancos pechos, del tamaño justo para que mis manos los cubriesen, y la empujé ayudándola a incorporarse sobre mí. Jadeando, sus manos se aferraron a mis brazos, y poco a poco comenzó a mover con fuerza las caderas, estrujándome la polla y excitándose de nuevo con ella dentro.

– ¡Ssssííííííí! – exclamé disfrutando con la magnífica potencia de sus movimientos.

Sin disminuir un ápice de fuerza, fue acelerando la cabalgada arrancándome gruñidos de placer, hasta que cogió un ritmo de caderas rápido y poderoso.

– Essssso essssss – le dije -, demuestra lo puta que eres.

Me sonrió desde las alturas y, soltándome los brazos, terminó por ponerse completamente perpendicular a mí. Liberé sus níveas montañas de cúspides rosadas y la tomé por las caderas para coger el mismo ritmo acompañando sus movimientos con mi pelvis.

– Mmmmmm – emitió como aprobación.

Sus manos, ya libres, se aferraron a sus bamboleantes senos y los apretaron y masajearon con fiereza, siguiendo el contoneo de todo su cuerpo.

– Uuummmm, ummmmm, uuuuuuummmmm – gemía mordiéndose el labio con los ojos brillantes de lujuria.

En pleno polvo, a pesar de sus diferencias, era cuando las dos hermanas se parecían más, ambas se soltaban la melena y gozaban haciendo gozar. ¡Y vaya si yo lo estaba gozando!, con mi polla durísima siendo devorada salvajemente por aquel estrecho, húmedo y cálido coño que la exprimía buscando su zumo, pero este aún no podía llegar.

Tras un tiempo de agresivo contoneo sincronizado de caderas, con los dos cubiertos de sudor por el violento ejercicio, empecé a subir y bajar la pelvis repetidamente impulsándola con todo el cuerpo, haciendo que Tere botase sobre mi verga.

– Oh, oh, oh, oh – se entrecortaban sus gemidos con cada bote.

– Vamos, cariño, enséñale a tu hermana lo bien que cabalgas.

Soltó su pecho izquierdo y se echó ligeramente hacia atrás para sujetarse a mi muslo, giró la cabeza mirando a Patty y, soltando su otro pecho, levantó su brazo derecho para describir círculos en el aire con la mano.

– ¡Wow, wow, wow, wow, wooooooowwwww! – gritó sin dejar de botar.

Patty, que ya hacía un rato que había consumido el cigarrillo, se acariciaba suavemente observándonos sin perder detalle, pero cuando vio el estilo rodeo de su hermana, no pudo reprimir una carcajada.

– Eres la amazona más puta que he visto nunca – dijo levantándose de la butaca y subiendo a la cama -, ¡y me encanta!.

De rodillas, se acercó a ella, yo detuve el sube-baja, y ambas se fundieron en un prolongado beso en el que labios rosas y rojizos se abrían y cerraban, acariciándose y comiéndose mientras las lenguas libraban un combate a muerte en sus bocas.

Me volvía loco presenciar sus excitantes besos de mujer a mujer, eran un festival de pálidos pétalos de rosa y suaves pétalos de amapola entremezclándose, pero quería continuar dándole duro a Tere para provocarle otro éxtasis, y que éste fuese más fuerte y prolongado que el anterior; así que comencé a bombear otra vez haciendo que mi mujer volviese a botar, separándola de los labios de su hermana.

– Dale así, cuñadito, que cabalga tan bien que es capaz de domarte – me dijo Patty sonriéndome mientras se situaba detrás de mi esposa.

– Oh, oh, oh, oh – volvía a gemir ésta llevándose las manos a la cabeza y revolviéndose el pelo mientras reanudaba el contoneo de caderas.

Volví a detener los saltos y adecué mis movimientos para acompasarlos al salvaje baile de Tere, hasta que alcanzamos una buena velocidad.

Mi esposa volvía a gemir mordiéndose el labio, y detrás de ella vi a Patty que, sonriéndome, acarició mis manos sujetas a las caderas de su hermana, recorrió su cintura y, desde atrás, aferró los pechos que volvían a balancearse. Pellizcó los sensibles pezones obteniendo un placentero gruñido de mi mujer y, sin soltar el seno izquierdo apretándolo con fuerza, subió la otra mano hasta la jadeante boca de la amazona, que chupó los dos dedos que se le ofrecían. Rápidamente, la mano bajó, y sentí un cosquilleo en mi escroto cuando lo rozó para introducir repentinamente los dos dedos en el ano de Tere.

– ¡Oooooooohhhhh! – gritó placenteramente la digitalmente sodomizada al sentir su culito penetrado.

Animada por ver que le había gustado, Patty también acompasó sus dedos a nuestras caderas metiendo y sacando por la secreta entrada.

Tere apenas aguantó un par de minutos de doble penetración, desbordada por el cúmulo de sensaciones, le fallaron las fuerzas y tuvo que bajar sus brazos para apoyarse con las manos sobre mi pecho. Cesó los violentos contoneos para recobrar el aliento, pero Patty y yo no cejamos en nuestro ritmo y, con mi polla follándole el coño y los dedos follándole el culo, conseguimos de ella nuestro gran triunfo.

– ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh! – gritó como nunca la había oído gritar.

El fortísimo orgasmo le hizo arquear toda la columna vertebral con un intenso espasmo. Sus dedos se contrajeron en forma de garras y la cuidada manicura francesa de sus uñas atravesó la piel de mis pectorales causándome un latigazo de delicioso dolor. La vigorosa fuerza de sus músculos vaginales, entrenados por años de frecuente y buen sexo conmigo, estranguló mi rígida estaca haciéndome sentir los latidos previos a mi catarsis, y como un volcán dormido desde hace milenios, entré en erupción gruñendo con furia, inundando de abrasadora lava esa gruta de placer con un estremecimiento que me hizo elevar las caderas, intensificando aún más, si eso era posible, el poderoso orgasmo de mi amada; dejándola sin voz, con la boca abierta, los ojos cerrados, las mejillas incendiadas y la cabeza echada hacia atrás, con su largo cabello negro como la noche cayendo por su espalda arqueada, más bella que nunca.

Al volver a descender mi pelvis, Tere cayó sobre mí y volví a ver a Patty que, esbozando su característica sonrisa de picardía, me mostraba sus dedos haciéndome con ellos la señal de la victoria. Yo le sonreí, mi cuñadita era realmente increíble.

– Uuuuuuuuuuufffff – suspiró Tere sobre mi pecho -, ha sido brutal.

Acaricié su cabeza reposando sobre mí y, besándola, aspiré la dulce fragancia de su cabello.

Patty gateó por la cama hacia nosotros, y tumbándose a nuestro lado nos abrazó con fuerza.

Sólo escuchamos nuestras respiraciones durante un rato, agotados y satisfechos, hasta que un rugido de mis tripas rompió el silencio.

– Me muero de hambre – dije, y los tres nos reímos con ganas.

– Habrá que reponer energías – observó Tere -, si queremos continuar…

– Claro – añadió Patty -, yo también me muero de hambre y, cariño, te recuerdo que aún no te hemos dado tu castigo por hacer sufrir a Carlos – concluyó sonriendo y guiñándome uno de sus fascinantes ojos.

– Pensé que éste había sido mi castigo…

– Uy, no – volví a intervenir -, tu castigo será mucho más exquisito y severo…

En respuesta, lo único que hizo Tere fue darme un profundo beso que después también compartió con su hermana.

– ¿Qué os parece si voy a por churros y chocolate caliente para darnos un buen desayuno? – pregunté sintiendo el agujero de mi estómago.

– Es una gran idea – contestó mi mujer.

– Sí – añadió Patty -, me encanta el chocolate, y podrías traerte un poco de sobra para utilizarlo después, me encanta saborear cualquier cosa con chocolate…

– Eres una golosa – le contestó su hermana.

– Y una viciosa – pensé yo.

Dejándolas en la cama, me vestí, cogí la cartera, las llaves y el teléfono móvil, y tras colocarme un poco el pelo con los dedos mirándome en el espejo que estaba sobre la cómoda del dormitorio, me despedí con un “Hasta ahora, preciosas”.

La churrería no estaba lejos, cruzando un par de avenidas, apenas diez minutos a pie que merecía la pena recorrer porque siempre tenían los churros y el chocolate recién hechos. Por el camino, todas las experiencias vividas se repetían en mi mente una y otra vez, como cuando era pequeño y me pasaba el día montando en bici para, luego, por la noche y en mis sueños, seguir pedaleando.

Tanto la actitud de mi esposa como la de mi cuñada, denotaban que cuanto estábamos viviendo no consistía para ellas únicamente una excitante aventura, me daba la impresión de que querían prolongarlo indefinidamente tras haber descubierto una química tan explosiva entre ellas y, por supuesto, conmigo. Y lo que era evidente, era que a mí me encantaba la idea de formar un trío estable con sexo salvaje y apasionado entre las dos preciosas hermanas y yo. Tal vez, con el tiempo, cuando la relación se afianzara, Patty y yo le confesaríamos a Tere que la interacción entre nosotros había empezado un poco antes.

Con estos pensamientos llegué a la churrería, y tras esperar una cola de cinco personas, al fin conseguí comprar docena y media de churros y dos litros de chocolate, un litro para beber, y otro para deliciosos juegos de cama tal y como había propuesto mi golosa cuñadita.

Casi nada más salir de la churrería me sonó el móvil, y vi la preciosa cara de mi esposa sonriéndome en la foto que apareció en la pantalla.

– Dime, cariño.

Sólo oí risas.

– ¿Tere?.

– Te juro que fue así – oí la voz de Patty algo lejana.

– Patty, ¿eres tú?.

– No me extraña viniendo de ti… – le contestaba Tere a su hermana con la voz un poco más cercana.

Volví a oírlas reír.

– ¿Cariño? – volví a intentar sin obtener respuesta.

Seguramente Tere había cogido su teléfono para algo y, accidentalmente, había pulsado la tecla de marcado rápido al volver a dejarlo, llamándome sin saberlo mientras charlaban.

Reanudé el camino de vuelta, y justo cuando iba a apretar la tecla “colgar”, apartándome ligeramente el teléfono de la oreja, algo volvió a hacerme escuchar:

– Aún recuerdo como si fuese ayer la noche en que te conté que me iba a casar con Carlos – decía Tere.

– Esto suena interesante – pensé prestando aún más atención.

– Sí – contestó riendo Patty -, igual que yo, aunque de aquello ya hace más de un año… nuestra primera noche especial…

– ¿Cómo? – pregunté mentalmente.

– En cuanto te lo dije te me echaste a llorar – siguió mi mujer.

– Y ante tus constantes preguntas – añadió mi cuñada -, acabé confesándote que llevaba enamorada de él desde niña.

Aquello me dejó perplejo, mi ardiente Patty no sólo había fantaseado conmigo, como me había revelado en nuestro primer escarceo, ¡sino que estaba enamorada de mí…!. Me sentí increíblemente satisfecho y complacido.

– Mi querida y admirada mayor – prosiguió – trató de consolarme diciéndome lo hermosa que era, y que cualquier hombre perdería la cabeza por mí.

– Pero eras inconsolable – le dijo Tere -, y cubrí tu preciosa cara de besos porque no podía verte llorar…

– Hasta que tus labios se posaron dulcemente sobre los míos, una vez, y otra…

– Y al segundo beso sentí una corriente eléctrica cuando tus labios correspondieron a los míos.

– Nos quedamos mirando a los ojos sintiendo nuestro amor fraternal, pero nuestros cuerpos querían más de aquello.

– Como borrachas, subidas en una nube de sensaciones, volvimos a besarnos y las dos nos sorprendimos cuando las puntas de nuestras lenguas se rozaron…

Patty rió:

– Las dos nos excitamos tanto que a partir de ahí todo se convirtió en un húmedo sueño lésbico – concluyó Patty.

– Un húmedo sueño que hemos repetido cada mes en nuestra “noche de hermanas”, mientras Carlos estaba en su “noche de amigos”.

Aquella revelación me dejó de piedra. ¿Cómo era posible que mi dulce esposa llevase tanto tiempo engañándome?, ¡con su propia hermana, mi cuñada, alumna y amante!. Me sentí traicionado. Y yo que había tenido remordimientos por serle infiel a mi mujer tirándome a su hermana… pero qué idiota había sido. ¿Y qué clase de pantomima habían representado las dos para mí la noche anterior?, haciéndome creer que era la primera vez que se entregaban la una a la otra… me sentí terriblemente estúpido.

– Jajaja – rió Patty -, y tanto anoche como ésta mañana lo han convertido en un sueño sublime, cuando por fin hemos dejado de vernos a escondidas para cerrar el triángulo compartiéndole y haciéndole partícipe de nuestros juegos.

– Sí – contestó Tere -, y además se ha enamorado de ti.

– ¿Tú crees?, ¿por qué lo dices?.

– Hace un rato os he visto follar. Cariño, ahí no había sólo sexo, estabais haciendo el amor…

– ¡Uf!, y me ha encantado… Entonces… eso significa que tu plan ha funcionado.

– ¡¿QUÉ?! – gritó mi cerebro al borde del colapso.

– Sí – contestó Tere -, y mejor aún de lo que había previsto. Te dije que si conseguía arreglarlo para dejaros a solas, le seducirías fácilmente. Mírate, preciosa, ¡eres un bombón irresistible!. Con esos ojazos… esos labios… ese cuerpazo de escándalo… y tu innato talento en la cama, sólo he tenido que facilitarte cuatro oportunidades para hacer que se enamorara de ti.

– Cinco, aunque supongo que esa en la que tu maridito vino por su propia cuenta a mi piso a follarme bien follada, no cuenta, jajajaja…

No pude escuchar más, la cabeza me daba vueltas. Los recuerdos de todo cuanto había ocurrido se agolparon en mi mente convirtiéndose en piezas de un puzzle, siendo mi mujer la pieza maestra que las hacía encajar a la perfección. Ahora entendía por qué Tere había invitado a comer a su hermana un día en que trabajaba en lugar de un fin de semana. Ya estaba claro por qué había insistido en que le diera una clase particular a mi alumna organizando ella la cita. Por fin se confirmó mi sospecha de que había sido ella misma la que le había explicado a Patty dónde podría encontrarme en mi última “noche de amigos”. En ese momento ya era evidente por qué había invitado a mi amante a la fiesta de disfraces y a quedarse después en nuestra casa. Cuanto acababa de oír explicaba el que a mi dulce esposa le hubiese resultado tan fácil dejar atrás cualquier prejuicio entregándose a la lujuria de su hermana, ¡porque ya lo había hecho muchas veces!.

Me sentí mareado al comprender que aquella maravillosa mujer a quien creía conocer no era más que una farsa. En realidad, era una hábil manipuladora que había orquestado todo convirtiéndome en un títere para su gozo y el de su querida hermana, aquella de quien había comenzado a enamorarme.

– “A veces, cuando se gana, se pierde”- susurró la voz de Robin Williams en mi mente interpretando al protagonista de Más Allá de los Sueños.

Tuve náuseas al darme cuenta de que toda mi dignidad había sido pisoteada por aquellas dos perversas mujeres convirtiéndome en su juguete. Esas dos diosas habían hecho realidad mis fantasías y me habían llevado al cénit del placer jugando con mis sentimientos… Las odiaba… las amaba… ¡Era demencial!.

– Tere… Patty… – dije apretando los dientes.

De repente, un agudo chirrido me sacó de mi vorágine de confusos y nefastos pensamientos. El tiempo pareció ralentizarse cuando giré la cabeza y vi que, inmerso en mi tempestad de caóticos y contradictorios sentimientos, estaba cruzando inconscientemente una avenida por donde no se debe hacer. El chirrido procedía de un coche que, en vano, trataba de frenar abalanzándose sobre mí.

Sentí un dolor lacerante en las piernas cuando los huesos se me quebraron por el impacto del parachoques. Un estallido de dolor cálido envolvió mi hombro izquierdo cuando la clavícula se me hizo añicos contra el capó del coche. Como una telaraña de hilos de acero que lentamente fuese extendiéndose por mi cabeza, sentí el impacto de mi cráneo contra el parabrisas; en aquel instante, el mundo comenzó a dar vueltas en torno a mí al salir despedido por los aires. La posterior caída hizo que el asfalto se precipitase sobre mi rostro con la violencia de un tsunami, y entonces todo fue oscuridad.

No contemplé toda mi vida pasar ante mis ojos como si fuese una película. Ya no sentía nada: frío o calor, dolor o placer, odio o amor… nada. Ya nada importaba.

Mientras la muerte cerraba sus crueles garras en torno a mí, sólo pude escuchar en mi cerebro la suave melodía de Kansas acompañando a la dulce voz:

“…dust in the wind

all we are is dust in the wind…”

FIN

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alfascorpii1978@outlook.es

 

Relato erótico: “Mi prima venía a preñarse y salió con el culo roto” (POR GOLFO)

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La vida te da una campanada cuando menos te la esperas. Aunque la mayoría de las veces esas sorpresas suelen ser una putada, en otras ocasiones son experiencias inolvidables. Ese fue el caso que os voy a narrar.
Hace cinco años estaba en la clínica de fertilidad que fundé con otros socios cuando de pronto recibí una llamada de mi santa madre en la que tras las típicas preguntas de cómo estaba y si había engordado, me soltó que mi prima Luisa necesitaba de mi ayuda.
-¿Qué le pasa?- pregunté un tanto molesto porque al mencionarla recordé al estafador con el que se había casado y por eso asumí que me iba a pedir dinero.
Pero resultó que estaba equivocado. Por lo visto, no podía tener hijos y como los tratamientos de fertilidad eran caros, había pensado que al ser familia le haría un precio especial.
-No te preocupes, mamá- respondí- le haré un buen descuento.
Mi respuesta lejos de tranquilizarla,  sacó de las casillas a mi progenitora que echándome una típica bronca materno-filial, me prohibió que le cobrara ni un euro.
-Es tu prima y a la familia no se la cobra- sentenció bastante de mala leche.
Por mucho que le expliqué que un tratamiento llevaba acarreado una serie de costosas pruebas, no conseguí convencerla.
-Ganas mucho dinero y ella no.
La cerrazón de mi vieja fue tal que me hizo prometerla que iba a hacerla caso.
-Tú ganas, mamá- respondí enojado pero incapaz de llevarle la contraria a la que me había dado la vida.
El resto de la tarde me la pasé refunfuñando  y de mal humor. Ni siquiera el día a día consiguió sacarme de la cabeza que el siguiente lunes tendría a Luisa y a Manuel de okupas en mi consulta.
 
La pareja aterriza en la clínica.
 
Tal y como habíamos quedado, ese par llegó a la clínica a las diez de la mañana. Como deseaba terminar el asunto cuanto antes, nada más informarme mi secretaria de su presencia, les hice pasar a mi despacho. La primera en entrar fue mi prima y tras ella el imbécil de su marido.
“Sigue estando buena”, me dije al comprobar que llevaba los treinta y cinco con entereza y que los años no habían hecho mella en su estupendo trasero. En cambio, Manuel parecía un cerdo cebado. Con más de cien kilos, ese capullo estaba tan avejentado que me hizo suponer un consumo desmesurado de alcohol.
Tras los saludos habituales, entré directamente al trapo  explicándoles que antes de nada debíamos averiguar el motivo por el que no podían tener descendencia y que para ello debía de hacer una serie de pruebas.
-La estéril es Luisa. Los Sánchez-Puello somos muy machos-  protestó ese idiota al pensar que ponía su hombría en cuestión.
Mordiéndome un huevo, le expliqué que por estadísticas no había diferencia entre hombres y mujeres a la hora de problemas de infertilidad y que por eso tenía que obtener una muestra de su semen para ser analizados.
-Joder, haber empezado por que la prueba era en que me hiciese una paja. Había pensado que me ibas a meter un dedo por el culo.
“Más quisieras”, pensé  molesto y en vez de expresarle mi disgusto, sonreí y le di un botecito para la muestra.
Para que os hagáis una idea precisa de lo gilipollas que es ese majadero, al coger el recipiente, soltó una carcajada diciendo que necesitaba al menos otros dos para recoger toda su cosecha. Haciendo como si no lo hubiese oído, me dirigí a mi prima y le expliqué que lo primero que iba a hacer era hacerle un reconocimiento físico.
-¿Vas a ser tu quien me lo haga?
-Sí, ¿Por qué lo preguntas?
Bastante avergonzada, Luisa me confesó que le daba corte quedarse en pelotas frente a mí. Por lo visto su ginecólogo era mujer y no había caído  que en mi clínica, yo era el que hacía las revisiones. 
“Esto es el colmo”, pensé y tratando de tranquilizarla, le dije: -Si quieres que se quede Manuel-.
Al estúpido no le hizo gracia quedarse pero aceptó cuando mi prima se lo pidió casi llorando. Siguiendo, mis instrucciones, Luisa pasó tras el biombo que había en la consulta y se desnudó para la revisión. Debió de resultarle difícil porque tardó más de lo acostumbrado en salir con la bata.
Al levantar la mirada de mis papeles, descubrí alucinado que sus pezones se marcaban bajo la tela azul.
“¡Menudos pitones!”, exclamé mentalmente aunque de mi garganta solo salió un “Siéntate aquí”.
Venciendo su timidez, se acomodó  en su silla mientras su marido leía el periódico en el móvil.
-Necesito que te abras la bata para explorarte los senos- le dije profesionalmente.
El rubor que apareció en sus mejillas fue una muestra clara de su sofoco pero como no podía negarse, sin ser capaz de mirarme a los ojos, desabrochó la tela dejándome contemplar por primera vez en mi vida esos dos monumentos.
“¡Tiene unas tetas de campeonato!” sentencié en silencio mientras me ponía los guantes de látex.
Siguiendo estrictamente el protocolo, le expliqué que iba a examinar su pecho en busca de algún problema.
-¿Te parece bien Manuel?- preguntó a su marido pero este ni siquiera la contestó al estar enfrascado leyendo un diario deportivo por internet.
Al no recibir respuesta, me dijo que continuara. Lo que no me esperaba fue que al palpar sus pechos, Luisa se mordiera los labios para no gritar.
-¿Te duele?- pregunté al verle la cara.
-No- contestó ya totalmente colorada.
Extrañado pero siguiendo la rutina, incrementé la presión buscando algún tumor. Mi prima emitiendo casi inaudible gemido, respondió al toqueteo de mis dedos mientras el atontado de su esposo seguía fijamente leyendo el último traspaso del Real Madrid. Fue entonces cuando la miré y descubrí en sus ojos una mezcla de deseo y de vergüenza.
“¡Se está poniendo cachonda!”, medité al ver que involuntariamente separaba sus rodillas.
Como todavía no estaba convencido y mantenía un poco de cordura, me repetí que debía tener cuidado y no hacer ninguna tontería. El problema vino cuando dando por terminado el examen de sus pechos, debía comenzar a reconocerle la vagina pero al levantar la sabana que cubría su sexo,  me encontré que lo tenía totalmente encharcado.
“¡Mierda! ¡Se va a armar!”, me dije temiendo que Manuel se diera cuenta del estado de su mujercita.
Afortunadamente el muy imbécil estaba a por uvas y por eso me atreví a explicarle que debía hacerle una ecografía pélvica. La reacción de mi prima me hizo dudar porque separó sus muslos sin dejar de sonreír.
Tratando de parecer que no me había enterado, deslicé mis manos por su vientre para intentar encontrar alguna molestia en la zona de la matriz. Desgraciadamente, Luisa al sentir que mis dedos se acercaban a su vulva, pegó un gemido.
-Lo siento- le dije tratando de enmascarar con esa disculpa el sonido que emitió -¿Quieres que pare?
Nunca escuché su respuesta porque su marido intervino diciendo:
-Tú sigue… Si le duele es que tiene algo mal.
Sin dejarme otra opción, decidí continuar con la exploración y cogiendo el ecógrafo, puse un preservativo en él. Aunque sabía que mi prima estaba suficientemente lubricada, apliqué generosamente el gel sobre su superficie tras lo cual llevando mi otra mano hasta su vulva, separé sus labios y con suavidad introduje en su interior.
-Ahhh- gimió descompuesta.
Aunque os parezca absurdo, Manuel le recriminó ser tan quejica y de muy mal tono, le ordenó que se callara.
“Será capullo” pensé y queriendo compensar de algún modo a mi prima, susurré en su oído: -Tranquila, esto queda entre nosotros.
Tras lo cual, moviendo mi silla, me coloqué de modo que mis maniobras quedaran ocultas a sus ojos y olvidándome de la función de ese instrumento, lo empecé a sacar y a meter del interior de su coño mientras con dos dedos estimulaba su clítoris también.
-Como es doloroso, no te cortes. Si te duele, chilla- comenté al percibir que Luisa estaba a punto de correrse.
Mi prima usó esa absurda excusa para enmascarar su placer y en vez de decir, “¡Como me gusta!”, berreó diciendo: ¡Me duele!
Su entrega lejos de calmarme, me excitó y sabiendo que caminaba en el filo de la navaja, decidí que esa putilla se corriera otra vez. Incrementando la velocidad con la que metía y sacaba el aparato de su coño, busqué nuevamente su placer.
-¡Arde un montón!- dijo disfrazando su gozo de dolor.
Reconozco que aunque tenía una vasta experiencia, me calentó de sobremanera reírme de ese cretino abusando de la zorra de su mujer en su presencia y forzando al límite su estupidez, le llamé a mi lado y señalando el flujo que manaba el chocho de su mujer, le solté:
-Luisa tiene una infección. Mira la cantidad de pus que sale de su vulva.
El pazguato, no reconociendo ese líquido incoloro y creyéndose a pies juntillas mi explicación, respondió:
-¡Qué barbaridad!
Al no tener límite su estupidez y aprovechando que su esposa se había corrido por segunda vez,  volví con él hasta mi mesa y haciéndome su colega, le solté en voz baja:
-Eres un cabrón. Le has pegado a tu mujer una candidiasis.
Ni siquiera intentó negarlo y acojonado por las consecuencias, me preguntó que podía tomar. Sin dudarlo le prescribí un medicamento que le dejaría la verga inservible durante al menos tres meses, tras lo cual y viendo que mi prima ya se había vestido, los cité para el viernes siguiente:
-¿Tengo que volver?- preguntó Manuel con ganas de escaquearse.
-No hace falta siempre que tu mujer traiga la muestra.
En ese momento, ese malnacido me soltó:
-¿Y si me hago ahora la paja en el baño?
-Tú mismo- respondí. –Al terminar, dásela a la enfermera
La alegría que leí en los ojos de Luisa cuando comprendió que vendría ella sola,  me confirmó algo que ya sabía. Aunque había prometido a mi madre que no le cobraría ni un euro, pensaba compensar la cuenta con carne y para que le quedara claro a ese pendón, al despedirme de ellos le magreé el trasero.
La muy puta dejándose hacer, me soltó mientras se marchaba:
-De saber que eras tan bueno, hubiera acudido antes a tu consulta.
 
La segunda vez en mi consulta.
Pasado el tiempo os reconozco que esa semana se me hizo larguísima. Contantemente llegaban a mi recuerdo, anécdotas de nuestra juventud en las que mi prima tenía el papel de protagonista así como imágenes  de lo sucedido en mi consulta. Rememorando mis años mozos, recordé que toda mi panda estaba enamorada de ella. Todos mis amigos e incluso yo no podíamos dejar de babear cada vez que nos la encontrábamos en el pueblo.
-¡Que buena está!- era el comentario más oído sobre Luisa en esa época.
Si a esos retazos de mi memoria les sumaba el hecho incontestable de que sin importarle la presencia de su marido se había excitado con mi exploración,  el resultado fue que durante esos cinco días, me trajera trastornado su próxima visita.
Al vivir solo, cada noche permití que su recuerdo acudiera a mi mente y olvidándome de que era de mi familia, me pajeé en su honor. Por eso al llegar el día de su cita, estaba ansioso de que apareciera por mi puerta. Para colmo la suerte me volvió a favorecer porque esa mañana mi enfermera me pidió la tarde libre. Su ausencia supondría que cuando Luisa llegara a mi consulta estuviéramos ella y yo solos.
Luisa llegó sobre las seis, como la paciente anterior ya se había marchado, tras saludarla con un beso en la mejilla, la hice pasar a mi despacho. Supe que venía preparada para la guerra porque venía vestida con un sugerente vestido de lino transparente que más que ocultar, ensalzaba sus atributos.
“Está tía quiere acción” pensé y sin más prolegómeno, la hice sentarse.
Actuando como un buen profesional, me puse a revisar su expediente y fue al leer los resultados del análisis del semen de su pareja cuando comprendí cual era el problema. Manuel sufría de azoospermia, es decir, la muestra que nos entregó carecía de espermatozoides.
“Es un eunuco”, me dije descojonado.
Conteniendo las ganas de soltarle a bocajarro la noticia de que ese cretino era estéril de nacimiento, le pregunté:
-Luisa, antes de seguir con las pruebas, ¿Quién de los dos desea un hijo?
Mi pregunta la destanteó y tras pensárselo durante unos segundos, respondió:
-Manuel no quería hijos pero le he convencido de tenerlos.
Al saber que era ella quien realmente lo deseaba, con una sonrisa, le solté:
-Aunque tenemos que esperar el resto de las pruebas, te puedo adelantar que creo que he descubierto el por qué no te has quedado embarazada – y haciendo un inciso, esperé unos segundos para continuar- Tu marido es incapaz de procrear por lo que si los demás análisis me dan la razón, mediante inseminación en menos de un mes puedes quedarte preñada.
Luisa tardó unos momentos en reaccionar. Minusvalorada por su esposo, siempre había creído que la culpa era de ella y por eso le costó asimilar que era de Manuel. Cuando lo hizo el que se quedó sorprendido fui yo puesto que sin decir nada, se levantó y dejando caer su vestido al suelo, me soltó mientras apoyaba sus codos en la camilla:
-¿A qué esperas para inseminarme?
Verla totalmente desnuda y con el culo en pompa, fue el acicate que necesitaba para olvidarme de que además de su primo, era su ginecólogo y con prisas, me desnudé mientras me acercaba a donde ella me esperaba. Al llegar a su lado, separé con mis manos sus dos estupendas nalgas y descubrí un ojete bastante dilatado. El descubrimiento de que Luisa estaba habituada a hacerlo por detrás despertó mi lado perverso y embadurnando mis dedos con el flujo que ya encharcaba su coño, me puse a juguetear con él.
-¡Eres malo!- berreó satisfecha de lo fácil que le había resultado convencerme y moviendo sus caderas buscó que me la follara.
Su calentura era tal que al sentir mis dedos jugueteando con su esfínter, empezó a gemir sin cortarse pidiéndome que la hiciera suya pero obviando sus deseos, decidí que ese trasero iba a ser mío antes. Por eso le introduje uno de mis dedos en su entrada trasera mientras le decía:
-Si quieres que te preñe, primero me tienes que dar tu culo.
-¡Es todo tuyo!- respondió pegando un grito.
Os reconozco que tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no rompérselo a lo bestia . Aunque mi prima se merecía eso y más, decidí hacerlo con cuidado. Usando mis yemas no tardé en relajarlo y entonces decidí embadurnar mi pene con su flujo. Para ello, de un solo golpe la penetré hasta en fondo de su vagina. Luisa al sentirse llena, comenzó a moverse buscando su placer pero dándole un azote le dije que se quedara quieta.
-Perdón pero es que hace mucho que no follo- dijo tratando de disculpar su excitación.
Su confesión hizo que me apiadara de ella y mientras untaba de flujo su ojete, permití que disfrutara con mi verga en su interior. Mi prima al sentirse llena, no dejaba de buscar que acelerara mi paso. Pero cuando sentí su flujo discurriendo entre mis piernas, se la saqué diciendo:
-Me encanta tu culo.
Luisa comprendió mis intenciones y usando sus manos para separar sus nalgas, respondió:
-Úsalo.
Ni siquiera esperé a que terminara de hablar, llevando su cuerpo hacia atrás lentamente fui metiéndoselo lentamente, permitiéndome sentir cada rugosidad de su ano apartándose ante el avance de mi miembro.
-Ahh- gimió al notar mi estoque acuchillando sus intestinos.
Venciendo las ganas que tenía de empezar a disfrutar de semejante culo, esperé que fuera que se acostumbrara a tenerlo en su interior. No llevaba ni diez segundos dentro de su trasero cuando girándose, me miró y me rogó que comenzara a cabalgarla. 
La expresión de deseo de su rostro me terminó de convencer y con ritmo tranquilo, fui extrayendo mi sexo de su interior mientras mi prima no dejaba de berrear que me diese prisa. Su calentura le llevó a volvérselo a meter hasta el fondo con un movimiento de caderas.
-Fóllame, ¡Lo necesito!- bramó con desesperación.
La urgencia que escuché en su tono me hizo reaccionar y comencé a galopar sobre ella con un ritmo alocado en el que sus pechos se bamboleaban hacia adelante y hacia atrás al compás con el que yo forzaba su ojete.
-No pares cabrón- gritó al sentir que disminuía la velocidad de mis acometidas-
-¡Eres una puta calentorra!- le solté a la vez que le daba un fuerte azote en su culo. 
Mi ruda caricia lejos de molestarla, la excitó mas y comportándose como una perra en celo, contestó:
-Lo soy y mi marido no lo aprovecha.
Sus palabras azuzaron el morbo que sentía por estar dando por culo a esa infiel mujer y  alternando de una nalga a otra, le fui propinando sonoras palmadas en su trasero cada vez que sacaba mi pene de su interior. Para entonces, mi prima ya tenía el culo completamente rojo y dejándose caer sobre la camilla, empezó a estremecerse al sentir los síntomas de un orgasmo.
-¡No dejes de follarme!- aulló al sentir que el placer asolaba su interior. 
Su actitud sumisa fue el acicate que me faltaba y cogiendo sus pezones entre mis dedos, los pellizqué con dureza mientras usaba su precioso culo como frontón.  Al gritar de dolor, perdió el control y agitando sus caderas se corrió.
Los alaridos que sirvieron de música de fondo a su orgasmo, me hicieron concentrarme en mí y  forzando su esfínter al máximo, seguí violando su intestino mientras Luisa no dejaba de gemir. Fue entonces cuando no pude más y compartí con ella su placer, vertiendo la semilla que había venido a buscar en el interior de sus intestinos.
Agotado y exhausto, la hice a un lado y me senté sobre la camilla para descansar. A los cinco minutos, mi prima se sentó en mis rodillas y luciendo la mejor de sus sonrisas, me preguntó:
-¿Tienes algo que hacer este fin de semana?
-¿Por qué lo preguntas?- contesté.
Soltando una carcajada, respondió:
-Cómo no va a estar mi marido, he pensado que me podrías repetir este tratamiento… ¡En mi cama!

 

 

Relato erótico: “Niña curiosa 1” (POR LEONNELA)

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_Tío… tío Martín, !!!
 Daba grandes brincos por las escaleras, mientras mi inocencia se desparramaba en cada gesto de emoción. Mi tío era  el mejor compañero de juegos y sus visitas mi más dulce golosina….
Fui hacia la sala, que es donde hace poco veíamos tv acompañados de su novia Raquella; había ido a mi habitación un momento y al regresar  ya no estaban, ni tampoco me respondían; mi ingenuidad me hizo pensar que quizá jugaban a esconderse, y que era mi turno de hallarlos así que empecé a brincotear por la cocina, las habitaciones, el baño, pero no había pista de ellos. Al pasar cerca a la bodega que quedaba en el altillo, escuche unos sonidos raros, que alguna vez oí en la habitación de mi madre, pero que no entendía muy bien a que se debían; pensando sorprenderlos me acerqué despacio, y gire suavemente la manija de la puerta, iba a gritarles el clásico buuuuuuu los encontré, pero mi voz desmayó en mis labios cuando vi a mi tío sentado con los pantalones bajados, mientras Raquella estaba sobre él con las piernas separadas brincando, no comprendí muy bien lo que pasaba, ella se quejaba mucho, en cambio mi tío tenia el rostro como enloquecido, y empujaba fuerte su cadera contra ella, te gusta eh? gritaba, te gusta jugar conmigo… no sabia exactamente lo que pasaba, solo me quedé  mirando confundida, mientras ellos sin notar mi presencia, continuaban en su faena…
_Tío… esbocé con mi voz casi quebrantada, dejándolos petrificados
_ Sal!! Nena sal!!,  en un segundo estoy contigo, obedece!!
 Salí y me senté junto a la puerta a esperarlo, no supe que mas pasó allá, pero seguí oyendo gemidos y  ruidos…
Esa fue mi primera decepción, una que sellaría mi sexualidad;  mi ídolo me expulsó de la habitación, había preferido jugar con su novia, que conmigo.
Varios minutos después salió, y sentándome en sus piernas me dijo:
_Estas bien princesa?
_Que es lo que hacían? grite enojada,
 _Nada amor solo jugábamos un poco,
_Eso no parecía  un juego reclamé
 Sonriente me dijo _claro que sí,  cuando seas más grande y tengas un novio lo entenderás, y entre dientes murmuró es más de seguro te encantará.
_O sea yo puedo jugar?
_Jajaja no,  princesa no!!…es un juego de adultos
_Y cuando sea adulta jugaras conmigo?
_Ay mi princesa no pongas malos pensamientos en tu tío
Mi curiosidad me hacia insistir en preguntar:
_Jugaras sí o no?
Volvió a reír…ok ok jugaremos cuando seas viejita, pero te aseguro que serás tu la que ya no quiera jugar conmigo.
_Tío y cuándo…
_Shhhhh  mi amor deja de decir esas cosas, basta!! Me dijo mientras me premiaba con un beso en mis cachetes.
Me alzó en brazos y me dijo, no le digas nada a mamá, podría retarme, así que tendrás que guardarme el secreto, compungida asentí.
Nunca se lo dije a nadie, temía que mi tío ya no viniera de visita los fines de semana, y a pesar de todo yo le quería mucho, sin embargo su novia dejó de agradarme, la odiaba cuando él dejaba de prestarme atención por besarla. Me sentía desplazada, era una intrusa que había entrado a mi familia a robarme su cariño.
Necesitada de afecto paternal, confundía las cosas; mi mente  había quedado marcada y esa imagen expulsándome de la bodega, era el recuerdo latente de que yo no era su preferida, y eso dolía porque  yo  adoraba a mi tío.
Pasaron varios veranos, llegaron nuevos inviernos, así como nuevos rostros a la familia, novia tras novia decepción, tras decepción, y un dolor en mi corazón porque siempre había alguien que arrebataba mi lugar.
Recuerdo que sentada en las escaleras, solía contemplar sus caricias cuando se recostaban en el sofá; otras tantas veces los veía escaparse a la bodega…. sentía curiosidad de lo que pasaba allí, sin embargo, entre mi tío y yo jamás sucedió nada  que nos diferenciara de una familia normal.
Nuestra historia inició cuando yo contaba con 18 años, me había convertido en  una jovencita inquieta en cuanto a la sexualidad,  mi cuerpo gozaba de nuevas sensaciones y tenía una curiosidad enorme, que los conceptos moralistas con que fui educada no lograban aplacar.
Debo mencionar que mi madre me concibió siendo muy joven y tubo que afrontar mi crianza prácticamente sola,   quizá por eso, en un intento de protegerme, me cuidaba al exceso de restarme total libertad, de forma que escasamente tuve contacto con chicos, lo cual en lugar de mantenerme ajena al erotismo, mas bien se convirtió en el desencadenante de una historia prohibida.
Para aquel entonces mi tío tenia 32 años y yo 18, y claro seguía amando su compañía, no pensaba que la falta de una imagen paterna a algunos nos puede afectar tanto; y aunque él cumplía esas expectativas, no entiendo porqué yo lo miraba de manera equivocada, no podía evitar sentirme atraída y  mi cuerpo ya me daba las armas para llamar su atención…
Martín acostumbraba llegar algunos fines de semana a casa, pero en ocasiones consciente de que mi madre por sus turnos de trabajo llegaría más tarde, solía lloriquearle por su compañía. En ocasiones quizá por el cariño que me tenía se dejaba convencer, así fue como  logré que sus ojos empezaran a fijarse en mí.
Aquella tarde, salí a recibirle abalanzándome sobre él, llevaba una pecherita y apenas vestía una bombachita corta, me refugie en sus brazos hundiendo mi rostro en su cuello, le rozaba con mis pechos y haciéndome hacia atrás quedaron a la vista de sus ojos; virginales,  duros, erguidos, vestidos del esplendor de la juventud  y sintiéndose un poco incómodo  dijo:
_Vaya ya eres una señorita, no se como ha pasado el tiempo, casi sin darme cuenta…
Mientras fui a traerle una bebida, se recostó en el sofá, sentí sus ojos acompañando mis pasos, mi cintura se marcaba y mis caderas revelaban las formas de mujer, aquella bombachita holgada dejaba ver mis muslos y al caminar se me metía dejando ver una parte de mi trasero, volteé y en una mezcla de inocencia y picardía susurré:
_Te parezco linda?
No resistió mirar mis teticas paradas y mi vientre desnudo casi hasta mi pubis, me estaba premiando con lo que yo mas deseaba: sus ojos sobre mí, carraspeó al saberse descubierto y algo nervioso dijo:
_Si…ssi..Pero vas a resfriarte deberías ponerte algo encima.
_Porque habría de hacerlo? si creo …que te gusta verme así…
Me miró con un brillo diferente, como si un mal pensamiento al fin fecundara en su cabeza.
_Que dices, niña que dices, protestó mientras se enderezaba
_Solo digo que ya no soy una niña…. ni lo parezco, no crees?
_Si princesa tienes razón, ya eres una mujercita y estás más hermosa que nunca
Esas palabras me sonaron a gloria, al fin tocaba las puertas de esperanza que desde hace tanto había tratado de empujar y que su cerradura nunca cedió, ahora gracias a un par de pechos y una bonita cola, se me abrían de par en par…
Me recosté en el sillón, dejando mi cabeza sobre sus piernas, tomé su mano obligándola a reposar sobre mi vientre, me gustaba esa sensación de tibieza, que solo sus roces me provocaban, su otra mano acariciaba mi cabello, y yo me sentía naufragando en los cielos.
En realidad, pese a tener ese aire de chica mala, era mas inocente de lo que yo misma creía, tanto que apenas empezaba a descubrir ese aleteo en el abdomen, que se siente cuando se está cerca de alguien especial; mi corazón bombeaba de manera diferente, como si a momentos se descompasara su ritmo.
_Toca tío, toca como late tan fuerte mi corazón
Tímidamente acercó su mano poniéndola en la parte superior de mi tórax.
_Es un poco más abajo dije, ayudándole a poner su mano más cerca de mi pecho…
Su palma quedó abierta casi abrazando la totalidad de mi seno, sus dedos me palparon suavecito,  rozaba casi imperceptiblemente como si tuviera miedo de sentirme; mi corazón latía aun mas de prisa tanto que parecía palpitar también entre mis muslos….ajusté mis piernas apretando mis posaderas y al moverme agarró de lleno mis tetitas  unos segundos, los segundos mas calientes de mi vida.
Descuidadamente movió sus dedos suavecito, pellizcando mis pezones, lo suficiente para hacerme gemir por primera vez, bajó su mano hacia mi vientre y volvió a subirla hacia las fronteras de mis senos, escabulléndose por debajo de la blusa; cerré los ojos, quería seguir soñando con sus dedos de algodón, que me regalaban esa sensación desconocida.
Me torcí un poco y volví a gemir, su mano temerosa emprendió la retirada hacia mi vientre, subía a mi abdomen y bajaba cada vez mas profundo, hasta rozar las escasas pelusas de mi pubis,  temblaba como una hoja arrasada por una fuerte borrasca, la borrasca de la  excitación.
Mis muslos desmayaban con el ligero roce de sus dedos, perdían fuerza y se abrían al placer, su índice hurgoneó bajo mi bombacha, profanando los senderos de mis labios. Caminaba desde mi pubis, hasta rozar mi orificio trasero, y como si a medio camino perdiera el ánimo  buscaba un refugio para descansar dentro de mi vagina.  No encontraba espacio, mi entrada mas que estrecha estaba cerrada, empujaba despacito buscando mi orificio y eso me causaba un poco de dolor, pero estoicamente resistía dejando que se adueñe de mi, su índice insistió, entraba suave abriendo mi canal, salía y volvía a ingresar, una…dos…mas veces…nunca había sentido nada tan delicioso y facilitándole  las cosas me abría aún más.
Jugó un poco más arriba, allí, en el botón que esconden mis labios, lo acarició con suavidad, moviéndolo de un lado al otro, perdí el sentido de la realidad y me hundí en un sueño como si cayera en un abismo profundo de placer y me nacieran alas  de felicidad, mi cuerpo no resistió mucho esa sensación, los estímulos en mi clítoris y los masajes en mis pechos, me llevaron a descubrir el mas delicioso de los placeres carnales.
Convulsionaba mi pelvis, arrancándome más palpitaciones, me abría con desesperación buscando alargar esos segundos, su palma frotaba mi vagina, proveyéndome de más, hasta que de mis  entrañas destiló toda mi esencia, bañando su mano en mi despertar de mujer.
Lo alcé a mirar, como si quisiera decirle tantas cosas guardadas, pero solo me perdí en su dulces ojos; acercó sus labios a los míos, y rozándolos apenas, recibí mi primer beso, extrañamente después…de mi primer orgasmo.
Me abrazó con ternura y tomándome en brazos me llevó a mi habitación,  me recostó y me besó en la frente,
Descansa amor, estaré abajo.
Me estiré en mi cama con el trofeo de una sonrisa iluminándome,  giré hacia el velador, eran apenas las ocho, demasiado temprano para dormir, y  me dispuse a regresar con él.
Caminé  por el pasillo llegando al primer escalón, desde allí se vislumbraba la sala iluminada tan solo por el reflejo de la tv, en una esquina estaba ubicado un pequeño bar, Martín sostenía una copa de licor, se lo tomó de un solo trago y golpeando sus puños contra la madera, le oí decir.
_Qué diablos estoy haciendo? Es mi sobrina,  mi  so… bri… na, parecía repetirse a si mismo una y otra vez.
Me quedé sentada en las escaleras como cuando era chica, sin saber qué pensar ni qué hacer, sientiendo que las puertas de la felicidad se me cerraban de nuevo.
Se tiró sobre el sofá, lanzó sus zapatos por el piso,  y bebió otra copa más, sentí ganas de abrazarle y decirle que todo estaba bien.
Me quité las sandalias y bajé despacio las escaleras, quedamente me acerqué al sillón hasta quedar tras él  y cubriéndole los ojos, pensé sorprenderle, pero fui yo la que se sobresaltó, tenía el pantalón bajado con la mano en su pene, estaba levantado y agarrándolo por la base lo oscilaba de arriba abajo en rápidos movimientos, y entre gemidos y gemido musitaba Dianita…
Dianita, mi nombre… sí, al fin al fin pensaba en mi…
_Aquí estoy tío…dije dulcemente maliciosa y sin quitar la vista de su pene, acomodé  mi mano oscilándolo como el lo hacía
Ahhh  preciosa, ahhh será mejor que subas o  tu habitación o…o no respondo por mi
Casi no escuchaba sus intentos por convencerme de salir, no, esta vez, no me dejaría tras las puertas escuchando sus gemidos, esta vez sería yo quien le regale placer.
_Enséñame tío…enséñame como hacerlo…
Me miró con aquel gesto de perverso que hace tiempo yo había visto en la bodega, y en ese momento sentí que al fin tenia el lugar que yo quería.
Cerró los ojos como si quisiera olvidar nuestro pecado filial, pero qué valores morales podrían permanecer en pie cuando lo que hacía en ese momento era pensar con su pene, si con aquel pene que a mi contacto se ponía mas duro, como si mis manos tuvieran el poder de agrandarlo,  de ponerlo aun más hermoso.
Era enorme sin duda, al menos a mis ojos en aquel tiempo, de él colgaban sus testículos, que lo hacían aún mas impresionante, su pubis estaba cubierto finamente por vello; lo  acariciaba descubriendo todo  lo que esconde un hombre bajo sus pantalones. Llevé mi mano a su falo y él colocó la suya por encima enseñándome el movimiento de masturbación; tan solo con un par de movidas se mojaba, sus  líquidos me ensuciaban la mano y su aroma extraño no hacia sino provocarme ganas de descubrir su sabor. Introduje una porción  y mi tío gimió como loco, así supe que debía seguir, lamí suave, limpiándolo de sus fluidos, y a medida que llenaba mi boca, sentía mas deseos de comérmelo, torpemente jugaba metiéndolo y sacándolo de mi, estaba haciendo una mamada, y descubriendo que con chupar ese pedazo de carne, mi cuerpo empezaba a pedir mas caricias. Unos segundos más y se contrajo apercollando mi garganta; había logrado que explosione, su lava tibia se disparó salpicándome el rostro.
_Lo hice bien tío?
_Mejor que cualquiera chiquita, balbució mientras recuperaba el aliento.
Su mentira piadosa, me incitó a lamer todo residuo de aquella rica golosina que embadurnaba su miembro.
Me acostó sobre su regazo, y quitándome la bombacha, jugaba en mi sexo,  me mojé otra vez y mordiendo mi oreja susurró:
_Eres un chiquilla golosa, mira como te pones tan rápido…
Estaba caliente así que en lugar de avergonzarme  llevé sus manos a mis pechos obligándole a amasarlos  y provocando sus ganas de mamar mis capullos.
_Mi amor, sientes como mi dedo quiere entrar en tu cuerpo?
_Siii…siii tioo, me gusta como lo empujas..
Un día, con esto que tengo aquí parándose otra vez, voy a romper esta cosita apretada que tienes…te lo voy a hundir completito, y vas a ver que rico se siente…
Sus palabras me excitaban tanto, que suplicaba
_Hazlo tío …hazlo…
No mi amor, ahora no,… mi reina solo te cuento lo que te haré para que sigas pensando en ello…
Si su intención era inquietarme, lo lograba perfectamente.
_Ahora tío ahhhh….que sea ahora,
_Jajaja mi niña curiosa, mira que también muero de ganas, pero hay que esperar a que estemos  solos sin que nadie esté por venir, para que sea nuestro momento especial.
Enardecida por las ganas me levanté y adoptando una pose de mujer altanera, perversamente sentencié:
_Es ahora o….nunca…querido tío….
Me atrajo con furia, agarrándome del trasero y levantando un poco mi pierna se zambulló en mi vagina, chupaba con intensidad mi clítoris lamiendo entre mis labios, mientras su dedo me penetraba repetidas veces, su lengua sinuosa se movía en mi entrada saliendo y entrando…
Caímos sobre la alfombra, sus labios me besaban intensamente, deslizaba su lengua conociendo mi boca hasta hacerme faltar el aire, luego mi cuello..Mis hombros…mis pechos, tiraba de mis pez
ones mientras los ensalivaba y succionaba, y mágicamente mis muslos se abrían reclamando nuevamente sus besos, pasaba su lengua por cada espacio que mi sexo le ofrecía arrancando grititos  de placer. Se recostó sobre mí, y empezó a puntear sobre mi entrada, su cabecita empezaba a encontrar el camino, a empujar arremetiendo contra mi virginidad sin lograr desflorarme, a la vez que sus dedos atornillaban mi clítoris; no resistí casi nada, y grité ante la locura de otro orgasmo.
Jadeaba mientras mi cuerpo conseguía el placer que quería, cobrándome el precio de dejarme sin fuerzas…
_Todavía tiene ganas de más mi princesa? o  ya comprende que es mejor que se hagan las cosas como yo le digo
No tenía ganas de responder, el placer aún no abandonaba del todo mi cuerpo
Jugueteando en mis pechos añadió, mijita ahora tengo más derechos sobre ti, así que a obedecer ,decía sonriente mientras palmoteaba mi trasero
Orgullosa como soy, le besé y mordiéndole el labio inferior susurre:
_Esta vez ganas tío, pero esto no finaliza  aquí, ya veras, ya verás….quien termina obedeciendo a quien….
Muchas gracias a quienes tengan la intencion de leer la  segunda parte.

Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 
 

Relato erótico: “La casa en la playa 9.” (POR SAULILLO77)

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El hombre de la casa.

Respiraba hondo, una y otra vez, preparado para continuar con el plan, estaba en la puerta de mi habitación, de pie, apretando y soltando mis puños, nervioso y expectante. Hacia un rato Vanesa había bajado a desayunar después de curarme la mano con la que había erradicado el cáncer que era Jaime de mi vida, de un solo golpe, en concreto del puñetazo que le di cuando me enfureció más allá de mi límite. Antes hubiera dejado que me gritara, antes hubiera dejado que me pegara, hubiera dejado que tomara todo lo que él deseaba, y me hubiera quedado mirando, pero eso fue antes, ahora era otra persona, ahora tenía a Vanesa, y con ella me sentía capaz de todo. No es que mi personalidad cambiara, es que ahora tenia valor para exteriorizar lo que sentía, y entre pensar en actuar, y actuar, hay un universo de diferencia.

Cuando me sentí listo, bajé a desayunar, tenia un hambre voraz, al llegar al salón estaban todas allí, y se detuvieron medio segundo para mirarme, sentí sus ojos clavados en mi al acercarme a Vanesa por detrás, rodearla con mis brazos para darla un beso en la mejilla, y sentarme a su lado. Empecé a comer, una tostada, un vaso de zumo de naranja frío, y unos bollos de crema que vendían en un puesto ambulante de la urbanización. No se cuanto tiempo pasó hasta que alguna se atrevió ha hablar, lo mediré en que iba por media tostada.

-CARMEN: ¿como estás hijo?

-YO: bien, ¿por qué?

-MARTA: por nada………es que…..Jaime se ha ido…….

-YO: no se fue él, lo eché yo.

-SARA: eso he oído.

-SONIA: ¡menuda hostia le diste!

-YO: se la merecía.

-CARMEN: ¿pero que ha ocurrido?, es tu amigo.

-YO: ya no, era un imbécil al que nunca he aguantado – mi madre dio la vuelta a la mesa y me cogió de la mano.

-CARMEN: hijo, Jaime puede haber comentado algún error, pero no debes de ser duro con él, quizá si le pides disculpas decida volver a……- di un golpe sonoro en la mesa que hizo saltar los cubiertos.

-YO: ¿Disculparme? ¿Yo? ¿Por que debería?, se ha pasado 2 meses haciendo lo que le daba la gana, ha estado en la cama de todas, y en vez de dar gracias al cielo por ese regalo, se reía de vosotras, os faltaba al respeto y os ultrajaba en vuestra cara, mientras poníais sonrisas y el culo para que os azotara, ¿y ahora pretendes que me disculpe, por defenderos cuando amenazaba a Vanesa con que la iba a destrozar a pollazos como os había follado a las 4? ¡VOSOTRAS SOIS LAS QUE TENDRÍAIS QUE PEDIRME DISCULPAS A MI!, en esta casa se me ha tratado como a un crío, he soportado cosas que no me gustan solo por no atreverme ha hablar, pero eso se acabó, a partir de ahora voy a hablar claro, y a quien no le guste, ahí está la puerta – fue mucho más fácil decir las palabras que Vanesa me dijo, por que lo sentía, eso no cambió que me ardía la cara.

-MARTA: solo estabamos jugando……

-YO: pues se terminó jugar, somos adultos, no críos borrachos.

-SARA: ¿y donde va a ir Jaime?

-YO: mirar lo mucho que os quería que se ha ido a la casa de las amigas de Vanesa a cepillarse todo lo que pille.

-CARMEN: lo siento………yo pensaba que no te importaba…….. que lo veías bien.

-YO: ¿como voy a ver bien que mi madre se deje meter mano de esa forma por un mierda como él? – aquella frase la lapidó, como la dejaba mi padre con solo mirarla.

-SARA: bueno, vamos a calmarnos todos un poco.

-YO: si, será lo mejor, yo me voy a la playa, ¿quien se viene? – Vanesa me cogido de la mano.

-VANESA: yo misma.

-SARA: y yo, estoy acalorada.

-MARTA: yo me quedo, estoy molida de ayer.

-SONIA: pues no te digo yo…- me guiñó un ojo, para hacerme recordar la noche entera que me pasé tomándola – ….te haré compañía Marta.

-CARMEN: dame un minuto y me visto hijo.

-YO: vale, pero usar biquinis normales, estoy harto de ver a tíos babeando encima vuestra, os esperamos fuera – arrastré a Vanesa a la piscina, y la abracé rendido, mostrar rudeza era agotador, apoyé mi cabeza en su hombro.

-VANESA: jajaja las has dejado a cuadros, me encanta.

-YO: ¿lo he hecho bien?

-VANESA: de fábula, una semana así y no cagarán si pedirte permiso.

-YO: ¿y ahora que hacemos?

-VANESA: a la paya, y como si fuera el 1º día, seriedad, bañarse calmamente sin roces, salir a tomar el sol, y vuelta a casa, si no las hablas casi mejor – la cogí de la nuca y la besé, queriendo reafirmarme en ella para saber si hacia lo correcto.

-YO: mi madre no me dejará dominarla así.

-VANESA: ¿tú la has visto? tu madre es una tigresa que se ha pasado casi 20 años encerrada, y la han dejado corretear por la jungla, pero ahora quiere volver a su jaula, supongo que está buscando a un domador que la devuelva a ella, por eso Joel es tan peligroso, si se da cuenta será tarde, tienes que ser tú el que tenga el látigo en la mano.

Su lógica parecía no tener fisuras, así que fuimos a la playa todos en silencio, plantamos la sombrilla y nos llevamos refrescos para tomar algo frío, en pleno agosto era infernal quedarse al aire sin bebidas. Cuando yo me levanté, y no antes, mi hermana y mi madre se quitaron la camiseta y dejaron sus bellos cuerpos tapados por unos biquinis de lo más ordinarios, Sonia en cambio siguió con el de tanga abajo y arriba uno de los suyos, mientras que Sara escogió un termino medio, no se puso los diminutos, pero si unos más estilizados, de los que usaba al principio. Vanesa iba con uno azul claro que le quedaba de escándalo con sus ojos y el tono de su piel adquirido por el sol, ni que decir de sus curvas de carretera de montaña.

Fue el baño más tranquilo del verano, Sara y mi madre por un lado charlando, Sonia y Marta por otro, y Vanesa y yo cerca de ellas, pero por separado, unos juegos inocentes a dejarse arrastrar por las olas, y de regreso a las toallas, la única que se atrevió a quedarse con los pechos al aire era Sonia, y no creo que fuera algo que no se atreviera ha hacer antes de aquel verano. Yo las respondía con monosílabos cada pregunta, y solo dejaba que se me acercara Vanesa, creo que me mostraba más cariñoso con ella de lo que estipulaba mi personaje o escudo, pero no podía evitarlo, tenerla reposando entre mis piernas y brazos, mordisqueándose un dedo mientras su pelo me acariciaba el pecho y se tapaba el rostro del sol con una mano, era demasiado para no rozar su ombligo con mis dedos, o apoyar mi cabeza en la suya para besarla en la nuca. Regreso sepulcral a casa, y comida tranquila, parecía que todas esperaran un “ta – chán” y aparecieran cámaras ocultas, y todo aquello fuera una broma, pero no, se miraban y hablaban sin alzar la voz.

Pasamos 3 días igual, en los que era seco, frío, distante e hiriente en mis comentarios, reprochaba sus actitudes, y todas, en mayor o menor medida, se avergonzaban de su comportamiento previo. Descubrí cierta adición ha hacer daño con mis palabras, y fue liberador expresar en alto lo que sentía, Vanesa llegó a pedirme que fuera con más calma o me pasaría, y una figura autoritaria se convertiría en un enemigo, y no en un líder. En esos días no me acosté más que con Vanesa, bueno, técnicamente solo tuve sexo con ella, ya que Marta seguía metiéndose en mi cama. Estabamos comiendo después de una mañana apacible, tranquila y aburrida en la piscina.

-CARMEN: ¿y que haremos esta tarde? Es jueves…….- la discoteca abría y Jaime no estaba para usar sus juegos de cartas.

-YO: yo me voy a quedar en casa, no me apetece hacer nada ni ver a nadie – Sonia me miró confundida.

-VANESA: pues yo me voy al paseo marítimo a dar un paseo, ¿os apuntáis?

-MARTA: ¡si, por dios!, necesito salir de aquí un poco.

-VANESA: ¿y tú, Sonia?

-SONIA: claro……si Sam no…….

-CARMEN: yo he quedado con Joel, teníamos que halar de una cosa …….pero no se si es el mejor momento.

-MARTA: ¿de que?

-CARMEN: nada………es que…..había pensado que…………vamos……nos vemos tanto que………pensé que podría quedarse unos días aquí – Vanesa me miró con condescendencia, y aquello me pilló en frío.

-YO: ¿quedarse?

-CARMEN: si……….no sé……es que están de obras en la casa en que se estaba quedando…….. y me lo pidió – “ya, de obras”

-YO: ni de broma metes a ese en nuestra casa …- Vanesa me apretó la mano -…en mi casa.

-MARTA: seria raro mamá.

-CARMEN: tengo que hablar con él y decirle algo………- la veía tal como era, mi madre preguntaba al aire, estaba buscando a alguien que la dijera que hacer, ese era mi padre, pero él no estaba.

-YO: dile que no puede ser, ya se ha aprovechado de ti suficiente.

-CARMEN: ¿tú crees? – era tan evidente ahora su necesidad de obedecer, que no darme cuenta antes me resultó desesperante.

-YO: y además, e n la medida de lo posible, me gustara que dejaras de verlo – alzó la mirada confundida.

-CARMEN: ¿pero entonces que voy a ha hacer yo?

-YO: cerrar las piernas, lo que tendrías que haber hecho desde el principio – aquello la cayó como un jarro de agua fría, agachó la cabeza mirando al plato, y no volvió a hablar en toda la comida. Pasó un buen rato hasta que alguien abrió la boca.

-VANESA: ¿entones nos vamos todas?

-MARTA: si.

-CARMEN: claro, necesito despejarme.

-SARA: bueno, si salís todas……- la cogí de la mano.

-YO: no te veas obligada, si te quieres quedar……..agradeceré tu compañía.

-SARA: vale……pero solo si nos echamos la siesta juntos, que hace mucho que no duermes conmigo – fue un regalo del cielo.

-YO: como quieras, estoy roto y necesito dormir – aproveché el regalo y de paso mantuve mi escudo de frialdad.

Tal cual planeamos, Vanesa se llevó a las chicas toda la tarde, así que se ducharon y se vistieron con ropas amplias o vaporosas para aguantar el sopor del sol y se despidieron. Sara se quedó en el sofá de abajo conmigo una media hora, hasta que bostezó y se subió a la cama, dejé pasar unos minutos y subí tras ella dispuesto a todo. Al llegar ella estaba sentada en la cama, con el biquini puesto, y me vio entrar, con solo el bañador.

-YO: espero no importunar.

-SARA: nada tonto, ya te dije que mi cama estará siempre para ti y tu hermana – extendió su mano y me senté a su lado.

-YO: te lo agradezco.

-SARA: debo confesar que me has sorprendido, parece que hayas madurado 10 años de golpe.

-YO: solo trato de poner orden en mi casa.

-SARA: ¿quieres ser como tu padre?

-YO: mi padre no se acostaría contigo ahora – me tumbé a su espalda y la cogí de la cintura con un brazo, sonrío al verse como una maniquí sin vida siendo acomodada de espaldas a mí, pegándome a ella.

-SARA: jajajaja no, él no lo haría.

-YO: te agradezco mucho de nuevo que me dejes dormir aquí, ahora mismo no soy capaz de dormir sin sentir el cuerpo cálido de una mujer hermosa – apreté rodeándola por el vientre hasta sentir en mi pecho su espalda, su pelo en mi cara, y su culo en mi polla.

-SARA: jajaja un placer.

Se acomodó el cuerpo a mi, y sin querer me dormí unos minutos, me despertó el movimiento de sus caderas, con un gesto leve y amplio, restregaba su glúteos contra mi, provocándome una erección incontrolada, al sentirla, desabrochó su parte de arriba del biquini y se la quitó. Comencé a frotar con mis dedos en su vientre, ya que aún la rodeaba con el brazo, y sonrió sonoramente. El juego fue subiendo de temperatura, se recogió el pelo hacia la almohada, dejándome ver su cara de perfil por encima del hombro, y su culo empezó a masturbarme con habilidad, soltó un gemido de sorpresa al cogerla un pecho, y acariciar con los dedos sus pezones, apoyé mi barbilla en su hombro y me miró meriendes el labio de forma traviesa a escasos centímetros de mi cara.

-SARA: pensaba que te habías olvidado de mí…….

-YO: solo un imbécil como Jaime lo haría, follas como una diosa.

-SARA: jajjaa que bruto, ¿y Vanesa?

-YO: la tengo contenta, como a Sonia.

-SARA: ya lo vi el otro día, jajaja pobrecilla, la dejaste muerta.

-YO: ¿y ti como te dejé?

-SARA: puffff desde aquellos días me he vuelto loca buscando a uno como tú, pero ni los mulatos me llenan……

-YO: he pensado mucho en aquellos días, fue una locura, estaba pasando un mal momento y me aproveché de ti.

-SARA: nada de eso cielo, soy yo la que debía de haber puesto unos límites, soy adulta y lo pasaba mal, necesitaba caricias y las busqué en ti.

-YO: no es que me arrepienta de que ocurriera, pero me planteo lo bien o mal que fue hacerlo.

-SARA: yo también……………no…….miento….la verdad es que no me había parado a pensarlo, fue fugaz, intenso y rápido, y si soy sincera, me encantó, no solo por ti, si no ese sentimiento de travesura o rebeldía.

-YO: fue emocionante.

-SARA: lo fue……..a menudo sueño contigo, me levanto acalorada y con la mano entre mis piernas, sintiendo mis braguitas húmedas…..¿por que está mal que un hombre y una mujer adultos disfruten del sexo? – era la señal, me consideraba un hombre adulto.

-YO: es verdad, es mezquino e hipócrita que por unos simples lazos de sangre se convierta en algo malvado….– bajé mi mano del vientre a su entre pierna, estaba tan caliente que me ardían los dedos, pero apreté hasta meter mi mano por dentro de la tela de las bragas del biquini, al sentirlo, Sara cerró los ojos y ayudó abriéndose de piernas lo justo.

-SARA: por que es tan excitante que la gente le da miedo…….- se giró sobre si misma quedando boca arriba, acariciando mi cara con sus manos al sentir mis caricias en su piel -….me vuelves loca Samuel.

Se arqueó al sentir mis dedos penetrarla, y pasó un brazo por encima de mi cabeza, lo que me dio acceso a lamerla un pecho, me costó muy poco dejarle el pezón duro y tieso con los labios, el tiempo que tardó en mojarme la mano que la acariciaba como ella misma me había enseñado. Debí de lograr acelerarla, por que me empujó con fuerza y me tumbó boca arriba, se puso a mis pies y tiró de mi bañador con los dientes, ayudándose con las manos para sacármelo, al ver mi polla dura sonrió con lujuria, la agarró con las manos y la besó en la punta con calidez.

-SARA: pufff casi no recordaba como era de ancha – al metérsela en la boca me costó no derrumbarme y echarme a llorar de felicidad, su forma de chupar el glande era única.

Se pasó un buen rato pajeando lentamente mientras su boca hacia maravillas con mi miembro, le dedicaba lametones largos desde la base hasta arriba, y luego pasaba su lengua por el capullo antes de metérsela en la boca y usarla como si fuera un “chupa-chups” enorme. Me di cuenta que al soltarla Sara, el propio peso de mi tranca la hacia caer sobre mi vientre, y ella lo aprovechó estrujándomela entre sus senos, para subir y bajar lentamente sobre ella. La cara que ponía era de niña traviesa estudiada sabiendo que estaba comportándose mal, a la 6º vez que subió, la cogí de los hombros y la alcé hasta besarla, metí mi lengua en ella y la devoré con fuerza. La volví a poner de lado dándome la espalda, desaté el nudo del biquini en su cintura, mientras la besaba el hombro, y tiré de él con tanta fuerza que lo rompí por el lado no desatado, su gemido de susto lo tapó mi boca al alzarme para buscar posición a su espalda. Ladeándola la cadera acaricié su clítoris para localizar la entrada a su cuerpo, apunté mi polla y embestí de un solo tirón, se quedó ronca y se apoyó en el colchón al no poder hacer otro cosa a al vez que la tenia aferrada, la sacaba y metía con lentitud, noté como se le había cerrado algo, pero enseguida se acostumbró de nuevo a mi presencia, para entonces soltaba gemidos ahogados con cada vaivén, y ella sacó el culo para facilitarme las cosas.

Fueron unos 20 minutas en que no paraba el ritmo, de vez en cuando al cogía del vientre y la pegaba a mi, por que según la iba embistiendo ella se alejaba acercándose al borde de la cama. Cuando la separé las piernas, y a la vez que la follaba, la acariciaba el clítoris, se derrumbó, dejó de devolverme los golpes de cadera y se tensó hasta eclosionar, con 4 gritos rápidos.

-SARA: ¡DIOS………..JODER………SIIIIIIII……..ME MATA! – me tumbé boca arriba conmigo dentro de ella aún, quedando sentada en mi pelvis, de espaldas a mi.

En esa postura había cogido cierta practica gracias a Vanesa, así que la cogí de los muslo para ponerla como una rana, y comencé ha hundírsela tan rápido y fuerte como podía, ella se mantenía rígida sonriendo, hacia contracciones para ayudar la penetración, balanceándose sobre el eje de su trasero sobre mi, aguantó un buen rato pero pasados unos instantes se derritió sobre mi cuerpo, la cogí de los senos una vez que ella ya no cerraba las piernas y no paré hasta arrancarla un 2º orgasmo, en el que esta vez si, que sentí como se mojaban nuestros cuerpos. Iba a por todas, seguí sin descanso sintiendo un calor y una humedad indescriptibles al introducírsela, su espalda chocaba con mi cara y terminé besando su piel y dando pequeños mordiscos que la hacían reír, soporté aquel martirio divino hasta vaciarme dentro de ella, da tales golpes de cintura que Sara tardaba en caer a plomo sobre mi erección.

-SARA: ¡jaajajaja, madre mía, si que te enseñé bien!

De un giró rápido, la tenia tumbada boca abajo sobre mi, la cogí del culo y nos besamos hasta perder la noción del tiempo. Mi polla regresó, dura y firme, lo que buscaba con su bamboleo corporal, y se abrió de piernas montándome de rodillas, busqué sus pelvis y la golpeaba con mi miembro, aquello la producía escalofríos, se abrió los labios mayores y de una estocada limpia la enterré en ella, se agarró el pelo de tensión unos instantes antes de caer a 4 patas sobre mi, comenzando un movimiento rítmico de caderas.

Fue tremendo verla destrozarse ella sola contra mí, que casi ni me movía, así que la ayudé plantando los pies y organizando un rodeo, siendo yo el toro bravo y ella la jinete. Se tuvo que apoyar en la pared de la cabeza de la cama para no vencerse, y luego ponerse rígida para contener su cuerpo, sus pechos temblaban sobre mi cara y era besados, lamidos y mordidos, el sonido del choque de sexos empezó a taladrarme el cerebro, con un canto meloso, casi celestial, saliendo de la boca de Sara, que aumentaba cada poco sus decibelios, fui aguantando el ritmo hasta reventarla, soltó 4 chorros saliendo de mi, que me salpicaron hasta la cara, para bajar y hundírsela otra vez, de cuclillas rebotaba como una poseída, sin ritmo ni cadencia, solo se dejaba caer. La cogí del cuello y la tumbé para besarla, luego comenzó a chuparme los dedos, y una vez húmedos fueron guiados a su ano, al sentir uno dentro de ella se calmó por unos instantes, cerrando los ojos y queriendo gritar, pero sin hacerlo. No paraba mi cadera, aunque a ritmo lento, y unos minutos después la estaba metiendo 2 dedos por el culo mientras la perforaba con mi tranca.

Elevó su cadera rogando que me la follara por el culo, la saqué de su coño y jugué a no metérsela, ella me arañaba el pecho como suplica, y al sentirme acertando en su ano, dejó resbalar hasta sentirla dentro de varios intentos, eso la hizo tiritar de nervios, la rodeé por los riñones con los brazos pegándola a mi y regresó el ritmo a mi cintura, sabia que allí terminaría hasta el final. Si ya estaba abrumada, cuando me pasé 15 minutos dándola por el culo se desquició, soltaba chorros leves de vez en cuando sin dejar de frotarse el clítoris, peor no dejaba de hacer círculos con la cadera buscado más penetraciones. Alguna vez se me salía de su cuerpo, pero sin usar la manos me buscaba ella y se lo volvía a meter, era tan fácil pasado un rato que Sara dejó de parecer congestionada, y lo disfruta de verdad. Se puso a 4 patas gateando tras un orgasmo que la provocó espasmos en los riñones, la seguí de rodillas y se la metí por el agujero descomunal que tenia entre sus nalgas, hasta que hizo tope con mi pelvis, se mantuvo en el aire medio segundo antes de caer rota, y me dediqué a matarla entre alaridos que no reconocía en mi idioma, balbuceos calientes y risas sobrepasadas, terminé sudando hasta el punto de que me goteaba de la nariz, y cayendo a su espalda con una corriente eléctrica atravesándome la columna cuando solté todo mi cargamento de semen en su trasero. Caí tumbado a la cama, tratando de recuperar el aliento, mientras Sara se tensaba y destentaba por momentos.

-YO: ¡puffffffff no puedo más……!

-SARA: no….más no por favor……no puedo……- se dejó caer rodando hasta acabar a mi lado, tenia los ojos bien abiertos y su cara irradiaba felicidad – ….. jajajaja se nota que practicas a diario, jajaja has mejorado un montón en duración y la forma de llevar el ritmo.

-YO: ayuda entrenarme con mujeres de verdad, como tú.

-SARA: jajaja me has dejado como nueva…….

-YO: eso espero, puede que te venga a ver alguna que otra vez.

-SARA: será un lujo para mí.

-YO: pero deja de buscar a otros, ya sabes que ninguno te dará esto.

-SARA: ¿y pretendes que me quede sola en la cama mientras tú estás con Vanesa?

-YO: si.

-SARA: ¿y te parece justo?

-YO: no, pero si veo a otro mulato o mierdecilla en tu cama, el que no vuelve soy yo.

-SARA: que cruel……….

-YO: si quieres te mando con Jaime, él sabrá darte placer, hasta que se canse y se busque a otra de nuevo…..

-SARA: no, por favor, no hace falta, solo que me parece injusto, soy adulta y puedo tomar mis decisiones.

-YO: me parece bien, busca a un buen hombre, mereces más que ser una borracha salida en busca de una buena polla, me duele verte tan rebajada, así que tu eliges, o te buscas novio de verdad o yo te vengo a ver para calmar tu fuego, pero nada de líos bajo mi techo.

-SARA: quizá tengas razón, llevo como una gata en celo desde que estoy aquí………¿pero donde voy a encontrar marido ahora? – casi como un bofetón, lo vi, Sara estaba descontrolada por que tenia miedo de volver a empezar una relación, su divorcio le había afectado bastante más de lo que pensaba.

-YO: aquí no creo que encuentres a ningún hombre decente, pero seguro que hay cientos de hombres que matarían por estar contigo.

-SARA: eres un cielo…..- me abrazó y nos quedamos así una media hora.

Sara se duchó, y yo detrás, fue refrescante, terminamos acostados y vestidos como si no hubiéramos estado follando como animales. Pese a tenerla abrazada, y haber disfrutado del sexo, mis pensamientos no eran para ella, o para mi propio ensalzamiento, eran que ya tenia la 2º pieza del puzzle, pero esas habían sido las fáciles, ahora tocaban mi hermana y mi madre, y eso seria un suplicio.

Al regresar las chicas, menos mi madre que había quedado con Joel, se pasaron media hora hablando y riéndose de lo que se habían divertido en el paseo marítimo, me tenia que mantener firme así que no las prestaba atención, pese a que mostraban prendas que se habían comprado, alguna subida de tono, pero me alejaba de ellas. Sonia se me acercó pasado un buen rato en que las demás hacían la cena, iba vestida como le gustaba, top ceñido marcando pecho y shorts abiertos.

-SONIA: hola, ¿que haces aquí tan solo? – sonó a burla.

-YO: estudiar un poco – me besó en la mejilla inclinándose sobre mi.

-SONIA: ¿y no te apetecería estudiarme a mi?… – se hizo una coleta con las manos encima de un hombro jugando con su larga cabellera –…me he comprado una cosita para ti, ven a mi cuarto luego – me cogió de la nuca y se esmeró en aplastarme sus senos al besarme en el cuello, luego se giró y caminó siendo consciente de que la miraba.

-VANESA: ¿competencia? – me pilló de sopetón a mi espalda.

-YO: quiere que vaya a su cuarto…….a enseñarme una cosa……

-VANESA: ya……vas a tener que tirártela otra vez, se huele que te has acostado con Sara, y quiere revancha.

-YO: yo quiero estar contigo.

-VANESA: luego, tu hermana y yo te estaremos esperando en la cama, pero tienes que cumplir con ella o se buscará a otro imbécil, y si la pierdes a ella, las pierdes a todas, tu escudo se vendrá abajo.

Asentí abrazándola, y besándola, su olor a champú de manzana en el pelo me transportaba a un bosque y sus ojos azules eran el cielo, me acostaría con Sonia, como hice con Sara, y como intentaría con las demás, pero solo la quería a ella.

Cenamos con algo de cháchara, fue divertido unos instantes, al terminar decidieron darse un baño en la piscina, como no, Vanesa se las llevó y dejó que Sonia se quedara conmigo, no tardó en apretarse contra mí en el sofá, y mis ojos se perdían en su escote, era imposible no mirar por que ella lo ofrecía encantada. Al rato ya la tenía cogida de una teta y la acariciaba con delicadeza, alzó sus ojos verdes y me clavó un beso de tornillo que casi me ahoga.

-SONIA: vamos arriba – me cogió de la mano y la seguí aceptando mi destino, jamás un hombre sabiendo que iba a follar con semejante hembra……. fue tan infeliz.

Al llegar a su cuarto me empujó a besos a su cama y me sentó, cogió una bolsa diminuta y se metió en el baño, se dio una ducha y tardó unos minutos en salir, avisó antes de sacar una pierna con unos buenos tacones y usó el móvil para poner música sensual. Lo siguiente que vi fue a Sonia salir vestida con una bata de encaje trasparente sin anudar, con un conjunto de ropa interior, negra y con lazos rojos, a juego, tan sexy como exuberante, con todo su pelo caoba recién mojado y una leve sombra en los párpados que hacían verla como si tuviera 2 esmeraldas en los ojos, la parte de arriba era un wonderbra de dimensiones épicas, se las ponía tan arriba y tan apretadas que rebosaban y temblaban al caminar, al darse una vuelta la bata se elevó mostrando su trasero en un tanga de hilo fino, con un lazo carmesí en parte delantera.

-SONIA: ¿te gusta?

-YO: estás como un tren de mercancías – “basta, si, pero arrolladora”

-SONIA: jajaja he pensado que un hombre como tu tendría unos gustos más refinados, así que según lo he visto lo he comprado, es una talla menos que la mía de pecho, pero es que no tenían nada más grande.

-YO: normal, si es que vaya tetas…..

-SONIA: hombre, gracias jajajajajaja…….y ahora tu sorpresa.

Se cuadró con la música y empezó un movimiento lento y suave de caderas, de lado a lado, tan amplio como le permitían aquellos taconazos, seguido de un par de giros de cuello regalando una estampa que ni las marcas de champú, con su pelo tan largo como brillante. Cada vez que hacia que su pelo se moviera como un látigo, lo acompañaba de una ola en su cuerpo, fue tan burdo como excitante, logró ponérmela dura con solo agacharse ante mi y mostrar su escote, se dio la vuelta dejándose caer sobre mi, frotando su trasero contra mi pelvis, apoyando su cabeza en mi hombro y mirándonos fijamente, usándome de apoyo para subir por mi cuerpo y dejarse resbalar por él. Aparté la bata de su hombro y la besé, aquello la encendió, su cadera cogió vida propia y me estaba masturbando con su culo antes de sacarme la ropa. Mis manos fueron a sus senos, eso ya no podía evitarse, al acariciarlas sentí la aspereza de la tela y quise tirar de él para sacarle los pechos.

-SONIA: ¡ah, no!, que me lo rompes y es nuevo……deja que me lo quite…..- se puso en pie recolocándose, no tardé ni medio segundo en pegarme a su espalda y bajarla la bata hasta casi atarla de las muñecas.

-YO: déjatelo, te voy a follar con él conjunto puesto – se le estremeció la piel, y sentí el escalofrío pasar por su espalda, una mano fue a su pecho y la otra comenzó a acariciarla por encima del tanga, pegando su culo a mí…..desde atrás la visión era tremenda.

-SONIA: hazlo.

Mis dedos se metieron por dentro de sus muslos, y acariciaba con lentitud, pero ella ya estaba mojada, sentirlo me éxito, y metí un dedo haciéndola suspirar, besándola en el cuello y amasando a duras penas un pecho que se mantenía de milagro dentro del sujetador. La mano entre sus piernas se fue acelerando, había encontrado su punto G y la penetraba con rapidez, logrado sacarla gemidos muy pronto, se quejaba incluso, dando pequeños golpes sacando el culo, hasta que empezó a decir palabrotas, allí la solté, se giró rabia y me empujó a la cama para montarme a 4 patas, nos dimos una serie de largos besos en los que ella terminó recostada sobre mi pecho, en los últimos besos sentí si mano acariciando mi abultada entre pierna. Me besó en el cuello y fue bajando hasta sacarme el bañador, sonrió al masturbarme, mordiéndose el labio y terminar chupándome el glande con rudeza, Sara era mucho más dulce, pero sabia lo que se hacia.

Estuvo unos 10 minutos comiéndomela, y me contenía a duras penas, quería follármela pero parecía tan entregada que me daba apuro, Sonia tosía y se ahogaba la tratar de meterse más de la que podía albergar, con una mano sin parar de masturbar, la pedí que dejara de hacer eso y me montara de una puta vez, estaba sediento de sexo y no es que Sara me hubiera dejado con ganas por la tarde, es que Sonia estaba tremenda, se apartó el tanga a un lado antes de sentir como la penetraba, fue tan diferente y tan parecido a la vez, le costó un mundo metérsela entera y se quedó petrificada unos segundos, en los que la aparté la bata hecha una bola. El sujetador brillaba con una especie de cristales reflectantes diminutos, y la acariciaba los senos por encima de ellos. Su cadera ya se movía cuando logré sacarle un pecho, su pezón estaba tan duro y tenso que sobresalía con orgullo, la tumbé para poder chupárselo y a la vez ganar espacio para apoyar los pies, soltó una serie de alaridos al sentir como la penetraba fuerte y con rapidez, apoyó sus manos una a cada lado de mi cabeza y empezó a hacer fuerza contra mis embestidas, verla con sus tetas oprimidas y temblando ante mis ojos me llevó a perder el control, subí hasta donde mejor ritmo pude dar y no bajé en un buen rato, sin preocuparme de desfondarme.

Sonia puso los ojos en blanco y se perdió por el 2º orgasmo, allí cayó fulminada, y dejó de tener gracia follársela, así que la tumbé boca arriba sentándome en su vientre, desabroché el sujetador liberando sus senos como si se rompiera una presa y el agua fluyera libre, besé y lamí sus pechos para después poner mi rabo entre ellos, no hacia falta ni que los apretara uno contra otro, eran tan bien puestas que con solo frotarme ya sentía placer, tardó unos minutos en entender que ocurría y se las agarró para dejarme hacerme la mejor cubana de mi vida, mi ancho miembro palidecía ante aquellas montañas, fui aumentando la velocidad hasta que el cuerpo entero de Sonia botaba al ritmo de sus pechos, tuve que contenerme por no correrme en su pecho sin dejarla rota de nuevo. La abrí de piernas metiéndome entre ellas y de un empujón certero volvió a poner los ojos en blanco, arqueó su espalda mostrando aún mas sus tetas, que lamí y chupé extasiado, cogiéndolas como ancla y llegando un punto en el que no terminaba de salir de ella y ya estaba entrando de nuevo, una vez y otra tras otra, ella trató de rodearme con las piernas pero no podía, de la inercia se abría retorciéndose, aguantando la respiración y logrando llevarla a otro par de orgasmos que coronaron un chorro que casi me saltó por encima del hombro, eso me mató, y dando un pequeño descanso, seguí hasta vaciarme dentro de ella, que casi pedía a gritos terminar con sus ojos. Me pasé media hora encima de ella comiéndome sus senos empapados de sudor y fluidos de ambos.

-SONIA: yo no puedo contigo……. ¡me matas Sam!

-YO: vas mejorando.

-SONIA: es que haces delirar, la tienes tan gorda que me roza todo el rato, y cuando coges velocidad es como si volara.

-YO: tú sigue así – me puse en pie, y me vestí.

-SONIA: ¿te vas?

-YO: mi novia me espera en mi cama.

-SONIA: zorra afortunada……..

-YO: más sorpresas como esta, y me meteré en la tuya más a menudo – me tumbé a su lado en la cama, besándonos, al sentir mis dedos en su interior cerró los ojos sobrepasada y se lo di a chupar, cosa que hizo con gusto, sonriendo.

-SONIA: gracias.

Me fui sin saber por que me las dio, si por el polvo, o por darle de probar su propia esencia, y me quedé pensado en cuantas veces había soñado con acostarme a Sonia antes de aquel verano, y de que una vez mía, resultaba que no la quería a ella. Al llegar a mi cuarto ya estaban Vanesa y Marta acostadas, Vanesa iba solo en bragas, mostrando sus preciosos y turgentes senos, mientras que Marta iba en tanga y un camisón amplio, desde mi cambio de actitud siempre iba así al dormir.

-VANESA: ¿ya la has dejado satisfecha?

-YO: eso espero……..no puedo con mi alma – me acosté entre medias.

-VANESA: tu hermana estaba muerta, se ha dormido enseguida abrazada a mí.

-YO: espero lograr lo mismo.

-VANESA: ¿entonces no quieres jugar conmigo? – la miré suplicando perdón.

-YO: claro que quiero, pero no puedo….- pasó su dedo índice desde mi frente a mi barbilla, juntando con su uña a rascarme el mentón.

-VANESA: tranquilo, solo bromeaba, anda, ven aquí y descansa.

Me apretó a su pecho y me dejé llevar, me sentía muy raro al seguir las instrucciones de Vanesa, que a fin de cuentas era mi novia, y me hacia ganarme una a una a las mujeres de la casa, según ella, por mi bien y el de mi familia, algo no me cuadraba, pero estaba muy cansado como para ver que era. Por la mañana me desperté abrazado a mi hermana de cara, estaba despierta y me acariciaba el pelo, al verme mirarla sonrió.

-MARTA: me encanta cuando te despiertas y me miras así…….

-YO: ¿como?

-MARTA: como si vieras a un ángel….

-YO: no se aleja mucho de la realidad.

-MARTA: jajaja que bobo.

-YO: es la verdad Marta, sin ti mi vida hubiera sido un infierno, eres alegre feliz y divertida, hasta ahora eras la única luz de mi vida.

-MARTA: gracias Samuel, te lo agradezco de corazón ….– me besó en la frente – …oye ¿Cómo que hasta ahora?

-YO: bueno……yo…….- soltó una carcajada y me frotó la cabeza de nuevo.

-MARTA: tendré que acostumbrarme a que tienes novia….ya no eres solo mi hombrecito – se levantó y se fue con sus andares felices.

-VANESA: muy bien jugado…….- la tenia a mi espalda.

-YO: ¿jugado el que? – Vanesa me miro confundida al darme la vuelta hacia ella.

-VANESA: lo que la has dicho, ha sido muy bonito, seguro que se pasa media mañana pensando en ti.

-YO: no le he dicho por eso…….- o si, ya no lo sabia.

-VANESA: pues mejor aún, dame un beso y vete a ducharte que tenemos unos dais difíciles por delante – se lo di, un par en realidad, antes de alejarme de sus brazos.

Me pasé 1 semana en un ciclo mortal, rebotando de cama en cama, de la mía a la de Sara, y de la suya a la de Sonia, Vanesa siempre lograba que me quedara a solas con alguna, y aunque todas sabían lo que ocurría, nadie hablaba de ello, supongo que fue un paso atrás a cuando Jaime se las follaba en “secreto”. Fue suficiente para comprender que ninguna de las 2 supondría un problema mayor, mi tía necesitaba afecto y Sonia reafirmarse, con esas tonterías y un poco de encanto estuve más tiempo tumbado que de pie.

El plan funcionaba pero se acababa el tiempo, 3 semanas hasta la fecha de regreso, y no estaba más cerca de mi madre o de mi hermana, empezaba a pensar que Marta no quería nada, así que me centré en mi madre, que salía muchas veces “a dar una vuelta” decía, pero Joel esperaba cerca siempre, ahora tenia reparos en admitirlo, y mentía para encubrirse, otro logro al lote. Un día regresó de cenar bastante tarde, con Joel del brazo y muy perjudicada, su tono de voz era muy agudo cuando bebía y se la notaba enseguida, les escuchamos follar una hora y media. Vanesa no pudo evitar bajar a mirar, la acompañé, y mientras la tomaba de forma animal, Vanesa se reía sorprendida de mi atrevimiento creciente, le gustaba como estaba evolucionando en el sexo, donde ya no me veía tan desigual con ningún hombre, y aquella noche lo constaté llegando a durar mas que el Joel. El cabrón llegó a poner a mi madre contra el cristal, desnuda, aplastando sus pechos en el vidrio cuando se la metía por detrás, si no nos vieron en el balcón fue de milagro. Cuando terminamos las 2 parejas, me quedé abrazado a Vanesa durante horas sentados en el césped del jardín junto a la piscina, nos reíamos y charlábamos sin dejar de acariciarnos, recorría su espalda con mis dedos tirando de sus rizos, a la vez que ella jugueteaba con mi rodilla.

-VANESA: jajaja deja de enredar los dedos en mi pelo, dios…….

-YO: me encantan tus rizos, creo que me enamoré de ti solo por el pelo – me miro con una sonrisa brillante que se desvaneció al instante.

-VANESA: no estás enamorado de mí, recuerda que es solo un amor de verano.

-YO: para ti…..pero no para mí.

-VANESA: ya hemos hablado de ello…..no soy buena para ti.

-YO: ¿eso no debería decidirlo yo? Al menos dámela oportunidad de demostrártelo hasta final del verano.

-VANESA: no hay nada que puedas hacer salvo asegurarte de que tu familia vuelva a casa……tienes que ponerte duro con Joel, o en un par más de noches le mete en casa – tenia mucha habilidad para desviar la conversación.

-YO: ¿que más puedo hacer?

-VANESA: no se me ocurren más cosas, te has impuesto en casa, pero el aún la domina con el sexo, tienes que quitárselo.

-YO: ¿y como?

-VANESA: no lo sé, en las tribus de gorilas una muestra de fuerza ante el grupo te hace digno de ser el líder, quizá si te enfrentas a Joel…..

-YO: ¡me matará!, me saca una cabeza y tiene más músculos que una enciclopedia de medicina.

-VANESA: si…..quizá, pero la otra opción es apelar a amor maternal, enfréntate a él y al perder, tu madre te defenderá y le echará para siempre, aunque perderás tu posición de ventaja, no te verá como al líder y si como una pájaro herido al que cuidar, pero podemos jugar con eso más adelante, en cualquiera de los casos tienes que provocar un enfrentamiento directo, con ella delante.

Por si no era suficiente, ahora tenia que hacerme el gallito contra un tipo que podría ser medallista olímpico en muchas disciplinas, “todo fuera por mi familia”. Nos fuimos a dormir, tratando de pensar en que forma dar un golpe de autoridad sin terminar en el hospital. Nos despertamos pronto, para pillar a mi madre con Joel, y tracé un plan para conservarme de una pieza, tardaron un buen rato en bajar mientras hacia el desayuno, al verme mi madre trató de sacarlo por detrás.

-YO: no, por favor……….venid – mi madre me miró conmocionada, pero se acercó con Joel.

-CARMEN: ho…..hola.

-YO: hola mama……… Joel.

-JOEL: hola…… brother.

-YO: estaba preparando el desayuno, ¿queréis comer algo?

-CARMEN: no…….Joel ya se iba……- la rodeé con un brazo y la senté en una silla.

-YO: no pasa nada mujer, vamos a comer algo, seguro que estaréis famélicos……Joel, ¿nos acompañas?, quiero hablar un segundo contigo.

-JOEL: claro – se sentó al lado de mi madre, mirándola totalmente perdido.

-YO: verás……el otro día vi un vídeo, de esos vírales de Internet, de bromas que les hacen amigos a sus amigos mientras duermen, ya sabes, pintarles la cara, echarles espuma, tirarle de la cama, esas cosas……..- saqué un par de butifarras de la sartén dejándolas en la mesa ante ellos, encima de un taba de cortar – ….me parece increíble la de cosas que pueden lograr hacerse unos a otros, deben tenerse un resentimiento enorme ….- comencé cortar por la mitad una de las butifarras con un cuchillo grande de cocina -… me parece de muy mal gusto hacerle eso a alguien mientras duerme profundamente, seguramente no se enteran de nada hasta el día siguiente….- troceaba la butifarra de forma lenta y sonora al golpear con el cuchillo sobre la tabla de madera.

-CARMEN: pues si, pero a que viene…..- chité un poco.

-YO: tsh déjame acabar…..- estaba haciendo dados de la butifarra -….verás Joel, en ese estado en el que alguien tiene que esperar a que te quedes dormido para poder hacerte algo así, creo que una persona tiene que estar muy al limite, y quiero pensar que si alquilen les ofreciera la oportunidad de elegir, cambiaran las cosas para evitar que les hagan esas bromas…..- puse los dados encima de un plato y la otra butifarra entera en otro -…..en fin….cosas mías…..por favor, desayunar…..Joel, ¿a ti como te gusta la butifarra? ….– puse los 2 platos a su lado – …¿entera o en trocitos? Tú eliges – clavé el cuchillo en la tabla de cortar de madera, se quedó temblando unos segundos, y cogí un dado de carne que me comí –….me salgo fuera….hasta la vista.

Fue glorioso ver el cuello musculoso de Joel tragar saliva, esperé fuera con Vanesa, el móvil en la mano y el número de emergencias marcado, esperando que saliera a matarme, lo que escuché fue una serie de gritos, una discusión y un portazo de Joel gritando “que ten den por culo, no vuelvo, tu hijo está pa´allá”. Vanesa se reía a carcajadas, y yo trataba de dejar de estar tenso, me tumbé en el suelo para centrarme, hubo un momento en el que el cielo girara a mí alrededor, pero la cabeza de Vanesa apareció.

-VANESA: jajajaja ¿estás bien?

-YO: estoy loco, no queda otra, no se ni como me ha salido la voz.

-VANESA: por que eres un autentico líder, eso ha sido descomunal, ¡te dije provocar, no acojonar! jajajaja

-YO: ganar la batalla antes de empezar, me ha parecido una opción válida, el sabe que soy su hijo, y a mi no me puede alejar, algún día se dormiría en mi casa, ahora sabe que no puede permitírselo.

-VANESA: pueden quedar lejos de aquí….

-YO: tal vez, pero me sigue pareciendo mejor opción que dejar que me parta la cara.

-VANESA: eso no lo niego……tienes que ir a hablar con tu madre, ya, intenta ocupar su vacío, no sé, llévala a dar una vuelta.

La di un beso para ganar confianza, y me metí de nuevo en casa teniendo algunos reparos al saber como actuar, al ir a la cocina allí estaba mi madre sentada, con cara triste y algo enrojecida, al verme me dedicó una primera mirada de odio, tragué con eso y me senté a su lado, poniéndome el escudo.

-YO: ¿y Joel?

-CARMEN: se ha marchado…….no se si volveré a verle – sonó a reproche.

-YO: mejor para ti, era un aprovechado, estás mejor sin él.

-CARMEN: ¿tú crees?

-YO: por supuesto, ya te dije que no me gustaba.

-CARMEN: lo sé, pero me divertía……..has sido muy…..tajante al hablarle así.

-YO: tanto como he tenido que serlo, no le necesitas para pasarlo bien..…. ¿que te parece si salimos a dar una vuelta tú y yo? – abrió los ojos entre sorprendida y agradecida por el ofrecimiento.

-CARMEN: si tú quieres….- me levanté a darla un besó en al mejilla.

-YO: claro……. y ponte guapa, quiero presumir – aquella bobada hizo que se le iluminara la cara, me acarició la cara y me abrazó poniéndose de pie.

-CARMEN: dame unos minutos.

Salió disparada al piso de arriba a vestirse, y me quedé con cara de imbécil al ver lo fácil que me había resultado aquello, esperando un rato hasta que bajara. Subió una madre recién levantada de una noche de infidelidad con una bata larga desgastada y despeinada, bajó una top model. Con el pelo negro ligeramente ondulado suelto y dejándolo caer a los lados de su cabeza, con un flequillo suave, no sé si el colorete de sus mejillas era real o no, pero no parecía serlo, y salvo eso no tenia maquillaje, con un colgante largo fino acabado en una cascabel en su pecho, una blusa sin mangas de estampada de flores, ceñida hasta el punto de dejar claro que iba sin sujetador, con amplio escote generoso, una falda hasta las rodillas, vaporosa y con vuelo realzando sus caderas y su espectacular trasero, ayudada por unos tacones no muy exagerados que la estilizaban la figura.

-CARMEN: ¿que tal voy? – se dio una vuelta dejando que la falda atrajera mi mirada.

-YO: espectacular.

-CARMEN: ¿salimos ya o esperamos a las demás?

-YO: no, solos tú y yo, hoy soy tu hombre – esa frase la hizo sonreír y apartarse el pelo de la cara detrás de la oreja.

Le ofrecí mi brazo al que se agarró, y salimos a pasear sorprendentemente pronto, casi a las 9 de la mañana, a esas horas el sol no apretaba tanto y el paseo marítimo estaba abriéndose, sonidos de cerrojos y verjas, camiones entregando mercancías y tenderos colocando sus puestos. Dimos un largo paseo, al principio sin hablar, solo respirando el aire saldado. Según andábamos pensé que podría dar un paso más y la rodeé por la cintura apoyándome en ella, ese gesto la enterneció e hizo lo mismo, metiendo su mano en el bolsillo trasero de mis bermudas, dedicándome usa sonrisa cálida, nos íbamos acercando a los puestos y mirábamos, charlábamos y seguíamos al siguiente, fue extrañamente tierno, ya que era mi madre, las carantoñas en el brazo, sentir su mano moverse junto a mi culo, la mía apretándola en la cintura cuando se giraba a ver algo, o verla probarse collares con el sol reflejado en su pelo y sus ojos. Llegamos hasta la macro discoteca, lugar que no habíamos pisado en casi 2 semanas, después de ir casi a diario durante un mes, al llegar había un cartel enorme en la entrada.

-CARMEN: ¡mira!, dice que harán una fiesta la semana que viene.

-YO: como todos lo días.

-CARMEN: no, ¡será de disfraces por carnaval!

-YO: no es carnaval.

-CARMEN: supongo que lo sabrán……….!¿podríamos ir?!

-YO: no, estoy harto de fiestas.

-CARMEN: ¡por favor!, me gustara mucho acudir, disfrazare y salir un día……

-YO: ¿no estás cansada de tanta fiesta?

-CARMEN: un poco…..supongo….pero seria como despedida….ya queda poco para volver a casa…..y sin Joel temo aburrirme, piénsalo, por mi, las chicas también lo agradecerán, llevamos una semana larga encerrados en casa…..

-YO: está bien, lo pensaré, no te prometo nada, pero tendrás que ser una niña buena en casa si no……- no sabia si terminar la frase, pero bastó para que me abrazara.

-CARMEN: ¡gracias!, seré quien quieras que sea – su forma de apretarse en mi pecho, la forma de hablar, y aquellas palabras, me sentí como mi padre por 1 momento, la dominaba.

Si hasta ahora la tenia impresionada por mi actitud, el numerito de la mañana con Joel la había demostrado que yo mandaba, y ahora obtenía resultados, aunque de igual forma, usó sus encantos para ir a la fiesta, tal como hubiera hecho con mi padre cuando quería algo, podría haberme negado a ir de inicio, pero pensé que seria una gran oportunidad de acometerla, tendría que hablarlo con Vanesa.

Me cogió de la mano entrelazando los dedos y se pasó todo el camino de vuelta frotándome con la otra mano, ya fuera mi brazo o mi pecho. Ya era medio día y el bullicio del paseo marítimo era enorme, estaba lleno de chavales, parejas, o familias, y sentí celos al ver como la miraban, ella creo que se daba cuenta, por que les sonría cuando alguno se la quedaba mirando y luego me apretaba la mano tirando de ella. Decidí ir por la playa para alejarla de eso, así que se quitó los zapatos llevándolos en la mano, la arena ya quemaba del sol, y para cerrar el paseo, la cogí en brazos hasta llevarla a casa, pero era un largo trecho, me cansé y me la subí al hombro, tal como había visto a Joel llevársela a casa borracha, pero esta vez iba sobria, se reía al colgarse de mi hombro sin decir absolutamente nada de que la tuviera cogida del culo para que no se cayera. La sensación de cogérselo fue terriblemente placentera, era firme y dura para su edad, sus nalgas bailaban en mis manos, sin duda iba en tanga. Se oían sus carcajadas cuando llegamos al jardín de casa, la hice resbalar por mi pecho y quedó pegada a mí entre mis brazos.

-CARMEN: jajaja estás muy fuerte – me apretaba los antebrazos.

-YO: gracias.

-CARMEN: ¡uffff! estoy algo acalorada, como pega el sol – cierto, pero también podría ser por que la había puesto cachonda, fue algo que no deseé pensar.

-YO: pues ahí tenemos una piscina…..- la cogí de la cintura elevándola medio palmo del suelo.

-CARMEN: ¡jajaja no por favor, no estoy vestida! – braceaba un poco pero soltaba unas carcajadas que me recordaban mucho a las que le dedicaba a Jaime cuando la metía mano, nos acerqué al borde y la baje hasta dejarla en vilo.

-YO: has dicho que tenías calor….

-CARMEN: jajaja ya lo sé jjajajaja pero no, por favor….jajajajajaja – la sentí nerviosa, quería que lo hiciera, se lo leía en la cara, y no pude evitar darla un beso en la frente, la quité los zapatos para después empujar, soltó un leve grito agudo y sonó el chapuzón. La falda se le quedó frotando y al emerger una sirena preciosa apareció, entendí a Jaime al verla así.

-YO: ¿mejor? – me salpicó agua sin perder su sonrisa.

-CARMEN: ¡si jajajaja pero eres malo, mira como me has puesto, y tú hay tan seco! – se echó todo el pelo hacia atrás y trataba de separarse la tela sintética mojada de su piel, pero no podía, se le pegaba marcando unos pezones duros y pequeños.

-YO: pues hazme sitio – y salté a su lado, dejando su bolso, mis zapatillas y mi móvil en el césped, la salpiqué de arriba abajo, y cuando me puse en pie me miró con lujuria, ya era evidente, la camiseta empapada pegada a mi cuerpo la atraía la los ojos.

-CARMEN: ¡alaaaaaaaa jajaja! estás empapado, quítate la camiseta anda…..- se acercó tirando de mi camiseta y sacándomela por la cabeza, dejando sus manos en mi pecho.

-YO: no es justo, tú también estás mojada – y sin pensarlo hice lo mismo y se la quité, se sonrojó tanto que casi ni se movió al quedar, no solo sin la blusa, si no que la quité la falda tardado en abrir la cremallera de su falda colocada en su costado.

-CARMEN: ¡jajaja mira como me tienes aquí medio desnuda…..jajajaja! – medio no, estaba con un mísero tanga.

-YO: me gusta verte así, pero solo para mí, me enfado cuando otro hombre te ve así, no me gusta que te deseen.

-CARMEN: pero eso es natural, los hombres sois así.

-YO: pues no me gustó nada que Jaime y Joel te vieran así, y menos que te tomaran.

-CARMEN: fue jugando, solo quería distraerme un poco, beber y divertirme…

-YO: pues mira que bien o lo hemos pasado tú y yo sin tener que beber.

-CARMEN: ¡es verdad!, me he comportado como una cría con las hormonas aceleradas, pero ahora lo veo, se que tendría que haberme comportado por ti, pero tu padre no estaba y me sentía un poco perdida.

-YO: y yo no te he ayudado, pero ahora cuidaré de ti, como de todas – la abracé y alzo su mirada como un naufrago al ver una playa.

-CARMEN: lo sé, estoy orgullosa de ti y de cómo has cambiado estos meses, eres el hombre que siempre sabia que eras, no solo tienes a Vanesa, si no que has sabido alejarme de Joel, lo necesitaba, ese hombre me estaba volviendo loca, casi……. ¡casi lo meto en casa, dios!, y pensaba……..pensaba hasta en quedarme con él….lo siento….soy una estúpida – estaba abriéndose a mi, como hacia con mi padre, me había costado unas semanas lo que él lograba con una mirada, pero ya había ocupado su lugar.

-YO: ahora eres mía, eso quedó atrás. Nos quedamos abrazados durante más de 20 minutos, en los que la escuché llorar.

Se calmó y nos secamos al sol un buen rato, antes de vestirnos y meternos en casa, allí esperaban todas como niñas buenas en el sofá, mi madre se fue a dar una ducha y me senté entre Sara y Sonia, mientras que Vanesa me miraba con unos ojos que no supe leer, creía que me estaba felicitando pero sentía un profundo dolor en la forma en que me observaba. Comimos con tranquilidad y la tarde la pasamos en la piscina, me costó un mundo estar solo con aquellas 5 mujeres y no centrarme demasiado en una más que en la otra, yo solo quería ir con Vanesa, pero ella me susurraba que jugara con Sara, le hiciera aun carantoña a mi madre, o besara en el cuello a Sonia mientras que hablaba con Marta.

En la cena mi madre me montó una emboscada, y comentó lo de la fiesta de disfraces, tan ilusionada que las demás se sumaron a su entusiasmo, me mantuve firme en que me lo pensaría, por mucho que me multiplicara, ¿solo 1 hombre para 5 mueres en una discoteca? Era carnaza para los buitres de la discoteca. Nos fuimos a acostar, y estaba tumbado en la cama con Vanesa acariciándonos mientras esperábamos a mi hermana. Vanesa dormía solo con un tanga, lo que me provocaba erecciones constantes, algunas las calmaba con ella, y otras me mandaba a calmar a Sara o Sonia, según su parecer. Yo, con mi bañador abultado, la rodeaba de cara por la cintura acariciándola las piernas a lo largo del muslo.

-VANESA: ha ido bien con tu madre por lo que veo.

-YO: si, demasiado, esta mañana estaba con Joel y a medio día ya me ha contado todo, tenias razón, Joel la había hecho pensar en quedarse con él.

-VANESA: te lo dije, pero ahora no importa, ya es tuya, solo tienes que seguir así hasta la fiesta, Sonia mantendrá tu posición, Sara la sostendrá, y te digo yo que tu madre estará tan salida después de 1 semana sin tener a Joel ni nadie, oyéndote con las de la casa, que te saltará al cuello a la mínima.

-YO: ojalá, y así termine esta pesadilla.

-VANESA: ¡¿pesadilla?! ¿sabes cuantos hombres matarían por tener a una de las 5 mujeres bajo este techo? No te digo ya varias a la vez…..

-YO: estoy harto de juegos mentales, y de manipulaciones, sabes que no lo hago pro que lo quiera, lo hago por que mi familia lo necesita, pero no pienso en nadie más que en ti – me besó tiernamente acariciándome la cara.

-VANESA: ¡eres tan ……- irritante iba a decir – ……. Raro! ¡¿tan difícil te resulta cumplir una fantasía inherente al hombre, que es el incesto, con mujeres tan guapas?! Es casi de relato erótico.

-YO: puede ser, pero quiero que lo sepas, no lo deseo, ni ansió que ocurra, ya no, puede que antes, pero llegaste tú y pusiste mi vida patas arriba…….- esta vez la besé yo, sentí su lengua en mi garganta, la acaricié su piel en las nalgas y la apreté contra mi.

-VANESA: para….ummmmmm….para……no puedo….tienes que ir con Sonia …..- lo decía, pero me daba cortos besos -…te ha visto con tu madre, y necesita tenerte cerca hoy.

-YO: me da igual, quiero estar contigo esta noche – la cogí de un seno y lamí su pezón con delicadeza, suspiró de forma alargada, y se dejó hacer unos minutos, sentía su mano queriendo alejarme pero no lograba separarme de ella.

-VANESA: por favor, te lo ruego..…..ve con Sonia….tu hermana está al llegar – logró apartarme la cabeza de sus pechos, que tenían los pezones duros y firmes de mis labios, se mordió le labio y me dio un largo beso húmedo y sensual -… vete…..te lo pido…. por tu bien.

Me levanté, no sin antes acariciar su pelo, sus rizos me dejaban hipnotizado. Al acudir a la puerta de Sonia, y verme, me asaltó encima y no tardé ni 2 minutos en estar follándola de forma salvaje, de todas era la que más violentamente se movía, creo que exageraba sus movimientos para tratar de ganarme a su causa, con sus voluptuosos senos saltando en mi cara, pero la pobre sufrió mi ira, a quien quiera estar penetrando no era a ella, y sin embargo allí estaba, amasando sus senos con ambas manos, chupándolos mientras daba golpes de cadera uno tras otro, provocándolas alaridos y orgasmos uno tras otro, hasta que la metí mi semilla hasta el fondo de su ser. Sonia se quedó ronroneando en la cama cuando me fui, y regresé a mi cama.

Ya estaba harto, casi más furioso que al irme a ver a Sonia, y al ver a Vanesa sola allí tumbada con mirada triste y melancólica, me encendí otra vez, evitó mirarme de forma directa al acercarme, mosqueada, me vencí encima suya y casi diría que la forcé, aunque no fue así, la acariciaba y me huía los gestos. Entre besos fuertes y caricias brutas, hubo un momento en que ella cedió dejándome tomar el control, resignándose a lo inevitable y preparándose a disfrutar de ello, sentí que su deseo superó algún tipo de barrera mental, más que física. Casi diría, si no la conociera, que estaba enfadada por haberme ido con Sonia, pese a que fue ella la que me mandó con ella.

Se abrió de piernas y la arranqué el tanga de un tirón, me recibió cálida y húmeda como siempre, y quise castigarla por algo, aunque no tenia claro que era. Durante 20 minutos la penetré con fuerza hasta hacerla delirar, su cuerpo rebotaba de mis embestidas, tumbada boca arriba en la cama, se retorcía al sentirme morderla en los senos, pegándome a su cuerpo con sus brazos, gritando como una poseída que era suyo al sentir varios orgasmos seguidos. Me vencí encima de ella, sudando y derramándome en su interior con ganas de morirme en ese instante. Pasó un buen rato hasta que la puerta se abrió, no me sorprendió ver a Marta.

-MARTA: perdón…….no quiero molestar….pero si habéis terminado…..- cogí aire apoyando la cabeza en el pecho de Vanesa, que se rió, estabamos aún desnudos y no podía vernos así.

-YO: ¿hemos terminado? – Vanesa me miró con gesto alegre.

-VANESA: eso espero jajajajaja, Marta deja que nos pongamos algo…….- Marta asintió saliendo unos minutos, aparté los rizos de la cara Vanesa, tenia el pelo revuelto y una cara de felicidad extraña, sonrojada y riendo.

-YO: hola preciosa.

-VANESA: hola… jajajajaja….pufffffff estoy molida

-YO: lo siento, no se que me pasó…….- me besó en la barbilla.

-VANESA: no pasa nada, estabas enfadado……

-YO: no es excusa.

-VANESA: eres muy duro contigo mismo, no debes culparte, es culpa mía…..se que no te gusta el plan, y me olvido de que me…… me quieres.

-YO: pues no lo olvides, por que eso no va a cambiar.

-VANESA: ¡para de decir esas cosas!, tendría que………… esto es un error, tendría que irme….

-YO: te seguiría.

-VANESA: ¡¿por que?! Está tu familia, tu vida, eres un buen chico, conocerás a una mujer buena y dulce que será afortunada por tenerte, tu sitio no está a mi lado.

-YO: ¿Y donde iba a ir si no? ¿Con Sonia? ¿Con alguna chica normal y aburrida? No, te veo Vanesa, no sabré…. “eso” que temes decirme, pero si sé quien eres….y te quiero – por primera vez vi que se le humedecían sus bonitos ojos azules mientras me acariciaba la cara.

-VANESA: eres un tozudo y un cabezota, te dije que soy venenosa, si te quedas a mi lado terminaré haciéndote daño.

-YO: acepto – bufó cansada con una sonrisa leve.

-VANESA: no puedo contigo…….

-YO: ¿entonces……..todo bien? – me miró de forma extraña, casi agotada.

-VANESA: claro jajajaja …- no me dejó nada convencido -…… es más, si jugamos nuestras bazas esta noche Marta es tuya, podría irse con Sara o tu madre, nos ha tenido que oír, y aún así vuelve a tu cama, tiene que estar deseando que la tomes.

-YO: no, hoy ya he tenido suficiente, esta noche solo te quiero a ti.

-VANESA: vale jajajaja – asintió feliz de oírlo, o eso me pareció, apretando los labios para evitar las lagrimas, me abrazó durante un buen rato, me apretaba tanto que me hacia un daño dulce y cálido.

Nos fuimos a dar una ducha y nos pusimos algo de ropa encima, yo busqué a Marta, y me disculpe por hacerla esperar, me revolvió el pelo y me sonrió diciéndome que no pasaba nada, que estaba contenta de verme así de feliz con Vanesa, tramposo me convenció. Nos acostamos los 3 como siempre, y me abracé a Vanesa como si fuera un peluche y yo un crío asustado.

Desde ese día fue una rutina mecanizada. Por el día mi fachada era fría y distante con todas. En la mañana iba a dar paseos con mi madre, y algunas veces nos acompañaba mi hermana, al volver íbamos a la playa o la piscina un rato y regresábamos a comer. En la siesta era el momento de Sara, iba a buscarla como su bombero particular a calmar su fuego, no todos los días, ya se ocupaba ella de que estuviera sola. Después de cenar tocaba ir con Sonia, que empezaba a saberme a poco. Para terminar acostándome junto a Vanesa, de noche era otra historia, mientras que sentía como un trabajo el sexo con Sara o Sonia, al sentir la piel de Vanesa cambiaba el chip, con ella era diferente, más dulce, cariñoso y tierno, ello lo sentía, y ya no dedicaba aquellas miradas de reproche que había aprendido a descifrar en su rostro, cuando terminábamos aparecía Marta para dormir; por ahora la cosa iba tranquila en casa.

En una de esas noches bajé a por agua, por que por mucho que quisiera ser cariñoso y atento con Vanesa, me dejaba sin aire, y al pasar por el cuarto de Sara, vi desnudas a mi tía y mi hermana, con un festival lésbico e incestuoso, Sara estaba de rodillas con su cabeza entre las piernas de mi hermana, que la apretaba contra su pubis y jadeaba llevada por el placer. Fue una imagen impactante, que yo supiera no habían bebido nada, y ninguna parecía avergonzada de lo que estaba pasando, Sara había declarado muchas veces que Marta la ponía cachonda, y que no le hacia asco a las mujeres, en cambio mi hermana se dejaba llevar, puede que así hiciera tiempo hasta que Vanesa y yo termináramos, o puede que solo estuviera hablando con ella y al oír como lo hacíamos se encendieran. Pero en el fondo me dio igual, por raro que fuera, no me quedé ni a mirar, podría haber entrado en ese momento, sorprenderlas y aprovecharme para montármelo con mi hermana, que esos días me miraba de forma muy ardiente, seguro que por que Sonia y Sara le contaban lo que les hacia, hubiera sido tan fácil. Pero no, simplemente pensé que si mi tía y ella eran felices así, nos ahorrábamos tener que jugar con ellas para evitar la intrusión de más imbéciles de playa, y me fui a beber agua.

El plan iba bien, muchas noches, al acostarme entre Vanesa y mi hermana, decidía vengarme de mi novia, y me abrazaba a Marta, pese a que yo sabia que todo lo que hacia era por los consejos de Vanesa para ayudarme con la familia, me sentaba mal que me obligara ha hacerlo, por que así lo sentía, ella me obligaba a acostarme con ellas, eso si, usando una lógica irrefutable. Si dejaba de ir a la cama de Sonia, me mostraría débil, y si dejaba a Sara, no se resignaría a tener sus líos con Marta, se buscaría a otro bombero. Pese a que todo estaba encauzado, dependía de que siguiera siendo frío, distante, dominante y agresivo en determinadas acciones en casa, mientras que no podía dejar que nadie ocupara ni un centímetro del terreno ganado, pese a que me quedaba aún territorio por explorar.

Durante una semana fue como había pensado y planeado, y mi madre se comportó como la mujer que siempre había conocido, una devota esposa y madre atenta, no bebió ni una gota del alcohol más allá de alguna copa de vino en las comidas, y casi retrocedió hasta el punto del inicio del verano. Solo que esta vez era yo quien la mantenía firme, y no mi padre, y aún así diría que aquellos paseos matutinos y los chapuzones en el agua era mucho más de lo que mi padre la concedería, y eso la hacia sonreír como casi nunca lograba él. No tuve otra que acceder, debido a su buen comportamiento, e ir a la fiesta de disfraces, todas había sido justo lo que pretendía que fueran, y si me negaba podría perderlas. Al preguntarme todas guardaron un silencio expectante, y al decir que si saltaron de alegría, fue raro tener ese control sobre ellas, siendo el más joven de los presentes. Se pasaron 2 días de tiendas, y buscando disfraces, o donde hacerse arreglos a su ropa para ir lo más monas y divertidas posibles. Yo me fui una tarde con Vanesa, que también tenia su disfraz, para ver que me ponía yo.

-VANESA: sabes que esta fiesta va ser el día en que tienes que ir a por tu madre, ¿no?

-YO: tal vez, yo la veo muy tranquila.

-VANESA: lo ha estado por que quería ir a la fiesta, si no la disfruta, te pedirá otra al día siguiente, y así hasta que obtenga lo que quiere, que según el paquete del sex shop que compró ayer, es una buena polla.

-YO: ¿se ha compadro un consolador?

-VANESA: y de los grandes, decía que necesitaba algo de allí para su disfraz, pero vi la bolsa al regresar.

-YO: quizá le baste….

-VANESA: no, o tal vez si, todo depende de esta noche, tienes que pegarte a ella, por que si no le vale su amigo del cajón, buscará a alguien que si le valga, y ese tienes que ser tú.

-YO: ¿y las demás? Si me centro en mi madre otro puede tentarlas.

-VANESA: de Sara y de Marta olvídate, pégale un buen polvo a tu tía por la tarde y Marta se ocupará de su noche.

-YO: ¿y Sonia?

-VANESA: no hay remedio, de esa me ocupo yo – la sola imagen mental de las 2 juntas, desnudas, besándose me la puso dura.

-YO: y me lo voy a perder……- me cogió del brazo con ternura.

-VANESA: si no cae Carmen te guardaré un sitio a nuestro lado jajajaja, hasta te diría que si te quedas con ganas después de tu madre, te unieras, pero si pasa, ya sabemos como es, la vimos con el mulato y con Jaime, vas a tener que darlo todo.

-YO: ¿y que hago?

-VANESA: no dejes que beba mucho, pero si una copa o dos, así su moral se irá al traste, tampoco es que tenga mucha, la tienes en tu mano, solo hay que verla como te mira, ocúpate de no dejarla sola, de que se ría, guía si te da paso, la conversaron puede ir por mil sitios, pero se corto y conciso, la música no permitirá más y así te mostrarás firme y rudo, lo que le gusta.

-YO: ¿y en la cama?

-VANESA: reza jajajajaja, y procura atrasar la penetración cuanto tiempo puedas, has mejorado mucho pero ni el mulato podía con ella, usa muchos preliminares, y cuando se la metas, ritmos lentos y pausados, no dejes de acariciarla el clítoris, y aunque le guste el anal, evítalo, cuesta llegar a un orgasmo mucho más.

-YO: cuando pase todo eso, y nos despertemos, ¿que la digo?

-VANESA: no lo sé, la verdad, eres su hijo, puede asustarse, o que le encante, o puede que olvide quien eres y solo seas su hombre, en cualquier caso has de quedarte a su lado, si no, cualquier barrera moral se irá al traste, ya se ha follado a su hijo, si te rechaza ¿que más le da irse a buscar a Joel?

Solo tenia un disparo y no podía fallar, para algo que yo no quería hacer, pero podría funcionar, esos días vi muchas veces en los ojos de mi madre que empezaba a verme de forma diferente, sin otro hombre, jugaba conmigo a excitarme, en la piscina, el mar o en casa, seria inconsciente, pero lo notaba. Me compré un disfraz y me preparé para lo que fuera a pasar.

Por la mañana del aquel día fue como siempre, me costó separarme de los arrumacos mañaneros con Vanesa, y me fui con mi madre a dar una vuelta, esta vez en moto, con un top blanco ceñido y unos shorts de Marta negros y elásticos que la hacían una figura espléndida, tan juvenil como seductora. Al abrazarme por detrás sentí algo más que sujeción, y me pasé media hora bordeando la costa, con en el amanecer brillante reflejado en el mar. Llegamos a una colina que se alzaba, y se veía a lo lejos la cuidad de Valencia, donde nos sentamos uno al lado del otro.

-CARMEN: hacia mucho que montaba en moto.

-YO: conmigo nunca.

-CARMEN: ya, pero de joven…….antes de tu padre había un chico con moto que me volvía loca.

-YO: eras un poco traviesa de joven ¿no?

-CARMEN: ¡jajajaja no lo sabes tú bien!, menos mal que conocí a Roberto, si no, hubiera terminado muy mal.

-YO: tengo curiosidad, ¿como te enamoraste de papá? No es que coincidierais ene una fiesta o algo…..

-CARMEN: jajaja pues si, o algo parecido, yo tenia 17 recién cumplidos, y estuve toda la noche con unas amigas en un concierto, pero el local era ocupa, así que a las 6 de la mañana la policía asaltó el lugar, mis amigas huyeron pero yo iba muy mal como para moverme, me detuvieron y pasé 1 día en la cárcel, hasta que apareció un gallardo y apuesto hombre, y se presentó como mi abogado, me sacó de allí y me llevó a casa, fue tan firme y tan seguro conmigo que me quedé mirándole como una tonta. Le vi un par de veces antes de un juicio de allanamiento, logró que no me imputaran y ni siquiera tuviera antecedentes, y antes de despedirnos me pidió mi número, por si me metía en líos. A las 2 semanas le tuve que llamar por otro asunto, una pelea con una amiga, no se ni por qué, creo que solo quería volverle a ver, y desde entonces soy su mujer.

-YO: te cambió.

-CARMEN: lo necesitaba, aquella vida no era para mi, si no es por él no hubiera tardado en caer en las drogas o algo peor, fue como lo que hiciste con Joel, me salvaste de mi misma jajajaja no soy una mujer fuerte, necesito a alguien que me protegía y me haga sentir segura – al abrazarme supe que se refería a mi.

Al regresar a casa nos dimos un buen chapuzón en la piscina todos juntos, comimos con ansias y ganas de coger energía, incluido yo, tenia ganas de salir de fiesta después de 2 semanas largas de “encierro voluntario”. Como me dijo Vanesa, en la siesta me metí entre las piernas de Sara, y la dejé extasiada, follarla por el culo era demencial para ella. Luego me echaron con mi disfraz al salón, y se quedaron unas 2 horas vistiéndose y preparándose.

Mi disfraz era tan simple como idóneo, de salva vidas, con un bañador rojo a juego con una chaqueta abierta del mismo color, con solapa, muñequeras y cintura de color azul oscuro, y la palabra socorrista en el culo. Entre mi aspecto, el tono moreno de mi piel y un físico mejorado de 2 meses de sexo descontrolado, hasta me veía guapo, además el bañador era ceñido e iba marcando paquete, cosa que ahora me gustaba, y me compré una lata de rescate como las que llevaban en la famosa serie de vigilantes de la playa . Empezó el carrusel, no me habían dejado ver sus disfraces, esperaba algo descocado, tampoco es que se pudieran poner 20 capas de ropa y complementos con el calor que hacia, rondábamos los 25 grados de noche, así que iban a ser ligeros y alegres, pero no me esperaba aquello.

La 1º en bajar fue Sara, iba disfrazada de militar, obviamente sexy, no de campaña, con un vestido palabra de honor ajustado, de largo hasta las rodillas de forma recta, color caqui, y una chaquetilla del mismo color, abierta y corta en los hombros, con manga larga, como un sombrero ovoide coronando un recogido serio en su pelo rubio, y zapatos negros, con los tacones color rojo, del mismo rojo que finas líneas en el vestido, chaquetilla y sombrero, con 3 estrellas doradas en línea vertical desde su pecho a su ombligo y otras 2 horizontales en el sombrero. Destacaba su cadera y se pegaba bien a su trasero, con un escote agradable pero no exagerado. Y solo con un pintalabios rojo fuego.

La 2º en aparecer fue Sonia, iba de Jasmine, con un conjunto azul cielo de 2 piezas, la parte de arriba era un desafío a sus senos, apenas un ocupaba el espacio de un sostén, salvo por unas tiras transparentes en los hombros, con la tela apretada sujetando sus pechos y un escote avasallador, una línea amarilla rodeándola por debajo de las tetas con chapitas doradas. Ya no había más tela hasta muy por debajo de su cintura, un pantalón de tiro bajo por sus caderas, de azul cielo igual pero totalmente vaporoso y transparente, dejando ver que iba con un culotte del mismo color y todas sus piernas de forma clara, con un cinturón fino de chapitas de la danza del vientre que le caía de forma diagonal, y tacones amarillos. Se hizo un leve recogido por detrás pero el resto del pelo largo caoba caía llegando a su cintura. Apenas una sombra de ojos resaltado su color verde, un pintalabios rosa pastel, y se había comprado una lamparilla de aceite de juguete.

La 3º en discordia fue Marta, iba de policía, o como nos gustaría a los hombres que fueran las policías, con un vestido negro de 1 sola pieza palabra de honor, casi un corsé que terminaba en una serie de minifaldas una encima de la otra ondulantes, con líneas amarillas, con una placa de policía en un pecho, y gorra de policía encima de un peinado simple, se había despejado un lado de la cara echándolo todo para su espalda y el otro lado, con medias de rejilla de “putón” hasta medio muslo dejando unos 15 centímetros de distancia con la minifalda, y zapatos dorados con algo de tacón. Solo se había perfilado los labios ligeramente y un poco de sombra de ojos apenas perceptible. Se compró unas esposas de atrezzo que llevaba en una muñeca, y una porra de plástico.

La 4º me dejó en el sitio, fue Vanesa, iba de marinera, por decir algo, con un disfraz de 2 piezas, arriba era apenas un top deportivo azul reflectante con mangas hasta el inicio del antebrazo y anudado en el escote con un lazo rojo, solapa blanca a juego con un sombrero típico del mar encima de su espesa cabellera llena de rizos, y unos zapatos de tacón igual de blancos. Con un escote estudiado al milímetro, apretado y rebosante sin resultar estridente, también sin nada de tela desde debajo de los senos hasta la parte de abajo, que era un short azul del mismo tono que arriba, pero ni siquiera llegaba a ello, era tan ajustado y pegado a su piel que estaba a caballo entre un pantalón corto y una prenda intima, con 4 botones metálicos formando un cuadrado en la parte delantera. Sin nada de maquillaje con sus gafas de pasta y sus ojos azules penetrantes.

No pude evitar acercarme ella y besarla mientras recorría su cuerpo, si llegamos a estar solos la arranco esos 2 trapos y me hubiera vuelto loco con ella, lo mejor es que me lo leyó en los ojos, se ruborizó de cómo la miraba, y ella no se ruborizaba con nada.

Por fin bajó la 5º, mi madre, que eligió algo en principio inocente, la caperucita roja, con su caperuza con capucha y capa larga hasta al suelo anudada al cuello, de un color rojo brillante, un corsé negro transparente salvo los senos, dejando brazos, hombros, espalda y escote al aire, una falda con vuelo negra que comenzaba en su cintura apretada pero se holgaba hasta caer como una minifalda, con medias de rejilla menos llamativas que las de Marta, pero a medio muslo igual, dejando esa divina separación hasta el final de la falda, pero ligueros visibles, con zapatos negros de tacón de aguja. Un rojo fuego pasión en los labios y colorete en las mejillas, sin esmerarse en su peinado ya que con la caperuza se le estropearía.

-CARMEN: jajaja que monas vais todas.

-SONIA: gracias, espero ver si froto mucho me lleve a algún genio a casa jajaja

-MARTA: que burra jajajaa

-SARA: déjala que disfrute.

-VANESA: de eso me ocupo yo, tengo ganas de bailar y Samuel me ha dicho que Sonia se mueve muy bien.

-SONIA: jajaja pues será genial, si 2 tetas tiran más que 2 carretas, imagina estas 4 jajajaja – le cogió del pecho a Vanesa que hizo lo mismo con ella, la cosa se desmadraba, me acerqué a mi madre y la rodeé con el abrazo por los hombros, no la tuve ni que decir nada.

-CARMEN: será divertido, peor tengan cuidado.

-YO: eso es, vamos a bailar, y reírnos, pero no quiero borrachas salidas ni capullos que salgan a escondidas en mi casa, que quede claro, eso se acabó – hubo alguna cara de lastima, pero con las ganas que tenían de salir aquello no las iba a detener.

Me pasé lo que tardamos en cenar pegado a Vanesa, recibiendo consejos que no escuchaba por que me perdía entre su escote apretado, sus cruces de piernas y sus ojos azules, lo único que entendí es que no me separara de mi madre, tal como iban todas eran peligroso dejar sola a ninguna, pero mi madre tenia prioridad.

Nada más salir a la calle y echar ha andar ya las silbaron un par de veces, y según nos acercábamos a la discoteca el fluido de gente era continuo, muchos disfrazados ya que así te ahorrabas la entrada. Cogí a mi madre de un brazo y a Vanesa de otro con miedo a que me las quitaran, dejando que Sonia, mi hermana y mi tía andarán delante de nosotros, alegrándome la vista, al igual que todos los que nos miraban, incluso Sara, que por decirlo de una forma, iba la más formal, se paraba a saludar como una soldado profesional a otros que iban de militares, lo que la ganó varios seguidores que se pasaron todo el camino haciéndola reír.

Llegamos a la discoteca, que estaba a rebosar, tardamos media hora en pasar la cola, y ya era la 1 cuando llegamos a la barra, pedimos una copa que pagué a cada una, ninguna tenia donde llevar cartera y solo llevaban el móvil haciéndose fotos unas a otras, solo yo llevaba dinero, así me aseguraba que no bebieran de más, aunque ya había 3 tíos invitando a Sonia y Marta, que de una sola mirada que me echaron, les dijeron que no y volvieron a mi lado, formamos un corrillo en un lateral y nos pusimos a bailar de forma escueta, la cantidad de gente no permitía más. Trataba de darle su parte de protagonismo a cada una, para no desmerecer a ninguna, me puse en el centro e iba rebotando de una en otra.

Pasó el tiempo y entre risas y bailes la cosa se iba calentando, Vanesa cumplió su parte y se estaba ganando a Sonia, no se separaba de ella, bailaban de forma caliente y sensual, como un juego, pero de vez en cuando Vanesa la susurraba algo que lograba que Sonia se estremeciera, verlas con tan poca ropa una contra la otra llamaba la atención, y no solo la mía, un grupo de 3 chicos a su lado se las comían con los ojos. Si bien ellas me preocupaban, por Sara y Marta no tenia motivos, ambas habían formado su pareja sin necesidad de echarlas una mano, de echó Marta se esposó con Sara, y jugaba detenerla, golpeándola en el culo con la porra de plástico, empecé a pensar si mi hermana era lesbiana, pero eso ya lo dejaría para más adelante. Por ahora me centraba en mi madre, en no separarme de ella lo más mínimo.

Mi madre estaba feliz de tenerme para ella, se movía con ritmo jugando con la capa, regalando poses que encenderían a cualquiera, se bebió la copa en nada, y se dedicó durante una hora a trastear conmigo, a acariciar mi torso con sus manos, ha dejar que el vuelo de su falda me hipnotizara, o abrazándome mientras no dejaba de mover sus caderas. La rodeé por la cintura para atraerla a mí, y le daba besos en la mejilla, largos y sonoros.

-YO: ¿te lo estás pasando bien?

-CARMEN: si jajajaja ¡bailas mejor de lo que esperaba!

-YO: ¡pues anda que tú!, mueves el culo que da gusto – abrió la boca sorprendida del piropo.

-CARMEN: ¡jaja muchas gracias!, aunque mirando como se mueve Vanesa con Sonia……. me siento en desventaja jajaja – no era para menos, estaban dando un espectáculo que no pasaba desapercibido para cualquier varón, algunos se acercaban pero Vanesa les daba calabazas.

-YO: para nada, eres preciosa, y te mueves muy bien, cualquier hombre soñaría estar contigo y papá es un imbécil por irse – sonrió abrumada.

-CARMEN: jajaja que osado, no hable así de él, es que es de otra época, y estas cosas no le gustan.

-YO: pero a ti si, y debería hacerte feliz.

-CARMEN: tal vez….me alegro de que se fuera, así puedo divertirme contigo, hijo.

-YO: hoy no soy tu hijo, soy tu hombre – se sonrojó al rodearla por la cadera y pegarla a mi, sintiendo mis manos peligrosamente cerca de su trasero y mis labios rozándole la oreja al besarla en el cuello, me rodeó con los brazos por la nuca y por instante la sentí aguantar la respiración.

La cosa marchaba, mi madre no mostraba ningún desprecio por aquellas caricias, y cada vez que la hacia sonreír se acercaba más a mi. Había perdido un poco de vista a las demás para que se sintiera segura en mis brazos, fue un error, y desencadenó todo.

Pasado un buen rato en que la invité a la 2º, y última, copa, se la estaba bebiendo cuando escuché un tumulto, ese cambió de entonación en los gritos tan evidente que diferencia la fiesta de un problema, cogí de la mano a mi madre y nos aceramos, al apartar a la gente vi a los 3 chicos de antes acosando a Sonia y Vanesa, esta vez ni las palabras tajantes de Vanesa les alejaban, 1 de los chicos estaba muy borracho, se le veía al moverse, y se pegaban metiéndolas mano, mientras Sonia se resistía levemente al borracho, Vanesa soltaba zarpazos cuando una mano bajaba a su trasero, o le hacia la cobra a otro que intentaba besarla.

-VANESA: oye guapo, por que vas a meter mano a tu padre – otro manotazo.

-CHICO1: eres tú la que has venido así vestida, ¿y esperas que me crea que no quieres que te metan mano? – la volvió a coger del culo.

-SONIA: déjala, tiene novio – huía como podía las manos del otro chico, que buscaba sus senos con las manos, se las cogía y las bajaba a la cintura.

-CHICO2: ¿y te deja salir así de guarra? ¿Donde está ese calzonazos? jajajaja

-VANESA: ¡que me sueltes, joder! – le dio un empujón que no bastó para sacarse sus manos de encima.

-CHICO1: ¡mira como pelea la marinera!, ven aquí que te voy a dar un buen remo para que agarres – la cogió de una mano y se le llevó al paquete, Vanesa le debió coger de los huevos y estrujarlos por que el tío se retorció y la soltó doblándose.

-VANESA: ¡con esa mierda de remo no llego ni al agua! jajjajajaja – Sonia se reía y el orgullo del chico se vio herido, la cogió de una muñeca para pegarla a él y levantó la mano con ánimo de pegarla, pero no llegó ha hacerlo, se la cogí en el aire.

-YO: ya estáis soltándolas, son mías.

-CHICO1: ¿y tú quien coño te crees que eres?

-VANESA: ¡es mi novio, pedazo de gilipollas!

-CHICO2: ¡coño, el calzonazos!

-SONIA: ya quisieras tú ser tan calzonazos como él jajajaja

-YO: suéltala de una vez –la dejó de agarrar la muñeca pero no la soltaba del trasero, pese a los esfuerzos de Vanesa.

-VANESA: ¡suéltame el culo! – en uno de los manotazos le dio en la cara, lo que no le gustó nada, pero una vez libre se puso detrás de mi y de un tirón rápido Sonia se puso a mi lado.

-CHICO1: ¡eh! quédate a tu novia, pero la rubia lo estaba pasando bien ¿verdad? – miré a Sonia que se reía diciendo que no.

-YO: creo que os tenéis que ir a buscar a otras – le solté el brazo que tenia agarrado.

-CHICO2: está bien, no pasa nada, ya nos vamos….- por un instante pensé que se había acabado, se iban.

-CHICO1: si……pero controla a la guarra de tu novia, no la dejes ir así vestida o te la podrías encontrar follando con 4 jajajajajaja – ya me había dado la vuelta pero me paré en seco.

-VANESA: ¡no!, déjalo, no pasa nada es solo un bocazas….- tiraba de mi brazo pero no podía moverme.

-SONIA: ya está, ¡son unos capullos!, no vale la pena.

-YO: retira eso – al darme la vuelta se quedaron petrificados.

-CHICO1: ¡mira al calzonazos!, ¿te crees que estamos en el medievo? ¿Vas a defender su honor o algo así?, ¡si va como una guarra se dice y no pasa nada!

-YO: va como quiera ir, y no por ello tienes derecho a meterla mano o insultarla, así que pídela perdón – sentía las manos de Vanesa en mi brazo apretándose fuerte.

-CHICO2: no pasa nada tío, vámonos….- el trataba de llevarse a los otros 2, pero el tipo no cedía, y ninguno apartábamos la mirada.

-YO: ¡no os vais hasta que la pida disculpas!

-CHICO1: ¡pues espera sentado! – me acerqué de un paso largo y me encaré con él.

-YO: prefiero partirte la cara ahora – apretaba con un puño la lata de rescate de socorrista, a punto de estrellársela en la cabeza, quizá lo hubiera a hecho si no aparece Vanesa.

-VANESA: ¡no, por favor, déjalo, otra vez no, al último le mandaste al hospital! – al oír eso me confundí, pero mantuve mi pose, la que se derrumbó fue la del chico, que la miró tratando de saber si decía la verdad, y luego a mi, que tenia fuego en los ojos.

-CHICO: ¡vale!, mira…- se acercó a Vanesa – ….he bebido de más, te pido perdón….. ¡¿vale, ya está?! – alzó la manos y se alejó con sus 2 amigos, no aparté la vista de ellos hasta que se fueron bien lejos, Vanesa me cogió de la cara y me serenó, estaba igual de tenso que el día que pegué a Jaime.

-VANESA: ya…….respira……recuerda la orilla y el mar…….respira y suelta el aire……- la miré a los ojos y el azul fue templándome los nervios.

-YO: ¿estás bien? – me miró con un leve sonrisa rara.

-VANESA: claro bobo, no es la 1º vez que un listo se pasa de la raya conmigo….no puedes ponerte así cada vez que algún imbécil me insulte.

-YO: no voy a permitir que nadie hable así de ti.

-VANESA: mira que eres anticuado, no puedes ir de caballero de reluciente armadura, podrías salir herido, y menos por mí.

-YO: me da igual, eres mi chica, y si no te defiendo yo, ¿quien lo hará?

-VANESA: ¡DIOS! ¡Eres un……..cabezota! – me besó con ternura después de agitar las manos de los nervios, la abracé serenándome, y quedándome con ella unos minutos.

-YO: ¿por que has dicho lo del hospital?, Jaime no fue…..

-VANESA: pero eso él no lo sabia, “ganar la batalla antes de que empiece”, ¿recuerdas? – la acaricié el rostro con su bella sonrisa traviesa.

-YO: no sabes cuanto te quiero.

Fue como encerrar a un perro rabioso, el tacto de su piel, sus caricias y jugar con su pelo rizado me devolvían a un estado de tranquilidad que no conocía sin ella. Me movía a su ritmo mientras bailábamos de forma pausada, con Sonia a mi espalda sin separase demasiado.

-VANESA: hey, ¿y tu madre?

-YO: no sé, ¡mierda!, no la he visto desde hace un rato.

-VANESA: ¡joder Samuel!, no tendrías que haberla dejado sola……vamos a buscarla.

Tardamos unos minutos en encontrarla, de hecho vimos a Marta y Sara pegándose el lote ellas solas, pero no había tiempo para pensar en ellas, vimos a mi madre en la barra, siendo cortejada por un moreno alto y guapo, Vanesa me besó y me dijo que me llevara a casa, a la fuerza si era necesario, y me enfadara con ella, que ella ya se ocupaba de Sonia y las demás. No seria difícil, apenas 10 minutos sola y ya se estaba buscando a otro, me acerqué furioso y cogí de la mano a mi madre, que al verme se le esfumó la sonrisa.

-YO: ¿que haces?

-CARMEN: nada…es solo que este chico me ha visto con la copa vacía…..y me quería invitar a una…….

-YO: ¡dios mujer!, ¿es que no puedes evitarlo? Nos vamos a casa – de un tirón ya la tenia siguiéndome.

-CAMRNE: perdona, no quería ofenderte, solo es que……- no la escuchaba, salimos de la discoteca y todo el camino a casa lo hicimos en silencio, con ella tratando de seguirme los pasos con sus tacones de aguja, y la capa al aire de la velocidad.

Al llegar a casa la dejé en el salón, se quedó de pie con la mirada baja y huyéndome la vista, me crucé de brazos delante de ella, solo dejaba que la vergüenza la minimizara.

-YO: ¿se puede saber que te pasa?

-CARMEN: nada…..es que te fuiste con Vanesa……el chico apareció……y….. ¡Dios!….- casi se echa a llorar.

-YO: tenía que defender a mi novia, te dejo sola 10 minutos y ya estabas buscándote un polla que montar ¡¿Es que no tienes limite? ¡

-CARMEN: lo siento…….llevaba mucho sin beber y….- la encaré silenciándola.

-YO: te has bebido 2 copas de mierda, te he visto meterte botellas enteras, no estás borracha, ¡estás salida!

-CARMEN: ¡pues claro que lo estoy! Tu padre no está, has echado a Jaime y asustaste a Joel, estoy…….. sola, escuchando como noche tras noche le haces el amor a Vanesa, y como Marta ha caído a los encantos de Sara, como caí yo…..encima tu te comportas así, y yo no puedo más, estoy ardiendo y no puedo calmarme, lo he intentado pero…..

-YO: ¿el consolador que te compraste? – se puso roja, todavía más.

-CARMEN: si…..lo vi tan grande y tan llamativo que pensé que…….pero ni así, yo necesito un hombre en mi cama Samuel, sentir su piel, su aliento y su calor, sus caricias y su miembro duro dentro de mi, si no me…. me vuelvo loca….me has ayudado a quitarme a esos hombres de encima pero no me puedes darme lo que necesito.

-YO: ¡estás enferma! – del gritó retrocedió hasta casi tropezar, pegándose a un pared de espaldas, la apuntaba con un dedo a la cara, pegándome a ella.

-CARMEN: ¡no!….solo ……..solo soy una mujer que necesita un hombre Samuel, por favor…..no me mires así…..- trataba de cogerme la cara para clamarme, pero no se atrevía a tocarme.

-YO: ¿necesitas?, ¿es lo que necesitas? ¿Es esto lo que necesitas? – metí mi mano por debajo de su falda y sentir la tela de su tanga.

-CARMEN: ¡NO! ¡Para Samuel, soy tu madre! – se bajó la falda apartando mi mano.

-YO: acabas de decir que eres una mujer, y necesitas un hombre – volví a meter mi mano y la empujé contra la pared.

-CARMEN: ¡pero no a ti! – hacíamos fuerza uno en el brazo del otro, yo para acariciarla y ella para sacar mi mano de entre sus piernas.

-YO: no finjas que ahora te importa, desde que empezó el verano te he estado metiendo mano, y tú a mi, hemos jugado a autenticas barbaridades, me has hecho pajas y me he comido cada centímetro de tu piel, te he visto follarte a Jaime y a Joel, y tu mi con Vanesa o Sonia, y Sara te habrá dicho como la hago vibrar.

-CARMEN: ¡no era eso!…solo jugábamos, por favor no me hagas esto – mis dedos apretaban su tela intima y notaba su calor y su humedad, sus manotazos seguían firmes, pero sentía que realmente necesitaba caricias.

-YO: ¿juegos? Aquí se acabaron los juegos, soy tu hombre de aquí en adelante, y si necesitas un polvo….. te lo voy a dar – tembló al oírlo, posó sus manos en mi pecho alejándome, mordiéndose el labio excitada.

-CARMEN: Samuel, para…….me……..me estas haciendo polvo…….te comportas así y me asustas…..no está bien….- comencé a besarla por el cuello cuando ya le acariciaba con toda la palma en su interior.

-YO: no voy a dejar que nadie más se meta entre tus piernas, y no puedo vigilarte 24 horas, así que esto ha de ocurrir – la cogí del culo con la otra mano, y la besaba por el pecho sintiendo como se apartaba, entre la negación y el deseo.

-CARMEN: no…….suéltame….por favor……- la daba besos cortos en la cara mientras ya no forcejeaba tanto, en uno de esos manotazos me acarició la nuca y me besó en la mejilla -… déjame, déjame o no podré parar…..- la solté el culo y la cogí del pelo, llevado por la excitaron la besé en la boca, sentí su repulso inicial, pero según mi mano la acariciaba comenzó a devolveremos, a gustarle como la tocaba y a darle igual todo.

-YO: te deseo, eres preciosa y se que tú me deseas.

-CARMEN: pero no está bien…….- levantó una pierna para que se la cogiera mientras cerró los ojos y me apretaba contra ella.

-YO: tu cuerpo me dice otra cosa……- se abrió de piernas para dejarme apartarla el tanga y sentir sus labios mayores quemándome los dedos -… pero dejaré que decidas, me voy a tu cuarto a hacer una paja, por que yo no puedo más, te quiero allí en 3 minutos, si no vas lo entenderé, pero quiero que sepas que no tendrás a nadie más, me voy a pegar a ti día y noche.

Al separarme se venció sobrepasada, se bajó la falda y se recolocó todo en su sitio algo mareada, me fui a su cuarto y me desnudé, la tenia tan gorda que pensé que me iba reventar, con las venas tan marcadas que eran estrías, me estuve masturbando tan fuerte que me dolía, quería acabar y evitar que mi madre apareciera, o estaba muy excitado, no lo sé, confundido esperaba que no ocurriera nada, pero mi madre entró por la puerta con la mirada en el suelo.

-CARMEN: estoy aquí.

-YO: ya te veo – me puse en pie y me miró acalorada, me acerqué con mi rabo tieso cabeceando y desaté el nudo de su caperuza, que cayó al suelo a plomo.

-CARMEN: estoy loca, pero lo……… necesito que me folles………no lo soporto más – la separé las manos y la hice abrazarme, mientras la cogí del culo levantándola la falda.

-YO: yo tampoco.

De un tirón me la subí encima, me rodeó con las piernas y me acarició la cara unos instantes antes de besarme, fue extremadamente excitante probar sus labios de esa forma, daba cortos tirones con sus dientes al separase, y metía su lengua con firmeza. Mis manos amaban su trasero, mientras mi miembro se balanceaba en sus muslos, me giré recostándola en la cama y cayendo sobre ella.

CARMEN: ¡dios…quítame esta mierda, que me está ahogando! – trataba de desabrocharse el corsé, la deshice los nudos a su espalda, tirando de su escote se lo saqué dejándola con sus pechos al aire, y sus pequeños pezones a mi disposición, los lamí y gimió acariciándome el pelo.

Mi mano levantó su falda y ella se abrió con las rodillas encogidas para dejarme meter la mano por dentro del tanga, al sentir mis dedos se estremeció y cerró las piernas en un último gesto de repulsa, pero se separé de nuevo, y ya no hubo nada que pudiera pararnos.

No se cuanto me pasé masturbándola y siento como mojaba mis dedos mientras no dejaba de besarla en el cuello, el pecho y sus senos, su temperatura subió, sentí su piel ardiendo y quise penetrarla, pero recordé a Jaime su 1º día y como se quedó, debía atrasarlo, así que la dejé de masturbar y me puse a su pies, levantándola las piernas y tirando de su tanga, abriéndola al máximo, besé sus piernas lentamente hasta llegar a la cara interna de sus muslos, y poco a poco alcancé la abertura por la que nací, fue raro pensar en eso antes de chupar uno de sus labios mayores y oler su necesidad.

-YO: ¡que buena estás!

-CARMEN: hijo mío……..por favor – no se que pedía, pero hundí mi legua en ella, soltó un gemido dulce apretando sus muslos contra mi cara.

Me cogió del pelo apretándome hasta hacerme daño, lamía y chupaba jugando con mi lengua en su clítoris, se tensaba por momentos, llegando el instante en que metí un dedo en ella, y se retorció acariciándose los senos. Sin dejar de penetrar con el dedo, lamía sin descanso su clítoris, llegó a temblar antes de gritar descontrolada en un orgasmo rápido que la cambio de posición.

-CARMEN: uffffffffff, si que te ha enseñado bien la tía, joder, uffffffff ven aquí – me tumbo boca arriba y me montó a 4 patas besándome desenfrenada, dejando que mi miembro duro se frotaba con su ombligo y su falda colgando.

Se pasó un minuto sacándome el aire de los pulmones y cogiendo mi polla entre sus manos, masturbando lentamente, me descabalgó tumbándose de lado encima mía dándome al espalda, agarrándomela con ambas manos. No iba a darla ventaja, la abrí de piernas para acariciarla su pubis, cosa que agradeció con cortos lametones a mi miembro, se reía ante de tratar de metérsela en la boca, comenzó dando pequeños besos hasta que abrió la boca chupando la punta del glande, midiendo el punto máximo donde podía alcanzar, sentí la tensión en sus labios al abrirse, y como ladeaba la cabeza para hacer fuerza y llegar a meterse el capullo entero y parte del tronco, dejando resbalar sus labios al separarse, lo hizo unas cuantas veces, sin dejar de sentir mis dedos en ella.

-CARMEN: ¡MADRE MIA! jajaja es más ancha que la de Roberto, o al menos a él no se le pone así desde antes de que nacieras, me duele la comisura de los labios jajajajaja.

Empezó a masturbar con ritmo mientras lamía de lado aquella monstruosidad que por lo visto tenia entre las piernas, se giró para meterse entre las mías, y tuve un 1º plano de mi madre comiéndome la polla, pajeando con una mano mientras me la llenaba de babas y las sobria de nuevo. Me gustó que se la sacara de la boca y se golpeaba la cara con ella, fue un detalle muy profesional, y cuando se dedicó a chuparme la base y lamer mis huevos casi me desmayo, tenia que pararla. Me alcé para tumbarla boca arriba, le rompí el cierre de la falda al sacársela y le quité las medias de rejilla junto con los zapatos, quedó desnuda ante mi, rogándome que la penetrara, se lamió los dedos y se masturbaba preparándose.

-CARMEN: no esperes, necesito que me folles, demuéstrame que eres mejor que tu padre – me confundió su frase, pero no era suficiente como para descentrarme.

La aparté su mano y masturbaba yo, metiendo ahora 2 dedos buscando su punto G, acelerando al escuchar un chapoteo claro al verla gemir y revolcarse al sentir otro orgasmo que la dejó medio ida. Entonces apunté a su entrada, y golpeaba con mi tranca en su pubis, antes de apretar la punta y sentir como iba penetrándola lentamente. La realidad es que fue sencillo, la que más de todas de aquel verano, sin darme cuenta ya tenia la mitad dentro y solo unos gemidos leves salían de ella, me acerqué con cuidado y di una estocada final, eso si lo sintió, se alzó abrazándome con un grito apasionado, aquello la dejó mansa, la cogí del culo y la tenia en el aire apoyada en mis piernas con sus muslos y la sacaba despacio para ir dando fuertes golpes de cadera que la hacían volver a gritar, uno vez tras otra hasta que ya no gritaba, gemía.

-CARMEN: ¡JODER…SI……..ASI SI……QUE GRANDE…….DIOS, FÓLLAME!

No la hablaba por no estropearlo, pero ansiaba decirla unas cuantas cosas, algunas buenas, y otras malas. Lo que hice fue dejarla en la cama otra vez y vencerme sobre ella para besarla, sin dejar de mover la cadera con gesto amplio, me rodeó con una pierna y la otra se la sujeté para tenerla de agarre, aumentando el ritmo paulatinamente hasta verla moverse a mi compás. Fue glorioso para que negarlo, le entraba y le salía con facilidad pero notaba que no bajara su excitación, me clavó sus uñas en la espalda y se contraía con cada penetración.

Estaba cansado y veía que ni había empezado, me giré sobre la cama para ponérmela encima, y tomar un respiro, dejando que ella cogiera el timón, lo que fue un desastre, empezó a cabalgarme como no había sentido a nadie, su cadera iba a una velocidad que me mató, percibía su culo en mis manos temblar del velocidad. Comencé a dar golpes de cintura cuando bajaba la suya para compensar su arranque de pasión, la hizo ponerse a 4 patas y mirarme con gesto de perversión, le estaba encantando como la follaba su hijo, planté lo pies y fue un pelea demencial entre ella y yo. Había momentos en que parecía que la ganaba la mano, peor otros en que ella me mataba, la sacaba de ella y frotaba su clítoris con mi glande, mientras lamía uno de sus pechos, cuando podía la volvía a penetrar retomando el pulso y en una de esas hacer que se corriera arqueándose con gestos cortos y rápidos de cadera.

-CARMEN: ¡que bien lo haces!, ni el maldito Joel me dejaba así.

-YO: puffff me voy a correr…- sonrío y me besó con dulzura, para quedar a la altura de mi oído.

-CARMEN: méteme tu leche caliente hasta que me salga por la boca – la solté una azote furioso de lo caliente que me puso, escuchar a la timorata de tu madre decirte eso deja huella.

Arranqué la moto y di todo durante unos 5 minutos en que no hubo pelea, fue una masacre, mi madre se derritió otra vez antes de sentir como soltaba mi cargamento en su interior. Se quedó tumbada encima mía extasiada, sin aire, sonriendo y sin levantar la mirada, la abracé con ternura, sintiendo como me deshinchaba, y como de ella salía un goteo constante de fluidos. No sabia que hacer, así que dejé que ella decidiera.

-CARMEN: ¡eres increíble!, jajajaja sabes que hacer con un mujer en la cama jajaja.

-YO: eso me han dicho.

-CARMEN: puffffff no ha estado nada mal jajaja, pero yo necesito más – se puso a comérmela un buen rato, no tardó en ponerse como una estaca y volver a montarme como antes.

-YO: ¡joder, eres insaciable!

-CARMEN: ¡lo sé, pero tú me llenas, maldita sea, me vuelves loca!

Apretó el ritmo de su cadera y dio un festival, se movía sin parar deleitándome con su cuerpo, cada vez que bajaba ella daba un giro de cadera rápido antes de subir, me sentí estúpido y sobrepasado por unos instantes, me rehice y la cogí de los senos, se los besaba y chupaba, tirando de sus pezones con los dedos y haciéndola sonreír agradecida. Terminó provocándose ella sola otro orgasmos de cómo me estaba montando, se derrumbó de lado dándome la espalda y me pegué a ella, abriéndola de una piernas y penetrándola desde atrás. La acaricia el clítoris sin descanso mientras el vaivén la estaba matando, me arrodillé para tener mejor posición sin cambiar su postura y ahora si la oía soltar gritos cortos agudos apretando las sabanas con sus manos, la atraía hacia mí al dar cada golpe de pelvis, sin dejar de acariciarla, eso lo tenía claro. Fueron 1 o 2 orgasmos los que la sacudieron, extasiada rodó hasta ponerse encima mía de espaldas, conmigo tumbado boca arriba, sentada en mi vientre, se abrió de piernas y me la cogió para penetrarse otra vez, puso sus pies en el colchón, subía y bajaba con velocidad, con una mano la ayudaba en el culo pero la otra seguía masturbándola sin cesar.

Lo sentía en su cuerpo, la estaba sacando de quicio, y al siguiente orgasmo gateó por la cama echa un harapo, pero no iba a dejarla respirar, era un todo o nada, la tumbé boca abajo y me arrodillé en sus piernas, metiéndosela de un tirón abriéndola las nalgas. Estaba implorando que siguiera cuando la sacudieron otros orgasmos cortos y continuados. Estaba haciendo flexiones encima suya para metérsela hasta el fondo, me sentía mareado y sin fuerzas, sin saber como seguía percutiéndola. Mi madre estaba mordiendo la almohada cuando bajé el ritmo, y pudo salir de debajo de mi cuerpo.

La cogí de la cadera y la hice abrazarme de cara, montándomela encima, estando de rodillas sobre la cama, me rodeó con brazos y piernas el sentir como me introducía en ella, y mis dedos jugaban en su ano, uno de ellos entró en aquel apretado agujero cuando ya se le metía entera, se descolgó un brazo de mi nuca y su cuerpo ondulaba usándome como una barra a la que se agarraba. Sus alaridos y gritos eran escandalosos cuando se acercaban aquellas pequeñas explosiones de sensaciones que sentía en su interior, y que la llegar la hacían vibrar pegándose a mi pecho, una tras otra se hacían menos espaciadas en el tiempo, llegando el momento en que iba casi a 1 por minuto y no lo soportó más.

-CARMEN: ¡JODER, SIIIIII, ME CORRO, DIOS MIO, ME CORRO, DIOS MIO, JODER! – lo repetía sin parar, soltaba un río de fluidos echando la cabeza hacia atrás, y continuaba gritando haciendo fuerza contra cada embestida hasta la siguiente vez que se vaciaba.

Me costó aguantar su ritmo, casi me desmayo y la cabeza me daba vueltas, pero logré correrme de forma tan animal, dando botes altos haciéndola caer a plomo, que mi madre tuvo otro orgasmo final al sentir como le volvía a llenar de semen, uno leve y cansando. Me derrumbé encima de ella sin aliento, de forma que solo pudo acomodarse y soportar mi peso, sentía mi pecho chocando con el suyo para respirar, notando pequeñas convulsiones en su cuerpo. Con mi último gramo de energía, me aparté tumbándome a su lado, y mi madre serpenteó para llegar a mi pecho. Me quedé dormido con su cabeza apoyada en mí, y pensando que mi padre era un cerdo afortunado, ni cuando me lo montaba con tríos junto a Vanesa y Sara me habían dejado así de roto, y él había disfrutado de mi madre en exclusiva desde los 17 hasta los 41 años.

Dormimos mucho tiempo, y al despertarme seguíamos tal como me había dormido, la vi acurrucada sobre mi, con una mano en mi pecho y su cabeza en mi costado, su melena cayendo con gracia y con sus ojos cerrados, sonriendo sin parar. Empecé a ser consciente de donde me encontraba y lo que había pasado, era importante que cuando ella se despertara viera aquello normal. La cogí de la barbilla y la besé en los labios con cariño, se desperezó devolviéndomelos, y cuando abrió los ojos me miró un segundo sin moverse, temí una espantada, pero solo sonrió fascinada pegando su mentón al hombro.

-YO: buenos días.

-CARMEN: jajaja buenos días – la apreté contra mí hasta subírmela encima y quedar tumbada sobre mí, cogiéndola de culo, y besándola con lengua.

-YO: me has dejado agotado.

-CARMEN: jaja, y tú a mi, no me acuerdo de la última vez que alguien me sacó de quicio, puffff la cama entera apesta a sexo salvaje.

-YO: ahora ya sabes a lo que estoy dispuesto por hacerte feliz.

-CARMEN: ¡no esperaba que fueras capaz!, pero llevo desde el 1º día que te la he visto dura deseando que me follaras así.

-YO: pues no solo eso, siempre que lo necesites avísame, y te dejaré igual, no quiero que toque a otro hombre que no sea yo, ¿me has oído?

-CARMEN: ¿por que voy a molestarme? Tal y como haces el amor no necesito ni a tu padre, madre mía……. ¡que locura!

-YO: voy a darme una ducha y ver donde están las demás, tú haz el desayuno, estoy famélico – la cogí de la nuca y nos dimos un largo y pausado beso con lengua.

-CARMEN: vale.

Se rió cuando la di la vuelta y la besé en el cuello, se quedó en la cama retozando en una sabana arrugada, descolocada, manchada de fluidos y que desprendía un profundo olor a sexo. La ducha me sentó genial, y cuando salí, ella entró detrás, dándome otro beso húmedo y cálido.

Al pasar por el cuarto de Sara, la vi a ella y a mi hermana desnudas, al igual que al subir a mi cuarto y ver a Sonia boca arriba roncando, y Vanesa a un lado despierta, riéndose de los ronquidos, al verme se puso en pie y salió conmigo a la terraza, no le importó ir desnuda y que la abrazara por detrás rodeándola la cintura, oliendo sus rizos al pasar la cabeza por uno de sus hombros.

-YO: hola amor mío.

-VANESA: jajaja hola campeón.

-YO: estoy que no puedo con mi alma.

-VANESA: pues no te creas que yo estoy mejor, me costó una hora en la disco bailando que Sonia no se llevara a casa a ninguno, y luego en la cama me ha tenido media noche entre sus pechos, ¡madre mía, que pedazo de tetas!, casi me ahogo jajjajaja

-YO: ¿y mi tía y mi hermana?

-VANESA: nos siguieron, pero ellas van a su bola, creo que a tu hermana le está gustando mucho pasar las noches con tu tía………¿tú?

-YO: una bestia parda, ¡que mujer……!

-VANESA: ¿y esta mañana?

-YO: bien, lo he normalizado todo, he evitado mencionar lazos de sangre ni nada, como dijiste, y parecía encantada, me ha dicho que no recordaba la última vez que la habían dejado así…..

-VANESA: ¿lo hace mejor que yo? – sonrió dándole un tono travieso.

-YO: no lo sé, tal vez si…….pero a ella no la quiero…..solo te quiero a ti – la apreté con fuerza y se rió girando su cara para besarme en la frente.

-VANESA: ya te olvidarás de mi cuando regreses a casa y tengas a tu tía, tu madre y a Sonia, y si no tardas mucho a tu hermana también.

-YO: ¿hace falta? Si mi tía la mantiene contenta……

-VANESA: ya veremos como reacciona a lo de tu madre y tú, pero muy a mi pesar creo que si.

-YO: ¿a tu pesar?

-VANESA: si…….bueno…….las demás ha sido una partida de ajedrez, pero tu hermana, a ella la quieres de verdad.

-YO: no la quiero.

-VANESA: si la quieres, y un amor mucho más tierno, cariñoso y fuerte que el que sientes por mi, la adoras.

-YO: pero por que es mi hermana mayor, es una chica dulce y agradable, me ha ayudado mucho.

-VANESA: por eso es a mi pesar, de ella……de ella si que siento celos.

-YO: no lo entiendo.

-VANESA: ni yo…..no debería……pero si no hay más remedio……- me cogió de las manos y entrelazó sus dedos con los míos, nos quedamos un buen rato así.

Al bajar a desayunar todo manteníamos una facha de hipocresía y falsedad, todos sabíamos que pasaba y decidimos actuar como si nada. Nos dimos un paseo hasta la playa y disfrutamos del día, por 1 segundo me olvidé de todo y disfruté de Vanesa y su compañía. Por la tarde repasamos las fotos, se veía a los 3 chicos molestándolas, al verlas Vanesa se hizo un bola en mi pecho.

Y desde ese día pasé 2 semanas como un loco, por las mañanas iba a la cama de mi madre, y si quería dar un paseo lo dábamos, pero varios días deseaba sexo, y se lo daba, esos días no tenia para nadie más, nos pasamos en torno a unas 2 horas haciendo el amor de una forma salvaje y animal. Si no era uno de esos días le dedicaba ese tiempo a Sonia o Sara, que eran mucho menos……. voraces en ese aspecto. Por la noche me acostaba con Vanesa si teníamos ganas, pero me gustaba quedarme horas tumbados, de cara, mirándonos y acariciándonos, la divertía verme jugando con sus rizos, sin hacer nada más, hasta que Marta aparecía y nos dormíamos.

Quedaba una semana escasa para volver a casa y pensaba que todo había acabado, mi tía y mi hermana juntas, Sonia feliz de poder tener replica algunas veces, y mi madre encantada de poder desfondarse cuando lo necesitaba. Pero Vanesa me citó en la piscina, acudí presto, pensaba que solo me quería a mi, pero al verla sentada en el bordillo con los pies en el agua, y su mirada triste que sabia esconder, supe que iba algo mal. Me metí en el agua y acaricié sus piernas para abrazarla y besarla, sus ojos azules a medio día podrían ser ventanas al paraíso, y esa vez estaban oscurecidos.

-YO: no me gusta tu cara.

-VANESA: que bien me conoces ya…..- me acarició la mejilla.

-YO: ¿que pasa? dímelo.

-VANESA: pensaba que ya se había terminado…….pero me equivocaba……tu hermana está pensando en no volver a casa.

-YO: ¿como? – eso no me lo esperaba.

-VANESA: lo he elido en su diario…..

-YO: ¿se lo lees?

-VANESA: claro…ya me conoces, no puedo evitar ser traviesa…….da igual……..lo he leído y se que está confusa con su sexualidad, quiere aclararse las ideas y no puede hacerlo en tu casa, bajo la supervisión de tu padre.

-YO: ¿confusa en que?

-VANESA: ¿tú que crees? Lleva 3 semanas acostándose a diario con tu tía, se de buena tinta que Sonia también se acostaba con ella antes de todo esto, y cree que es lesbiana.

-YO: bueno……..no es algo tan raro….

-VANESA: para ti, pero piensa en tu padre…..y en como se lo tomaría, tiene miedo y quiere alejarse hasta tenerlo claro.

-YO: pues que lo haga, es mayor y puede tomar sus decisiones.

-VANESA: NO, tiene que volver a casa.

-YO: ¿por que?

-VANESA: por que si……….si no…….nada de esto servirá – sonó a excusa.

-YO: ¿y que puedo hacer para convencerla?

-VANESA: lo que ya temía……un hombre como tú puede………..despejar sus dudas.

-YO: no voy a acostarme con mi hermana para evitar que se haga lesbiana, ya tengo controlada la situación, hablaré con ella.

-VANESA: no será suficiente tienes…tienes que hacerlo – torció el gesto.

-YO: no pienso hacerlo, y menos sabiendo que te duele tanto.

-VANESA: ¡No me duele! ¿Por que debería? ¡Solo somos amores de verano, tenlo presente! – por lo que la conocía, que se enfadara así significa que tenia razón.

-YO: ¡ya basta Vanesa!, deja de fingir que no me quieres……- quiso apartar mi mano pero me dejó acariciarla la mejilla, sentí una gota caer en mis dedos, era una lágrima.

-VANESA: ¿por que me haces esto?………. ¡esto no tendría que ocurrir!

-YO: pero ha pasado, es real, y ya no quiero seguir siendo ese chico asustado que no dice lo que piensa, te amo Vanesa, y nada de lo que ha ocurrido, o de lo que pase va a cambiar eso….- soltó un bufido rápido.

-VANESA: eso dices ahora……….tú sabrás, si quieres regresar a casa con toda tu familia tienes que acostarte con tu hermana, no hay otra, en su diario no solo dice eso, si no que te menciona mucho, tú crees que ella es tu luz, pero tú eres tierra firme para ella, sin ti se siente perdida.

-YO: ahora tengo un sol entero delante de mí, no necesito rayos de luz, si mi hermana ha decidido……- me cogió de la cabeza amagando hacerlo un par de veces, mi tozudez la sacaba de sus casillas, pegó su frente a la mía, Vanesa estaba llorando y no quería hacerlo, pero no podía evitarlo, así que la abracé queriendo tranquilizarla.

-VANESA: no lo hagas más difícil de lo que es, hazlo, y pronto – me besó, con un sabor salado, y se alejó.

La discusión se repitió varios días, ella insistía y yo me negaba, discutíamos y ella lloraba por que me negaba, no la comprendía y eso me frustraba. Tanto que al final, no se como, accedí ha hacerlo, odiándome por ello, pero parecía que era lo único que la tranquilizaba. Diría que Vanesa quería que lo hiciera para que la demostrara algo, pero no sabia el qué, a esas alturas ya sabia que ella no se la convencía con palabras, si no con hechos, y no me dejaba otra salida. Me armé de valor para hacer lo que me pedía, con la esperanza de que eso me hiciera ganar puntos de cara a su marcha inminente, al final del verano, y así ganármela de una vez y para siempre. Me acompañó hasta la puerta de Sara, donde estaban ella y Marta, era el mejoro momento para meterme en su cama y acostarme con ambas, y por ende, con Marta.

-YO: no quiero hacerlo.

-VANESA: por favor……no lo compliques…….tú solo…..hazlo.

-YO: no lo haré si no quieres que lo haga.

-VANESA: ¡no quiero que lo hagas, joder!………lo…..lo necesito….. ¿vale?……tú hazme caso, entra ahí y déjala feliz, regresa a casa con tu familia y olvida que todo esto pasó – tenia que cogerla de la cabeza para que me mirara.

-YO: soy tuyo, me da igual lo que ocurra, el tiempo que pase y las circunstancias……te amo….y si necesitas que pase esto lo haré, por ti….- asintió con lágrimas en los ojos, y rostro firme.

-VANESA: por favor…..- me señaló la puerta, la besé antes de que hiciera un puchero y se alejó unos pasos.

Llamé a la puerta y me quedé mirando a Vanesa, que escondida en las sombras me miraba de forma tan triste y solitaria que me conmovió, al abrir al puerta entré, y al perder de vista a Vanesa sentí un enorme vacío en sus ojos. Sara me hizo pasar, iba en tanga y tenia a Marta en la cama tumbada solo con un camisón de los suyos.

-YO: hola chicas, ¿que hacéis?

-SARA: nada…….aquí charlando….

-YO: ¿puedo unirme?

-MARTA: ¡NO!- miró a Sara.

-SARA: mujer no seas así, mi cama siempre os recibirá a ambos.

-MARTA: pero es que es “él”……si se entera…..- lo dijo muy bajo, como si no lo fuera a oír.

-YO: ¿que pasa?, Marta, puedes decirme lo que sea…….- Sara me acompañó hasta la cama y me senté cogiendo de la mano a Marta, Sara se tumbó en la cama con gesto sensual.

-MARTA: si quieres estar con Sara puedo irme…..

-YO: no, hoy he venido a por ti.

-SARA: ummmmm se pone interesante.

-YO: no es eso………te noto distinta Marta, no solo por lo de Sara, te veo agobiada y pensativa, y tu no eres así, eres alegre y dicharachera, me duele verte así.

-MARTA: jope…….lo sé, y lo siento….pero tengo la cabeza hecha un lío – la besé la mano.

-SARA: díselo…..- Marta la miró asustada.

-YO: no la mires a ella, yo soy tu hermano, ¿si no me lo puedes decir a mí, a quien se lo vas a decir?

-MARTA: mi hermano no eres tú, tú eres una versión joven y potente de papá, si me da miedo decírselo a él, a ti me da pánico.

-YO: se que mi comportamiento ha sido raro y extraño, pero he tenido que ponerme así o esta casa se volvía una locura, pero eso ya ha pasado, en unos días volveremos a casa y esto quedará atrás.

-MARTA: es que….no se si voy a volver a casa – fingí no saberlo.

-YO: ¿Por que?

-MARTA: ¡por que si!… ¿vale?……..no estoy muy segura de lo que quiero, y si voy a casa terminaré haciendo lo que diga papá.

-YO: ¿pero que es eso que te tiene confusa? – no me lo decía, guardó silencio tirando con los dedos de la sabana.

-SARA: hija mía……pues que le gustan las mujeres…..- Marta la miró odiándola y sorprendida.

-MARTA: ¡TIA!

-SARA: merece saberlo, es tu hermano y sabes que te quiere, antes de darle la espalda tiene que saber por qué.

-YO: no pasa nada……..te gusta acostarte con Sara, estás experimentado, doy fe de lo buena que es en la cama.

-MARTA: no es solo ella Samuel, Sonia también, y hace un mes me traje a una pareja y me pasé más tiempo con ella que con él, ya no es una travesura…….siento que me atraen más, y no puedo evitarlo…….me meto en tu cama por que eres el único hombre que quiero, con las esperanza de que se me pase, de que sea un fase……pero no ocurre nada y yo…….yo pienso que seria mejor no volver a casa.

-YO: ¿y que pretendías que pasara en mi cama? – tragué saliva.

-MARTA: no lo sé…….te he visto con Sonia, con Sara, con Vanesa…….. y ahora con mamá, creía que no te importaría, que seria una más de tu harén particular, y así me demostraría que no era cierto….pero yo no soy suficiente para ti….- verla llorar era tan raro como enternecedor, la abracé con cariño.

-YO: eres la mujer más maravillosa que he conocido, eres guapa, lista, dulce, cariñosa y buena persona, eres la única persona que quería en mi vida, un rayo de luz en mitad de mi caos, y no iba a mancillar eso por un mal polvo.

-MARTA: ¿iba? ¿y ahora si? – la besé en la mejilla, y cogí aire varias veces, tomando la decisión que lo cambiaría todo, la tenia delante de mi pidiéndome que lo hiciera, algo dentro de mi me pedía a gritos que lo hiciera.

-YO: no………….Marta, no, ahora tampoco…….te quiero, eres mi hermana y te apoyaré en todo lo que decidas hacer, pero vuelve a casa conmigo, estaré a tu lado cuando hables con papá, no dejaré que te avasalle ni te intimide.

-MARTA: ¿harías eso por mí?

-YO: si, ya es hora de que maduremos, no podemos seguir siendo niños bajo su cinturón, papá ya no me da miedo.

-MARTA: eso es fácil decirlo sin él delante.

-SARA: yo también estaré a tu lado pequeña.

-YO: y mamá nos ayudará, sabe como manejarle, no te apartes de mi lado, no podría soportar mi vida sin ti, pero no voy a decirte que hacer, eso haría papá, ahora haz lo que creas que debes hacer, y te apoyaré en todo, tú decides.

-MARTA: no sé…….necesito pensar, pero me alegro un montón de que lo entiendas…- la sonrisa de mi hermana regresó -….. ¿me dejas a solas con Sara? – la besé la mano y la acaricié la cabeza.

Me arrepentiré el resto de mi vida salir por el balcón, fue un momento muy emotivo y me apetecía dar un paseo hasta la playa a solas, pensar en mi vida y en que todo había cambiado, nunca pensé que aquellas vacaciones terminarían así, pero ocurrió. El niño asustando y tímido que fue a unas aburridas vacaciones familiares había muerto, renació como un hombre fuerte y decidido.

Tenia que decírselo a Vanesa, tenia que decirla que no ocurrió nada, eso la alegraría, aunque no lo iba a reconocer, es posible que se enfadara conmigo incluso, pero en el fondo le gustaría saber que salve es parte de mi, y que lo hice por que la amaba, si le decía todo eso seguro que se olvidaría de eso del “amor de verano” y me querría tanto como yo la quería a ella.

Al volver a casa la busqué, había pasados unas horas, pero no la encontré, subí a mi cuarto y todas sus cosas habían desapareció, aquello me aceleró el corazón, la llamé a gritos, y luego a su móvil, sonó en la mesa del salón, allí estaba el móvil, encima de una nota en papel.

“Lo siento mucho Samuel, pero esto es más de lo que puedo soportar, ha sido irritantemente sorprendente, y gratificaste, como has logrado llegarme al corazón, y no quiero que descubras que tipo de persona soy en realidad, así que me voy. Eres feliz con tu familia unida, y eso debo respetarlo, no sabes cuanto deseo quedarme a tu lado, te quiero aunque me cueste y me odie admitirlo, pero……. ¡Dios, te he mentido tanto!…….lo justo es que me vaya sin una despedida, no la merezco. Te pediría que me olvidaras, pero se que me dirías que no puedes, y terminarías diciendo alguna frase de las tuyas, de esas que me encantan y que me derriten por dentro, acabaría quedándome a tu lado, y te mereces algo mejor que yo, lo nuestro no puede funcionar. Así que prefiero que me recuerdes tal como me has conocido, y espero que añores este verano con cariño, por que yo pensaré en ti cada día de mi vida.

Por favor, no me busques, ni vayas detrás de mi, no me sigas, es mejor así.

Dale un beso dulce y tierno a ese chico bueno, gentil y amable que conocí. Por favor, no cambies, por que quedan pocos hombres como tú en este triste y amargo mundo…….Adiós y Gracias de corazón por este verano.”

Me eché a llorar a mitad de carta, las lágrimas cayeron al papel, volqué la mesa y empecé a gritar, bajaron todas a verme pero llegaron tarde, yo ya iba camino de la moto, y casi atropello a una persona al ir a la casa donde estaba Jaime, solté la moto, que se quedó dando vueltas, y entré llamándola a viva voz, Jaime apareció con una en cada brazo y le cogí de la pechera.

-YO: ¿DONDE ESTÁ VANESA?

-JAIME: ehhhhhhh tranquilo, ha venido hace una hora.

-YO: ¿donde ha ido?

-JAIME: ha sido rarísimo, se ha quedado fuera, estaba llorando, no se por qué, con las maletas y todo, ha pasado un coche negro de lujo de 5 puertas, y se la ha llevado, no se ha donde….. ¡te lo juro!

-YO: ¡JODER! ¿QUIEN LA CONOCE AQUÍ, DONDE VIVE, ALGUIEN TIENE NUMERO DE TELEFONO? – repetí aquellas preguntas por todas las habitaciones, pero no encontré a nadie que la conociera, incluso las chicas con las que la había visto se habían ido hacia una semana, solo quedaban unas 10 personas y a ninguna le sonaba de nada Vanesa.

Cogí la moto, llevado por la rabia y la desesperación, me metí con un ciclomotor de 49 caballos en la autovía, algo prohibido, y le di gas hasta recorrer 60 kilómetros, buscando un coche negro de lujo de 5 puertas, pero me llevaban media hora de ventaja y ellos llegaban a más de 80 por hora. Inconsciente de ello no paré hasta quedarme sin gasolina, y aún así empujé la moto otros 3 kilómetros hasta la siguiente gasolinera, pero al llegar me di cuenta que no llevaba la cartera, no llevaba nada, ni el móvil….me tiré al suelo y seguí llorando, no había parado de hacerlo desde que leí la maldita nota, que también me había dejado en casa, quería echar a correr por la carretera tras ella, pero no podía sin dejar la moto, y tenia calambres ya de empujarla. Iba a causar un accidente, casi me mato 3 veces al pasar con algo tan liviano al lado de un camión grande, no sabio que hacer y sentía una punzada en el corazón que me estaba matando.

Al verme allí tirado varios conductores creyeron que me había caído de la moto, y se mostraron amables para ayudarme, uno me dejó el móvil, y llamé a Vanesa, pero lo cogió Sara en mi casa, ni me acordaba de que también se había dejado el móvil, la dije donde estaba y me pidió que no me moviera, que vendrían a por mi. Una señora se quedó conmigo y le conté lo que ocurría, se conmovió al oírlo, y se quedó conmigo hasta que Sara apareció con el coche, con todas, me abracé a Marta y no la solté. Quería ir con el coche de Sara a seguir la búsqueda, pero ya era inútil, había pasado otra hora larga, me metieron en el coche y me eché en el regazo de Marta, llorando sin comprender nada, “¿que más podría haber hecho?”. Ni los dedos de Marta jugando con mi pelo me calmaron, se quedó a dormir conmigo esa noche, y todas. De golpe di 4 pasos atrás y volvía a ser un niño asustado y débil, me trataban como un jarrón a punto de romperse, sin saber que ya estaba roto. Marta me decía que no podía dejarme así, y que volvería a casa, como si eso me importara en ese momento, pero se lo agradecí.

De los últimos días no recuerdo haber salido de la cama, y no hablaba con nadie que no fuera Marta. Cuando regresó mi padre para recogernos en el coche, me miró con desprecio al verme tan mal, pero me daba igual, mi hermana trató de animarme haciendo el viaje de vuelta con ella, Sara y Jaime, pero no hubo manera. Estaba sentado atrás con Jaime, que no habló en casi todo el camino.

-JAIME: esa chica te gustaba de verdad, ¿no? lo siento de verdad tío.

-YO: tú que vas a sentir…….

-JAIME: lo sé, se que he sido un capullo este verano, pero te miro, y veo que esa chica era especial para ti, la traté mal, y tampoco es que me haya comportado mucho mejor con las demás, te pido disculpas.

-YO: gracias, pero llegan tarde, y no me ayuda en nada.

-JAIME: joder….ha sido duro….. ¿sabes que hasta llamé a tu padre cuando me echaste? Le dije unas cuantas cosas y dijo que el se ocupaba……supongo que al final todo sigue su curso…

No le presté atención, fui un cadáver todo el camino, y al llegar a casa me pasé 2 días en la cama. Solo dormía y comía algo, tampoco mucho, me quedaba horas mirando el móvil de Vanesa, las fotos que nos hicimos, los mensajes y recordando cada instante a su lado, anotándolo, y aquí os lo he dejado.

——————————–
Depresión post vacacional, así lo llaman ahora, es esa sensación de hastío y sopor al regresar de unas vacaciones, lo que toda la vida se ha llamado volver a tu mierda de vida, pero la gente se afana en ponerle nombres a las cosas para sentirse mejor, supongo, a mi no me ayuda. Me estoy volviendo loco, y no es por que tenga que volver a una vida rutinaria y normal en todos los aspectos, si no por el hecho de que todos a mi alrededor se comportan de forma natural, como si no hubiera pasado nada en estos 3 meses de vacaciones que me he pasado en la casa de la playa con la familia, es como si un gran dinosaurio se hubiera paseado por el centro del salón y solo yo pareciera haberlo visto, cuando trato de hablar de ello, me evitan, se hacen los locos o directamente me ignoran.

Mi madre volvió a ser la misma mujer servicial en cuanto entró por la puerta, tratando a mi padre como a un dios, supongo que si consiguió que Sara se quedara en casa hasta que encontrara donde ir. Marta mantuvo su compostura hasta que al 2 día me dijo que iba a hablar con papá de su sexualidad, no estaba para tonterías, pero se lo prometí, y estaba harto de auto compadecerme. Esperamos a que regresara del trabajo y nos sentamos, me puse al lado de Marta cogiéndola de la mano.

-MARTA: mira papá, esto me resulta muy duro, pero tengo que decirte algo.

-ROBERTO: adelante, hija mía.

-MARTA: este verano me he dado cuenta de algo, o mejor dicho, me ha ayudado a convencerme de algo……….siempre te estás quejando por que no tengo novio formal, …pues bien…- cogió aire- …..creo que soy homosexual.

-ROBERTO: ¡¿como?! – solo con su tono de voz Marta me clavó la uñas.

-MARTA: si……bueno…..que me gustan las mujeres.

-ROBERTO: ya se lo que significa, no soy estúpido, ¿como puedes hacer esto?, te vas a arruinar la vida.

-MARTA: me siento así, y no puedo cambiarlo.

-ROBERTO: eso son cosas de críos, os pasa a todas, tu olvídate de líos, ya encontrarás a un hombre que te haga feliz y te de hijos.

-MARTA: pero papá….- la lanzó su mirada, esa que según todos sus compañeros hacia temblar hasta a los jueces.

-ROBERTO: se acabó la conversación – se puso en pié y se disponía a irse, como siempre, con al última palabra y nadie tenia derecho a decir nada, y se hubiera ido como siempre.

-YO: no…………..papá, no se ha acabado – me puse en pie, él se giró dedicándome su mirada a mi, casi me vuelvo a sentar, antes lo hubiera hecho, antes.

-MARTA: no, déjalo……….- la acaricié el pelo.

-ROBERTO: ¿como dices?

-YO: Marta está tratando de decirte como se siente, y eso no lo vas a cambiar zanjando la conversación.

-ROBERTO: ¿y pretendes que sonría y asienta ante esa desfachatez? – de golpe mi madre, que andaba por allí fingiendo no prestar atención, desapreció, como solía hacer cuando mi padre se ponía así, deseé que Sara no hubiera salido, y sobretodo, tener a Vanesa a mi lado, pero allí estaba solo delante de él.

-YO: lo que pretendo es que dejes que Marta sea libre de hace lo que quiere, somos adultos y tenemos que tomar nuestras propias decisiones, Marta no está aquí para pedirte tu opinión, te lo está diciendo, esperando que la apoyes, por que no es nada fácil decirte esto.

-ROBERTO: ¿y lo tiene que ser para mi?, Samuel, basta, esto no va a ir a ningún sitio, Marta está confundida, ya sabia yo que no era buena idea llevar a tu tía, Sara logra que las mujeres pierdan el norte, lo se bien, pero mi niña no es una burda bollera, no la he educado para que se pase su vida comiendo coños de camioneras – su forma de acercarse imponía un respeto brutal.

-MARTA: papá, eso no es así…..- se puso en pie a mi lado, casi se vuelve a sentar al mirarle a la cara, pero tiré de su mano.

-ROBERTO: ¿y como es? ¿acaso piensas en como me va a afectar esto? imagina las risas si se enteran en mi trabajo ¿sabes cuanto daño puedes hacer a esta familia si se difunde?

-YO: eres un retrogrado y un hipócrita de mierda…. – me salió del alma, y al oírmelo decir hasta él se sorprendió más que yo –…. ¿te importa una mierda tu hija, a la que has tratado con mimo y cariño toda su vida, ahora que se abre a ti? solo te importa tu trabajo y la opinión de unos completos desconocidos.

-ROBERTO: esos desconocidos me ayudan a mantener a esta familia, ¡así que tenlo muy presente antes de faltarme al respeto de esa forma bajo mi techo! – oírle gritar no daba tanto pavor como que fuera al 1º vez que le veía fuera de si.

-YO: ¿y debemos que ser tus marionetas toda nuestra vida a cambio?

-ROBERTO: mira calmémonos…………..Samuel, antes de hacer o decir alguna barbaridad más, espero que recapacites, no se que demonios a pasado estos 2 meses allí, pero se tiene que terminar, ahora estáis en mi casa, vamos a comportarnos todos como siempre y dejar pasar todo esto…….

-MARTA: no papá, estoy harta, harta de tus apariencias y de tus mentiras, de cómo nos tratas.

-ROBERTO: maldita desagradecida, ¿acaso te he tratado mal?

-MARTA: a mi no, me lo has dado todo, mientras fuera tu niña bonita, pero ahora te necesito no me capetas como soy, en cambio a Samuel le has hecho la vida imposible, y a mamá la has minimizado hasta ser tu criada.

-ROBERTO: por que me dan lastima, vuestra madre necesita mano dura, y Samuel…………. es débil y un cobarde, me deja a cuadros que tengo los arrestos de hablarme así, solo pretendía forjarle un poco de carácter.

-YO: pues enhorabuena, ya tienes al hijo que siempre has querido, y no ha sido gracias a ti….con una esposa sumisa y un hija a la que has querido moldear a tu gusto…………así que no te debemos nada.

-ROBERTO: me estáis empezando a enfadar.

-YO: pues acostúmbrate, por que las cosas van a cambiar.

Cogí de la mano a mi hermana y nos fuimos a su cuarto, de fondo escuchábamos a mi padre enervado con mi madre, mientras trataba de calmar a Marta, que parecía a punto de derrumbarse, temblando sin control, la pedía que visualizara una playa, con la olas, y respirar al ritmo de aquel oleaje tranquilo. No nos hablamos durante toda la noche, y cenamos en su cuarto, dormí con Marta, para no dejarla sola, aunque en realidad solo ella durmió, yo estaba despierto a su lado, no pegué ojo en toda la noche.

Me sentía con fuerzas, como un gigante, por enfrentarme a mi padre, y aquello empezó a darme vueltas a la cabeza, había algo, lo notaba, sentía que se me escapaba algo, pero no sabia que era, todo se mezclaba en mi cabeza, Vanesa, mi familia, aquel verano…………. tenia una imagen borrosa en la cabeza y necesitaba enfocarla, me faltaba una pieza enorme del puzzle, y no la tenia.

“Vanesa, tengo que encontrar a Vanesa.”

FIN.

 

Relato erótico: “la gemela” (POR JAVIET)

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Hola amigos y amigas, de nuevo con vosotros para contaros un relato, esta historia me la contó mi amigo Paco y pese a su contenido y los antecedentes de fantasma exagerado del tío, me inclino a creerla cierta ya que vi a la protagonista, pero comencemos.
 Aquella noche de verano…
Paco salió del trabajo y fue a su casa donde cenó viendo la tele, es solterón empedernido, mide 1´80. Es heterosexual fanático y no muy agraciado de cara, cosa que compensa con un buen cuerpo fruto de muchas horas de gimnasio, es buen conversador y siempre le decimos que el mas que enrollar a las pibas cuando va de fiesta, las atonta con su abundante verborrea y luego pasa al ataque cuando están aturulladas y medio bebidas.
Volviendo a la historia, Paco se maqueó y salió de fiesta al centro de la ciudad donde había quedado con el resto de la panda, habíamos quedado en “El Bareto” un bar de moda y llego el primero a la cita, mientras tomaba una cerveza en la barra recibió un golpe en la espalda que le hizo derramar parte de su jarra en el mostrador, la culpable era una chica morena que había tropezado con el sin darse apenas cuenta en su camino un tanto errático pero veloz hacia el servicio.
Laura Pérez, pues así llamaba la morena en cuestión, se introdujo en una de las cabinas del servicio de chicas y mas que sentarse se medio tumbó, se levantó la corta falda azul marino y se abrió de piernas, de un manotazo se apartó el empapado tanga verde pistacho con rayitas azul cielo y se metió dos dedos en su vagina, moviéndolos sin compasión ninguna dentro y fuera de ella haciéndose una paja feroz, con la mano libre se pellizcaba los pezones sobre la camiseta gris, mientras con los ojos cerrados y mordiéndose temblorosamente los labios para amortiguar los gemidos que salían de su boca, pensaba:
–          “Zorraaa esta me la pagaas, jodiaa cabrona que gustazooo me estas dandooo.
Sus dedos chorreaban flujo en su incesante martilleo de su ansioso y empapado coño, sus gemidos aumentaron un poco y no tardo en correrse, su cuerpo se sacudía entre espasmos de placer mientras su empapada mano se ralentizaba poco a poco, hasta finalmente deslizar sus dedos hacia arriba acariciando el clítoris mientras salían, lo cual la produjo otro escalofrío de gusto, mientras pensaba:
–         “Así que quieres marcha, está bien Lola esta noche vas a tener marcha,  por eso no te preocupes”
Entretanto a tres kilómetros de allí en casa de los Pérez. Lola Pérez de 22 años, morena con el pelo hasta los hombros, cara con forma de corazón y de labios gordezuelos siempre incitantes a los besos, de cuerpo firme con pechos tamaño pomelo, vientre terso y plano, piernas duras y firmes debido al ejercicio, de profesión cajera de híper, actualmente con un tobillo enyesado y por tanto tumbada en la cama, se bajaba el camisón tras hacerse una buena paja, como siempre se había acordado de su hermana Laura, desde que eran jóvenes y empezó a picarles el coñito, pensaban la una en la otra en ciertas circunstancias.
Las hermanas eran gemelas idénticas y estaban muy unidas, tan unidas que sus primeros escarceos en el mundo del sexo habían sido entre ellas, durante sus tardes y noches de amor lésbico-filial se lo pasaban de miedo, sus corridas eran intensas y casi siempre coincidían, era casi como si la corrida de una provocase la llegada de la otra hermana, al menos hasta ahora siempre había ocurrido así, ella no podía evitar concentrarse y pensar en Laura cuando se excitaba, de la misma forma que recibía los sentimientos de ella cuando estaba cachonda o haciendo algo con algún noviete, al principio les parecía raro y extraño pero ahora varios años después a ambas les salía de forma natural.
Lola esperó a tranquilizarse un poco antes de llamar como cada noche a su chico, bebió un buen trago de la botella de refresco que tenía en la mesilla, luego se centró en ver la tele mientras se preguntaba ¿Qué estaría haciendo Laura?
Laura se incorporaba en el servicio, tras secarse su depilado coñito con un pañuelo de papel y subiéndose el tanga, se acordó de la jugada que la acababa de hacer su hermanita y de su propósito de vengarse de ella, se la devolvería ¡vaya que sí! Y rapidito si es que podía, con esa decisión salió del baño.
Paco estaba en la barra, miraba hacia la puerta del servicio esperando ver salir a la chica morena que le había empujado haciéndole tirar media cerveza, habían pasado casi 10 minutos cuando la vio salir, morena  de 1,70 y guapilla de cara con forma de corazón, camiseta gris y falda azul marino, bonitos pechos, buen cuerpo y bonitas piernas, “es ella” –pensó- mientras venia hacia él, cuando pasaba a su lado la dijo:
–         Pareces más tranquila ahora.
Ella se quedo mirando a Paco pero no le sonaba de nada. El continuó:
–         Soy el tío al que has tirado la cerveza de un empujón cuando corrías hacia el servicio.
–         Ah sí, pues perdona – dijo Laura y añadió:
–         No me di cuenta, iba algo apurada.
–         Si ya me di cuenta, ¿Qué tal ahora, todo mejor?
–         Si gracias, bueno pues…
–         Mira no me importa que me empujaras, así por lo menos te he conocido, me llamo Paco y si quieres te invito a tomar algo, pareces algo agitada.
Ella se quedo un instante mirándolo, era alto y estaba bueno, no era un adonis pero parecía simpático, decidió quedarse con él y charlar un poco mientras tomaba algo, ya decidiría que hacer más tarde, sonriéndole contestó:
–         Vale tomare una cerveza contigo gracias, por cierto me llamo Laura, encantada Paco y se acerco a él dándole un beso en la cara.
Dedicaron un rato a charlar mientras bebían, al poco rato ella se reía con sus chistes y chorradas, nosotros el resto de la cuadrilla fuimos llegando y nos fuimos al otro lado de la barra a tomar nuestras cañas, en un pacto tácito que teníamos de no interrumpir nunca la caza de uno del grupo, veíamos a aquella chica divertirse en compañía del bueno de Paco.
 Mientras tanto, Lola se aburría en casa tumbada en la cama y harta de ver la tele, decidió llamar por teléfono a su novio Marcos, charlaron un poco hasta que la mente calenturienta de Lola decidió calentar a su chico diciendo:
–         Seguro que no sales de casa porque estás viendo una porno, en lugar de venir a hacerme mimitos.
–         Pero cari, – dijo Marcos – con el tobillo escayolado y tus padres en casa, no creo que estés para muchos mimitos.
–         ¿Que sabrás tu… y si te digo que me calienta tu voz?
–         Si tan caliente estas, dime que me harías cari.
–         Te lo comería todo, todito lo que te imaginas y lo haría tan suave y despacito como sabes que sé hacerlo, ¿y tú que me harías nene dímelo?
–         Yo te acariciaría por todas partes mientras te chupo y mordisqueo esos pezones tan duros que tienes, para luego ir bajando por tu cuerpo con mi boca, lamiéndote y besándote todo el camino hasta llegar…
–         ¡siii no pares ahora! Hasta llegar a donde – dijo ella – cerrando fuerte los ojos y concentrándose en las palabras, mientras sus dedos tomando ventaja ya habían llegado a su coñito.
Marcos mientras, desenfundando su tieso miembro para cascarse una paja al mismo tiempo que Lola, siguió hablándola:
–         Si cariño, llegaría a tu coñito suave y sin pelo, lamería tus labios hinchaditos y los separaría con mi lengua hasta tropezarme con tu clítoris.
–         Siiii asiiii sigue nene dime maaass, sus dedos se empapaban de flujo recorriéndose la rajita.
–         Insistiría con mi lengua, abriéndome paso, metiéndome en ti y saboreándote poco a poco mientras saboreo tu aroma a hembra, tu sabor me llena la boca.
–         Siiiguee asiii me gusta, sigue maass, sus dedos insistían en los labios externos de su chochete.
–         ¿sabes? Me he colocado como si estuviera entre tus piernas comiéndote el chochete, abre las piernas e imagíname entre ellas cielo.
–         Siii así estoy, me abro de piernas, ¿mee lo comerás todo?
–         Si nena todito para mi, ahora metería mi lengua en tu coñito, mojándolo con mi saliva.
–         Siii asiii mi niño, – dijo ella sin abrir los ojos, mientras se introducía un dedo en su empapado chochete.
–         Ahora muevo mi lengua dentro de ti, de abajo a arriba, entro rozándote el agujerito del culete, sigo un poco mas y la meto en tu coñito abierto, entro en ti y la remuevo, nota mi lengua moviéndose dentro una y otra vez, para recorrerte entera y salir por arriba rozándote el botoncito del clítoris, asiii despacito nena, ahora lo pillo con mis dientes suavecito sin morderlo, para mover mi lengua sobre él, haciéndote vibrar de gusto.
–         Aaahhhh siii te notooo, no pareeess neneee siguueee pooor favor.
–         Ahora vuelvo hacia atrás, separo mi boca y vuelvo a tu culito, lamiéndolo y metiendo un poquito la lengua, mientras meto dos deditos en tu chochete, moviéndolos dentro y fuera empapándome con tu salsa.
Lola jadeaba sin parar con el teléfono pegado a la oreja, con la mano libre se estaba cascando una paja divina, cuatro de sus dedos brillantes de flujo por el reflejo de la luz de la tele, entraban y salían como un pistón de su coñito, el pulgar presionaba en cada viaje sobre su inflamado clítoris, su orgasmo se acercaba a pasos agigantados mientras con los ojos cerrados se concentraba en las palabras de Marcos.
–         Ahora muevo los dedos juntos dentro de tu chochete, lo hago en sentido circular mientras vuelvo a tu clítoris poniendo mi boca como una ventosa sobre él, lamo tu botoncito una y otra vez, siénteme y lléname de flujo, dame a beber tu placer mientras te lamo sin parar el clítoris con mi lengua ansiosa de ti.
Lola no pudo aguantar más, la voz sexi e insinuante en su oído, las sensaciones que sentía en su cuerpo, sus dedos en su chochete, por fin todo su cuerpo se crispó de placer, sus caderas se agitaron frenéticas y se arqueo en un último gemido que dio paso a un gran placer, el orgasmo la sacudió con fuerza y al correrse acabo de empaparse la mano, el interior de sus muslos y las sabanas, ella gemía entrecortamente:
–          ooooohhhh siiisiiiiii, asiiiii aahhh caaariiii massss mee corroooo, maarcooss aaahhh meee corroooo.
Durante unos instantes solo se escucho el gemido de Lola mientras se corría y luego su respiración agitada intentando tranquilizarse tras el intenso orgasmo, pocos segundos después cuando ella abrió los ojos vio puntitos brillantes y soltó un largo suspiro.
Unas 5 minutos antes en “El Bareto” nuestros protagonistas estaban de pie en la barra, cuando la conversación entre Paco y Laura se interrumpió casi de golpe, entonces este observo que las mejillas de Laura se coloreaban de golpe, la chica empezó a respirar agitadamente, sus ojos se dilataron y sus labios se humedecieron entreabriéndose como suplicando un beso, no pudo evitar fijarse en que los pezones de la chica se habían erizado de golpe, el respondió a la llamada de la hembra y acercando su boca a la de ella la planto un beso en la boca, mientras las lenguas bailaban juntas sintió como el cuerpo de ella se pegaba al suyo, sus caderas se agitaban levemente y sintió aquellos pechos presionándose contra su torso.
La chica no rompía ni el abrazo ni el beso, se rozo más intensamente con él, llegando a rozarse el pubis contra el muslo del chico colocado entre sus piernas, notando el creciente bulto del paquete contra su pierna, se apretó gimiendo durante unos instantes contra Paco y finalmente se relajo entre sus brazos, paso casi un minuto sin que ninguno dijera nada hasta que ella rompió el silencio diciendo:
–         ¿Has traído coche?
–         Si claro, ¿Qué te pasa?
–         Nada malo, créeme estoy bien solo algo alterada, ¿podemos salir al coche un momento?
–         Si claro vamos.
Salieron del bar y cruzaron una calle hasta llegar al descampado donde estaba el “polo” azul de Paco, entraron y se sentaron mientras el intentaba entender el proceder de la chica. Laura en silencio suponía lo que había ocurrido, su hermanita al no poder salir por culpa de la escayola, debía de haber llamado a su novio Marcos, no era la primera vez que habían hecho sexo telefónico y ella siempre disfrutaba con los orgasmos de su hermana, a veces cuando Lola colgaba el teléfono, una de las dos cambiaba de cama y seguían la fiesta entre ellas, por eso ella sabía exactamente lo que pasaría a continuación, en aquellas llamadas solía ser el bueno de Marcos el que hiciera disfrutar a Lola, para después cambiar los papeles y hacer que el chico se corriera.
Laura musito en voz baja:
–         Esta es la mía hermanita, me las vas a pagar.
–         Como dices. – Dijo Paco mirándola.
–         Ooh, que si te apetece estoo… ven bésame otra vez.
La verdad es que el pobre Paco estaba alucinado con esta chica, era una contradicción ambulante pero en parte le gustaba la situación, sin hacerse de rogar se dedicó a besar los jugosos y calientes labios de ella, sus manos empezaron a acariciarla la espalda y los hombros.
Ella reconoció que el chico sin ser guapo besaba muy bien, la calentaba mucho y aquel pecho fuerte la tenia…buff además se acababa de correr contra su muslo, con aquel desconocido y estando de pie en la barra de un bar, ¿Qué pensaría de ella? Le debía parecer una zorra pero en aquel momento la daba igual, seguía cachonda aunque era en parte culpa de su hermanita, estaba deseando que él fuera un poco más lanzado para hacerle disfrutar, pero el chico se contenía muy educada e ingenuamente, debería ser ella la que se lanzase y pronto si quería devolverle la jugarreta a su hermana.
Sin dejar de besarla, las manos de Paco se deslizaron hacia delante y empezaron a acariciar los turgentes pechos de Laura, esta sintió con alivio que por fin reaccionaba su acompañante y se entregó a la deseada caricia con creciente calentura, efectivamente bajo su amplia camiseta gris los pezones seguían tensos y desafiantes mientras sus pechos eran amasados diestramente por las manos de nuestro amigo, sus bocas se separaron levemente para respirar y Paco aprovecho para besarla  en el cuello deslizando su boca en ligeros mordisquitos que hicieron suspirar de placer a Laura, cuyas manos bajaron ansiosas hasta el cinturón de nuestro protagonista.
Justo en aquel momento a tres kilómetros de distancia, su hermana Lola totalmente desnuda tras quitarse el camisón empapado en sudor, se ponía de nuevo el teléfono en la oreja y decía:
–         Bueno Marcos esto ha sido genial, yo me he corrido pero: ¿Cómo esta marquitos el cabezón?
–         Marquitos esta duro y deseándote, ya sabes cómo se pone en cuanto te oye jadear.
–         Si… sí que lo sé, deseo ese pedazo de polla dentro de mí, pero no me la traes – dijo Lola con voz de niña mimosa.
–         Si quieres mañana la tendrás, pero ahora debes ayudarme a bajarle los humos, no veas cómo se ha puesto de deseo, está casi morado de ganas de ti.
–         ¡Vale! Lo hare encantada, pero recuerda que mañana quiero que vengas y me des mi ración de leche antes de dormir, si no me cuesta coger el sueño. – Dijo Lola poniendo nuevamente voz de niña mimosa.
–         Te lo prometo cariño.
–         Bien marcos cariño, cierra los ojos y piensa en mí tal y como estoy, desnuda para ti.
–         Ya los tengo cerrados, estoy listo. – dijo él mientras se sujetaba los genitales con una mano y ponía la otra sobre su prepucio ya embadurnado de aceite de bebés.
–         Pues entonces… voy a bajar mi cabeza y empezare a meterme tu gordo rabo en mi boca, lo acaricio con mis labios mientras dejo caer mi saliva sobre su cabezota…
Mientras en el coche de Paco, Laura había desabrochado el cinturón, el botón y bajado la cremallera del pantalón de este, encontrándose con una erección que superaba sus expectativas, pese a estar medio contenida por un slip blanco la herramienta del acariciado, asomó su cabezota curiosa en cuanto la chica le dejo aire y espacio para salir, sus manitas la aferraron y sus ojos abiertos como platos bajaron a comprobar si la información recibida desde sus dedos acerca del calibre del miembro en cuestión era correcta, se encontró mirando un prepucio gordo y muy coloradote, el miembro de Paco media casi 20 cm. De largo y le calculó unos 13 ó 14 de circunferencia, desde luego era el más grueso que había visto nunca, así que sabedora de lo que debía estar haciendo su hermana Lola, decidió probarla mientras pensaba intensamente en como lo hacía, para devolverla la jugarreta y disfrutar mientras tanto.
Paco se recostó en su asiento mientras Laura bajaba la cabeza y la noto lamer, tras sentir la lengua acariciándole y recorriéndole mientras le ensalivaba, el prepucio se vio envuelto en aquellos labios gordezuelos tan sexis y notando como se hundía en la boca de ella, el sonido húmedo y lascivo de las húmedas chupadas resonaba en el coche, ella no paraba de producir saliva que resbalaba por la columna del miembro a cada movimiento que su boca hacía arriba y abajo, mamaba sin manos pero a veces le apretaba ó masajeaba los huevos con la zurda mientras se acariciaba a si misma los pechos con la diestra, era un trabajo lento y muy bien hecho, pero Paco no sabía lo que duraría sin correrse de gusto ante la golosa Laura, que entre los gemidos de placer y con sus chupadas lentas y ruidosas le estaba poniendo a mil.
Lola percibió lo que su hermana estaba haciendo, no pudo evitar quedarse en silencio con el auricular en la oreja y oyendo a su novio suspirar de placer, solo fueron necesarios unos segundos para sentirse de nuevo caliente, los pezones la reclamaban caricias y su chochete se humedeció de nuevo, ella supo sin dudarlo ni por un instante que su hermanita estaba a punto de follarse a alguien, escucho la voz de marcos por teléfono:
–         ¿Lola, lola? cari no te calles ahora cielito, me tienes ardiendo.
–         Si… si perdona, me he distraído un momento.
Se estiró hacia un lado, abriendo el cajón de la mesilla y sacando su vibrador con forma de polla autentica de 20 cm, tenía simuladas hasta las venitas en relieve, sabía que su hermana estaba mamando, lo sabia tan seguro como que era de noche pues lo percibía y sabia hasta como lo hacía, se giro bocabajo en la cama sujetando erguido el vibrador con la zurda y aferrando el teléfono con su otra mano contra su oreja dijo:
–         Marcos cariño, nota mis labios en tu polla y siente mi saliva.
–         Sii nena. – Dijo el volviendo a darle al manubrio, con los ojos cerrados e intentando concentrarse solo en lo que oía por el teléfono.
–         Mi boca se llena de saliva cada vez que te chupo, saliva calentita para la polla de mi nene, nota como entras en mi boca.
Mientras lo decía fue introduciéndose el prepucio de goma en su boca, no podía hablar paro el sonido húmedo que hacia llegaba perfectamente a su novio a través del auricular, haciendo que el aumentara el ritmo de su mano.
Mientras Paco disfrutaba de la mamada real y autentica, con los genitales mojados de saliva, veía la cabeza de Laura subir sacándose la polla de la boca casi al completo para darle bocaditos y relamer el prepucio varias veces, para seguidamente metérsela dentro de nuevo y bajar tragándosela poco a poco, nuestro amigo creía poder tocar el cielo de tanto placer.
Lola sentía lo mismo que Laura en la boca, la misma sensación la misma calentura, su saliva resbalaba mojando la cama mientras su novio jadeaba al otro lado del teléfono, no se contuvo y sacándose el vibrador de la boca dijo:
–         Vamos cariii sin parar, ahora recuerda como te follo con la boca hasta el final, te mamo y te la chupo mojándola como tú sabes, con mucho vicio.
–         Siii cariñoo asiii chúpamela asiii mi nena. – Dijo marcos aumentando el ritmo de su paja.
Laura sin pensar más que en el placer dejo de tocarse los pechos y llevo la mano a su coñito, el ritmo de su boca aumento de golpe y ella parecía desbocada, el sonido húmedo de las chupadas resonaba en el coche, Paco estaba que no podía mas de placer, aquella tía loca se la mamaba como ninguna, era puro vicio desatado.
Marcos fue el primero en correrse:
–         Siii joder, queee bueenaaa, erees zorraaa.
Copiosos goterones salieron de su polla, se empapo la mano, el pijama y la colcha, finalmente entre jadeos y suspiros se fue relajando y se le cayó el teléfono al suelo.
Paco le siguió a corta distancia, mientras intentaba apartar a Laura de su miembro pues no sabía cómo reaccionaría esta, si se encontraba de repente con la boca llena de semen calentito.
Ella negó con un gesto y siguió mamando.
Paco soltó su carga entre espasmos de placer y jadeos de gozo:
–         Aahoooraaa mee corroooo, siii siii mas asiii nenaa, todo tuyoooo.
Laura solo aflojo la velocidad de la mamada mientras se tomaba su cena, el esperma lleno su boca mientras hacía esfuerzos por tragarlo todo, ni que decir tiene que lo saboreó a conciencia pues la corrida fue abundante y algo se la salió manchándola en la barbilla, después se tiró un momento relamiendo el miembro de Paco sin que este se quejase más que de gusto, al poco el miembro se volvía a erguir desafiante entre las manos y labios de Laurita que sin correrse pero muy caliente esperaba algo más de aquella noche.
Pero ¿y Lola? Bueno ella no se había corrido pero estaba como su hermana cachonda perdida, la voz de Marcos por el auricular le dijo que estaba hecho polvo y que al día siguiente le llevaría su ración de leche, se despidió de ella y colgó dejándola caliente y algo frustrada, ya se disponía a rematar la faena sola, cuando volvió a percibir a su caliente hermana gemela en acción.
–         ¡Follame Paco, lo necesito de veras por favor! – Decía Laura mirándole a los ojos.
El la miraba, era guapa y tenía los ojos chispeantes de lujuria, una gota de esperma medio seca se balanceaba de su barbilla, ¡si justo ahí! en la punta de su cara de corazón, sus tetas se balanceaban al compas de su agitada respiración asomando bajo la camiseta, el hurgó en el bolsillo y encontró un preservativo, rompiendo su precinto con los dientes se lo fue a colocar en la polla, pero ella se lo quito de las manos y con sus dedos brillantes de su propio flujo vaginal, le coloco el preservativo con precisión en su renacido y duro miembro, Paco se incorporó e hizo bajar el respaldo del asiento de Laura, ella solo se tumbó y se quito la camiseta gris dejando bien a la vista sus calientes, hermosos y suculentos pechos.
Paco se puso entre las piernas de Laura, levantó su falda corta e hizo a un lado su empapado tanga verde pistacho con rayitas azul marino, vio su chochete depilado y tan húmedo que parecía exudar flujo, fue el fuerte aroma de hembra en celo lo que le guio hasta empujar con su prepucio entre los labios de la vagina de ella, vio como se abrían a su paso y el entraba triunfante en aquel cuerpo cálido, Laura gimió y pidió:
–         Mas amor dame masss, damela toodaaa, ¡laa quierooo todaaa!
Nuestro Paco miraba como los pliegues del chochete se abrían según entraba su miembro, ella gemía y el se deleitaba moviéndose lentamente, entrando y saliendo de aquella vagina caliente que parecía absorberlo, Laura le miraba con sus ojos entrecerrados, le desabrocho la camisa acariciándole el fuerte pecho y dijo:
–         Por favor damelaa toda, no me tengas asiii paco te deseo, métemela bien siii.
–         Pero si la tienes toda dentro nenaaa, querrás decir que vaya más rapidooo. – Dijo él, aumentando un poco la velocidad de penetración.
–         Siiii por faaaa, mas rapidooo asiii siiiguee maaass, joodeemeee toodaaa.
Mientras decía esto, el cuerpo de Laura se agitaba tembloroso, la chica sintió que las manos de Paco volvían a sus pechos y los amasaban, sentía como su boca le chupaba y mordía alternativamente ambos pezones, la cadencia de los caderazos aumento por ambas partes y cada envite hasta la matriz que daba el con su miembro, era recibido con un estremecimiento y un apretón de la vagina que parecía estrujarle la polla, fueron acelerando ambos las embestidas y en la oscuridad del coche solo se oían jadeos y húmedos golpes chapoteantes, mientras los cristales se empañaban.
En casa, Lola tumbada boca arriba con los ojos cerrados y las piernas abiertas, sentía el placer de su hermana al ser follada, mientras ella se tironeaba de los pezones y se metía el vibrador conectado al máximo de intensidad en su chochete, metiéndolo y sacándolo rítmica pero cada vez más velozmente, elevaba y agitaba las caderas mientras apoyaba los talones en la cama sustituyendo el dolor de su tobillo por un placer que la acercaba velozmente al orgasmo.
En el coche los amantes habían alcanzado el punto de no retorno, los jadeos y los movimientos de los dos jóvenes abrazados eran rápidos e intensos, Laura había entrelazado las piernas sobre el culo de Paco, este empujaba con movimientos cortos y veloces su gruesa polla contra la matriz de la morena, sus bocas se besaban o mordisqueaban sus labios y cuellos sin aflojar el ritmo, entonces fue cuando el preservativo se rompió, ambos se dieron cuenta perfectamente y tras un segundo de indecisión el dijo:
–         ¡Se ha rotoooo la gomaaa nena.
–         Nooo pareeesss no pareeess, sigueeee asiiii sigueeee, estoy aaaa puntoooo.
–         Yoooo tambieeenn, me voyyyyy a correerr.
–         Daamelooooo dentrooo, dameloooo todoooo que me corrooooo yaaaaaa.
Laura pareció encabritarse, su cuerpo se agitaba jadeando en las convulsiones de un orgasmo intenso, de hecho fue el más largo de aquella noche, a Paco aquella tormenta de jadeos y temblores le hizo descargar, su polla soltaba fuertes chorros de espesa leche dentro de la matriz de ella inundándola por dentro, se abrazaron entre gemidos y jadeos para poco a poco ir relajándose sin romper la penetración, solo cuando el miembro fue perdiendo su rigidez un exceso de leche goteó del chochete hasta la tapicería del asiento.
Lola había notado el orgasmo de Laura y clavándose el vibrador aun más profundo de su coño, se dejo llevar por su placer y por el que le “transmitía” su hermana, mordiéndose los labios para no gritar se corrió empapándose las manos en su propio flujo que pareció saltar de su coño, finalmente su cuerpo temblaba cuando se relajaba en la cama y el tobillo la dolía un poco, chupo el vibrador para saborear su propio flujo y después lo guardo, pensó que tenía que hablar con Laura por la mañana y sin poderlo evitar se quedo dormida.
Paco y Laura tras limpiarse y vestirse, entraron en “el bareto” pidieron de beber pues después de tanto jadear ambos tenían la garganta seca, mientras tomaban un cubata el dijo:
–         Deberías darme tu teléfono.
–         No puedo lo necesito para recibir llamadas, pero si quieres te diré encantada mi numero.
Ambos se rieron, intercambiaron sus números de teléfono y charlaron casi una hora, se gustaban y se caían estupendamente, después se despidieron y Laura cogió su coche para volver a casa, durante el trayecto pensaba: “Bueno he conocido a un tío genial y con una buena herramienta ¿Qué hago, lo conservo como noviete o paso de el? Y lo de esta noche con Lola, menuda pájara está hecha mi hermanita, ¿hemos hecho un trió o una orgia? Ella con su chico y conmigo ó yo con Paco y ella, además de marcos con ella por teléfono, joder que lio”
Entretanto Paco se acerco a la panda, no hablo de Laura aunque nosotros le tiramos de la lengua, solo dijo que al día siguiente la llamaría pues era una mujer “especial” nosotros nos burlábamos y bebíamos, el miraba hacia el parking y sonreía.
Fin del capítulo.
Bien lectores, como veis aquí hay varias personas que se afectan, pero ¿llegaran a conocerse? Yo apostaría que si, ya veremos. Entretanto ¡sed felices!
 

Relato erótico: “Mi nueva vida 3” (POR SOLITARIO)

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Martes, 30 de abril.

Me despiertan las discusiones de los niños por el uso de los lavabos, les teníamos dicho que debían utilizar el del pasillo y no entrar en el de nuestro dormitorio.

Estoy solo en la cama. La puerta de la entrada se cierra, se han ido al colegio.

Hoy va a ser un día movido, espero a Marga para organizar la decoración del piso en función de las necesidades del negocio. Oigo hablar, son las voces de Marga y Mila. Salgo al pasillo para oír mejor.

–No lo esperaba de ti, Marga, de cualquiera menos de ti.—

–Mila, no puedo decirte que lo siento, porque no sería cierto. Sabias que me gustaba José cuando lo conocimos en su facultad, pero utilizaste tus malas artes para atraerlo y quedártelo. Me dijiste que te habías enamorado y que me apartara, lo hice y me arrepentí. Me quede a tu lado porque así también estaba cerca de él y llegue a quererte a ti también. Te quiero Mila. No me peleare contigo, os quiero a los dos y creo que podríamos llegar a un acuerdo, los tres. Sin mentiras, sin ocultar nada.—

–No sé Marga, creo que lo he perdido para siempre y ahora sé lo mucho que lo quiero. Tú sabes que nunca me he dejado manipular por ningún hombre, y muchos lo han intentado. José era otra cosa, lo tenía en casa, era mi soporte, mi seguro y mi refugio en momentos de depresión y angustia. El siempre estaba ahí, sin una pregunta, sin un reproche. Cariñoso y atento. Demostrándome su amor. Y no permitía que me tocara, mientras yo me arrastraba como una perra, sometiéndome a las mayores depravaciones con tipos que no le llegaban a él ni a la suela del zapato. Lo engañaba, si, y ahora pagare muy caro mi error. Le he hecho mucho daño. Y lo he perdido. —

Me asome un instante, sin que me vieran y estaba abrazada a Marga, lloraba. Regrese al dormitorio.

–Mila, ¿estás ahí?

–¡Si José, estoy en la cocina, ven a desayunar, ha llegado Marga!

Me refresco, me aseo, voy a la cocina.

–Marga querida, deberíamos pensar en la posibilidad de que te quedaras aquí, en casa, un tiempo. Al menos hasta que solucionemos lo del piso. ¿Qué te parece?.

–Así no tendrías que ir y venir todos los días.—

Me mira con extrañeza. Quizá intuya que las he oído hablar.

–Por mi bien ¿tú qué dices Mila?

Mila me mira.

–¿Lo que yo diga o piense, servirá para algo?—

Me revuelvo.

–Si, servirá. Si eres sincera y dejas de comportarte como una niña caprichosa y egoísta. Cuando empieces a pensar un poco en los demás y no solo en ti.-

Dirige la mirada hacia Marga.

–Creo que debes venirte a vivir con nosotros, Marga. Te necesitamos, José y yo.

–Pues decidido, tenemos que preparar la habitación de la entrada con lo necesario para que estés cómoda. Mi despacho lo trasladaremos al piso nuevo. Ya he contratado ADSL para empezar a trabajar cuanto antes. Mila, alegra esa cara que vamos a perder clientes, si te ven así.

Mila mira a Marga y agacha la cabeza, con desaliento.

–Por cierto, he pensado en incluir a María en el proyecto como regente del local. Por lo que sé ya tiene experiencia. ¿Qué os parece?

–Creo que puede sernos de gran ayuda además, dentro de lo que cabe, es honrada, ¿Cómo lo ves Mila?

–Si, si acepta puede sernos muy útil, conoce a mucha gente y me fio de ella.

–Pues llámala y que venga a vernos esta tarde. ¿Qué sabemos de Claudia?

–Nada, no ha llamado.

–Llámala y averigua que pasa.

Suena el zumbador del portero. Mila va a responder. Vuelve.

–No es necesario que la llame, ya está aquí.

–Hola a todos, vaya os veo tristes, ¿pasa algo?

Me hace gracia el desparpajo que tiene, después de lo ocurrido la tarde anterior se comporta como si nada. Parece alegre.

–Clau, ¿porque estas tan risueña?

–Tengo mis razones. Esta mañana he discutido con Agu.

Nos vamos a divorciar. Nuestro matrimonio era una farsa. El se gastaba el dinero en juergas y fulanas. Así que le he dicho que a partir de hoy si quiere follar conmigo tendrá que pagar.

Mila sonríe.

–Entonces te puedo decir que yo lo tenía en mi agenda, nos veíamos una o dos veces al mes.

–¡¡Zorra!! ¡Mala amiga! José, ya ves que aquí nadie se libra de los cuernos. Pues bien, me alegro. Por cierto Mila, ¿Cuánto le cobrabas? y ¿Qué te pedía?

–Depende, lo normal trescientos por sesión, pero a veces se lo hacía a cambio de gestiones como abogado. Me citaba en su despacho. Allí me proporcionó buenos clientes. Me pedía mamadas, algún folleteo pero le gustaba más darme por el culo. Iba directo al grano, sin florituras. Me desnudaba me colocaba como él quería y la metía. En unos minutos se acababa todo. A mí no me excitaba en absoluto. Resultaba muy desagradable, despótico, no ocultaba su desprecio. A mí me daba igual, cobraba y me iba.-

Mila hablaba con Clau pero me miraba a mí, estudiando mi cara, mis gestos.

Disimulé como pude el pellizco que sentí en el estomago y forcé una sonrisa.

–¡Quizás tengas en él tu primer cliente, Clau!. Ya sabes lo que le gusta.

–Lo estaba pensando, no creas. Jajajaj

¡¡Estaba feliz!! Es como si se hubiese quitado un peso de encima.

–Clau, a tu hija la dejaras tranquila. No soy quien para juzgar a nadie, pero creo que no es bueno para ella que mantengáis esa relación. Su carácter rebelde indica que le afecta lo que hacéis. Eres libre de educarla como te parezca. Pero esto le perjudica.

–Anoche tuvimos una charla. Creo que dejamos las cosas claras y parece que ella se aviene a razones. El tiempo lo dirá. Pero por favor José, ayúdame. Confió en ti.

–¿A pesar del chantaje?


–Creo que entendí tu mensaje. Aun a costa de mi esfínter. Esta mañana no podía sentarme. Jajaja- Pero debo reconocer que lo pase muy bien con lo que me hicisteis. Yo me consideraba frígida. Me obsesionaba el no llegar al orgasmo. Me gustan los jovencitos y me excito con facilidad, pero luego una vez empezamos me bloqueo y por mucho que insista no lo consigo, entonces me cabréo. En ocasiones me he pasado horas dándome en la pepitilla sin llegar al final. Es muy decepcionante.

Mi marido nunca ha tenido la paciencia suficiente. Me excitaba, pero el entraba se corría y no me daba tiempo.

Llego a violarme. Sí. No pongáis esa cara. Me hacía sentir muy mal cada vez que lo hacíamos, me sentía frustrada. Un día me negué, el insistía y yo que no, que no me dejaba, que me utilizaba como a una muñeca hinchable y no quería pasar otro mal trago. Por sorpresa cogió la pechera de mi camisa la desgarro y me tiro sobre la cama, se sentó sobre mi estomago y me quito la ropa a tirones. Grité. Le suplicaba que me dejara, que no quería, pero no me oía, me arranco las bragas, que me produjeron un corte en la ingle y no se detuvo. Cuando terminó se vistió y se fue sin decir nada.

Desde aquel día me propuse ponerle los cuernos cada vez que tuviera ocasión. Pero aunque lo intentaba no llegaba al orgasmo y eso me hacía sentirme mal. Durante años me he dejado utilizar por él para masturbarse dentro de mí, sin hacerme sentir nada.

Hace unos meses, pille a mi hija masturbándose en su habitación, me excité mucho, ella no podía verme. Me subí la falda, metí mi mano dentro de mis bragas y me acaricié. Cuando ella alcanzo el orgasmo y vi el placer reflejado en su rostro, los ojos cerrados, su boquita entreabierta, los jadeos, no pude más y me ocurrió algo que nunca había sentido, el placer fue inmenso. Tanto es así que se me escapó un grito. Al oírme se giró, me vio se asustó. Yo fui hacia ella, la tranquilice y le hable de mi problema, me miro con dulzura, me empujo a su cama y se tendió a mi lado. Me besaba, sus manos recorrían todo mi cuerpo bajo la ropa. Se paró en mi almejita y la acaricio con sus deditos hasta que exploté en otro orgasmo. Era la primera vez, no sabía lo que era un orgasmo, había estado casada, había tenido una hija y nunca antes había llegado a sentir ese placer.

–Entiendo. Y tu Marga, ¿por qué te divorciaste?

Sonríe tristemente.

–Fue una equivocación.

–No el divorcio, sino el haberme casado con él. Era celoso al máximo, razón no le faltaba, pero me asfixiaba, no me dejaba respirar. Cuando Mila me dijo que había contactado con ella para una cita, me encaré con él. Le dije que yo estaba follando con medio Madrid, exagere, intento pegarme y no se lo permití. Le di un rodillazo en los huevos y me marche. Nos vimos lo imprescindible para los trámites del divorcio. Llegamos a un acuerdo bastante bueno para mí y ya no lo he visto más.

–Pero yo sí marga, no quería que lo supieras pero necesito acabar con las mentiras. Acepte acudir a una cita y follamos, pagando claro. Le advertí que si trataba de hacerte daño lo pagaría muy caro. Y si me delataba y mi marido se enteraba de algo acabaría en una cuneta. No he vuelto a saber de él.

–Bien dejémonos de cháchara y a trabajar. Marga al piso haz una relación de lo necesario. Luego te vienes para comer. Clau con la documentación que te facilitará Mila haz las gestiones para contratar luz y agua.

–¿Y yo?

–Te quedaras conmigo, aún tenemos mucho de qué hablar.

Mila rebusca en su armario y le entrega a Clau la documentación. Marga coge las llaves y se dirige al otro piso. Nos quedamos solos.

–Prepara algo para comer los tres, Mila.

Sin responder se dirige a la cocina. La sigo. Está de pié ante el fregadero. Me pongo detrás y coloco mis manos sobre sus hombros. Acerco mi boca a su cuello, aspiro su aroma, la sensación que provoca en mi es indescriptible. Al sentir mi respiración cerca de su oreja izquierda percibo un estremecimiento, se eriza su piel, me encantaba hacerla sentir aquella sensación, acariciar su “piel de gallina”.

Mila inclina su cabeza hacia atrás para aumentar el contacto. Yo me retiro.

–Sigue por favor. No me dejes así. Bésame.

Me obligo a alejarme de su cuerpo que me atrae como un imán.

–Necesito confiar en ti Mila, pero aun no puedo. Voy a ver que hace Marga.

La sorprendo con una tablet PC en la mano, tomando notas.

–Como vas.—

–Bien, creo que tengo anotado casi todo lo que necesito. Casi todo.

–¿Que quieres decir? Por favor habla claro, no me gustan los dobles sentidos.

–Me has sorprendido con tu decisión de que venga a vivir contigo.

–Pues no debería, es lo más lógico. Si tú me quieres, yo te quiero y ambos queremos a Mila. ¿Qué puede extrañarte? Todo es cuestión de establecer entre los tres unas normas que permitan la convivencia pacífica.

–¿Y lo crees posible?

–Hace un mes hubiera puesto el grito en el cielo. Pero como le he dicho a Mila, soy otro José.

He replanteado todos mis principios, y en ellos cabe una convivencia a tres, llevándonos bien y estableciendo los canales de comunicación adecuados. Vamos a ver qué pasa.

–Mila lo pasara mal y me duele. La quiero mucho, ha sido mi compañera desde que tengo uso de razón, fuimos juntas a la guardería.

–Puedes tener la seguridad de que no tan mal como yo lo he pasado. Pero es inteligente y fuerte. Lo superará y después nos lo agradecerá ya lo veras.

–Dios te oiga.—

–Eehhh, cuidado, Dios aquí no pinta nada. Somos nosotros quienes decidimos y establecemos las normas. Las suyas que las sigan los curas. Ya oíste a Mila criticando mi forma de ser influida por las leyes divinas.

–Vaya, realmente has cambiado. Así me gustas más.

Se acerca mucho, peligrosamente, percibo su aliento, me besa en los labios. Acaricio su mejilla con el dorso de mi mano, con la otra la separo de mi.

–Tenemos que empezar a establecer las normas a seguir. Creo que la primera será la de no permitir ningún contacto intimo de ninguna de las dos conmigo sin estar los tres presentes. Entre vosotras podéis hacer lo que queráis sin mí. ¿Cómo lo ves?

–Vaya, eres duro, no lo parecías hace un mes.

–No lo era Marga, pero lo que he visto me ha creado una coraza de la que difícilmente podre librarme. Por supuesto si en algún momento te sientes mal con esta relación lo hablamos y si decides marcharte tendrás la libertad de hacerlo. Nadie te retendrá.

–Con Mila es distinto, ella debe seguir junto a mí, al menos, hasta que los niños sean independientes afectivamente. Entonces podrá seguir conmigo o no, según yo decida.

La puerta de entrada estaba entreabierta y se movió, supuse que Mila estaba escuchando. Rodee los hombros de Marga con mi brazo y nos encaminamos a la cocina donde ya estaba Mila.

–¿Ya os habéis estado enrollando?

–Ya sabes que no, lo has visto y oído todo, y también que para cualquier rollo entre nosotros deberemos estar los tres.

Durante la comida intentamos dar un toque de humor a la conversación, les sugerí que contaran anécdotas de su vida “profesional”. Relataron peripecias que por un lado me hacían reír, pero por otro me producían un gran desasosiego interno. Mila había tenido multitud de experiencias que yo desconocía y me hacían verla como una extraña. Me producía una rara sensación. Tras el café Marga decidió ir a encargar algunas cosas que necesitaba.

–¡A ver qué vais a hacer..!

Y se marcho. Nos quedamos solos de nuevo. De pronto el ambiente se hizo pesado, como si una losa cayera sobre mí.

–Voy a tumbarme un rato. ¿Te vienes?

Asentí con la cabeza y fui tras ella. Se desnudo totalmente y se dejo caer en la cama. Yo vestido, me quite las zapatillas y me acosté a su lado. Se acerco hasta pegar su cuerpo al mío. No pude evitar una erección evidente bajo mi pantalón.

–Parece que no te soy tan indiferente.

–Mila, la indiferencia es un sentimiento que puedo controlar con el pensamiento y lo que tu observas en mi bragueta es una reacción puramente mecánica. No te equivoques. No vas a conseguir nada por ese camino.

Me gire sobre el lado izquierdo y le di la espalda. No podíamos dormir. Nuestras mentes no lo permitían. Se removía en la cama una y otra vez, hasta que no pudo soportarlo más y se levanto, se puso la bata y se fue. Poco después se oía la música del TV del salón. Me asome discretamente, estaba frente a la tele pero con la cabeza baja, ligeramente ladeada, pensativa. Me acerque y reacciono con un ligero sobresalto.

–Te creía dormido. ¿Quieres algo?

–Como si pudiera conseguir lo que quiero. Quiero a Mila, la que yo conocí, la que me enamoró. No la Mila egoísta y sin conciencia. ¿Y tú, qué quieres?

–También quiero al José amable que conocí pero ya estoy convencida de que ha muerto. ¿Podre tener algún día al nuevo José? Y si lo consigo, ¿tendré que compartirlo con Marga?

–Mila ¿te has parado a pensar en lo que dices?. Durante quince años has vivido conmigo sin yo tenerte y poseyéndote otros. Te he estado compartiendo con un montón de hombres que se acostaban contigo, sin yo saberlo. ¿Ahora te quejas porque tendrás que compartirme, estando tú presente?

–Dejémonos de reproches y háblame de ti. Que paso con la gente del grupo Ji, con María y con el tal Pedro, que al parecer inicio a la madre y la hija en el oficio más viejo del mundo.

–¿Realmente no te enfadas cuando hablamos de las cosas que hemos hecho?

–Si me enfado o no es cosa mía. Tengo que asumir y aceptar que habéis tenido una vida que yo desconocía y que jamás hubiera aprobado, pero es vuestra realidad y necesito conocer todo lo que habéis hecho para saber a qué atenerme en el futuro, si lo tenemos.

–No sé si has escuchado mis conversaciones con Ana.

–Algo he escuchado, se que te llevaron a una orgia en una casa en Toledo y que entraste en el grupo Ji. Después lo que comento Ana sobre la forma de convencerla para que trabajara para la tal María, al parecer a ti te hicieron lo mismo.

–Si, me montaron la misma encerrona que a nuestra Ana, precisamente por eso sabía que sería casi imposible convencerla para que lo dejara.

–Porque yo no lo dejé. Pedro era y es un maestro en las artes amatorias, María lo adiestro. Me convencieron de que esa vida era maravillosa y yo, a decir verdad, la he disfrutado. Por eso te repito que no me arrepiento.

–Nunca lo he considerado como algo malo. El sexo para mí era y es, una fuente de placer, pero también de dinero, ya lo sabes. Pero nunca he asociado el sexo al afecto.

— Tu no me pedias sexo y yo me acostumbre a no dártelo. Por eso no me parecía tan mal follar con otros, que me daban placer, y quererte a ti que me dabas cariño, amor.

–Supongo que para ti será muy difícil de entender. Y de verdad lo siento.

–Siento haberte hecho tanto daño. Jamás he sentido celos, tú no me dabas motivo, estaba segura de tu fidelidad, de tu amor. Hasta ahora.

–No me importa que folles con quien quieras. Lo has hecho con Claudia y creo que lo has pasado bien, me alegro, yo también lo hacía y lo pasaba bien, pero lo que has hecho con Marga es distinto, aquí entran en juego otros factores que lo complican todo.

–Ella ha confesado que está enamorada de ti. Y tú ¿sientes algo por ella?

–Con ella no solo follas, haces el amor y eso me duele. Me rompe el corazón. La vida sin ti ya no tiene sentido. No la quiero.

–Sigues siendo Mila, la egoísta. La ególatra, quieres que el mundo gire a tu alrededor, tú en el centro. Y te importamos poco o nada los demás. ¿Y tus hijos? Son tu responsabilidad, tú los has traído al mundo y ahora, como no logras lo que quieres los abandonas a su suerte. ¿Qué ocurriría si te enamoraras de cualquiera con el que estuvieras follando? No dudarías en dejarnos a todos para irte con él. De eso estoy seguro. Y en el futuro ¿Qué garantía tengo de que no lo harás?

–Ninguna, tenlo por cierto, nadie tiene el futuro garantizado. No te equivoques. Hace ya muchos años que aprendí una lección que a ti te vendría bien.

Vive el momento, deja el futuro a los astrólogos. Disfruta y vive. Si lo pasas bien gózalo, si lo pasas mal olvídalo. El pasado es un lastre que no te deja avanzar. El futuro es algo vacio y desconocido que te aterra y no te deja olvidar. Solo el momento es real, el pasado ya no existe ni existirá más, el futuro aun no es y quizá no lo sea nunca. Vive el presente y disfrútalo.

En ese momento llaman al portero. Mila se levanta para abrir. Entra María sonriente.

–Vaya, por fin voy a conocer a tu marido.

Besa a Mila y me da la mano. La estrecho.

–No puedo decir que me alegre conocerla por ciertas circunstancias, de las que supongo, le habrá hablado Mila.

–Si algo me ha adelantado pero ¿supongo que no habrá problemas? Yo no quiero líos. Y menos con maridos celosos.

–Dirá usted con cornudos celosos.

–¡Uyuyuiii! Como esto siga así me voy.

Mila intercede.

–No por favor María, quédate y escucha a José.

María se sienta en uno de los sillones del salón.

–Bien, vamos a dejar de lado la inducción a la prostitución de menores y el hecho de que la menor es mi hija. Vamos a obviar que hace veinte años hicieron lo mismo con Mila. Y vamos a olvidar que estuve a punto de matarlas a Mila y a usted.

–Por Dios, ¿Qué me dice usted?

–Como lo ha oído. Pero no se preocupe. No quiero hacer daño a nadie. Solo proponerle un negocio. Y olvide a Dios. Es un lastre del pasado que no deja vivir a mucha gente.

–Vaya. Me había asustado. Y ¿Qué negocio?

–El mismo que tiene montado en el cuchitril de su piso pero a mayor escala, con más medios y con menos peligro de ir a la cárcel por comerciar sexo con menores.

–Mila enséñale el otro piso y explícale lo que queremos hacer. Y para que la necesitamos.

Se trasladan al otro piso. Había citado a mi amigo Andrés para hablar con él y luego comprar algunos equipos para ampliar la cobertura de observación al otro piso. Nos saludamos en el café donde nos solemos encontrar.

–Aquí estoy José, a tu disposición, me dijiste que me ibas a proponer algo y me asusté. Dime que no vas a hacer una animalada.

–Depende de cómo lo interpretes. ¿Recuerdas la frase de Sun Tzu “Si no puedes con tu enemigo únete a él” de “El arte de la guerra”?

–Si tengo una vaga idea.

–Pues es lo que estoy haciendo. Y necesito tu ayuda. Está muy relacionado con tu trabajo, tendrás que pasar revisiones médicas periódicas a las putas con las que voy a trabajar. Entre ellas a mi mujer.

–¡¡¡¡JOSÉ, NO ME JODAS!! ¡¡¿Pero que me estás diciendo? ¿Estás loco?

–No Andrés, no estoy loco y baja la voz que nos miran, nos teníamos que haber entrevistado en mi cubil. Pero ya estamos aquí.

Le puse en antecedentes de todo lo que había planeado y las razones que me movían a hacerlo. Y lo entendió.

–Tengo que felicitarte, Te juro que he pasado noches sin dormir con tu problema y por lo que veo has tomado, creo, la única decisión posible, la más razonable. Y me alegro. Por mi parte colaboraré en todo aquello que mi ética me permita.

–Hay otra cosa, quiero que hagas una llamada anónima a la policía, al grupo de menores. Grabarán la voz y no puedo verme involucrado. Informales para vigilen esta dirección, particularmente los martes a partir de las diez de la mañana. Un alto ejecutivo estará allí con una menor.

–Se puede liar, lo sabes ¿no?

–Si, pero no puedo permitir que esa bruja siga destrozando la vida de más adolescentes.

–Lo haré, no te preocupes.

–Gracias, sabía que podía contar contigo.

Nos despedimos y me desplazo a la tienda donde adquiero el material que necesito. Vuelvo a casa.

Mila está en la cocina preparando la cena de los niños. Al verme corren y me saltan encima. Juego con ellos un rato en el salón. Mila se asoma y nos mira pensativa, esboza una sonrisa triste. Ana está en su cuarto. La llamo para cenar.

–¿Cómo te encuentras Mila?

–Físicamente bien, anímicamente mal, muy mal.

–¿Y tú?, sé sincero, ¿como estas?

–Tengo la extraña sensación de estar viviendo una pesadilla de la que en cualquier momento despertaré.

–Es curioso, a mi me pasa igual. No sé si podre superar esta angustia que me oprime el pecho y me ahoga.

–Es la misma sensación que he sufrido durante todo este tiempo. Desde que descubrí tu mentira.

–Pero podemos superar esto. Yo pongo todo de mi parte. A ti te cuesta más, no das tu brazo a torcer.

–Papá, mamá, porqué no dejáis de atormentaros los dos. Yo no puedo más. Me quiero morir.

Ana llora, Mila intenta consolarla. Yo no puedo más y las abrazo a las dos. Me separo un poco y las miro.

–Parecéis dos lloronas ¿No? Mira que cara tiene Ana, llena de mocos y lágrimas, déjame que te suene, como cuando eras niña. Jajaja

Las beso a las dos. Estamos más calmados. Le hago cosquillas a mi hija y consigo hacerla reír.

–Vamos Ana, cuéntanos que has hecho hoy.

–He pasado todo el día en el insti. Los huecos entre clases los he pasado en la biblioteca estudiando y….

–Y qué, Ana. Puedes hablar de todo. Ya no debe haber secretos entre nosotros.

–Pues que me he encontrado con Paolo. Y me ha parecido un jilipollas. He pasado de él. Solo es un pobre diablo por el que ya no siento nada.

–Es curioso. Antes, solo pensaba en él y no podía estudiar. Ahora ha desaparecido ese problema.

–En la mañana he preparado un examen que tenía pendiente y he aprobado el trimestre. Ha sido tipo test. Voy por las notas.

Mila me mira, me besa. La abrazo.

–Tenías razón José, aun tenemos esperanza.

Ana nos mira. Me entrega un papel en el que figuran las contestaciones y las correctas. La puntuación es media alta. La atraigo y la estrecho entre mis brazos. Mila sonríe.

–Vamos a dormir.

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Relato erótico: “La casa en la playa 10.” (POR SAULILLO77)

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Huida.

“Vanesa, Vanesa, Vanesa, me llamo Vanesa”, me lo repetía una y otra vez, me lo llevaba repitiendo desde que me fui de la casa en la playa de Samuel, me lo repetí todo el camino a Madrid, me lo repetía al llegar a mi casa y me lo repito cada vez que pienso en él. Me siento estúpida al recordar un momento a su lado y echarme a llorar, incluso me sorprendo llorando sin motivo alguno, simplemente estoy sentada en la cama, y las lagrimas surcan mis mejillas, allí donde él me besaba o me acariciaba.

Y lo peor es al mirarme en el espejo, al ver mi pelo rizado me derrumbo, aquellos rizos que había llegado a detestar tener, y ahora los odiaba todavía más, me recuerdan a él, a mi tozudo y cabezota caballero de reluciente armadura, a ese maldito imbécil que se ha colado en mi corazón sin pedir permiso. He tratado de alisarme el pelo unas 6 veces, para volver a ser Vanesa, alejarme de este verano y de Samuel, pero no puedo, es superior a mí, me quedó mirándome en el reflejo, con la plancha del pelo en el armario del baño, jugando con mis dedos enredándolos en mis rizos. Huelo el champú de manzana y noto como me reconforta, esa bobada me transporta a la playa con Samuel, a esas largas horas tumbados acariciándonos sin hacer nada más que mirarnos y sonreír. ¿Como he permitido que esto ocurra? No soy una niña tonta enamoradiza, soy una mujer fuerte, independiente y solitaria, ni siquiera mis compañeras de piso de estudiantes saben quien soy, apenas hablo con ellas, no me gusta la gente ni relacionarme, no confío en nadie y creo que el amor es una fantasía, una reacción química del cerebro tan real como la ira, el dolor o la felicidad, y por lo tanto, controlables por el cerebro consciente, y aún así no he podido evitarlo.

Llevo 5 días sin salir de mi casa, no tengo ganas de salir, ni de hablar con nadie, no como y solo apenas bebo agua, me siento como si estuviera colgando en mitad de un precipicio y algo tirara de mi, estoy desesperada pidiendo ayuda a gritos, mientras que a la vez, no dejo que nadie se acerque. Noto un peso incesante oprimiéndome, no hablo de una sensación o una idea, si no que siento un dolor agudo y constante en mi pecho, algo real, y no lo soporto más, no se como hacer que pare, no me veo capaz de hacer nada, mucho menos volver a mi vida, tengo que irme. Llamé a mi trabajo para dejarlo, el que me había buscado para pagarme los estudios de la universidad de psicología donde iba a empezar mi 2º año, a la que también llamé para abandonar, estoy harta del trabajo, del piso, de los estudios, de mi vida y de todo lo que me rodea, me doy asco a mi misma por lo que he hecho, necesito alejarme, pienso que si pongo distancia con todo me sentiré mejor, o al menos eso espero.

Estoy cayendo, mi vida entera ha sido un descenso descontrolado, he aprendido a sobrellevarlo y moverme sin apego a nada ni a ha nadie. Soy huérfana, mi padre nos abandonó, ni lo recuerdo bien, y mi madre murió de cáncer cuando yo tenia 11 años, he ido rebotando de una casa en acogida a otra hasta ser mayor de edad, nadie se ha preocupado por mi, ni me han demostrado el más mínimo interés o cariño, no importa, se vivir de esa forma, lo he hecho siempre, me he forjado una careta, un escudo que me protege ante todo, estoy acostumbrada a ser así, pero ahora………..Por fin había encontrado a “esa” persona, que paró mi descenso, me cogió la mano y me hizo sentir segura por primera vez en mi vida, vio a través de mi mascara y no se asustó, sentía en su mirada que no me fallaría jamás, que me quería y que me amaría para siempre, que estaría dispuesto a darlo todo por mi, y fui tan estúpida que solté su mano, por miedo, tenia pánico a que descubriera quien era y dejara de quererme, no me quedó otro remedio, tuve que obligarle ha hacer algo tan sórdido que me convenciera a mi misma, y a él, de que no me quería, y así tener una excusa para marcharme.

Podría haberlo aguantado todo, desde como le conocí hasta que le obligara a acostarse con su madre, pero lo de Marta…….verle entrar por esa puerta fue más doloroso de lo que nunca pude imaginar, me quedé en la puerta oyéndolos hablar, quise darme la vuelta y salir corriendo para ver que ocurría desde el balcón, pero no me atrevía, solo escuchaba sus voces, ni les entendía. Mi cuerpo y me mente me pedían a gritos que abriera la puerta, le pidiera que parara y dejarme caer en sus brazos, decírselo todo y que ocurriera lo que tuviera que ocurrir, pero no lo hice. Pasados unos minutos comencé a escuchar a Sara y a Marta gemir, y la sola idea de ver a Samuel con Marta me volvió loca. Me fui, auto convenciéndome que era lo correcto para él, avisé y me vinieron a buscar, le dejé una nota y mi móvil, así tendría algo con lo que recordar a esa tonta de los rizos que tanto le gustaba, y no al monstruo que lo abandonó.

Pero el pasado es implacable, hace un rato me llamó mi jefa, por lo visto ya tiene preparado todo lo que le pedí para irme, y necesita que vaya en una hora a las oficinas, así que aquí estoy, delante del espejo un maldita vez más, con la plancha del pelo en la mano, tratando de recomponer los trozos de mi vida que me quedan para no parecer el ser asustado, débil y angustiado que soy. Logro plancharme el pelo, y eso me da cierto confort, dejo de llorar y me visto para ir por última vez a mi trabajo, decido ir con unos vaqueros y una camiseta a rayas blancas y azules debajo de una chaqueta negra por encima, con unos zapatos sencillos y elegantes sin mucho tacón, por un instante me pongo las gafas de pasta, y me vuelvo a echar a llorar, las dejo en su sitio y me maquillo de forma grosera, quiero ocultar quien soy al mundo. Vienen a buscarme con un coche de lujo, el mismo que me trajo sollozando de Valencia, respiró hondo al llegar y ver a mi jefa abajo esperando, hago acopio de fuerzas y me bajo a saludarla.

-YO: hola…………. Madamme.

-MADAMME: ¡hola bonita!, me tienes preocupada – extiende su mano como si fuera una reina, como hacia siempre, se la cojo y la dedico una falsa sonrisa.

-YO: lo siento……es que estoy algo cansada.

-MADAMME: no solo es eso querida, ¿seguro que quieres dejarnos? Eres de las chicas más prometedoras que he tenido, en este año has ganado mucho dinero, y me lo has hecho ganar.

-YO: si…….de verdad que la pido disculpas, pero necesito alejarme de todo.

-MADAMME: como desees, aunque quiero que sepas que siempre tendrás un lugar aquí.

-YO: gracias, pero no tengo intención de volver……- pretendo mostrarme firme pero esa mujer te lee el alma.

-MADEMME: mi dulce niña, este último trabajo te ha afectado más de lo que pensaba….. ¿que ha ocurrido?

-YO: que he cometido el mayor error que se puede cometer en este trabajo, por favor, solo necesito mis cosas, y me marcharé.

-MADAMME: como quieras, lo tiene todo uno de mis chicos en el coche, te llevará donde necesites.

-YO: muchas gracias, me sorprende lo comprensiva que es.

-MADAMME: jajaja digamos que desde hace un par de años alguien me ha hecho ver el mundo de una forma diferente………….en fin querida, si quieres puedes irte ahora, pero deja que te pida algo antes de marcharte, no estás obligada a nada, ni nada te ocurrirá si te niegas.

-YO: pues dígame.

-MADAMME: debido a tu….cambio de parecer en las condiciones, el cliente está confuso, y desea hablar contigo para saber por qué.

-YO: ¿está aquí?

-MADAMME: aún no, pero si aceptas, se pasará en media hora, será arriba, y con mis chicos vigilando, para evitar problemas, os veréis a solas aunque me gustaría estar presente.

-YO: no me apetece verle.

-MADAMME: como te digo, no estás obligada, pero parecía muy molesto con tu trabajo.

-YO: ¡hice lo que pidió!

-MADAMME: han surgido complicaciones derivadas – “¡y a mi que más me da!”, estoy a punto de decirla que no, e irme, pero algo me retiene, la curiosidad, de golpe necesito saber que le ha pasado.

-YO: está bien, y después me voy, se acabó todo.

-MADAMME: perfecto, subamos y llamo al cliente.

La sigo al edificio de oficinas a su espalda, y subimos en el ascensor, hasta la última planta, Now Servies S.A, al subir Madamme le tira el abrigo a la recepcionista y deja ver su voluptuoso cuerpo en un vestido de noche exuberante y que la hace ver arrebatadora, con una cola de caballo en el pelo. Deja a sus acompañantes en la entrada, 2 castillos del este con trajes baratos, y me acompaña hasta una sala de reuniones donde espero sentada junto a ella. Pasados los 30 minutos Madamme recibe un mensaje y me mira.

-MADAMME: está subiendo.

-YO: perfecto, si es posible……..¿puedo verle a solas?

-MADAMME: como prefieras, estaré cerca con mi chicos, si pasa algo raro avísame.

-YO: no creo que pase nada, pero no te aseguro que el cliente salga contento de aquí.

-MADAMME: a nosotros ya nos ha pagado, y a no ser que recapacites, no nos debe nada, así que siéntete libre de expresarte – se agacha y amaga darme 2 besos, pero no me llega a contactar, y se va contoneando su enorme trasero.

Respiro profundo, me tiemblan las manos y no se como actuar, tengo que ser firme o me comerá, no me resultaría difícil en circunstancias normales, pero ahora mismo no soy yo. Espero unos 5 minutos, oigo el ascensor y a Madamme charlando con un hombre de voz potente y contundente, escucho como se acercan y me pongo en pie. Al abrirse la puerta carraspeo y veo a Madamme invitando a entrar a un hombre, le conozco pero no le he visto nunca en persona, tiene 50 años, poco pelo y blanco, con barriga prominente y bien trajeado, pasa a la sala sin casi mirarme y cierra tras de si la puerta. Coge aire cansado y me mira, no solo eso, me analiza, leo en sus ojos como intenta ver algo a través de mi piel, y mi poca fuerza de voluntad se disminuye ante aquel rostro inexpresivo, frío y duro. Extiende su mano y al dársela me la agarra con ambas manos, siento su aspereza y su fuerza más allá de lo físico.

-HOMBRE: encantado, soy Roberto….el padre de Samuel.

-YO: se quien es.

-ROBERTO: ¿y tu nombre es……? Vanesa, creo recordar….

-YO: así es….- quiere molestarme para soltarme la lengua.

-ROBERTO: pues un placer, por favor, siéntate – me suelta la mano y rodea la mesa para desabrochar la chaqueta del traje y sentarse frente a mi, me siento, cruzándome de piernas y brazos, tratando de que no se note mi enfado.

-YO: usted dirá, es quien ha pedido la reunión.

-ROBERTO: veo que estás molesta conmigo…..

-YO: por lo visto no soy tan buena ocultando mis sentimientos……. no tengo tiempo para charlas, ¿que quiere?

-ROBERTO: al grano, perfecto…….cuando contraté los servicios de Madamme, estipulé que no quería saber nada del como y el por qué, solo pretendía saber si me tenia que preocupar de la casa de la playa.

-YO: haberse quedado….

-ROBERTO: mi trabajo es vital y cuando nos dan un caso grande no tengo tiempo que perder, el que me ocupó este verano sale en todas las noticias, sin duda sabrás del caso…..- le corté tajante.

-YO: me da igual su trabajo.

-ROBERTO: está bien, sea como fuere, al irme de la playa sabia lo que iba pasar, al contrario de lo que se creen en mi casa, no soy idiota, tengo ojos, y tras un mes viendo como el amigo que Samuel que se había llevado, Jaime, le tiraba los trastos a mi mujer y a su hermana, sin mi allí sabia lo que iba a pasar, conozco a mi mujer desde que tenia 17 años y me costó mucho convertirla en la mujer que es, son 24 años de matrimonio donde he aprendido que no puedo dejarla sola ni 1 semana, casi se tira al que trae la compra, y cada vez que me alejo unos días tengo que regresar, o cortar de raíz, por que está tonteando con algún aprovechado, si es que hasta la dejé un fin de semana con su hermana y terminó acostándose con ella, Sara es ……..perturbadora en ese sentido….…. ¿2 meses sin mi, con Jaime y Sara, La guarra de Sonia, la amiga de mi dulce hija, y el único que podría hacer algo era el enclenque de mi hijo? O hacia algo o antes del verano perdería a mi mujer, así que contraté a alguien para que vigilara.

-YO: a mí.

-ROBERTO: exacto, solo ver que ocurría, y para ello necesitabas acceso, pagué tu estancia en una casa cercana, y nada más sencillo para entrar que usando a Samuel, dios sabe que le quiero, pero es una persona débil y acomplejada, con unos ligeros consejos cualquiera se lo ganaría, bastaría con una mujer fuerte, directa e inteligente, que le hiciera sentirse especial.

-YO: y así fue – me duele reconocerlo.

-ROBERTO: correcto, cuando pasó la 1º noche y volviste, pedí un informe no muy detallado a Madamme, y me dijo que…….en finas palabras….necesitaba controlar la situación, así que te mandé de vuelta con un solo propósito, fuera como fuera, asegurarte que mi familia regresaba a casa.

-YO: así ha ocurrido.

-ROBERTO: si……..pero en casa están pasando cosas que no me gustan.

-YO: ¿el que? – “quiero saber, necesito saber como está”

-ROBERTO: digamos que los que han vuelto son mi familia, pero se comportan de forma diferente, hasta mi mujer, la he notado estos días más liberal de lo que me gusta, pero se manejarla….es una gata adiestrada durante muchos años, unas miradas firmes, dejarla satisfecha cada noche y vuelve al redil…..pero el resto……sabia que su tía Sara iba a revolucionarlo todo, pero ahora no sé si es solo ella, o si pasó algo más allí……. el amigo de mi hijo me llamó hará un mes y me dijo que Samuel le había echado de casa, y que una loca de ojos azules le estaba comiendo la cabeza, supongo que eres tú.

-YO: Jaime es un imbécil.

-ROBERTO: tal vez, pero no es relevante para el caso, lo que me interesa es que ahora, de golpe, tengo en casa a una mujer alterada a la que tengo que controlar, una cuñada recién divorciada que desestabiliza el orden de todo, y de remate, 2 hijos que no reconozco, una hija que era perfecta, y ahora se quiere hacer bollera, dice que está harta y que se irá de casa si no acepto su….. “condición”, para colmo Sara y Samuel la apoyan, y si no doblo la rodilla, Sonia ya la está diciendo que se van a vivir juntas. Por otro lado un hijo, que era un mierdecilla sin agallas que lleva desde que regresó llorando en la cama por ti, y ante mi asombro, solo se levanta para dedicarse a discutir mi autoridad, cuando en la vida jamás se hubiera atrevido ni a alzarme la voz….. – no puedo evitar una sonrisa al oírlo -….para colmo, cuando voy a pagar por tus servicios, Madamme me dice que al final solo tengo que pagar la mitad, no me quejo, pero cuando pregunto por qué, me dice que la chica que hizo el trabajo renuncia a su parte del dinero, sin motivos aparentes……

-YO: ¿es una pregunta? – gano tiempo, que Marta se hiciera lesbiana me confunde, si Samuel hizo su parte no tiene sentido.

-ROBERTO: no…….jejejeje……no, no lo es, verás, no quería saber que había pasado allí, pero ante los acontecimientos…..no me queda otra que preguntar, ¿que diablos pasó en esa casa?

-YO: usted quería que su familia volviera a casa completa, y así ha sido, me ocupé de ello.

-ROBERTO: ¿como?

-YO: hacia falta mano firme, solo eso.

-ROBERTO: ¿y quien la impartió?

-YO: pues el enclenque, el débil y acomplejado, y el mierdecilla sin agallas……..su hijo.

-ROBERTO: jajajjaja por favor chiquilla, no me hagas reír, ¿él?

-YO: si, él, ¿tan difícil de creer le resulta? – me duele en el orgullo que no me crea.

-ROBERTO: no se atrevería ni a cruzar la calle sin mi permiso, ¿y quieres que crea que puso mano dura? jajaja es cierto que antes me gustaba la idea de que aprendiera, y mostrara, algo de carácter, casi no parecía hijo mío, pero ahora está descontrolado.

-YO: es mucho más fuerte y listo de lo que usted cree, solo necesitaba un empujón – deja de reírse de golpe.

-ROBERTO: ¡pues te has pasado 4 pueblos con el empujón, ahora no me respeta, y se ha puesto del lado de su hermana en su locura tortillera, su tía dice que ayudaría a mi hija a marcharse, si no cambio de actitud! ¿Te lo puedes creer? ¡No voy a permitir eso en mi casa!

-YO: si quiere gritar a alguien, vaya con su mujer, puede que hasta la excite, pero yo no estoy a su cargo, ni le tengo ningún miedo, ni me merece respeto alguno, ¿que tipo de persona deja a su familia vendida en unas vacaciones que él mismo obligó a tomar, para luego meter a un lobo entre corderos, usando a su propio hijo como cebo, para seguir manipulando a sus seres queridos como quien juega al ajedrez?

-ROBERTO: no voy a recibir lecciones de moralidad de una……- “puta, dilo” – …mujer como tú, no entenderías lo que es ser un hombre de verdad.

-YO: jajaja por favor, ahora no me haga reír usted a mí.

-ROBERTO: escúchame niñata de mierda, a mi me tratas con respeto.

-YO: le trato como me salga de las narices, el respeto se gana, no se impone, su hijo ha demostrado ser 10 veces mejor hombre que usted.

-ROBERTO: ¡ahhhhhhhhh! así que era eso…….la puta se ha enamorado de mi hijo – me pongo me pie furiosa, pero recuerdo que no ha dicho ninguna mentira.

-YO: ¿y que más da?

-ROBERTO: importa si quieres renunciar a tu parte del pastel, esperando dar el braguetazo con el idiota de mi hijo, si pretendes sacarme un solo €, entérate de que no vas a lograr…..- me doy la vuelta, abro la puerta para salir-….¿donde cojones te crees que vas? ¡No he terminado de hablar!

-YO: que crea que lo que busco es dar un braguetazo me indica el tipo de persona cínica y perversa que es usted… – me vuelvo a girar a él – …si quisiera hacerlo no tendría más que haber dejado de tomar la pastilla, y haberme quedado embarazada en una de las decenas de veces que su hijo me ha hecho ver las estrellas cada vez que hacíamos el amor…. – para cuando llego a la mesa a su lado, se recuesta en la silla sin mirarme –…. quizá otra lo hubiera hecho, y si sacaba beneficios puede que también lo hiciera yo, pero Samuel no se merece eso, es el hombre más bueno y decente que he conocido en mi vida. Usted no sabe lo que ha tenido que llegar ha hacer para mantener unida a su familia, y no se merece una vida tan destructiva por su culpa, y no se merece a alguien tan sucia y rastrera como he tenido que ser con él, Samuel se merece algo mucho mejor de lo que yo puedo ofrecerle, y desde luego, de lo que usted le ha dado, rezo a dios por que sea capaz de encontrar a una mujer que esté mínimamente a la altura del gran hombre que es, y pueda alejarse de sus garras, Don Roberto – le beso en la mejilla y trato de no llorar antes de salir de la habitación.

-ROBERTO: ¿a donde vas?

-YO: me voy, lejos, no se preocupe, no volverá a saber de mí.

Salgo a paso ligero por el pasillo tratado de mantener mi compostura, Madamme sale a mi encuentro y me para en seco, yo solo miro el ascensor, quiero salir huyendo, pero me tiembla el cuerpo entero, me lleva a otra sala y me da un té caliente mientras trata de consolarme, se lo agradezco pero tengo que salir de allí, cuando puedo caminar salgo disparada mientras Madamme avisa al chofer de abajo. Según voy bajando por el ascensor y escucho el sonido de la campanilla de cada piso estoy más segura de tener que irme, como una cuenta atrás.

Se abre la puerta del ascensor y bajo unos peldaños, levantó la mirada secándome las lagrimas, y le veo en la puerta de la entrada, “¡no, él no, ahora no!”, pienso al ver a Samuel allí plantando, va con un pantalón de vestir marrón y un polo rojo, está de pie sujetando la puerta para dejarme pasar, “no me ha reconocido, ¡el pelo, claro, no llevas los rizos!”, agacho la cabeza y paso a su lado murmurado un gracias, mi brazo se roza con su pecho y siento que me voy a desmayar, paso de largo, “¡que no me reconozca, por favor, que no me vea!”, estoy saliendo por la puerta, no me ha visto.

-SAMUEL: huele a………….¡MANZANA! ….– me paralizo, al dejar de moverme un mechón de pelo me roza la nariz, y lo noto la esencia como ha debido de olerla él, “¡el maldito champú!” -…… ¡VANESA!

Echo a correr sin saber hacia donde ir, al girarme veo a Samuel tropezando con el marco de la puerta al salir a la carrera detrás de mi, esta gritando mi nombre, me ruega que pare con la voz rota y gallos agudos, se rehace del golpe y me está alcanzando, veo el coche de lujo y a una de las moles de Madamme, que al verme correr se pone alerta y corre hacia mi, pero no llega a tiempo. Samuel me alcanza antes, y me coge del brazo, me suelto de un manotazo pero me vuelve a agarrar, y me encara, no quiero mirarle a la cara.

-SAMUEL: ¡así que por esto quería que viniera con él, ¿no?! ¡Trabajas para mi padre!

-YO: ¡no….para……..déjame!

-SAMUEL: ¡contéstame!, ¡¿trabajas para él?! ¡¿Así se aseguraba de controlar la casa?! ¡De tener a su mujer vigilada ¿eh?! ¡Me ha usado para meterte en esa casa y así darle informes detallados! – mis peores pesadillas se hacen realidad, me zarandea y me hace las preguntas que tanto miedo me daban, lloró de rabia por que ahora se que no me querrá jamás, ¿como podría quererme después de esto?

-YO: ¡suéltame Samuel, ya basta por favor!……- quiero soltarme pero no lo consigo, no es que no pueda, es que no quiero, por raro que sea vuelto a estar en sus brazos, como tanto deseo.

-SAMUEL: ¡“te he mentido tanto”, eso decía la nota, ¿a esto te referías? ¿A que nunca me quisiste?, ¿a que nunca me has querido?! ¡Has jugado conmigo y con mi familia!, ¡DIOS! ¡Las cosas que he hecho por tu culpa, y todo por que te mandaba mi padre!, ¡Espero que hayas cobrado bien, te mereces hasta el último céntimo, ¡mírate! ¡¿Donde están tus gafas?! ¡¿Y tu pelo?! ¡¿También eran tan falsos como tú?!

La mole llega, le cuesta separarnos, me quita a Samuel de encima y le inmoviliza agarrándole por detrás, mientras no deja de repetirme las mismas preguntas, con la voz quebrada, braceando para liberarse inútilmente. Me siento mareada, asfixiada, me tengo que apoyar en un coche para no caer a la acera, mientras no puedo dejar de mirar con ojos vidriosos como Samuel lucha por zafarse.

-SAMUEL: ¡Dímelo, necesito saberlo, tu pelo, las gafas, tus caricias, ¿todo era falso?! – lo repite hasta la saciedad, me llega a taladrar el cerebro.

-YO: ¡Para! te vas ha hacer daño.

-SAMUEL: ¡Más del que me has echo tú, lo dudo! ¡Eres una maldita zorra manipuladora!

-YO: yo no pretendía que ocurriera esto.

-SAMUEL: ¡¿Y que narices pretendíais que pasara?! ¡¿Que me obligaras a todo aquello y cobraras sin saber nada más de mí?! ¡Te fuiste abandonándome y dejándome creer que había sido culpa mía, que había hecho algo mal! ¡Y la verdad es que me has usado y manejado a tu antojo solo para ganarte un sueldo! ..– su mirada hace que me sienta peor aún de lo que creía que podría sentirme, pero debo ser fuerte, por él. Forcejea sin parar llegando a quedarse sin aire de tanto luchar -…. ¡¿y tus rizos?, ¿eh?, ¿donde están las gafas y tus rizos?! ¡ME HAS DESTROZADO LA VIDA!- “que me odie y así todo será más fácil”.

Me pongo en pie, y trato de serenarme, me parte el alma verle así pero no quiero que él se de cuenta, dejó que me vea a su lado para que se calme y me coloco de frente, acerco mi mano para acariciar su mejilla, al sentir su cara en mis dedos noto como me late el corazón a un ritmo vertiginoso, él cierra los ojos dejando de decir que no con la cabeza, y busca mi brazo con sus labios, me besa en la muñeca y me mira de nuevo.

-YO: no seas estúpido Samuel…..nada fue verdad, las gafas no estaban graduadas, solo estaban pensadas para darme un aire intelectual, tu padre nos dijo que así seria más fácil, todo lo que pasó fue para que tu familia regresara a casa, y nada más, ¿Acaso crees que alguien se deja entrar así en una discoteca? ¿O que veía normal lo que pasaba en tu casa? ¿Que se deja manosear por Jaime o te ve con las demás sin ponerse celosa? Era todo falso.

-SAMUEL: ¡no te creo!, tú te ponías celosa.

-YO: mentira, la única que me daba celos era tu hermana, y me fui cuando te acostaste con ella…….- me miró como si viera un ángel.

-SAMUEL: ¡no lo sabes! jajajaja no me acosté con Marta.

-YO: no trates de engañarme, estaba al lado de la puerta cuando entraste, y después de que hablarais……..os escuché follar.

-SAMUEL: ¡Serian mi hermana y Sara cuando me fui tras hablar con ellas!, traté de convencerla para que regresara a casa, y que le contaríamos juntos a mi padre lo de su homosexualidad, ¿por que te crees que está tan enfadado? Pierde a su niña bonita, y busca culpables.

-YO: ¿entonces no pasó nada?

-SAMUEL: NO……no podía……hice muchas cosas de las que no estoy orgulloso pero no pude hacerle eso a ella, ni a ti, sabiendo cuanto te dolía, pero cuando regresé ya no estabas, te perseguí con la moto hasta donde dio la gasolina, y llevo 3 días volviéndome loco pensando en todo esto, hasta que mi padre me ha dicho que le acompañara hoy, sabe que he hablado con sus compañeros de trabajo, sabia que me olía algo, y el muy cerdo quería que te viera para que así me enterara de quien eres, quiere devolverme a mi caparazón y seguir siendo el hombre de la casa, ¡Para que supiera que no me quieres! – saber que no hizo nada con Marta me llena de felicidad, y que lo hizo en parte por mi me trastoca más allá de lo que puedo entender, “tengo que hacer que me odie, tiene que dejarme ir, no le merezco, le he hecho demasiado daño”.

-YO: pues es así, las caricias, los besos y las carantoñas, todo estaba planificado, pensado y guiado para darme acceso a la casa, tú…..tú no me importas nada Samuel, no te quiero, eras solo un trabajo más – quiero sonar convincente, necesito que me crea y que dejé de luchar por mi.

-SAMUEL: ¿y por que lloras?…. – me toco la cara y veo las lagrimas brillantes en mis dedos, cruzamos nuestras miradas unos segundos, mi escudo se desmorona, y él lo ve –….puedes mentir cuanto quieras, has demostrado que se te da muy bien Vanesa….pero te veo, te lo dije, se que me quieres, todo lo que pasó no fue mentira, lo sé en el fondo de mi corazón, no se pueden fingir las horas de miradas juntos acariciándonos, como me mirabas al jugar con tus rizos….- tengo que ser tajante.

-YO: ¡Maldito cabezota, no entiendes que no fue real!, asúmelo, ni siquiera me llamo Vanesa, es solo un nombre de batalla, ¡Y mis malditos rizos!……. ¡JODER!….yo odio mi pelo.

-SAMUEL: ¡Me da igual!…- lo grita lleno de ira -…….me da igual……- pero lo dice casi murmurando, dándose cuenta de ello a la vez que lo repite – ….…me da igual tu nombre, o lo que ocurrió, tus rizos me enamoraron desde que te vi, estoy…………..estoy enamorado de ti, y quiero que lo sepas, me da igual……me da igual mi padre o mi familia, no quiero nada, salvo estar a tu lado …- “no, eso no, no me hagas esto” – … te lo perdono todo….todo aquello que has hecho, TODO, pero deja que me quede contigo, por que te quiero…..te quiero, te quiero y lo diré mil veces más hasta quedarme afónico – “¡CALLA, maldito idiota, cállate, tú no puedes quererme, debes odiarme!”

-YO: ¡Ya basta!, no te hagas esto, nunca funcionaríamos, tú tienes a tu familia, y una buena vida, yo estoy sola, nadie me pagará los estudios como a ti, necesitaba dinero, solo eso……te……te lo dije, te dije que era venenosa.

Por fin deja de moverse, la mole suspira, estaba teniendo serios problemas para sujetarle, Samuel cierra los ojos y apoya la barbilla en su pecho, inhala profundamente pro la nariz soltando el aire de una sola exhalación por la boca, y parece calmarse, creo que está aceptando la situación. Abre los ojos y me mira a los míos, siento como me desnuda el alma, y suelta una carcajada que va creciendo poco a poco, se vuelve contagiosa, la mole casi se ríe y yo sonrío sin entenderle, cuando deja de reírse alza la cabeza hasta casi arrastrar a la mole, hace un esfuerzo descomunal y pone su cara a centímetros de la mía, está tan cerca que tengo que levantar la cabeza para mirarle a los ojos, durante unos segundos eternos no dice nada.

-SAMUEL: y yo te dije que aunque supiera que iba a morir, volvería a besarte……. – estira el cuello tan rápido que no logro evitar sentir sus labios en los míos, y no solo no lo evito si no que le sujeto del cuello y me mantengo en vilo devolviéndole el beso, hasta que la mole le vuelve a alejar unos instantes más tarde, con un sobre esfuerzo -… ¡ESO!, ¡eso no era mentira!

“Maldito cabrón, le amo, le quiero y ahora lo sabe”, me pongo a dar vueltas sobre mi misma, tengo la cabeza hecha un lío. Quiero, deseo y puedo quedarme a su lado, pero no lo entiendo, no comprendo como, pero me quiere a pesar de todo lo que le he hecho, me ve tal como soy, sin más mentiras ni falsedades ni engaños, y aún así, está dispuesto a todo……..no …..no puede ser…..no merezco esto, él puede tener a alguien mejor que yo, alguien bueno y cariñoso, que no le mienta ni le manipule como he hecho yo, debo irme.

-YO: nos vamos, asegúrate de que no nos sigue, pero vámonos.

Veo como la mole le gira para quedarse de cara a él, Samuel me mira a mi, no dice nada, solo sonríe, sabe que le quiero, y eso es suficiente, nada de lo que diga o haga le hará cambiar de opinión. La mole le da varios puñetazos en el estomago hasta que lo dobla y lo deja en el suelo tirado, la mole se aleja y se mete en el coche.

-SAMUEL: dime………cof cof…..dime……cof …..dime tu nombre……cof …..al menos dame eso…..- trata de ponerse en pie pero el dolor no le deja.

-YO: lamento todo el dolor que te he causado.

-SAMUEL: no…cof…….yo no – logra cogerme de la mano, la aprieta con fuerza, la acaricio con los dedos y me cuesta toda mi voluntad soltarla.

-YO: adiós Samuel, no me sigas, no me encontrarás.

-SAMUEL: jajajjaajacof….cof……cof…….no dudes cof….cof….no dudes ni por instante que te encontraré jajajaja cof….cof….jamás me rendiré.

Un escalofrío me recorre todo el cuerpo al mirarle a los ojos cuando me lo dice, se ríe por que él sabe que no quiero que se rinda. Me alejo unos pasos de espaldas para tener una imagen suya antes de marcharme.

-YO: Amanda…………mi nombre es Amanda – no se por qué se lo digo, solo quiero que lo sepa.

Me giro para meterme en el coche, le veo gatear, “¡no, no te levantes, quédate ahí!”, no me hace caso, se arrastra a duras penas, no puede ponerse derecho, y tropieza al caminar, pero se acerca. No puedo dejar de llorar al verle seguir intentándolo una y otra vez, por fin arranca el coche cuando está a apenas unos pasos, mi mente se divide, una parte quiere que el coche acelere y otra le anima para llegar hasta mi. Por fin nos movemos, la última imagen que veo es a Samuel doblando, con cara de sufrir un infierno, tirado en la acera, y mirando al coche desolado. El coche acelera y dejo de verle al doblar la esquina.

Trato de cogerme las manos para que dejen de temblar, pero es inútil, la que tiembla soy yo. Veo como las lagrimas caen sobre mi regazo mientras el coche avanza y le deja atrás. Caigo sobre el asiento y no paro de llorar hasta que el coche se detiene en mi casa, tardó una hora en hacer las maletas y marcharme. Me llevan al aeropuerto, donde ya tengo reservado un vuelo gracias a Madamme, con una mochila que contiene mi nueva vida, y el número de cuenta con todos mis fondos ingresados, cancelo todas mis tarjetas, mis contratos y mis cuentas en redes sociales, corto todo contacto con cualquiera que me haya conocido, y me marcho lejos.

No se cuanto tiempo pasa ni me importa donde estoy, encuentro un trabajo de camarera por las mañanas y estudio por las tardes para seguir mi carrera. No tengo vida, soy un fantasma que va del trabajo a la universidad, y de allí a casa, no hablo con nadie ni tengo amigos. Trato de seguir con una vida normal y olvidarme de todo, pero no puedo.

Muchos chicos se me acercan y tratar de ligar conmigo, pero siento una profunda repulsión por ellos, unos son guapos, otros feos, unos son amables y otros cariñosos, otros son hoscos o soeces, me da igual, todos salen perdiendo, les comparo con Samuel y ninguno me vale, ¿como podrían?

Samuel fue el chico que tuve que enamorar, y terminé enamorándome de él, alguno que conozca la historia dirá que fue por la emoción del momento, y por como me hacia el amor de tal manera que me hacia sentir como al entrar por las puertas del cielo, pero no, fueron pequeños detalles que se sumaron uno tras otro.

Que tuviera que parecer inteligente con las gafas era solo inicial, aquella primera hora hablando con él en la discoteca de cosas mundanas me hizo ver que estaba ante alguien diferente. La mañana después de ese día, me trajo el café y se mostró tan tímido como asustado al no saber como moverse en esa situación. Aquella 1º foto que puse de perfil cuando le llamaba y que puso de fondo en su móvil. La 1º cita el día que regresé, su forma de hablar y de moverse, tan sincera y tan inocente, apenas se atrevía a tocarme y cuando lo hacia era tan dulce que me derretía, su forma de mirarme tomando mi helado favorito, o como me subió en brazos a mi cama, y en vez de aprovecharse de mi, como era mi plan, me dio un beso en la frente, me susurró un “buenas noches princesa” y se marchó, eso me desesperó por que aún no comprendía que me quería de verdad. Como fue metiéndome en su vida cuidando de que Jaime no se aprovechara de mí, anteponiéndome a su propia familia. Su miedo real a perderme, y como aquello fue cambiando su carácter. Como aceptó tener que hacer lo que debía para unir a su familia, y hacerlo pese a no quererlo, le obligué y al final lo hacia por mi. Como se enfadaba cada vez que le mandaba a acostarse con Sonia o con Sara, y regresaba a mi cama cada noche, me abrazaba y se quedaba dormido en mis brazos sin querer nada más de mi que cariño. Como me defendió de Jaime y se encaró con 3 chicos en una discoteca, dispuesto a todo, por que simplemente me estaban molestando. Que al final no se acostara con su hermana Marta por que me importaba de verdad, que llegara a ver que me importaba de verdad, pero además por que también lo decidió él, tomando el control de su vida. Sus melosas y empalagosas frases de película que me arrancaban mi escudo y me hacían mostrarme con él tal como soy. Como me miraba, esa forma de observarme, entre la incredulidad y la adoración. Me sacaba que quicio lo cabezota que era, y en el fondo me gustaba que lo fuera.

Y aquellas interminables horas acariciándonos, sentir sus dedos en mi espalda, y como tiraba de mis rizos…….mis odiados rizos….le di todo lo falso que pude para que se enamorara de mi, le mostraba mis pechos, me quedaba desnuda en su cama, mi forma de vestir, de actuar y de comportarme con él, todo era falso, hasta mis gafas de pasta, podría haberse enamorado de todo ello o de cualquier otra cosa, podría haber dicho mil aspectos de mi que podrían haberle engatusado, pero el muy imbécil me dijo que se enamoró de mi por mis malditos rizos, la única parte real y sincera de mi que no podía evitar mostrarle, algo que he llegado a odiar y detestar de mi misma, era lo que más le gustaba de mi.

Me paso el día entero pensado en ello, mirando a una pareja junta besándose, o a otra de la mano por la calle, pienso en lo que he perdido y me parece justo el castigo. Fui manipuladora, fría y cruel con la única persona que ha llegado a amarme tal como soy. Yo misma me desprecio y no entiendo que vio él en una ser como yo, que pese a saberlo todo, seguía luchando por mí. Y pese a ello, de ser consciente que no lo merezco, anhelo estar a su lado, cada vez que una persona grita un nombre, o me sobresalta alguien, mi corazón se acelera esperando que sea él, cada vez que me suena el móvil, o llaman a la puerta creo que es él, que por fin me ha encontrado, que no se rindió y ha estado todo este tiempo buscándome, y viene a rescatarme de mi propia miseria, que a dejado todo atrás y aparece solo con una maleta a empezar una nueva vida junto a mi. No puedo evitar ilusionarme, pese a que en el fondo no deseo que ocurra, por que sé que no puede ser verdad, nadie puede quererme de esa forma, y menos alguien tan bueno como él, se habrá cansado de perseguirme y estará haciendo su vida olvidándose de aquel verano.

Así que alzo la mirada ansiosa y veo que saludan a otra persona, me giró acelerada a ver quien se asoma por la calle y reconocer a alguien que no es él, contesto al móvil ilusionada hasta que oigo una voz que no es la suya, o abro la puerta esperanzada, para desilusionare al ver que Samuel no ha sido quien llamó.

Es mi castigo, y lo acepto, me tengo que convencer a diario de que fue una locura, y que no habría funcionado, me repito que fue lo mejor para Samuel, por que si no lo hago, y me doy cuenta de que le dejé sin una razón, me sentiré el ser más miserable de la tierra. Al menos me aparté de su camino para que pudiera tener una buena vida.

Estoy en casa, una aburrida noche más, la puerta suena, y como una tonta vuelvo a pensar en él, me atuso el pelo rizado que ya no puedo, ni quiero, quitarme, me recolocó el escote bajo el top ceñido azul claro y me miro en el espejo para verme guapa con unos shorts negros, por que “tal vez sea él”, respiro profundo y abro la puerta del tirón, de puntillas doy un salto y me vuelvo a desilusionar una vez más, es el repartidor de la comida que había pedido.

-YO: ah hola…..- me da la bolsa -… ¿está todo?

-REPARTIDOR: si…..un kebab y una bola de helado de leche merengada, ¿no?

-YO: si……gracias……¿cuanto es?

-REPARTIDOR: son …….6€.

-YO: aquí tiene – le pago y me da el ticket, pero se queda mirándolo.

-REPARTIDOR: espere, usted es la del helado, ¿no?

-YO: si, ¿ocurre algo?

-REPARTIDOR: nada, es que se me olvidaba, un tipo me ha dado esto para usted – me da otra bolsa, la abro y siento un hormigueo por todo el cuerpo, es un champú de manzana con una etiqueta “Solo para pelo rizado”, se me cae la comida con el helado al suelo.

-YO: ¡¿Quien le ha dado esto?!

-REPARTIDOR: no lo sé, un chico…….es la comidilla de los restaurantes de la zona, lleva semanas dando vueltas, paga bien por avisarle cuando alguna mujer pide una bola de helado de leche merengada, en especial si el pedido va a nombre de Vanesa o de Amanda, le he avisado ya que su pedido iba a nombre de Amanda, y me dio la bolsa…..¿no habré metido la pata y será un acosador o algo así?

-YO: ¡¿donde está?! – el corazón se me sale por la boca, miro al pasillo y no veo a nadie.

-REPARTIDOR: estará en algún restaurante, no lo sé.

-YO: ¡llévame, te lo ruego, llévame ya!

Le cojo de un brazo y me voy sin cerrar la puerta, le arrastro hasta la calle y no aceptó un no por respuesta cuando me acerco a su moto aparcada en el portal, discutimos, no atiendo a razones, mi cabeza gira sin control y no puedo dejar de respirar de forma acelerada.

“Te dije que te encontraría.”

Al oír su voz me fallan las piernas, me doy la vuelta tropezando y precipitándome a la acera, antes de caer siento como me agarran de la cintura y me pegan a un cuerpo, que siento cálido y familiar, reconocible, veo unos vaqueros y una camiseta de manga corta, le siento como si fuera el hombre más apuesto del universo, y por primera vez en mucho tiempo, quiero echarme a llorar y no puedo. Veo una maleta a sus pies, y siento como me aprieta contra él, agacho la cabeza y me entierro en su pecho, quiero fundirme a su cuerpo y no separarme nunca jamás de sus brazos.

-YO: ¡por dios, con todo lo que he hecho!………no podemos estar juntos, aunque quisiera, lo nuestro no funcionaria, si te quedas a mi lado terminaré haciéndote daño…….- viajo al pasado, estamos ambos desnudos en la cama y le dije esas mismas palabras, su respuesta fue un “acepto”, y no hace falta que lo repita -…….. ¡Maldito cabezota, ¿que haces aquí?!

Me separa un poco de él, lo justo para poder alzarme la cabeza con su mano, por que no puedo mirarle, no me atrevo, temo que sea un sueño del que me despertara de golpe, como me ocurría cada noche. Noto las yemas de sus dedos rozándome los labios, y al fin nuestros ojos se cruzan. Deseo morir en este instante por que no creo que pudiera ser más feliz en toda mi vida, hasta que me besa de forma tierna, cariñosa y dulce.

-SAMUEL: ¿Adónde iba a ir si no?

Fin.

 

Relato erótico “Niña curios 2” (POR LEONNELA)

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Salía del instituto, con la mochila al hombro y la carita aún inocente, quien hubiera sospechado que bajo ese uniforme, se escondiera una mujer que ya había despertado a la lujuria; me había adelantado a mis amigas, quienes exhibían con orgullo sus experiencias de novios que no pasaban de unos cuantos besos y las mas lanzadas de algunas caricias atrevidas, pero yo, que hasta un día antes me emocionaba imaginando lo que se siente dar un beso, en cuestión de horas ya había gozado de la sensación de un orgasmo y aun mas de haber sido precisamente quien había provocado una calentura a mi tío.

Me sentía diferente, era tonto pero tocaba mis labios como si algo en ellos hubiera cambiado, sentía que en mi cuerpo había quedado un rastro de sus besos, percibía mis manos como si aun guardaran el aroma de su sexo, y mi vagina conservaba la sensación de haber querido ser desflorada. En  lugar de caminar flotaba por el patio, una mezcla de emociones me tenían sensible, miedo, intranquilidad, alegría, satisfacción; había disfrutado del sexo, y definitivamente había actuado como toda una chica mala.
Mis ojos se iluminaron y mis temores se quedaron en la calzada, cuando le vi arrimado sobre su auto, esperándome, sentía que mis piernas temblaban y sucumbía ante esa mirada dulce que me regalaba, cielos!!  Era como un hermoso dios pagano y yo quería ser su ofrenda…su bocado.
Lastimosamente la mujer atrevida de la noche anterior en este momento me abandonaba, dejándome con las mejillas sonrosadas, la mirada rehuyente y una timidez para afrontar ese encuentro.
Abrió la puerta y sin cruzar palabra me acomodé en el asiento, puso algo de música, y pretendiendo relajarme preguntó:
_Como estuvieron las clases chiquita?
_Bien, lo de siempre, pero… no esperaba que me vinieras a buscar.
_Quería saber como estabas… nena, esto es muy difícil para mí,  aunque soy un adulto estoy temblando por dentro sin siquiera saber que decir, pero debemos hablar de lo que pasó anoche. Te parece si vamos a comer algo?
_Si, respondí sin dudar.
Manejó por la avenida principal, íbamos a una zona de cafeterías, café? yo? a quien se le ocurre, vaya que en verdad mi tío estaba despistado, en fin, dejé que manejara por donde quisiera. Aparentemente me distraía viendo los escaparates de los centros comerciales, pero mi cabecita estaba pensando en lo que nos diríamos allá.
Estacionó el coche, y cambió la cafería por un restaurante, subimos al piso superior, no era muy amplio pero era agradable, estaba construido en madera, la decoración era acogedora y el ambiente discreto,  escogimos una mesa que se ubicaba en una parte reservada, pues teníamos mucho de que hablar y no queríamos la mirada de nadie intimidándonos.
Me acaricio la mejilla
_Eres preciosa, dijo guiñándome un ojo, ni siquiera yo soy más guapo que tú
Que chiste mas malo, reí dándome cuenta de que intentaba  romper la frialdad
_Así me gusta verte chiquita,  sonriente, feliz, te prometo que no volveré a hacer algo que otra vez ponga tristes esos ojitos.
_Tío hay algo que quiero saber…que sientes por mi?
Golpe maestro…, le dejé noqueado varios segundos antes de que pudiera responder:
_Podríamos empezar por las preguntas fáciles?… Mentira mi niña, claro que se lo que siento por ti, mira tienes 18 años verdad?
 _Sí, soy toda una mujer dije muy ufana.
_Ahhh con que la nena a demás de altanera me resulto vanidosa eh? Reímos juntos.
_Pues bien durante 18 años, haz sido la niña de mis ojos, mi consentida, mi dulce sobrinita a la que he visto como mi hermanita o quizá hasta como mi hija por nuestra cercanía, pero ahora estoy tan confundido, como sé que tu debes estarlo, no se que me pasó,  porqué deje que las cosas llegaran a ese punto contigo, se que no debió suceder….

Mientras él se esforzaba en darme mil explicaciones sobre  lo sucedido, yo no podía dejar de mirar sus labios mientras dibujaban las palabras que amorosamente formaba, miraba también su rostro, sus ojos oscuros con pestañas largas y rizadas, el cabello como despeinado, la vestimenta de moda que usaba, las pulseras de hilo que tenia amarradas, todo, cada detalle suyo, todo me importaba…también cruzó por mi cabeza, su piel bronceada, sus hombros anchos, su pubis con el vello casi al ras, su pene duro apuntando a mi….

_Entiendes mi niña? Entiendes lo que te digo?
_Ahhhhh sí tío, que no volverá a pasar porque…estas arrepentido dije dejándole sentir mi tristeza.
_Mi amor, es lo mas hermoso que me ha pasado, pero un día me agradecerás que no vayamos más lejos, es mejor para ti.
Comíamos en silencio y no pude evitar que un par de lagrimas se me resbalaran, el no entendía nada, no sabía todo lo que yo sentía, para el solo fue una noche de excitación pero para mi, era mi sueño hecho realidad… me levanté y salí corriendo al sanitario, no quería que me viera llorar.
_Dianita, abre por favor!
_No te preocupes tío estoy bien, dije ya calmada
Salí y me abrazó muy fuerte quedándonos así  varios segundos, ojala se hubiera podido detener el tiempo en ese momento…
Tímidamente susurre:
_Tío, yo no tengo los ojos tristes por lo que pasó, ni estoy confundida, quizá estoy algo asustada pero se exactamente lo que quiero…mas bien lo que me gustaría contigo…toqué suave sus labios rozándolos, sintiendo su humedad…miré en sus ojos un instante de duda, que no estaba dispuesta a desaprovechar.
Di unos pasos alejándome de él, empujé la puerta de ingreso al sanitario, y volteándome le dije:
_Ven Martín, ven conmigo…
Entrecerró los ojos y apretó los puños, sé que escuchaba cánticos celestiales, y ni el mismo infierno le podía poner una tentación tan grande…
_Dianita…yo…yo…
Me acerqué y tomándole de la mano, le conduje al interior. Acaricie sus mejillas, y como si sedujera  a un chiquillo murmuré:
_Tranquilo, no tengas miedo, estás conmigo…con Diana… con tu Dianita…
Me pegué a él buscando su calor, nos besamos con intensidad, su lengua recorría mis labios, besaba mis comisuras y entraba en la profundidad de mi boca, sus manos acariciaban mi espalda, y bajaban a mis caderas, juntaba su pelvis con la mía, ya nada podía detenernos, 40 minutos de charla quedaban en nada, las palabras se las llevaba el viento porque nuestro deseo y nuestra carne era superior a lo que sabíamos correcto, sus manos tocaron mis pechos estremeciéndome entera, bajó por mi cuello, por mis hombros, desató mi brasier y alzándome la blusa buscó mis pezones, los besaba, y yo gemía despacito; alzó mi falda, y con desesperación la metió  entre mis muslos haciendo a un lado mis braguitas, suspiró cuando se deslizó por mis labios encontrando humedad, sacó sus dedos mojados, los metió a su boca lamiendo mis jugos y me volvió a besar para compartir conmigo su sabor.
Me abrazó por detrás con furia,  su pelvis chocaba contra mis glúteos, sentía como punzaba su pene contra mi, y moviendo su cadera rítmicamente me hacia saber a través de la ropa lo que es una buena estocada, no podía mas que expulsar mi cola hacia atrás, demostrándole que sabía lo que hacía, no era ninguna chiquilla, y tampoco quería parecerlo. Gemía sintiendo como mi cuerpo se preparaba al goce, a recibir lo que él quisiera darme…
Unas  voces acercándose nos dejaron helados, bueno a él, porque a mi me pareció gracioso y reí suavemente, Martin me cubrió la boca obligándome a callar aunque casi se me escapaba la risa.

Desesperado me hacia señas de permanecer en silencio, y mientras el sufría, por que podríamos ser descubiertos yo maliciosa jugaba a pasar mis manos  entre sus muslos, sintiendo toda la potencia de su masculinidad, bajé la cremallera de su pantalón y metí mis dedos en búsqueda de su tesoro, lamí suave, besé su cabecita e intenté introducirlo completo en mi boca, bueno al menos hasta donde podía, aún no sabia de técnicas ni era la experta que ahora soy, simplemente lo hacia como podía, pero para sus ojos, corrección, para su pene en ese momento era la mejor mamada del mundo.  Que excitante y a la vez que divertida  situación, el pobre no sabía si dejarse llevar por la sensación de susto o de placer…

Al poco rato sonó el ruido del agua escapando por el inodoro y los murmullos se acallaron; riendo  salimos despavoridos hacia nuestra mesa.
_Niña, en dos días cambias mi vida, primero me vuelves un loco pervertidor de sobrinas y ahora un depravado exhibicionista…a quien saliste así de loquita eh?
Mirándolo como si lo que me dijera fuera un halago, me levanté de la silla y plantándole un beso en la mejilla murmuré a ti tío, a quien mas?
 Terminamos de almorzar, mientras  cancelaba la cuenta me adelanté a esperarle en el auto.
_ A donde iremos?
_A donde? A tu casa tontita, mira la hora que es…se me hizo tardísimo para llegar al trabajo.
_Pero valió la pena o no? tío.
_Ay niña!! …niña…niña.….
Hizo una llamada telefónica, creo que a su trabajo justificando su demora y empezó a conducir, al llegar a un cruce que daba a una calle secundaria, chispeando sus ojos de malicia murmuró:
_Amor, quieres terminar lo que empezaste en el baño del restaurante?
Sorprendiéndole respondí:
_No es lo correcto, es mas,  recuerdo que  textualmente dijiste que no volvería a pasar… y yo soy muy muy obediente, dije sarcásticamente
_Perdona, perdona no se lo que digo, pero es que contigo paso de la dulzura a la lujuria en un par de segundos…
Llegamos a casa, iba a despedirse, pero me anticipé
_Espera tío,  me gustaría continuar con lo que empecé en el restaurante…claro…si me alcanzas….
Corrí al interior, el reía persiguiéndome,  crucé la sala, subí a brincos los escalones, iba a entrar a  mi habitación pero un recuerdo me abofeteó:….el altillo….la bodega…..Raquella….
Raquella ya era historia, pero aun quedaba el altillo y la bodega, corrí hacia allá. Al fin la vida me recompensaba en la misma bodega que marcara mi sexualidad, esta vez no me sacaría de la habitación, ni me quedaría tras las puertas a oír sus gemidos.
Busqué sus labios, hambreando sus besos, su lengua, su saliva, me deslicé hacia abajo hasta dejar mi rostro sobre su bragueta, su pene punzaba a través de la tela y crecía cada  vez más. Desaté la correa… bajé el cierre… el bóxer….escapó el rehén… si, aquel prisionero que clamaba por ser encarcelado en mi boca. Percibí el aroma de su sexo, aleando mi saliva con su semen…
_Así amor asiii lámelo, abre más esa boquita y deja que entre hasta donde resistas…. esoo, despacio, sácalo…mételo…sácalo, mmm mi niña sí que aprendes rápido….huyy huyy huyy…
_Tío déjame intentarlo sola…o acaso no te estoy demostrando que puedo hacerlo muuuy bien!!
_Ay!! Mi niña, mi niña curiosa, como me enloqueces!!
Le empujé contra la pared, de forma que quedara arrinconado, mientras yo de rodillas impregnaba en mi rostro ese aroma especial que aun ahora no se definir, pero sin embargo siempre me transforma en una putica hambrienta por complacer.

Su miel dejaba rastros en mis mejillas, en mi cuello, en mis pechos mientras mis manos amasaban sus testículos; no resistí las ganas y yo misma separe sus piernas haciendo que mi lengua alcanzara a lamer sus nueces, succionándolas suavemente al ritmo de sus gemidos, me fascinaba descubrir que con simples lengüetazos en sus ingles su pelvis contorsionaba, empujando hacia adelante como si su pene se desesperara por encontrar refugio en mi boca, se lo chupe varios minutos jugando en su glande y poco a poco bajaba hasta llenar mi boca de casi toda su arma, alternaba movimientos lentos y luego lo hacia rápido siguiendo la guía de sus manos aprisionadas en mi cabello.

Entraba y  salía, mi saliva facilitaba el movimiento de mete y saca… ¡¡cómo amaba sus ojos enloquecidos, su rostro distorsionado, y su sexo alborotado de placer.
Jamás había imaginado que era tan fácil enloquecer a un hombre, y aquella tarde descubrí lo maravilloso de hacer sexo oral; sin duda fue un buen inicio para que se convierta en mi práctica favorita, sin embargo mi curiosidad y mis ganas exigían mas…
Le obligué a sentarse, y separando mis piernas pretendí jugar  más profundo, levanté mis caderas y me acomodé sobre su punta,  mi coñito chocó provocándome dolor pese a toda mi humedad. Lo sujeté con mi mano y lo hacia rozar por entre mis labios,  acariciaba mi clítoris con él, pero mi calentura pedía mucho mas que  eso…así que intenté introducírmelo.
_Espera niña ….espera….
Mis movimientos parecían no entender…quería sentirlo dentro, moviéndose sinuoso, resbalando por ese camino que sabia me daría aun mas placer, pero Martín se detuvo, tenía miedo de penetrarme, por temor, por sensatez, por sentimiento de culpa, quien sabe porqué.
_Tío mírame, así como te gusto a ti….a otros también, no necesito hacer ningún esfuerzo para tener un novio y perder mi virginidad, pero yo quiero, deseo, y sueño perderla …contigo…solo contigo….
Me abrazó emocionado, mi jugada había  sido perfecta…
Tomando mi saliva se lo embadurnó entero, desde la base hasta la puntica, lo tenía durísimo, y sosteniéndolo fuerte, a la vez que lo agitaba me mostró cuan dispuesto estaba a coronarme.
 Inicio un juego de vaivén y poco a poco el glande empezó a entrar, haciéndome  gemir desesperada, se detuvo un par de segundos y dijo:
_Mi amor es tu última oportunidad para salir corriendo porque que si no lo haces en dos segundos, nadie te salvará de que te lo dé completito…
Mi piel se erizó ante aquellas palabras  y como respuesta  me abrí lo que más pude invitándole a entrar, su pene empezó a empujar más fuerte, centímetro a centímetro, abría mi sexo, dolía, quemaba, empujó un poco mas desgarrándome  hasta el alma… grité mientras él se detuvo quedándose totalmente  quieto en lo profundo de mi ser.
Poco a poco sus movimientos se incrementaron entraba y salía con suavidad, sentía como mi cuerpo se llenaba, como mi carne era ensartada, y a medida que repetía la acción, el dolor disminuía y solo me dejaba una sensación de querer morirme, de querer matar, de querer quien sabe qué.
Desde lo más profundo de mi ser, sentí como una ola de contracciones me devastaba, era como si un huracán arrasara hasta la playa de mi vulva, formando remolinos de palpitaciones que de tanta intensidad me  hacían levantar la pelvis, apretar los dientes y sin piedad clavarle las uñas, simplemente exploté, exploté con la más grande felicidad.

Mis paredes internas ahorcándolo, parecían absorber sus fuerzas, sus ganas, su hombría, pues en escasos segundos, empezó empujar con más fuerza, como si hubiera estado haciendo un esfuerzo sobrehumano de aguantar hasta saciarme, y ahora inexorablemente se dejaba llevar, empujo una vez más quedándose pegado a mi sexo, mientras nuestras transpiraciones, nuestros fluidos y nuestros gemidos se volvían uno solo.

Su semen llenaba mi útero, y al descender me regalaba nuevos latidos que me volvían a hacer gemir, su dedo ayudó acariciando mi clítoris;extraña y fácilmente me volví a correr. Su esperma resbalaba por mis ingles, mientras él con cara de la más grande felicidad, sostenía su pene dormido, manchado…. por un hilillo de sangre.
Cayó junto a mi, inhalaba profundo y sin embargo parecía ahogarse; poco a poco nuestra respiración fue calmándose
_Al fin soy totalmente tuya solté en un suspiro
Mientras acariciaba mi cola susurró:
_Sí mi amor ya eres mía, pero no totalmente…. aún te falta mucho por aprender…
Sonreímos y quedamos mirándonos tan profundamente como si nuestros ojos buscaran su propio orgasmo….
Unos minutos después, me trepé sobre él y pícaramente susurré:
_Y qué es eso….que aún me falta aprender?
_Jajaja …Curiosa!! Dijo mientras me besaba nuevamente…
Muchisimas gracias a quienes calificaron y dejaron sus comentarios en mi primer relato, espero me acompañen en la lectura de la tercera parte.
 
 
 
 
 

Relato erótico: “la Gemela 2” (POR JAVIET)

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 Hola amigos, ante todo gracias por la cantidad de lecturas del primer relato de esta serie, además debo agradeceros los amables comentarios recibidos y darle una continuación como ha sugerido gor, ¡va por vosotros¡
   Voy a presentaros a Pili, la autentica causa del ¿problema? Más bien el “Don” que poseen Laura y Lola, las gemelas telepatas. Ella es su madre y tiene 49 años, es alta y pesa unos 60 kilos, se conserva bien de forma física y su cuerpo está bastante bien, pechos y caderas amplios, cintura firme y bonita, un culete bien puesto, es morena atractiva y con una larga melena, no son pocos los que se paran a mirarla cuando pasa admirando sus rotundas curvas.
Ella nació y se crió en una pequeña ciudad de provincias, era desde joven una ferviente lectora de revistas como “Año cero” ó “Mas allá” ferviente admiradora del doctor Jiménez del oso y actualmente de “cuarto milenio” le interesaban los temas de ciencias ocultas y ovnis, así como la parapsicología y los viajes astrales, a los veintipocos años llegó a la capital para seguir sus estudios; estando en la universidad leyó un anuncio buscando voluntarios para un experimento de telepatía y se presentó junto con varios estudiantes mas.
El grupo de voluntarios pasaron varias pruebas, con ellas se procedió a eliminar a los que no tenían el potencial necesario, unos días después solo quedaban tres, ella y otra chica además de un joven pelirrojo, con posibilidades reales de éxito, el equipo médico se volcó en ellos y les hizo un poco de todo, desde inyecciones a electrocardiogramas, se pasaban horas con electrodos en la cabeza, los doctores les insistían en que se comunicaran entre sí sin hablar, pero … nada de nada, después de tres meses de pruebas y varios tipos de drogas e inyecciones, el experimento se dio por finalizado y catalogado de fracaso.
Durante el resto de su época de universidad y mientras estudiaba derecho, la controlaron regularmente pues las drogas inyectadas eran experimentales, pero no se la presentaron problemas ni efectos secundarios, finalmente acabó sus estudios y volvió a su pequeña ciudad, pera trabajar en el despacho de su papa con su flamante titulo de abogada.
Jesús su novio de toda la vida la esperaba ansioso, era moreno, delgado y fuerte pues trabajaba de mecánico en un concesionario de coches, reanudaron su relación y al poco tiempo se casaron. En general la vida les fue bien, aunque él se quejaba de que ella era algo fría en la cama, Pili tenía 26 años cuando se quedó embarazada, de aquel parto nacieron nuestras gemelas.
La niñez y la juventud de las niñas fue estupenda, eran buenísimas en todo y buenas estudiantes, Pilar y Jesús se volvieron la típica pareja de padres que vivían bien y empezaban a engordar sin preocupaciones graves, pero las chicas llegaron a los 14 años y la pubertad irrumpió en sus vidas, ocurrieron cambios en sus cuerpos y sus mentes, las niñas descubrieron de repente el sexo y todo cambió.
Sus primeros toqueteos y exploraciones se desarrollaban en sus camitas, cuando una empezaba a tocarse, el gustito era percibido por su hermana, que no tardaba en imitarla y compartir el placer. En pocos días una de ellas pasó a la cama de la otra y comenzó una época llena de exploraciones mutuas, se besaban acariciándose temblando de placer, probaban juegos y posturas nuevas para ellas entre gemidos y sus primeros orgasmos.
Cuando eso ocurría, Pili en su cama se sentía repentinamente excitada, naturalmente ella no sabía el motivo pero disfrutaba del resultado, se volvía hacia Jesús y le acariciaba mientras decía:
-Chus cielo, hazme unos mimitos anda, mira como estoy.
-Pero Pili, estoy cansado ¡déjame dormir.
-No seas malo Chus, dame tu palo ya verás…
Pili no era tonta y sabia lo que hacer, mientras le metía la lengua en la oreja bajaba sus manos hasta su miembro por debajo del pantalón del pijama, en breve el miembro de Jesús alcanzaba su erección y ella subía sobre el clavándoselo en el chochete, cabalgándolo como una amazona frenética y engulléndolo en su vagina untuosa, hasta que se corría en su interior llenándola de esperma hasta la matriz.
Este tipo de situación se repetía muy a menudo según las niñas experimentaban en sus camas, no tardó mucho Pili en darse cuenta de lo que pasaba, pues cuando Jesús salía al trabajo y llevaba a las niñas al colegio ella hacia las camas, entonces se dio cuenta de que las manchas de flujo en las camas de las niñas coincidían con sus días de calentura repentina, entonces lo entendió todo, recibía en su mente el placer de las niñas.
“Pero qué tontería” pensó para sí misma, recapacitó durante mucho tiempo recordando su juventud y el experimento en que participo, no se lo había contado a casi nadie, pero desecho sus temores y volvió a su problema sin encontrarle respuesta, pero los hechos aunque casuales la molestaban  pues se sentía sucia y decidió que no haría caso a sus sensaciones sin antes comprobarlas.
Dos noches después se noto caliente de nuevo, Jesús estaba dormido y la casa en silencio, se sintió los pezones erectos y el chochete mojado, resistió la primera idea que le vino que no era otra que hacerse una paja, intento dormirse pero la sensación en su vagina aumento de intensidad, notaba el clítoris rozándole contra la braguita y esta como una bayeta empapada entre sus piernas, se levantó de la cama y se puso las zapatillas saliendo de la habitación hacia la de las niñas.
Entreabrió la puerta y las vio, estaban haciendo un 69 Lola arriba chupaba vorazmente el coñito de Laura que la devolvía la mamada como buenamente podía, sus cuerpos delgados y claros resaltaban contra las sabanas azules con dibujos, los gemidos de las chicas y el sonido de los lametazos que se propinaban parecían restallar en el pequeño cuarto, sus cuerpos se estremecían y arqueaban por el placer que experimentaban.
Pili se apoyó en el marco de la puerta pues la sensación de cachondez aumento de golpe y mientras se apretaba los pezones con la zurda llevó la mano derecha a su braguita empapada, presiono sobre ella con los dedos notando como sus labios vaginales se entreabrían y el tejido entraba en ella empujado por sus dedos, en la cama las chicas alcanzaban el orgasmo, Lola fue la primera en correrse en la boca de Laura, la temblaron las piernas y se estremeció de gusto mientras su hermana no dejaba de lamerla mientras gozaba, Pili aparto a un lado su braguita y se metió dos dedos de golpe agitándolos velozmente dentro y fuera de sí, se rozaba los pechos contra el quicio de la puerta sin dejar de tironearse de los pezones y no dejando de contemplar la escena que se desarrollaba en la cama de las chicas.
Estas seguían en la misma postura y parecían más activas que antes, Laura aparto un momento la boca del coñito de su hermana para decir entre maullidos de placer:
-Asiii Loliii me corroooo, me vieeene el guuustitooooo.
Al oír esto Pili metió dos dedos más en su chochete, dejando solo fuera el pulgar y acelero su paja sin dejar de mirar a las chicas, el cuerpo de Laura pareció botar en la cama mientras se corría entre grititos que proclamaban su placer, mientras la voraz Lola no dejaba de chuparla con su boca bien adherida como una ventosa al coñito de su hermana.
En la puerta, Pili alcanzo su propio orgasmo que resulto tan demoledor que la hizo caer de rodillas entre gemidos, el flujo resbalaba por sus muslos y la había mojado hasta la muñeca, había sido un orgasmo fortísimo y tan intenso que todo su cuerpo temblaba y vibraba de placer.
Curiosamente observo que las chicas parecían haberse reactivado, en lugar de detenerse y relajarse continuaban haciendo el 69 al parecer con más ganas que antes, vio como Laura abría el chochito de Lola y la mordisqueaba ansiosamente el clítoris aun pequeño pero al parecer bastante activo, pues su dueña prácticamente rugía de gusto, mientras intentaba hacer lo mismo con su hermana, al parecer con un resultado igual de bueno.
Pili caída de rodillas en la puerta, se sentía tan caliente como al principio, cerró los ojos y se concentro como hacía años la enseñaron a hacerlo, entonces las vio nítidamente en su cabeza, tan nítidas como si estuviera con los ojos abiertos, su mano se volvió a mover dentro de ella como si tuviera vida propia dándose gusto, se concentro en Laura y vio un primer plano del coñito de Lola, lo veía como debería de verlo ella misma a centímetros de sus ojos, Pili llevo la mano izquierda atrás y de un tirón rompió un tirante de su braguita, se acaricio las nalgas con aquella mano mientras con los ojos cerrados sacaba la lengua.
Pili creía estar lamiendo y mordisqueando el clítoris de Lola, la sensación en su mente era la misma que tenía Laura en primera persona mientras comía el coñito a su hermana, el olor a sexo, el sabor del flujo e incluso el tacto y la humedad parecerían reales en la caliente mente de Pili, sus manos se movían más rápido, con cuatro dedos de la diestra se penetraba el chochete empapado y los agitaba dentro, dos dedos de la mano zurda se empaparon de flujo y comenzaron a insinuarse apretando y entraron en su ano venciendo la resistencia del esfínter, sus pechos se rozaban contra el rugoso gotelé de la pared y la madera del marco.
Mientras disfrutaba, Pili se movía sobre sus dedos, la entrada de estos en su ano la hizo un poco de daño y aprovechando el ramalazo de dolor cambio la concentración de Laura a Lola, vio ante sus ojos el ano de Laura y sintió contra su boca el coñito, notó como la boca se movía y los dientes tironeaban de los labios vaginales, los mordisqueaban y luego hacían lo mismo en el botoncito del clítoris, sentía la boca llena de flujo de Laura, mientras experimentaba en su mente en primera persona como las chicas se comían el coño, saltaba sobre sus manos y dedos, se sentía doblemente penetrada y el gustazo que sentía no era comparable a nada que hubiera sentido jamás, sabía que no podía parar de disfrutar hasta correrse.
Fue cambiando su concentración de Laura a Lola mientras se comían los coñitos, incluso variaba el ritmo y la velocidad en su mente las corregía un poco, cosa que hacían las chicas también sin ser conscientes de ello, pero el placer que sentían todas era demasiado intenso y no tardaron en alcanzar el final esperado, Pili se corrió moviendo vigorosamente los dedos en su interior, sodomizada por sus dedos índice y medio de la mano zurda, al mismo tiempo que con cuatro dedos de la derecha en su interior y el pulgar sobre el clítoris, se agito y encorvó, su cuerpo temblaba mientras descargaba una corrida inmensa entre grititos y gemidos soltando una gran cantidad de fluidos que chorrearon entre sus dedos formando un pequeño charco en el suelo, mientras ella caía semiinconsciente hacia atrás percibió nítidamente el orgasmo de las chicas Laura y Lola que se empapaban las bocas la una a la otra en una espectacular corrida simultanea.
Al día siguiente ella recapacitó sobre lo ocurrido, las chicas no sabían que había pasado y ella no se lo diría por lo menos en un tiempo, ella percibía lo que ellas hacían y suponía que la una a la otra también se “detectarían” pero que harían de aquí en adelante…
La respuesta llegó mucho mas tarde, el tiempo fue pasando y el apetito sexual de las tres hembras aumento exponencialmente, cuando una se excitaba era percibido por las otras que asimismo se calentaban bastante, ni que decir tiene que durante un tiempo las gemelas fueron las chicas más populares de la clase, sobre todo entre los chicos… (Ya me entendéis)
Por su parte Pili y Jesús parecían en celo permanente, adelgazaron y se pusieron en una forma física que nunca habían tenido, su frecuencia sexual había pasado a niveles extraordinarios y nunca pasaron más de dos días sin alguna variante de sexo, incluido el anal y el oral a los que ella siempre se había mostrado reticente, en esa época caminaban abrazados por la calle y todos los vecinos afirmaban que se les veía muy felices.
A veces Pili sentía durante su trabajo en el despacho la excitación, era señal de que sus hijas estaban haciendo algo en el instituto, en esos casos algún compañero de trabajo ó cliente fue el feliz receptor de sus atenciones, otras veces era ella la que se introducía en la mente de ellas pera que se follaran a alguien, hace un año la situación se desmadro bastante por un posible embarazo de una de las chicas, que fue felizmente solucionado y aprovecharon una oportunidad de trabajo para salir de su pequeña ciudad para ir a vivir a la capital, al llegar aquí Pili dijo a sus hijas que se moderaran con sus ligues e intentaran buscar un novio fijo, lo que surgiese debería ser en la intimidad del hogar o como mucho en familia.
Lola fue la primera en buscarse trabajo y novio, Laura tenia trabajo y seguía estudiando, pero como hemos visto en el episodio anterior ha conocido a Paco, ¿Qué ocurrirá con ellos?
CONTINUARA…
Bueno, espero que nadie me acuse de pedofilia, nada más lejos ni de mi intención ni de mis preferencias intimas, solo he intentado describir a dos chicas experimentando, recomiendo que hagáis como yo e imaginéis que las chicas tienen los 18 cumplidos… ¿vale?
En caso contrario y según la ley sois unos guarros y estáis enfermos. Si además os habéis excitado leyendo esta historia, iros urgentemente a una comisaría y auto-denunciaros. En cualquier caso ¡sed felices!
 
 

Relato erótico: “Despidiéndome de mi hermano” (POR ROCIO)

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Soy una chica que odia los clichés. Desde corazones tallados en árboles hasta frases estilo: “Eres lo mejor que me ha pasado”. No puedo evitarlo. Y sobre todo odio la frase: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, porque eso era precisamente lo que estaba sintiendo en carne propia.  Aunque en mi caso sería mejor decir: “No sabes lo que tienes hasta que lo estás perdiendo, lenta y paulatinamente”.
Desde hacía más de seis meses sabía que mi hermano menor, Sebastián, dejaría Uruguay para seguir sus estudios universitarios en Alcalá de Henares, España. Eso lo alejaría por al menos cinco años, con la posibilidad de conseguir un trabajo en la rama que estudiaba. Tiene diecinueve, es un año menor que yo, terriblemente alto, en contraposición a mi metro sesenta y cinco. Aunque ya puede aparentar todo lo hombretón que quiera, siempre termina actuando como un niño en mi presencia.
Las personas que más sufrían su inminente ida, y de los cuales yo era testigo recurrente en mi casa, eran sus mejores amigos, novia y también mi papá, pues siempre que encontraban tiempo libre lo dedicaban a alguna actividad en donde el eje central era mi hermano; parecían querer aprovechar cada día como si fuera el último. ¡Otro cliché! Pero yo no, siempre me desentendía de la situación. Prefería ser la única que actuaba como si nada raro sucediera. Le daba golpes en la cabeza cada vez que nos topábamos por la casa, solía insultarlo de noche por escuchar música a alto volumen, y hasta le gastaba bromas cada vez que Peñarol, su adorado club, gestaba épicas derrotas.
Así pasaron los días, y pronto estos se convirtieron en meses. A tan solo una semana antes de que partiera, ¡recién una semana antes!, no sé por qué, me detuve para ver cómo ese imaginario reloj de arena estaba gastando los últimos granitos. Y me di cuenta de lo que no quería darme cuenta: que pronto ese chico con quien había compartido toda mi vida ya no estaría al otro lado de la pared de mi habitación.
Retumbó en mi cabeza aquella frase de marras: “No sabes lo que tienes…”.  Así que me presenté en su habitación con una idea fija entre manos: despertarme, actuar como los demás y dedicarnos un tiempo, darle algo inolvidable. Él no me vio entrar; estaba escuchando alguna de sus bandas de rock con sus auriculares puestos, acostado sobre la cama, torso desnudo, meneando la cabeza; sonreí porque sé que se compró los cascos para no molestarme.
—Sebastián, ponte una camiseta o algo, que te quiero hablar —dije luego de retirarles los auriculares.
Se sobresaltó cuando lo interrumpí, pero al verme esbozó una sonrisa de punta a punta. Se sentó en el borde de la cama mientras recogía una camiseta del suelo para ponérsela.
—Hola Rocío, ¿qué pasa ahora? ¿Me olvidé limpiar el baño luego de ducharme? ¿O me comí tu cena? ¿O acaso estoy existiendo demasiado?
—Nada de eso, pesado… —me senté a su lado, jugando con sus auriculares en mi mano—. Nene, me preguntaba si mañana domingo estarías libre, durante el día.
—¿Mañana? Tengo cita con Nancy —era su novia—. ¿Por qué?
—Nah, pues si tienes cita, no hay caso.
—Flaca —así me apoda él—, la cancelaré si es que me vas a llevar de putas.
—¡Imbécil, no voy a llevarte de putas!
Era desesperante el nivel de inmadurez del que hacía gala durante los momentos más delicados. A veces creía que se había caído de cabeza cuando era bebé o algo similar, porque, madre mía, era imposible dialogar seriamente con él. Pero podría ser la persona más idiota que había pisado la faz de la tierra, seguía siendo mi hermano, el único que tenía. Y, aunque en ese momento no quería pensar demasiado al respecto, pronto ya no estaría conmigo.
—Flaca, en serio, ahora las putas están bajas de precio, promoción de verano.
—Ya basta. ¿Te acuerdas de esa cala apartada que está en el río Santa Lucía? La del club de regatas.
Fue decirlo para que su risa parase instantáneamente. Seguro hasta se le habrá desdibujado la sonrisa, no le estaba viendo, solo observaba fijamente el contorno de sus auriculares en mis manos. El club de regatas que le mencioné era un lugar al que íbamos cuando éramos niños. Solíamos colarnos para poder entrar, porque allí no podías acceder sin adultos que se responsabilizaran, y nos pasábamos toda la tarde sentados sobre la gruesa rama de un árbol alojado en una pequeña y apartada cala, mirando allí donde la línea entre el cielo y el mar es difusa. Era nuestro escape diario, solos él y yo para olvidarnos por un rato de los recuerdos de la muerte de nuestra mamá.
Éramos los mejores amigos en aquella época, los únicos que nos entendíamos porque sufríamos por igual. Tal vez él sintió más la pérdida, y se podría decir que debido a la falta de una figura maternal yo adopté el papel de “protectora” de mi hermano menor, costumbre que arrastro de manera menos pronunciada hasta día de hoy. Pero luego crecimos y avanzamos, siempre juntos en la casa, pero cada uno por su lado. En algún momento de este largo y curioso camino de la vida, dejamos de ser los grandes amigos que una vez fuimos.
—¿Quieres ir allí, Rocío?
—Bueno, la novia es la novia, ya tienes una cita y no quiero entrometerme. Además no sé si aguantaré cinco minutos a tu lado —dije devolviéndole su auricular, antes de irme.
A la mañana siguiente, domingo, estaba planchando algunas de sus camisas en el cuarto del lavarropas. Sebastián pasó por allí, estaba bastante guapo con su vaquero y camiseta blanca, amén de oler muy bien. Cuando amagué preguntarle qué quería de desayunar, él me tomó de los hombros, y con un guiño, me preguntó:
—Flaca, ¿y bien? ¿Nos vamos al río Santa Lucía?
No lo podía creer. Escruté su mirada para saber si yo estaba soñando; tal vez aún estaba adormilada y solo creía escuchar que mi hermano había dejado de lado a su novia para pasar el día conmigo. Podría preguntarle por qué decidió hacerlo, pero eso implicaría mencionar a su chica, y ese día, para mí, deberíamos ser solo él y yo, como cuando éramos niños y no teníamos a nadie más.
—Sebastián, ¡claro! Dame un rato para prepararme.
—Bien. Ponte guapa pero no te tardes, ¡tengo ganas de ver cómo ha cambiado ese lugar!
Tampoco es que fuéramos a alguna cita o un debut social, así que tras una ducha me arreglé el pelo en una coleta alta y me hice con una camiseta roja de tirantes, un short blanco de algodón y sandalias cómodas.
Cargamos bebidas y algunos bocados en nuestras mochilas. En las inmediaciones del Río Santa Lucía se suelen hacer picnics, ya que tiene su desembocadura cerca de Montevideo y es costumbre pasar los fines de semana en familia o en pareja. Claro que, actualmente, con las nuevas rutas, esa tradición se ha perdido bastante, el paraje fue abandonado por otros parques más cercanos al centro de la ciudad.
Fuimos en coche y llegamos al mencionado club de regatas, no tan atestado de gente como recordábamos. Ya dentro del predio alquilamos un par de canoas solitarias para ir al famoso lugar que pasábamos de niños, hoy día inaccesible a pie. Sebastián insistió que no era necesario ir hasta allí, que sería mejor observarlo desde la distancia, pero le respondí que yo iría sí o sí, con o sin él. Obviamente era una treta para que me acompañara, ya habíamos ido hasta el club, ¿para qué volver sobre nuestros pasos?
Me hubiera gustado alquilar alguna canoa tándem, que son las que permiten a dos personas, más que nada porque me preocupaba que Sebastián hiciera alguna tontería de las suyas. El río es manso, pero mi hermano es bravo; sabe cómo meter la pata.
—¿Te acuerdas cómo remar, no, nene? —le pregunté subiéndome a una de color amarillo, asegurando mis pies bajo una de las abrazaderas.
—Flaca, deja de decirme “nene”, por dios, me avergüenzas. ¡Claro que recuerdo! —respondió cargando nuestras mochilas en su canoa azul.
Remamos por largo rato, siempre juntos. En realidad mi hermano era bastante lento, como si tuviera extrema precaución, y yo debía estar constantemente reduciendo mis remadas para emparejarnos, cosa que él no notó. Mejor así, no me gusta cuando se ve vencido por mí, tiende a querer superarme y hacer alguna tontería cuando no puede ganarme.
Bastante alejados, mientras rebuscábamos por nuestra cala, me hizo una pregunta que no esperaba:
—Flaca, ¿me vas a echar de menos, no?
—¿Eh? ¿Acaso tú me vas a echar de menos, Sebastián? Yo solo te traje aquí porque quiero pedirte permiso para derribar tu pared, con eso agrandaría mi habitación.
—¡Qué cabrona!, cómo te haces querer, flaquita.
Vimos de cerca una pequeña cala, aislada, de arena gruesa, rodeada de frondosos y altos árboles. Me quedé observándola largo rato, dejando de remar. Recuerdos, recuerdos y recuerdos se agolparon en mi mente una tras otra. Trazos de mi infancia; mis peores y mejores momentos estaban resucitando en memoria.
Mi hermano chapoteó el agua con su remo, salpicándome, para despertarme de mis adentros.
—¡Estúpido! ¡Vuelve a hacerlo y te mato!
—¡Ja! Rocío, parece que encontramos el lugar, ¿no es así?
—Sí, creo que ese es. ¡Cabrón!
Me vengué salpicándole con mi remo. Sebastián no dudó en devolvérmela, pero su canoa se tambaleó y él cayó al agua. No sabría describir lo mucho que me reí de aquello, el solo haberlo visto caer hizo que ese domingo valiera la pena. Pero los segundos seguían pasando y mi hermano no salía del agua. Pronto mis risas cesaron, y mi sonrisa, poco después, se desvaneció.
—Sebastián, no me jodas, ¡sal ya!
No me quedó otra que entrar en el agua y buscarlo. Nada más zambullirme y abrir los ojos, vi al pobre desgraciado debajo de su canoa, terroríficamente estático; no se hundía porque milagrosamente un pie aún se sostenía de una de las abrazaderas. Le tomé de la mano y lo llevé hasta la superficie, arrastrándolo luego hasta la cala, que estaba a escasos metros ya. Las canoas, ayudadas por la corriente, no tardaron en acompañarnos en tierra firme.
Tumbado sobre la arena, bajo el fuerte sol de verano, Sebastián no mostraba ningún tipo de reacción; mi corazón se aceleraba a pasos agigantados. Le di varios bofetones, muy fuertes, porque creía que estaba jugando conmigo. No despertaba, así que decidí hacerle respiración boca a boca.
Levanté su mentón; no tenía nada extraño dentro de la boca que le pudiera estar ahogando. Cerré su nariz e insuflé el aire hasta notar que su tórax se estaba expandiendo. Solté la boca, comprobando que el aire salía tibio de adentro. Esperé, esperé y esperé. Segundos eternos que parecían durar horas. Mi corazón latía tan fuerte que creía que yo iba a morir de un ataque cardiaco antes que él de ahogamiento.
—No te me mueras, cabrón, no te me mueras —dije dándole otra fuerte bofetada. ¡Innecesaria, sí, pero se lo merecía por ser tan tonto! ¡Tenía diecinueve pero era aún un maldito niño, nunca me había dicho que no sabía nadar! Me sentí terrible al recordar que no quería cruzar el río conmigo, seguramente tenía vergüenza de decírmelo.
Volví al ataque. Insuflar, expandir, comprobar. Esperar. Gotita de agua cayendo de mi rostro sobre el suyo. Insuflar, expandir, comprobar. No esperé. Insuflé…
Insuflé y sus manos me tomaron de la cintura. Dejé de darle aire, cuando le vi abrir sus ojos la alegría se me desbordó, tanto que ni siquiera me importó que el bruto me agarrara la cola mientras que la otra mano empujaba mi cabeza contra la suya para besarme. Cuatro segundos. Me tomó cuatro segundos darme cuenta de la aberración que estábamos haciendo.
—¡Mfff! ¡Basta! —me aparté.
Finos hilos de saliva colgaban entre nuestros labios. Las gotitas caían de mi rostro y perlaban su frente. Él sonreía. Yo estaba boquiabierta.
—Flaca, perdón, pensé que eras mi ángel de la guarda…
—¿Ángel de la…?  ¡Odio los clichés! —le abofeteé con fuerza; una marca más en sus rojas mejillas. Tomé de su cuello con ambas manos—: ¡Soy tu hermana, no vuelvas a besarme, pervertido!
—¡Auch! ¡Entendido, entendido, no volverá a pasar, flaca!
—¿Cómo vas a sobrevivir en otro país sin mí, estúpido? ¡Y por tu culpa hemos perdido las mochilas, allí estaba mi teléfono!
—¡Mierda!, y los bocados también…
—¿Casi mueres y te pones a pensar en los bocados? ¡Dios santo, más lelo y no naces!
Me levanté visiblemente molesta, pateando algo de arena hacia su cara mientras él aún trataba de recuperarse. Mi peinado, mi camisa, mi short, ¡todo mojado y arruinado! Para colmo una sandalia se me había perdido en el río. Concluí que no nos quedaba otra:
—Será mejor que volvamos al club, Sebastián. Ya has jodido el domingo.
—La mierda, ¡ufff!, lo siento mucho, Rocío.
No quería mirarlo, así que observé el frondoso bosque que se extendía tras la cala. Busqué con la mirada aquel gigantesco árbol que durante tantas tardes nos había cobijado con su sombra y gruesas ramas, cuando éramos críos. Hoy día el paisaje ha cambiado, pero no excesivamente. Por ejemplo, el viejo puente seguía viéndose en la lejanía, pero en cambio el verdor se había reducido considerablemente desde la última vez que había estado allí pese a las promesas de forestación. Aún así me parecía imposible que un árbol tan gigantesco como aquel que recordaba hubiera desaparecido como si nada.
—Mira, Rocío, ¿es buen momento para decirte que aparte de que no sé nadar, tengo algo de miedo de volver al agua?
Sebastián había avanzado hacia otro lado, y apoyó la espalda contra un hermoso y gigantesco árbol de eucalipto, cruzándose los brazos. Sin darse cuenta, o tal vez adrede, había encontrado el árbol que yo buscaba. Los eucaliptos son altísimos, nunca encorvan al crecer y poseen ramas a lo alto. Pero ese, en especial, tenía la particularidad de tener varias ramas gruesas a baja altura, que con pericia, podrían ser trepadas para tener una inmejorable vista del lugar.
No le hice caso a mi hermano y caminé rumbo a la rama más baja. Él me vio trepando con esfuerzo hasta la segunda rama, algo alta ya. Me senté allí, sosteniéndome fuerte; cerré los ojos y fue sentirme como si estuviera en alguna clase de paraíso. El viento húmedo, el canto del río, los recuerdos de nuestra niñez que caían uno sobre otro. Inocencia, atardeceres, risas; todo se agolpaba de una vez; algo así se hace difícil describir con precisión.
Tal vez el domingo no estaba del todo arruinado.
Cuando abrí los ojos, Sebastián ya se había acomodado a mi lado.
—Pirañas —dijo dándome un codazo.
—¿Qué te pasa, nene?
—Me acuerdo que la primera vez que vinimos aquí, me dijiste que había pirañas en el río. Rocío, ¡me tomaste de la mano y me lanzaste al agua mientras te reías como un demonio!
—¡Ja! Vaya tonto eras, ¿cómo iba a haber pirañas aquí?
—Pues en ese entonces no tenía cómo saberlo. Flaca, creo que la culpa de mi miedo al agua la tienes tú.
—Ya, ya. Siempre yo, ¡siempre yo!
—¿Y bien? ¿Vamos a regresar al club de regatas?
—Quiero quedarme, Sebastián. Vete tú.
—No te voy a dejar, flaquita.
Se quitó la camiseta y la lanzó a la rama que estaba debajo nosotros. Visiblemente colorada, mirando de reojo su firme pecho, le ordené que se bajara del árbol y que se volviera a ponerla, pero me respondió con toda la naturalidad posible que lo mejor sería quitarse nuestras mojadas ropas porque podríamos pescar algún resfriado.
Tras quitarse el vaquero, quedó solo con su bóxer negro.
—Prefiero resfriarme entonces, nene. Me quedaré con mis ropas.
—Nadie nos verá, flaca. Además eres mi hermana, no te andes con complejos.
—¡No! ¡Basta! ¡Sigo molesta por la tontería que hiciste!
—Venga, es nuestro último día juntos, ¿vamos a pasarlo discutiendo como siempre? Ahora dime, en serio, ¿me vas a echar de menos?
—A quien estoy echando de menos es a mi teléfono móvil, Sebastián. ¡Dios, no quiero ni pensar en mi agenda con todos esos números! ¡Mfff! Más vale que antes de abordar ese avión me compres uno nuevo.
—Yo te voy a echar de menos, flaca. Aunque no lo creas, te consideraba mi mejor amiga de la infancia.
—Ya. Si así tratas a tu mejor amiga, pobre de las otras.
—¡En serio! ¿A quién le conté con lujo de detalle de la primera vez que me enamoré? ¿O de mi primer beso? ¿O a quién le dediqué mi primer gol en la división infantil? Pues a ti, flaca. Eras mi mejor amiga, te digo.
—Ese gol fue en offside y no te lo dieron por válido, y aún así corriste a dedicármelo, estúpido…
—¿Tan enojada estás? ¡Jo! —miró el paisaje—. Hubiera aceptado pasar uno de mis últimos domingos en Uruguay con mi novia…
—Pues ve con ella, ¡nadie te detiene!
Dicho y hecho. Bajó del árbol, recogiendo sus ropas y poniéndolas sobre el hombro. Me dijo que nos volveríamos a encontrar en casa, pero yo me limité a mirar el verdoso horizonte, observándole solo de reojo y sin dedicarle ni una sola palabra. Subió a su canoa y partió rumbo al club de regatas. En todo momento le dediqué un sinfín de insultos silenciosos.
Eso sí, a los pocos metros su canoa volvió a tambalearse, cayendo nuevamente al agua. El río de Santa Lucía tiene zonas muy irregulares. Pudo haberse caído en una parte sin nada de profundidad… o bien pudo haberle tocado algún pozo realmente hondo.
—¡Serás imbécil!
Bajé del árbol como buenamente pude y corrí hacia él. Pensé que fue una tontería de mi parte haberlo dejado ir, suponiendo que hacía solo minutos se había ahogado, sus pulmones no tendrían condiciones de aguantar otra situación así por misma cantidad de tiempo. Ahora, la tonta y desatenta era a todas luces yo.
Tropecé burdamente sobre la arena. Me levanté y volví a la carrera. Sebastián no asomaba ni la cabeza. Otra vez mi corazón empezó a latir con fuerza. ¿¡Cómo pudo haber terminado un simple paseo a nuestro tierno pasado en algo tan terrible!? ¿Qué mierda habíamos hecho mal para tener que llegar a aquello? Porque en algún lugar de este largo y curioso camino de la vida decidimos separarnos, de dejar de ser los mejores amigos que una vez fuimos. Y recién en nuestros últimos días juntos decidí hacer algo al respecto. “Y lo estás haciendo de puta madre, Rocío, ¡tu hermano está ahogándose por segunda vez!”, me recriminé.
Al llegar hasta la canoa, noté, con lágrimas corriéndome por las mejillas, que el agua solo me llegaba hasta medio muslo. Nadie se ahogaría en tamaña tontería…
Como un monstruo marino de esas películas de terror, mi hermano surgió de debajo del agua, frente a mí, salpicándome y mojándome los ojos. Al frotármelos con las manos, vi embobada ese pecho firme por donde el agua corría; él me miró con su típica sonrisa de punta a punta, como si no le importara estar así, solo con un mísero y ajustado bóxer frente a su hermana.
—Flaca, ¿te asusté? Me escondí bajo la canoa… Oye, ¿en serio me crees capaz de abandonarte? Eres toda mía.
No supe responder. Estaba boquiabierta, temblando de miedo; una serie de contradicciones poblaron mi pensar: quería llorar, reírme de su broma, gritar de alegría, darle una patada en la entrepierna por haberme asustado así. Pero nada, solo le miré a los ojos e hice lo único para lo que tenía fuerzas: lo abracé, clavando mis uñas en su espalda, sollozando de manera muy audible. Él, nunca ajeno a la situación, me acarició la cabellera. Tomó de mi mentón y levantó mi cara para besarme la frente.
—¿Me vas a echar de menos, Rocío?
—Claro que no —mascullé, hundiendo mi cabeza en su pecho—. Pero por favor, vuelve conmigo allá bajo la sombra del árbol, Sebastián.
Recogió su ropa, y tomados de la mano, volvimos a la cala, caminando hasta sentarnos a la sombra de “nuestro” árbol. Logré contener mi llanto, pero algún que otro ridículo resoplido se me escapó. Mi hermano seguro que los oía, pero se desentendía de aquello; podría ridiculizarme por ser tan llorona pero probablemente se lo calló para no hacerme sentir mal.
Me rodeó los hombros con un brazo.
—Flaquita, no mentí cuando dije que eres un ángel de la guarda.
—Otra vez con eso. En serio te digo, odio los clichés. —Reposé mi cabeza en su hombro—. Y por dios, ponte tu vaquero, puedo ver tu paquete, pervertido…
—Ya sabes que cuando mamá se fue cuando éramos peques, fueron días muy difíciles para ambos. Estaba muy feliz de haberte tenido a mi lado en ese entonces, de hecho creía firmemente que tú eras un ángel de la guarda enviado por ella para que mis días fueran más soportables. ¡Y lo sigo creyendo!
—¿En serio? Qué tonto… Y vaya manera de tratar a tu ángel tienes, Sebastián, casi me mataste de un paro cardíaco dos veces hoy.
Un ángel. Eso me dijo. Me volvió a besar la frente y, de nuevo, no sé qué ha tenido que pasar por mi cabeza para que yo decidiera tomar de su mano. Le miré a los ojos café, como los míos, y me acerqué para besar la punta de su nariz, que como la mía, tiene la forma de un tulipán.
“No sabes lo que tienes…”.
“No te vayas”, susurré para qué él terminara sonriendo. “Ah, ¿y por qué no quieres que me vaya?”, preguntó en un susurro. Pero yo, rota y necesitada de consuelo, hice algo de lo que no me arrepentí ni en ese momento ni a día de hoy: besé a mi hermano en los labios.
¿Que qué pasó por mi cabeza? Tal vez uno de los últimos granos del imaginario reloj de arena había caído en esa cala, bajo mis pies, y me advirtió que no quedaba mucho. Me pidió que aprovechara. No es que yo amara de manera perversa a mi hermano ni nada de eso, pero era uno de mis últimos días con él, y no encontré mejor forma de expresarme que darle ese pico.
El beso fue patético, eso sí. Demasiado rápido. Nada morboso. Yo sabía que algo había estado mal, seguramente él también lo supo porque me miró con ojos abiertos como platos. Había algo diferente de aquel beso que nos habíamos dado cuando le hice la respiración boca a boca: ahora ya no era un juego. Ahora había algo real, algo latente entre ambos había despertado, escondido entre los recuerdos y la arena. Al menos yo lo sentía.
“¿Debo retirarme? ¿Pedirle disculpas?”, pensé una y mil veces antes de que él me tomara del mentón y me replicara el beso. Pero hubo algo más que solo labios apretujándose. La punta de su lengua, tímida, se hizo espacio entre mis labios para al instante retroceder. Presa de la calentura, empujé mi cabeza y fui yo quien decidió meter mi lengua en su boca y saborearlo.
En un acto reflejó me apoyé de su muslo, fuerte, atlético, fibroso. Resbaló y toqué su paquete de manera fugaz, comprobando que se estaba endureciendo bajo la tela del bóxer.
Volvimos a separarnos. Otra vez hilos de saliva colgaban entre nuestros labios. Perlitas de agua caían de nuestros rostros. Otra vez ojos abiertos como platos. “Creo que acabamos de romper un par de mandamientos, madre mía, pero se siente tan bien. ¿Y él estará pensando lo mismo que yo?”.
—Rocío… ¿te gustó o vas a arañarme la cara? Por tu cara no sé qué vas a hacer…
—Uf… ¿A ti te gustó, Sebastián?
—Bueno… Me encantó, flaca, ¡besas de puta madre!
Algo estaba mal en mí. Y en él, desde luego. Pero me gustaba; ese calorcito en mi vientre que amenazaba con extenderse no podía ser algo malo. Me mordí el labio, deleitándome con el gusto de su saliva, retiré un mechón de pelo de mi frente y respiré lento. Quería seguir, pero no debíamos. ¡Deseaba seguir curioseando!, pero no era plan de joder el día más de lo que ya se había jodido.
—Lo siento, pero no me gustó, nene. El solo hecho de que me llames “flaca” me corta todo el rollo porque me recuerda que soy tu hermana…
—¿Y si te digo “Escarcha”?
—¿Y si maduras un poquito?
—Escúchame, “Escarcha” —me tomó de la mano. Pude haberlas apartado, pero no quise porque jamás lo había visto con ese semblante serio. Fuera lo que fuera, iba a decirme algo importante, o así lo sentí al observarle—. Me encantó haberte besado, convertiste un día divertido en uno inolvidable.
—¡Dios santo, corta ya con los clichés!
Agarré un puñado de arena y se lo lancé a la cara. Le ordené, mientras él se retorcía por el suelo, que se pusiera su camiseta, que ya no soportaba tenerle casi desnudo y para colmo tan cerca de mí. Cuando me levanté, luego de sacudirme la arena de la cola, me volví hacia las canoas para prepararlas.
—La mierda, tengo arena hasta en los dientes… ¿a dónde vas, flaca?
—Vamos a casa, ¡terminó el paseo, nene!
Sí. Se acabó el día para nosotros, pero, aunque aún no lo sabía, la semana más rara y especial de mi vida acaba de comenzar.
Ese mismo domingo nos acompañó su novia durante el almuerzo en nuestra casa, junto con nuestro papá. Todos conversaban relajadamente, había bastante alegría en el ambiente, excepto por mí, que no me veía capaz de forzar el más mínimo esbozo de sonrisa porque, sin entender cómo, afloraban deseos impuros, acuchillándome mi cabeza. Y el hambre desapareció de mí cuando vi a mi hermano dándole de probar el postre a su novia, una tarta de ricota que preparé porque era la preferida de él.
—¡Mmm! —suspiró Naty, con los ojos cerrados—. ¡Rocío, te ha salido delicioso! ¡Cuando tu hermano se vaya, vendré igualmente aquí todos los días!
—Gracias Naty —forcé la sonrisa, pero la desdibujé en el momento que ambos tortolitos volvieron a su silenciosa conversación.
De alguna manera ya no soportaba verlo junto a ella, tan juguetones, tan sonrientes. Ni la soportaba a ella. Su estúpida voz nasal, su pelo largo, azabache y enrulado, totalmente opuesto al corto, castaño y lacio que llevo; su forma tan cariñosa de ser con mi hermano, que se alejaba tanto de mis rudas maneras. Alta como él, de senos pequeños y curvas que apenas asomaban; nada en ella se asemejaba a mí.
Los días me los pasaba pensando en Sebastián y las posibilidades que dejé escapar, aún a solas con mi novio, aún en nuestros momentos de intimidad. Me los pasaba preguntando, mientras mi novio me besaba, qué hubiera pasado en aquella cala si, en vez de ser la típica hermana malvada, me hubiera dejado llevar por el deseo y le confesara que ese beso que nos dimos me había encantado. Que quería continuarlo y seguir explorando posibilidades.
Pero a los pocos segundos se me cortaba el rollo. ¡Sebastián era mi hermanito, por dios! Creció, ¡sí! En algún momento de este largo camino de la vida se había hecho con un cuerpo exquisito, normal que tuviera éxito con las chicas. No lo iba a negar, ese pecho firme, esa sonrisa de punta a punta y esas largas y musculadas piernas se hicieron, poco a poco, presentes en mis fantasías. A veces antes de dormir, a veces mientras mi novio me hacía suya.
Mientras, el imaginario reloj de arena estaba agotando los granos. Y lo único que asaltaba mi cabeza, día a día, minuto a minuto, era solo un pensamiento: “¿Y si le hubiera dicho que me gustó que nos besáramos? ¿Qué hubiera pasado? Dios, ¡quiero saber!”.
Me aplacaba las ganas en el baño. Primero una ducha fría para quitarme los pensamientos impuros. Luego, al verme imposibilitada de tranquilizar ese lado sucio y pervertido que tengo, me acostaba sobre el suelo del baño y dejaba que el agua tibia cayera directamente sobre mis carnecitas. Allí me dejaba llevar en ese mundo de ensueño en donde un hombre desconocido me hacía suya en alguna cala. Un hombre de firme pecho que era lamido, mordisqueado y besado sin piedad.
A veces, durante el clímax, el rostro de ese hombre desconocido era reemplazado fugazmente por el de mi hermano. Me di cuenta que mis orgasmos eran incluso mejores cuando él se hacía presente en mis fantasías. “¿Y si le hubiera dicho que sí? Algo delicioso pasaría, no tengo dudas”.
Ya no me contentaba con fantasías, me propuse ir más lejos. Aprovechaba para andar por la casa con mis ropas más pequeñas, shorts cortitos, camisetas ceñidas, mostrando ombligo, procurando toparme con mi hermano para que me viera así. Dejé de lado los golpes a la cabeza por caricias en las mejillas, los insultos y las burlas por halagos y frases comprensivas. Ahora, Sebastián estaba conociendo a la nueva versión de su hermana mayor, y por las risas y miradas que me dedicaba, parecía gustarle.
En una ocasión, cuando estaba limpiando su habitación (suelo hacerlo dos veces a la semana), le pillé mirándome la cola, apenas tapada por un short súper corto que dejaba ver la línea donde inician mis nalgas. Aquello me puso a cien, tanto así que tuve que correr al baño para hacerme deditos y tranquilizar a la chica sucia que habita dentro de mí.
No lo podía creer, estaba caliente por mi hermano pero las perversiones que hacía no me parecían suficiente. En la calentura del momento decidí idear un plan para… follar con él. ¡Tenía que hacerlo!, tenía que intentarlo. La putita dentro de mí me odiaría si no hacía algo al respecto.
—Sebastián, ¿puedo pasar? Te he preparado una ensalada mixta, por fa, pruébala.
—Hola Flaca… espera que me pongo la camiseta.
—Soy tu hermana, no te hagas complejos, tonto —dije coqueta, sentándome a su lado de la cama y poniendo el plato sobre mi regazo. Los tomates, pepinos y zanahorias de la ensalada habían estado dentro de mi vagina hacía unos minutos, antes de ser rebanados y preparados.
Le di de comer como él hacía con su chica, pegándome a él y hablándole dulce: “Ahm, abre lo boca, nene”. Cada vez que los degustaba yo pensaba que me iba a desmayar del orgasmo, seguro hasta habrá reconocido el olor de un coño entre el aroma del plato.
—Ef delifiofo…
—Me alegra que te guste, nene, ¡me pasé toda la tarde mejorando la receta! —chillé. La otra chica, aquella hermana cabrona, probablemente le diría que primero tragara la maldita comida antes de hablar.
Al terminar el plato, le limpié con una servilleta aunque él prácticamente forcejeaba conmigo porque lo hacía sentir como un niño, pero yo entre risas le decía que me iba a enojar si se ponía tan berrinchudo por una tontería como esa. Me inclinaba hacia él para limpiarle, tratando de que sintiera mis senos contra su delicioso pecho, y aprovechaba para atajarme de su muslo, no fuera que me cayera.
—Oye, Sebastián, mañana es domingo, ¿quieres ir de nuevo a la cala? —mis dedos tamborileaban su atlético muslo, muy cerca de su paquete.
—Ehm… ¿Lo preguntas en serio?
—No hemos pasado mucho tiempo juntos, todo son tus amigos y tu novia, creo que la chica que te lava la ropa, te cocina y te arregla la habitación se merece un último día juntos —hundí mis uñas.
—¡Auch, auch! Bueno, ¡claro que sí, flaca, no me puedo negar!
El primer paso de mi plan salido bien. Le di un beso en la mejilla y le prometí que tendríamos un día divertido, que yo le daría un recuerdo que no olvidaría jamás.
Llegó el domingo. Me puse mi short más ceñido, así como una camiseta de tiras cortita que mostraba ombligo. Mi hermanito no dejaba de piropearme en plan broma cuando me vio en la sala. Ya en el coche, notaba que miraba de reojo mis piernas. Yo ponía mi mano en su muslo, siempre cerca de su entrepierna, apretando, acariciando mientras le decía que en esta ocasión no le quitaría el ojo de encima, no sea que se ahogara.
En esa ocasión fuimos un poco más temprano y por fin pudimos alquilar una canoa tándem para ir juntos. Desde luego percibí cierto miedo en él, como que no quería volver al agua, pero un beso en su mejilla, cerca de sus labios, le armó de valor y me acompañó.
A pocos metros de llegar a la cala, procedí al siguiente paso de mi plan para… follar… con mi hermano. Paulatinamente trataba de zarandear la canoa, tratando de apoyar mi peso hacia un costado. Sebastián, remando, pensaba que estaba bromeando para asustarlo. Me recriminó porque aquello podría ocasionar que la canoa se volcara.
Y de hecho, así sucedió…
Cinco minutos después, terminé arrastrándole hasta la cala como la vez anterior. ¡No esperaba que se volviera a ahogar! ¡Y otra vez perdí una de mis sandalias! Mi plan era solo mojarnos un poco para tener que retirarnos las ropas, “no sea que pesquemos un resfriado”. ¿Quién iba a saber que nos caeríamos en prácticamente un pozo del Río Santa Lucía?
Sebastián no reaccionaba. Insuflar, expandir, comprobar. Esperar. Gotita de agua cayendo de mi rostro sobre el suyo. Insuflar, expandir, comprobar. Esperar. Insuflar…
Insuflé y sus manos me tomaron de la cintura. Dejé de darle aire, cuando vi abrir sus ojos la alegría y el éxtasis se me desbordaron. Volvió a agarrarme la cola mientras que con la otra mano empujaba mi cabeza contra la suya para besarme. Cuatro segundos. Me volvió a tomar cuatro segundos darme cuenta de lo que estaba haciendo. Pero ya no me importaba, nos besamos un buen ratito.
—Flaca, perdón… ¡No me pegues, en serio, pensé que era un ángel, es todo!
—¡Ya! Nene —le miré, peinándolo con mis dedos—, ¿recuerdas lo que me habías preguntado hace una semana? ¿Sobre el beso que nos dimos?
—Te he dicho que me gustó, Rocío. ¿Me vas a tirar arena a la cara de nuevo? ¡Hazlo!, lo haría mil veces más…
¡Dios! ¡No debía, pero la curiosidad me podía! ¡Odio los clichés, pero a veces no puedo evitar dejarme picar por uno! Y los besos que nos habíamos dado, y las caricias que aún hervían en mi piel, y su lengua tímida de aquella vez, y su mirada, y su exquisito cuerpo que se reveló cuando le retiré su camiseta mojada, y, y, y… todo terminó desatando a esa chica viciosa y pervertida que le gusta romper moldes, que le gusta ser sucia y dar bravura a un río manso.
Me senté sobre él. Le di una sonora bofetada antes de inclinarme y mordisquear su pecho. Subí a besos hasta llegar a su boca para meterle mi lengua hasta el fondo. Por fin, tras una semana de sufrimiento, conseguí cumplir aquella fantasía que me tenía en ascuas, y la putita dentro de mí tenía ganas de guerra, de dejarle seco.
¿Ya he dicho que no le gusta verse vencido por mí? Porque hizo fuerzas para levantarme y lograr tumbarme en la arena. Antes de que amagara gritarle por ser tan brusco, violentamente me quitó el short. Abrió mis piernas para que le mostrara mis braguitas en todo su esplendor; lejos de sentirme avergonzada o humillada, me encantaba esa mirada lujuriosa que me dedicaba.
—¿Por… por qué te detienes, Sebastián?
—Oh, dios… Rocío, desde ese domingo también estuve pensando mucho sobre nosotros… ¿pero crees que debemos parar? Somos lo que somos, ¿sabes?
—¡No! —lo atenacé con mis piernas y lo atraje contra mí. La hermanita había desaparecido y solo quedaba una loba con ganas de carne—. Mírame, soy Escarcha, Sebastián.
—¿Escarcha?
—¡Síii! ¡Y a Escarcha le encantaría que le hicieras su putita! —Ni yo me reconocía, ¿pero quién se reconoce con la entrepierna haciéndose agua? ¿Quién se reconoce cuando el imaginario reloj de arena gasta sus últimos granos?
—¿Eres… eres una putita?
—Tu putita, tu putita.
Sebastián suspiró y volvió a trabajarme. Arrancó la braguita; rápidamente hundió su cara en mi entrepierna. Bastó la primera incursión de su lengua sobre mi rosada y húmeda carnecita para arrancarme un gemido vergonzoso. “¡Dios, qué rico chupas!”. Mordisqueaba a veces, haciéndome retorcerme de gusto.
—¡Así, Sebastián!… ¡Asíii! —gritaba como poseída, arañando la arena y apretándolo tanto con mis piernas que temía decapitarlo—. ¡Mff!… Ahí mismo, ¡ahí mismo!… Dale, por fa… ¡sigue-sigue-sigue!
Comenzó a mamarme con esmero. Iba a velocidad frenética, como un animal, como a una putita le encantaría.  Me tomó de la cintura con fuerza y me trajo contra su rostro para beberse todos mis juguitos que poco a poco empezaban a emanar desde mis profundidades.
Yo chillaba de gusto pero rogaba que aminorara un poco; Sebastián no se despegaba ni un segundo de su degustación, quería verme reventar de placer. En el momento que, haciendo dedos, encontró mi clítoris, no lo dejó en paz hasta que me hizo explotar deliciosamente en su boca.
—¡Ahh!… ¡ya, ya bastaaa!… Mierda, ya no puedo m… —Trataba de retirarme de su boca, pues cada lamida me ponía a ver estrellitas, pero no, él seguía succionado, chupando todos mis jugos, mordiendo mis labios abultaditos, y yo comencé a retorcerme descontroladamente de placer, sintiendo cómo mis muslos trataban de cerrarse para evitar que siguiera castigando mi pobre e hinchado clítoris.
Con el pasar de mi orgasmo fue cesando la intensidad de su mamada hasta que, por fin, decidió retirarse de mí. Con mis juguitos brillando en sus labios, me preguntó:
—¿Estás bien, Rooo… Escarcha?
—¡Ufff! ¿Eres así de bruto con tu novia, cabrón?
—No. Ella no se deja que se la coma, ¡ja ja ja!
—¡Ja ja! Dios santo, estoy temblando de gusto… Y bien, ¿vas a hacer algo al respecto, Sebastián?
—Mierda, mierda, mierda, la culpa me viene de nuevo…
—¡Basta! Soy tu putita, la que hace lo que tu novia no quiere.
—¿Eres mi…? Sí… sí, ya veo… ¡Ahora sí, putita! Te voy a dar verga, eso quieres ¿no? ¿Mi verga, no es así, Roc… Escarcha?
—¡Sí, la quiero ya!
—¿La quieres, puta? Ruégame, pídemela —dijo quitándose su vaquero, tomándose el paquete por encima de su bóxer. Aquella carne parecía despertar poco a poco de su letargo. Se me hizo agua la boca.
—¿Acaso tengo pinta de que quiero ponerme a leer poesía, Sebastián? ¡Cógeme antes de que me arrepienta, estúpidoooo!
Ya no podía aguantar, fue ver su pene bien erecto para lanzarme sobre él, tumbarlo sobre la arena, ladear su ropa interior y saborearlo en mi boquita. Sentía cómo se hacía más y más dura con cada succión y cada lamida que le daba, parecía, por su rostro, que estaba en el cielo; tal vez después de todo yo sí era su ángel de la guarda que lo llevaba hasta el paraíso.
De mi parte empecé a tocarme la conchita que ya estaba bien trabajada por su boca. Jamás en mi vida me había encharcado tanto como en aquella ocasión, con la cálida, suave y dura tranca de mi hermano siendo lamida y succionada con esmero, con su pelo púbico rascándome la nariz cada vez que me la metía completita hasta mi garganta; no la quería soltar nunca, me había vuelto una auténtica viciosita.
—N-no me lo creo, Rocío, ¿por qué tienes esa boquita tan deliciosa? Qué manera chupar tienes… –Sebastián apenas podía hablar.
—Mmm, ¿nño me dyigas que tdu novia nño te la chudpa tampodco? —contesté con su verga atorada en mi boca. El hecho de estar haciéndole algo que su chica no quería me puso a cien—. ¿Quiedyes que te sadque la ledche, Sebadstdián?
—¿Eh? No entendí una mierda, pero me encanta cómo la mamas… Carajo, así no hay quien aguante…
Gemí mientras me llenaba la boquita de leche, que recibía gustosa toda la corrida, chupando fuerte para para acabar de sacar todo lo que le quedaba en la puntita. Cuando el último trazo de su semen fue succionado, mi hermano dio un respingo de sorpresa.
—¡Mierda, esto no está pasando!, eres mi hermana, mi ángel de la guarda, me iré al infier… –parecía volver a sentirse culpable, así que agarré sus huevos antes de que terminara de decir su frase.
—¡No te atrevas, Sebastián! Aún no has terminado, ¡aún no! —Me coloqué encima de él, pero mi hermano no peleaba, se dejaba hacer; parecía debatirse internamente si seguir con nuestra locura o abandonarlo de una vez por todas. Lamí su pecho, sus pezones, luego mordisqueé su cuello y por último lamí toda su cara, yo era una perrita en celo—. Méteme tu verga, la necesito, por favor, estoy harta de esperar.
—Escarcha…
“Sí, eso es nene, soy Escarcha, si eso te ayuda a darme carne…”. El chico no reaccionaba, así que tomé su dura verga y la llevé en mi entrada que estaba indescriptiblemente caliente y húmeda. Hice lo posible para metérmela, pero me di cuenta que quería que fuera él quien diera el empujón final.
—Dámela, por favor. Te odiaré toda la vida si no lo haces.
—La mierda… Qué preciosa eres, en serio pareces un ángel…
—¡Odio los clich-ÉEES!
El cabrón aprovechó que tuviera la guardia baja y empujó; entró casi por completo, arrancándome un gritito de gusto al sentirme llena de su polla. Dio un último empujón, justo cuando contraía mis paredes internas debido al gustito, y la verga de mi hermano entró hasta el fondo de mi ardiente y apretada panocha.
Fue como volver a ser desvirgada.
—¡Ahhh, diosss!
—¡Lo siento, preciosa! ¿Quieres que pare?
—¡Nooo, sigue! ¡Toda, dámela toda, mi nene! —gemí rogando por mas verga—. Ah… Ah… ¿Te gusta cómo aprieta adentro, Sebastián?
—Me encanta, Rocío… o Escarcha… ¡Mmm! Aprietas delicioso, ninguna chica se te compara —me decía entre gemidos de placer.
Comenzaba a entrar y salir, sacándola casi por completo y metiéndola hasta el fondo en hábil movimiento. Sexo duro y caliente en la cala. El mejor domingo de mi vida, la despedida más desenfrenada que jamás pensé que viviría.
—¿Estás bien? ¿Te gusta, preciosa?
—Sí… Ahh… Voy a morir de gusto, uf…
—¿Qué te gusta? Dime, mi putita, dilo —resoplaba Sebastián, sacando ese lado salvaje y perverso.
—Me gustas tú. Tú y verga. Me-me-me gusta que metas tu verga en mi panochita, me gusta tenerla adentro… Ahh…
—¿Te encanta, verdad? ¿Es por esto que has querido traerme aquí? ¿Tu novio no te contenta?
—No te traje aquí solo para tener sexo, estúpido… Ahhh, ni menciones a mi novio… Pero me encanta que me cojas tan rico…
Una y otra vez me sentía en el cielo con cada metida y sacada de verga que me daba, mi conchita se contrajo, apretando más, y rápidamente me sentí explotar en un orgasmo. Esto puso a mi hermano a mil y aumentó el ritmo; empujaba al máximo, entrando de lleno una y otra vez, me dejé caer sobre su pecho, casi desfallecida de placer, pero él seguía dándome con todo, chupando y mordiendo mis pechos cuyos pezones se ofrecían duritos y firmes.
La sensación de estar haciéndolo con mi propio hermano, sumado al calor, hacía que nuestros cuerpos estuvieran deliciosamente sudorosos. Me folló así un buen rato hasta que por fin estuvo por correrse, agarrándome de la cola, hundiendo sus dedos en mis nalgas.
—Así, chica, qué rica concha tienes, pero tengo que salir porque estoy a punto…
—Ahh, ¡nooo!… Mi nene, córrete adentro de tu putita… Ahh… Lléname toda…
Jadeó, temblando mientras su corrida comenzaba a bañar las entrañas de mi cuevita. Su leche ardía dentro, le dije que era calentita y que me tenía muerta de gusto. Le rogué que dejara todo adentro, que no se preocupara porque tengo DIU, que tener su semen dentro de mí sería el mejor recuerdo que podría darme antes de irse.
Sacó su tranca, saliendo así un líquido pastoso mezcla de sus jugos y los míos; no pude esperar más y me abalancé sobre su verga para lamerla y limpiarla hasta que perdiera vigor, sintiendo cómo su leche brotaba de mi interior.
Me había vuelto loca. ¡Loca por mi hermano! Y la putita dentro de mí estaba feliz así, agitando el agua mansa, removiendo los últimos granitos para pervertir aquel imaginario reloj de arena. Tal como había pensado, la realidad superó con creces mis fantasías más sucias.
Pasaron los minutos, y yo, bien servida y muy tranquila, ya solo me dedicaba a jugar con los rulos de su pelo púbico, besando su dormida polla y sus huevos mientras él enredaba sus dedos en mi cabellera. Estábamos sumidos en nuestros pensamientos, con solo el susurro del río como música de fondo; un momento perfecto que deseaba que nunca terminara.
Sebastián podría haber preguntado un montón de cosas. Si cómo seguiríamos nuestras vidas tras lo que hicimos, o si me sentía culpable, o por qué nunca intenté parar nuestro desenfreno. ¡Incluso de dónde salió esa putita tan sucia que reclamaba por su verga! No preguntó nada de eso. Consumado lo consumado, él solo quería saber una cosa.
—Oye, ¿me vas a echar de menos, Escar… digo, Rocío?
—¿Acaso tú me vas a echar de menos, Sebastián?
—¿Por qué siempre respondes con otra pregunta?
Volví a montarme sobre él. Hundí mi cabeza en su pecho y di un mordisco. Y al enredar mis dedos entre los suyos, decidí revelarle la razón por la que le había traído hasta nuestra pequeña cala. No solo para despedirnos o para resucitar un pasado tierno. ¡Ni mucho menos solo para tener sexo! Eso fue simplemente algo hermoso que quería probar. Lo traje para decirle que yo nunca dejé de considerarlo mi mejor amigo, mi pequeño, amado y protegido hermanito, por más que nos hubiéramos apartamos en el camino de la vida. Que no quería que se fuera por una sencilla razón. Por una sola, estúpida, ingenua y tonta razón. Me costó hablar en ese momento tan difícil. La voz pierde fuerza, los ojos arden, los labios tiemblan. Todo se desmorona de manera avasalladora.
Le dije, dibujando figuras amorfas en su pecho, lo celosa que me puse cuando me contó de la primera vez que se enamoró, de la envidia que sentí cuando me contó sobre su primer beso, y de la alegría que me dio cuando, entre tantas chicas, fue a mí quien me dedicó aquel primer y estúpido gol que anotó. Le dije, besando la comisura de sus labios, que él era mi nene, que no quería que se fuera porque no sé a quién acudiría si volviera a sufrir lo mismo que sufrí cuando nuestra madre se fue. Que fui una tonta porque no me daba cuenta de lo que estaba perdiendo hasta muy tarde: un bastión, un sostén, un amigo en el cual contar. Mails, llamadas telefónicas… nada de eso sería lo mismo que tenerlo a mi lado. Así que admití que le iba a echar de menos más que a nadie en mi vida.
—¡Jo! Flaquita, ¡a buenas horas lo admites! ¡Y qué hermoso te salió!
—Puf, ¿me ha salido un poco cliché?
—No, para nada. Cliché sería que dibujáramos un corazón en el tronco del árbol, con tu nombre y el mío, ¿qué dices?
—Un corazón en el árbol. Voy a vomitar un arcoíris, Sebastián. Eso sí es cliché, ¡puf!…
—Pero… ¡a mí me gustaría! ¿Qué te parece? Tu nombre y el mío.
—¡Digo que es hora de volver a casa, nene!
Me levanté y tiré de su mano para que me acompañara. Nos hicimos con nuestras ropas, dejando en la pequeña cala los secretos, apodos, besos y caricias. Eso sí, me dijo que en España se haría pajas en mi honor cuando se sintiera solo. Me volví a poner como un hervidero viviente, pero hice tripas corazón y me zambullí en el agua fría para aplacar el calentón, no fuera que la putita volviera a salir con todo.
Subimos a nuestra canoa y partimos rumbo al club. Volvimos a ser los hermanos pesados de siempre, volvimos a esa relación de amor odio con la que tan cómoda me sentía. Era lo mejor que podíamos hacer, ¿no es así?
Llegamos a casa para el medio día, donde mi papá, tras preguntar por qué yo estaba solo con una sandalia, nos ofreció pasar un día entre los tres, a pasear y hacer lo que surgiese en el momento, cosa que acepté gustosa para obligar a Sebastián a comprarme un teléfono nuevo. Nada raro sucedió el resto de la tarde, ni nada extraño pasó por mi cabeza. Éramos, al fin y al cabo, lo que aparentábamos: una familia unida.
Entrada la fatídica noche en la que debía partir, la novia, sus amigos, mi papá y yo, nos despedimos de él en la sala de abordaje del aeropuerto. En uno de sus bolsos iba mi braguita. Él aún no sabía, claro, pero me encargué de dejarle ese pequeño recuerdo de nuestra aventura junto con una breve carta escrita a mano.
Recuerdos de mi niñez, de nuestra aventura y de nuestra unión en la cala se agolparon de repente, uno tras otro, incesante y avasallante en mi cabeza. El imaginario reloj de arena había gastado, por desgracia, su último grano. En el momento que vimos el avión levantar vuelo, su chica lloró, uno de sus amigos también. Mi padre intentó aguantarse pero terminó cediendo y usó mi hombro como cobijo. No obstante, yo era la única de todo el grupo que sonreía.
“Te voy a echar de menos, nene”.
El día siguiente volví al Río Santa Lucía, y alquilé una canoa para volver a pasar el día allí, sentada sobre la segunda y gruesa rama del árbol de eucalipto, rememorando una de las experiencias sexuales más deliciosas de mi vida. Eso sí, me prometí que no volvería más a ese lugar, al menos no hasta que mi hermano regresara. Fue un adiós a la cala con promesa inquebrantable de un regreso.
Solo me había ido para hacer una pequeña tontería.
Se preguntarán, queridos lectores, qué decía la carta que le guardé en su bolso. Pues simplemente que no visitaría nuestra cala hasta que él volviera. Y que el día que estuviera de nuevo conmigo, lo llevaría para que pudiese ver el enorme corazón que dibujé en nuestro árbol de eucalipto, eterno con nuestras iniciales.
Soy una chica que odia los clichés. Pero a veces no puedo evitarlo.
Muchas gracias a los que llegaron hasta aquí.
 
 

Relato erótico: “Mi nueva vida 4 original” (POR SOLITARIO)

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Miércoles 1 de mayo de 2013

El trasiego mañanero es el de todos los días, Pepito y Mili peleándose por el baño, Ana, pacientemente mediando en la disputa.

Es mi casa, son mi familia, mis hijos, mi mujer.

Pero que estoy diciendo.

¡Despierta José!. ¡Ya nada es igual, todo ha cambiado!.

La casa, la familia, el trabajo. Todo eso pertenece al pasado. El ahora es distinto.

–Mamá, nos vamos.

Es Ana, se lleva a los niños. Me levanto y me termino de despertar con una ducha. Mila me observa desde la puerta del baño.

–Buenos días dormilón.

–Buenos días Mila, ¿Cómo estas hoy?

–Más tranquila. ¿Te lavo la espalda?

–Como quieras.

Entra y refriega mi espalda con la esponja. Me enjuago y salgo de la ducha. Mila me mira atentamente.

–¿Que miras?

–¿No puedo mirar a mi marido?

–Claro pero no puedes tocar.

–Lo sé. Solo miro. Has adelgazado.

–Bastante, he perdido cinco kilos en menos de un mes. Los cuernos deben ser una buena dieta.

–Ya estamos otra vez. Por favor, me haces daño.

–Dejémoslo así. Vamos a desayunar.

Se oye la puerta. Es Mariele. La muchacha que ayuda a Mila en la casa y en la cama.

–¿Hay alguien? Donde estas Mila?

–Aquí, en el dormitorio.

–¿Ya estas dispuesta a coger mamita?

–Si me dejan ¿Por qué no?

–¿Y quién te lo va a impedir?

Entra en el dormitorio y me ve desnudo junto a Mila.

–Hay por dios, perdóneme usted señor, no sabía que estaba aquí y le gastaba una broma a su esposa. Me da pena verle desnudo señor.

–No te de vergüenza Mariele. Y no te preocupes. Sé lo que hay entre ustedes.

Y si estas dispuesta a coger, cogeremos, a mi me encantará. ¿Qué te parece Mila?

–Estoy dispuesta, llevo más de una semana sin correrme, si me dejas lo disfrutaré.

–Mariele, ¿te apetece?

–Hay señooor, estoy apenaada. Pero si no hay bronca por mi vale.

–Acercaos y acariciaos las dos. Me gusta veros.

Mila se acerca a Mariele y le besa los labios, le quita la ropa hasta dejarla desnuda. Se desnuda a su vez. Forman un bello cuadro, dos cuerpos, jóvenes, esbeltos, de piel suave como la seda, una blanca, la otra de tono canela, acariciándose. Se tienden en la cama.

–Mariele, sé que te atrae el fisting y a mí me gustaría aprender a practicarlo. Mila me guiará para no hacerte daño, ¿Qué te parece? ¿Mila me enseñarás?

–Estoy dispuesta si Mariele está de acuerdo.

–¡Ay! Señora no me hagan daaño. Me dolerá la chimba.

–No temas. Cuando quieras paramos.

–Mila colócate debajo y ella encima, en un sesenta y nueve.

Se colocan y se besan sus respectivas chimbas. Acaricio sus cuerpos con mis manos en sus pechos, sus pezones, sus nalgas. Me detengo en las de Mariele y beso su ojete. Mila intenta besarme pero solo le permito llegar a mi barbilla. Sigo hurgando con mi lengua. La chica no puede más y llega a su primer orgasmo. Llaman al portero. Será Marga me levanto y voy a abrir.

–Continuad, no os paréis.

Marga se sorprende al verme desnudo pero reacciona y me saluda con un beso en los labios.

–¿Qué estabais haciendo? ¿No os habréis liado verdad?

–Algo sí, pero no te preocupes, nada entre Mila y yo. Está con Mariele.

–¡Ah putones! ¡Zorras ahora veréis lo que os espera por haber empezado sin mí!

Me rio de la ocurrencia y vamos al cuarto, Marga va dejando la ropa por el pasillo. Al llegar al dormitorio va con zapatos, las medias y el tanga. Es una preciosidad de mujer. Al llegar a la cama lanza los zapatos y se une a la pareja.

–Dejad algo para mí. Un chochito por favor.

Saca a Mila de debajo y se coloca ella, están cruzadas en la cama de forma que presentan cara y culo a ambos lados. Me dispongo a follar a Mariele.

–Métame la poronga en la chimba señor José, para calentarme.

Ella misma coge mi poronga y la coloca en posición. Empujo un poco y entra como un cuchillo en manteca, me muevo adelante y atrás. Mila se endereza y me besa, lo acepto. Sigo practicando las enseñanzas recibidas. Pensar en otra cosa, no en lo que se está haciendo. La muchacha lanza un aullido y se desploma sobre Marga. Mila se apresura a chupar mi polla que sigue firme. Marga me acaricia los testículos.

–¡Folla ahora a Mila, José! ¡Fóllala!

Mila se incorpora y me mira con ojos suplicantes. Con mis manos rodeo sus hombros y la atraigo hacia mí. Beso sus labios, me saben a miel, me embarga la emoción y la estrecho fuertemente entre mis brazos.

Marga le indica a Mariele que salga y se marchan las dos. Nos dejamos caer sobre la cama, seguimos abrazados, la siento cerca, más cerca que nunca.

Nos fundimos, ella dirige mi miembro hacia su interior, la penetración es lenta, se desliza suavemente hasta las profundidades de su cuerpo. Acaricio sus senos, los hombros, paso mis dedos por sus labios que se abren para dejarlos entrar, los lame. Con mi mano en su nuca la atraigo hacia mí, hacia mi boca y bebo sus carnosos labios, su lengua que juguetea con la mía. Estoy ciego de pasión, no puedo pensar, solo en ella.

Nos movemos, al unísono, despacio, más rápido, más y más hasta estallar en el mayor y mejor orgasmo de mi vida. Su cuerpo se estremece, convulsiona y grita, un grito que sale de lo más hondo de su ser, le falta el aire, se agita y se derrumba, sigue con la respiración agitada.

Dentro de mí se libra una terrible batalla. Quiero a esta puta.

Y por su engaño estoy descubriendo un mundo nuevo, distinto a todo lo conocido por mí anteriormente.

Hacer que una mujer se corra de gusto, alcance el máximo placer en mis brazos, me produce una sensación totalmente desconocida.

Una emoción distinta a las anteriormente experimentadas.

Y seguro que la mayoría de los hombres desconocen este placer. Como yo lo desconocía.

Poco a poco se va normalizando. Con sus dos manos aprisiona mi cara y la atrae hacia ella, me besa, como jamás me había besado.

–¡¡Gracias!! ¡Gracias, José! ¡Te quiero!

–No tienes porque darlas Mila, sabes que te quiero y te seguiré queriendo a pesar de todo. No sé si es una bendición o una condena.

Regresan las chicas. Desde los pies de la cama Marga nos mira con un poco de resentimiento.

–Vaya con la parejita, ¿Lo habéis pasado bien?

–He follado mucho a lo largo de mi vida Marga, tú lo sabes, pero nunca había hecho el amor. Y esto es distinto. Es algo maravilloso. Lo que he sentido hoy no lo había experimentado nunca. Y es distinto a todo lo que he vivido hasta ahora.

La emoción de Mila es evidente, sus ojos están anegados de lágrimas. Endurezco el gesto.

–Sin embargo, yo he querido hacerte el amor durante quince años y ahora lo que hago es follarte. Ya ves como cambian las cosas Mila. Vamos Mariele, Marga, sigamos con el curso de fisting.

–Eres cruel José, no sigas lastimando a Mila. Te ama.

Marga me miraba con tristeza.

–Quizás, pero aun no estoy seguro de su sinceridad.

Mila no puede más.

–¿Necesitas más pruebas? ¡¡Haré lo que me pidas!!.

–Déjalo estar Mila, dame tiempo. Aun está todo muy reciente.

–Ahora lo que quiero es experimentar, aprender y follar. Tengo que recuperar el tiempo que he perdido. Tal vez a ti también te convenga experimentar con esta nueva forma de relacionarte conmigo, para eso necesitas tiempo. Según has dicho nunca habías hecho el amor. ¿Eso es cierto? ¿Puedo creerte? ¿O esto es una comedia, en la que, me consta, eres experta? ¿Cómo puedo saberlo? Con el tiempo. Con el día a día.

–Repito ¡¡A la cama chicas!! Dejémonos de charla que hay mucho que hacer.

Me miran las tres con cara de disgusto.

–Ahora no tenemos muchas ganas, la verdad.

Marga no se callaba. Pero yo debía seguir adelante.

–Sin embargo estoy seguro de que en muchas ocasiones habréis tenido que hacerlo sin ganas, incluso con gente a quienes detestabais. Y lo habéis hecho con profesionalidad. ¿Me equivoco?

Cariacontecidas se suben las tres a la cama y comienzan a acariciarse. Marga y Mila colocan a Mariele en posición, tal y como las vi hace unos días a través de la cámara. Beso a Marga, que acepta sin mucho entusiasmo pero no me importa. Me acerco a Mila e intenta rechazarme pero le sujeto un brazo y la fuerzo a besarme. No es un beso cariñoso, es una pugna, un duelo, una batalla, en la que nos mordemos los labios hasta hacerlos sangrar, hasta que ella, impotente para oponerse, se entrega.

Coge mi mano y la dirige hacia la vagina de Mariele que ha recibido una buena dosis de líquido lubricante con algún dilatador.

Con mi mano en sus manos me coloca los dedos en posición para penetrarla, dos dedos, tres dedos, movimientos dentro, fuera, rotando la mano y dándome instrucciones hasta que, tras varios minutos, con un profundo gemido de la chica, mi mano queda alojada en su interior.

Me sujeta para que no me mueva durante algún tiempo, después me indica que gire a izquierda y derecha lentamente. Me dice que cierre levemente el puño manteniendo las uñas hacia el interior de la palma, para evitar lesiones.

El tacto es suave, cálido, la sensación es de una extrema sensualidad. Adentro y afuera, una y otra vez, rotando. La muchacha gime, mientras Marga, debajo, acaricia con su lengua el clítoris y con sus manos pellizca sus pechos, sus pezones.

El orgasmo me pilla desprevenido, es brutal, espasmódico. Las contracciones del esfínter vaginal aprisionan mi mano en su interior con una fuerza increíble, sus gritos resuenan en la habitación. Mueve la cama con todos nosotros encima.

Miro a Mila atónito, no me lo esperaba. Mila sonríe, como una madre sonríe a un hijo que acaba de aprender una lección. Me indica cómo sacar la mano sin provocar dolor a la chica que queda desmadejada con los brazos en cruz sobre Marga y las piernas estiradas y abiertas en V invertida. La experiencia ha sido grandiosa. ¿Quién me lo iba a decir?. En un mes estoy conociendo más sobre sexo que en treinta y nueve años de vida

Por fin Marga consigue librarse del cuerpo de Mariele que al poco se queda dormida. La dejamos descansar y nos vamos al salón. Mila prepara algo para comer.

La comida se realiza en un ambiente más distendido, incluso se cuentan anécdotas y chistes que nos hacen reír.

Marga ha llamado a unos conocidos que se dedican a trabajos de albañilería, fontanería, electricidad… Cuando llegan los acompaña para que vean el local y nos faciliten un presupuesto.

Mila ayuda a Mariele para terminar rápido con sus quehaceres domésticos. Yo preparo el nuevo dormitorio de Marga en el que era mi despacho.

Voy al local para tomar unas medidas de una de las salas y al entrar oigo quejidos, lamentos. Me acerco a la habitación del fondo y me encuentro a Marga entre los dos conocidos formando un sándwich. Han subido su falda hasta la cintura, mostrando sus nalgas desnudas, han bajado la parte superior del vestido y sus pechos están entre las manos del que la abraza por detrás, mientras el que está delante le besa la boca mientras con las manos amasa los glúteos y acaricia su chocho.

Me retiro discretamente y vuelvo con Mila.

–¿Qué ocurre?, traes mala cara.

–¿Marga no se cansa?. Esta liada con los dos albañiles.

–A ella la has dejado al margen hoy y estaría caliente. Además es su modo de cerrar los tratos. ¿Cómo crees que he ganado el dinero que tenía en el banco?

–Con tus citas. ¿No?

–No José, no. Las citas no dan tanto dinero, hay mucha competencia con las muchachas que vienen engañadas, de los países del este, de África, de Asia, forzadas a prostituirse a cambio de una miseria.

–Las citas, han sido para nosotras, una forma de acceder a información que, adecuadamente utilizada, puede llevar a negocios donde sí se gana mucho dinero. Hace unos años el mercado inmobiliario era una mina. Se cerraban tratos en los que los beneficios eran muy altos y el sexo facilitaba esos tratos. Marga y yo comprábamos sobre plano y nos dedicábamos a buscar clientes a quienes vender con márgenes altísimos.

–¿Entonces la sesión de la otra noche con Marga y los dos energúmenos que acabaron soltando el dinero en nuestra cama? ¿También era un negocio? No me lo creo.

–Pues créetelo. Precisamente un antiguo colaborador nuestro en el tema inmobiliario, llamó a Marga para pedirnos el favor de convencer a esos “energúmenos”, y así firmar un contrato con un ayuntamiento que le permitiría ganar cerca de un millón de euros. De los que recibiríamos un pellizquito. Por eso les permitimos hacer lo que viste.

–Pero tú disfrutabas, yo lo vi.

–Mira José, no deberíamos hablar de esto porque sé que te duele. Aprendí muy joven que cuando me veo forzada a hacer cosas que son desagradables, incluso dolorosas, lo mejor es hacerlo buscando alguna fuente de placer que lo compense. Para eso Marga es insustituible. Nos compenetramos muy bien y ella sabe cuando lo estoy pasando mal. Cuando me duele, trata de paliar el dolor dándome placer. Aquel tipo me destrozaba el culo, creo que lo viste ¿No? Pues Marga me acariciaba el clítoris y los pechos para hacerlo soportable.

También utilizamos la bebida como anestésico. Después de algunas copas se me hace todo más llevadero. Lo que no he aceptado nunca es ir por el sendero de las drogas, cocaína, heroína. He visto a otras putas lo que son capaces de hacer por un chute. Eso jamás.

–Pero con Carlitos si lo pasabas bien ¿O no?

–Por favor José, no sigas atormentándote. Carlitos era un juguete, me daba gusto y me traía las cosas del súper sin pagar.

Si, también es prostitución, he sido y soy una puta.

He follado por dinero y porque me gustaba, te lo he dicho y lo repito.

¿Hasta cuándo vas a seguir dándole vueltas a este asunto?

Te quiero, no sabía cuánto, pero ahora sí, lo sé.

Cuando te he perdido. Cuando quizá ya no tenga remedio.

¿Pero qué puedo hacer? ¿Qué quieres que haga? ¡¡Dímelo por favor!!

No te quedes callado y dímelo.

–No sé qué decir Mila. Déjame que intente entender lo que ha pasado. Es por esto que te pido que me lo cuentes todo, sin dejar nada. Necesito comprender.

–Pues estoy dispuesta a responder a lo que me preguntes. No te ocultaré nada y sé que habrá cosas que te dolerán mucho. Quería evitarte ese sufrimiento.

Marga entra y nos mira a ambos.

–¿Ya estamos otra vez de gresca? ¿Qué pasa ahora?.

–José te ha visto con los albañiles y no entiende porque.

–Pues es muy sencillo. De un presupuesto inicial de doce mil euros vamos ya por ocho mil. ¿Te parece bien?. ¡Ah! y he visto que ya tengo el cuarto arreglado, esta noche me quedo aquí, si os parece bien.

–Por mi bien, Mila ¿qué piensas?

–Por mi también, a ver si entre las dos podemos meterle en la cabeza, a este bruto, que lo que hacemos es por el interés, por el nuestro y por el suyo.

–O sea, que vais a seguir follándoos a quien se os ponga a tiro.

–Bueno, si no te parece bien lo podemos discutir.

Llegan los niños con Ana y dejamos el dialogo en suspenso. El resto de la tarde se desarrolla con normalidad. Con los peques en la cama nos sentamos en la cocina.

–¿Ana como te ha ido hoy?

–Bien papa. Te he prometido que no te voy a fallar y no lo haré.

Se sienta sobre mis rodillas y me besa con cariño en la mejilla.

–Ana deja a tu padre que tenemos que continuar hablando con el de ciertos asuntos.

–Yo me quedo. A mí también me interesan vuestros asuntos.

–Si hija, quédate porque entre las dos me pueden, a ver si contigo a mi favor se equilibra la cosa.

–Pero ¿Cuál es el problema?

–Que tu padre quiere entender porque somos putas. Y yo le digo que no hay nada que entender. Lo somos. Y eso no se puede cambiar. ¿Qué no le gusta? Lo siento, pero esto es así. Cuanto antes lo acepte mejor para él. Y aceptar supone no pillar un berrinche cada vez que nos vea a alguna de nosotras liada con alguien. Tiene que tener la seguridad de que lo hacemos por el interés, que solo follamos, pero es a él a quien queremos.

–Pues yo solo veo una solución. Papa, dices que necesitas saber nuestro pasado para comprender. De acuerdo, pero ten en cuenta que no debe condicionar nuestro futuro. No nos reproches nada. Lo que hemos hecho, hecho esta y no podemos cambiarlo, pero sí podemos comprometernos a vivir sin crearnos problemas absurdos. Podemos cambiar. Tú ya lo estás haciendo. Nosotras también. Yo no volveré a venderme, puedes estar seguro.

Pero nosotras pensamos que el sexo y el afecto son cosas distintas. Si no aceptas esto, no podremos ponernos de acuerdo nunca. Tienes que aprender a separar las dos cosas. Mientras no lo hagas, mientras asocies el sentimiento y el placer sexual no tendremos paz. Te queremos mucho las tres pero debes aceptar que no somos monjas y nos gustan los juegos sexuales. Puedo asegurarte que no volveré a vender mis favores, eso lo tengo muy claro, pero no dejare de tener sexo. Tengo que confesarte que hoy nos hemos hecho unos deditos Claudia y yo en el servicio del insti. Me relaja mucho. Y ahora me da vergüenza decirlo.

Ana se cubre la cara con ambas manos. Su exposición, su sinceridad, me deja perplejo.

Vaya, el razonamiento de Ana me ha dejado sin habla.

–Eres una mujer muy madura Ana. Al parecer el equivocado soy yo. Abrázame cariño.

–Pero aunque cambie mi modo de pensar, cosa que ya he hecho, mi problema sigue siendo la desconfianza. Y esto, ya lo he hablado con Mila solo el tiempo y vuestro comportamiento lo resolverá.

Y ahora vamos a la cama.

–¿Como lo vamos a hacer José?

–¿El que Mila?

–¿Como nos vamos a acostar? O mejor dicho, ¿Con quién, te vas a acostar?.

De nuevo mi cara de extrañeza.

–Pues, no me lo había planteado. ¿Qué pensáis vosotras? ¿Cómo lo hacemos?

Las tres mujeres me miran y riendo dicen casi al unísono.

–¡¡Pues con las tres!!

–¿Los cuatro juntos?

–¿Por qué no?

–¿Por qué no?. Jajaja vamos.

Y fuimos los cuatro juntos a la cama. Resultaría algo pequeña, pero no era la primera vez que se las tenía que ver con tanta gente encima.

Me empujaron, caí de espaldas y sobre mi cayeron las tres, la cama crujió y se partió. Fue una casualidad que no nos diera el cabecero a cualquiera de nosotros. Entre risas desmontamos la cama, fuimos a por los colchones de Ana y Marga, los colocamos en el suelo y nos acostamos, haciéndonos cosquillas y acariciándonos los unos a los otros.

Me dejaron en medio de Mila y Marga y a su lado Ana. Poco después penetraba a Marga, que me daba la espalda mientras Mila detrás acariciaba mis testículos y sentía las caricias de Ana a Marga, sus besos, está, a su vez, la masturbaba con los dedos.

No tardaron en producirse los orgasmos, Ana fue la primera, la experiencia de Marga surtía efecto. Casi inmediatamente aprecié el temblor que agitaba a Marga. También Ana la acariciaba.

Cuando se calmó me gire hacia Mila que esperaba impaciente. Acaricié sus mejillas y bebí la miel de sus labios al tiempo que ella acariciaba con sus manos mi verga que seguía rígida, la colocaba entre los labios de su vulva y movía las suaves caderas hasta quedar enterrada en su carne. Vibraba, se movía con una suave cadencia, entraba y salía de su cuerpo provocando sensaciones jamás experimentadas por mí.

No quería correrme aun, quería que fuera ella quien primero llegara al clímax.

Dio un giro con su cuerpo me puso boca arriba y se coloco sobre mí, me cabalgo como una posesa, mis manos amasando sus tetas, se dejaba caer sobre mi pecho y me sorbía la vida por mi boca, su aliento, sus labios, la lenguas se entrelazaban, las manos acariciaban sin descanso. Jadeaba, se erguía y abría la boca como queriendo atrapar todo el aire.

Y lo logré. Fue como un quejido salido de lo más hondo de sus entrañas, fue creciendo hasta convertirse en un bramido gutural acompañando las contracciones de sus piernas que aprisionaban mis caderas y se derrumbó sobre mi pecho.

En medio de sus estertores me deje ir, sentí el calambrazo que recorría mi cuerpo desde la cabeza a los pies y se centraba en mis genitales, estallando en un orgasmo que nublo mi vista y dejo sin fuerzas mi cuerpo, pero seguía dentro de Mila que se movía de nuevo hasta lograr varios orgasmos, en un corto periodo de tiempo, para quedar deshecha sobre mí con nuestros labios unidos.

No es posible definir lo que sentí en aquellos momentos. Una mezcla de ternura, cariño, gozo, pasión. Estaba eufórico. ¡¡Amor, joder!! ¡¡Esto es AMOR!! ¡¡Os quiero y me encanta que seáis felices follando con quien os dé placer!! Pensé en silencio.

Para mí fue una gratísima experiencia sentir tan cerca los cálidos cuerpos de las mujeres a quien más amaba, a las que deseaba. Si alguien, hace un mes, me hubiera dicho lo que estaba sucediendo, no solo no le hubiera creído, le habría partido la cara. Sin embargo ahora me siento feliz.

Tengo la sensación de haber salido de una profunda caverna y ver la luz por primera vez. Como cuenta Sócrates, desde dentro solo veía sombras, eso era para mí el mundo, sombras. Ahora al salir veo las imágenes claras con una luz diáfana. Pero tanta luz me deslumbra. ¿Lo que veo es real? ¿Yo estaba equivocado?, ¿ciego?. Con estas disquisiciones caí en los brazos de Morfeo. Y en los de Mila y Marga que me abrazan por ambos lados.

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noespabilo57@gmail.com

 

Relato erótico: “DIARIO DE UNA PROFESIONAL. (La visión de Vanesa)” (POR SAULILLO77)

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DIARIO DE UNA PROFESIONAL.

DIA 1.

Voy camino de Valencia, a pasar unas supuestas vacaciones.

En realidad, es un trabajo más para el que me han contratado, o mejor dicho, contratan a Vanesa, mi “alter ego” o nombre comercial, que uso en mi trabajo como prostituta de alto nivel, “especializada en manipulaciones”. Mi trabajo consiente en introducirme en la vida de cierta persona o grupo, ganarme su confianza, si es necesario con sexo, y lograr un objetivo determinado. A menudo, son hombres de negocios, hijos conflictivos o mujeres hastiadas, da igual, mi labor es lograr que hagan algo que el cliente pide.

En este caso, viajo sólo como precaución, un padre está preocupado por su familia, y su descocada mujer, así que me manda para echar un vistazo. La forma de introducirme es a través de su hijo, creo que se llama Samuel, y por lo que sé, es solitario y un tímido “cerebrito”. La entrada perfecta, sólo con mostrarme cariñosa, me aceptará. Podré manipularle si llega el caso, a eso me dedico, aprovecho las cosas que aprendo estudiando psicología, y las aplico de forma depravada para ganarme un sueldo, y pagarme la universidad. Estoy sola desde hace años, y soy totalmente independiente, así que tengo que ganarme la vida como pueda, y esto se me da bien.

Espero un trabajo rutinario, sólo llevo de atrezzo unas gafas para darme un aire intelectual, y me tengo que resignar a ir con mis rizos naturales, en vez del pelo liso que suelo llevar. Con la humedad del mar, sería imposible mantenerlo.

DIA 3.

Llevo un par de días observando la situación.

Me han facilitado un cuarto, a varias casas de mi objetivo, en un piso de estudiantes medio borrachas de mi edad. Es desesperante el ruido y el bullicio, pero así paso desapercibida.

Por ahora, todo parece ir bien. La madre está tranquila, y la familia parece idílica, salvo por el otro chico de la casa, un amigo de Samuel, todo parece ir sobre ruedas. No me gusta ese chico, Jaime, es de los típicos galanes que te entran por los ojos, pero son unos cabrones y unos cerdos. A gente así, les veo venir a kilómetros. Por algunos gestos y paseos, creo que ese amigo ya se está follando a alguna de la casa.

Es imposible acercarme más sin levantar sospechas, tengo que mantenerme en segundo plano, hasta que me pueda presentar de forma casual. Me he llevado una grata sorpresa, Samuel, mi objetivo, es mono, al menos no será tan desagradable como otras veces, si llega el caso de acostarme con él.

DIA 6.

Regreso a Madrid después del contacto, y lograr lo que me proponía.

La familia salió de fiesta a una macro discoteca, todos los de la casa, y les seguí hasta ella. Era idóneo, así que esperé al día siguiente, jugaron en la playa a algo, y terminaron en una especie rara de orgía. No me sorprendió, teniendo en cuanta las advertencias del cliente, la madre es fácil de influenciar, y su hermana o tía, una rubia agraciada, es una liante de cuidado. Encima está el chico ese, Jaime, que no pierde oportunidad de meterlas mano, y según he visto de lejos, de meterles algo más. Jaime estaba desatado, le he visto azotarle el culo a la rubia madura, es la tía creo, y la madre, que le ponen ojitos, y desde cierta distancia, creo que se folló a la tía en la playa delante de todos.

Volvieron a la macro discoteca esa noche, como presuponía. Por lo menos, con tanto jaleo, Samuel estaba apartado. Fue sencillo acercarme, iban muy bebidos, y en cuanto entraron a la disco, me puse cerca, a dedicarle miradas a Samuel, sólo acompañado con su hermana, bailando. Fue raro, por mucho que traté de llamar su atención, pareció embobado con su hermana, es muy guapa, y hasta le hizo de cupido, buscándole chica. Menos mal que ella sí me vio, y al rato, se acercó a presentármelo.

speraba un chico mucho más retraído y torpe, pero me he pasado una hora hablando con él, de tonterías, estudios y de cosas sin importancia. Me hizo sonreír y todo, cuando me miraba el pelo. Casi olvido para qué estoy allí, logré ganármelo, y al final, usé mi cuerpo para encenderlo y que confiara en mí. Me llevó dónde estaba su madre, con un mulato, que la estaba metiendo mano, sin aparente preocupación. Quise prestar atención a la madre, para el informe, pero Samuel se ha mostrado raramente hábil al tocarme bailando.

Terminamos siguiendo a la madre y el mulato. Cuando llegamos a su casa, Samuel me llevó a un balcón donde vimos cómo se lo follaba, dejando seco al hombre de piel morena. Me excitó, soy mujer, y dejé que Samuel me tocara, descubriendo otra grata sorpresa, Samuel tiene la polla más gorda que haya visto nunca, y ya puestos, decidí follármelo. En algunas ocasiones, mi trabajo es placentero, y esta fue una de ellas.

Cuando su madre terminó con el mulato, me subí a Samuel a su cuarto, y me estuvo haciendo el amor un buen rato. Fue muy hosco, y poco refinado, pero tuvo algo de romántico, y yo necesitaba un buen polvo.

Por la mañana, Samuel ha sido inocentemente tierno. Me lo he ganado con unas muecas y unas palabras dulces. No sabía desenvolverse, y he tenido que llevarlo de la mano para que no se atascara. Unas fotos en el móvil, con una promesa de volver a vernos, y ya me quería invitar a su casa. Pero mi coche me esperaba, y mi trabajo había concluido.

Madamme decide, junto al cliente, pero en esa casa hace falto mano dura, por que la madre es una loba ansiosa de sexo y el resto de la casa no es mucho peor.

DIA 11.

Regresó a Valencia, esta vez para quedarme.

Obviamente, mi informe ha denotando lo que vi con la madre. Ha debido de causar impacto, y el cliente me manda con el objetivo de que su familia vuelva a casa. Samuel estará deseando que regrese, será fácil volver, pero lo difícil será devolverlos a casa. La madre es una bomba sexual insaciable, según la vi con el mulato, y eso fue una semana después de que su marido se fuera. A saber que pasó esto días sin vigilancia, tendré que averiguarlo. Quedan casi dos meses por delante, y puede complicarse el trabajo.

No sé por que, pero afronto este trabajo con alegría. Hace un rato he llamado a Samuel. Según llegue, quiero llevármelo de paseo, tantearle lejos de su familia. Seré tan dulce y tierna, que me meterá en su casa a la primera oportunidad, y de paso, voy a sonsacarle cosas.

DIA 12.

¿Este chico es tonto? Nos lo pasamos genial en la cita, Samuel y su forma de mirarme y tocarme, me hacían erizarme la piel. Y me ha contado todo, sin reparos, incluso que se acostó con su tía. Me he dejado llevar un poco cuando me ha soltado una frase de cine, y le he comido la boca. Es gratificaste sentir de nuevo el nacimiento de un amor juvenil en él, y mi pelo le tiene embobado, no sé qué le ve, yo odio mis rizos.

Todo iba bien, y hemos regresado a casa, conmigo entre sus brazos en su moto. Creía que me llevaría a su casa, y me volvería a poseer, casi lo ansiaba recordando nuestra primera vez, pero me ha llevado a la mía. A la desesperada, me he hecho la dormida, para que me subiera en brazos, y hacerlo en mi cama, ¡Pero el imbécil me ha tumbado, me ha apartado los rizos, y me ha besado la frente antes de irse a su casa!

No lo entiendo, nunca me había pasado algo así con un hombre. Al menos, creo que avanzo con él, mañana por la mañana nos veremos en la playa. Ahora estoy agotada del viaje y de la cita, me voy a descansar pensando en lo raro que es Samuel.

DIA 13.

Menudo calentón llevo.

Por lo visto, toda la familia sale de marcha cada noche que abre la discoteca. Por las tardes, antes de ir a la discoteca, se ponen hasta arriba de cervezas con un juego de cartas, en el que a cada paso, Jaime juega con los demás. Empieza inocente, pero nadie dice que no a nada, así que con diez cervezas se desmadran. Se besan unos a otros, se lamen el cuerpo y se meten mano, luego se desnudan, y para colmo, al final, termina follando alguien con quien elija.

Samuel tiene miedo, teme “perderme”, porque tiene un complejo enorme con Jaime. No me extraña, por lo que sé, ya se folla a la mitad de la casa, y he de reconocer que es hábil. Jaime ha aprovechado el juego para hacerme besarme con la madre, y eso me ha excitado, ¡Que forma de mover la lengua! Han tratado de arrimarme a Samuel, centrarme en él, para no parecer tan desinhibidas, pero llegado un momento, Jaime me ha pillado. Lo primero, fue un masaje brutal de pechos de los enormes senos de Sonia, una amiga de la hermana, las tiene tan grandes y bien puestas que parecen irreales, y eso me han encendido. Jaime se ha dado cuenta, y luego me ha obligado a dejarme comer los pechos. He besado a Samuel antes y después, para que no se preocupara, pero no sé por qué lo he hecho, con sólo follármelo ya es mío, no me importan sus sentimientos.

Jaime me ha demostrado sus habilidades bucales, me he sentado en la mesa, abierta de piernas, y se ha metido entre ellas. Como digo, es hábil, sabe tocar y usar su boca, el beso con la madre, el masaje de senos de Sonia, y unas cuantas copas, me han hecho empapar mis bragas, hasta le he apretado contra mi pecho, cogiéndole de la cabeza. Se ha aprovechado, y ha llegado a meterme la lengua en la boca, casi me pierdo, dejándome follar allí mismo, pero le he apartado, tratando de aparentar sobriedad. Al terminar, me he sentido mal, me he permitido el lujo de disfrutarlo, y he cogido de la mano a Samuel, por que su cara era preocupada.

Luego, hemos salido de fiesta, e iba tan salida, con la madre llevándose al mulato a casa otra vez, que no he aguantado más. Samuel me ha llevado a la paya, y me ha echado un polvo memorable, casi me hunde en la arena. Me he corrido como hacía mucho que no lograba hacerlo. Para colmo, al volver a casa, nos hemos llevado a la tía a nuestra cama, y me he montado un trío de escándalo. Samuel está aprendiendo rápido.

DIA 15.

La cosa funciona, casi vivo en su casa ya.

Jugamos y salimos de fiesta a diario. La madre está desbocada con Jaime, y la tía está celosa. Pienso usar eso con Samuel, al que ya se ha tirado antes, es tan inocente, que me lo dijo sin pestañear.

Me está empezando a gustar que Samuel me folle cada noche. Ha aprendido cosas nuevas, y me hace perder la cabeza con la brutal envergadura de su polla, y más, cuando nos quedamos acariciándonos horas. Ver cómo juega con mi cabello me descoloca, no debo permitirlo. .

Con los juegos de cartas me lo paso genial. Es algo sórdido, sabiendo que hay lazos de sangre, pero ver follar a Jaime me ha hecho chupársela a Samuel, quiero que no se vea tan inferior a Jaime, por que no lo es, para nada. He hecho que comparen miembros, sólo para que las demás lo vean. Es un chico especial, y no quiero que le hagan daño.

Es enternecedor ver cómo Samuel quiere defenderme en los juegos, pero no tiene mala leche, yo sí. Jaime me ha hecho alguna perrería, ayer me volvió a comer los pechos, sin tanto alcohol, no me pareció tan bueno. Hoy le he tenido que hacer una paja a Jaime, y después una cubana, iba algo más cargada y me he lucido, pero ayer le hice la cubana a Samuel, con su madre que se follaba a Jaime delante de todos, y no hay comparación posible.

Se las he devuelto a Jaime, pegándole un puñetazo en los huevos que le ha dejado tirado en el suelo un buen rato. Samuel ha sonreído, creo que ni se daba cuenta de ello. Jaime ha jurado venganza, y conociéndole, podía terminar despatarrada siendo follada por él, algo que hace unos días no me hubiera disgustado, y ahora me asquea. Así que corté de raíz, le pregunté a la madre si tenían vaselina y algún vegetal fálico en la nevera, y Jaime se ha centrado en las demás.

Samuel me ha cogido de la mano, casi con orgullo. Al final he perdido la última mano, y me ha encantado que Samuel me follara delante de todos, quiero que sepan que Jaime, no es nada a su lado.

DIA 20.

Las cosas se complican, maldito Samuel, me esta haciendo perder de vista mi objetivo.

Cada noche, Samuel me deja ida, sentir como fricciona su falo, de la circunferencia de una naranja, dentro de mí, me deja sin aire. He tenido que meter a Sara en nuestras juergas, de vez en cuando, para poder mantenerme cuerda.

Me he despistado, y un mulato, llamado Joel, está haciendo de las suyas con la madre. Tiene una polla que ya la quisiera para mí, (si no tuviera a Samuel), y aún así, no es capaz de colmar a la madre, a la que se folla a diario, y varias veces. La madre, que tiene más fondo que yo y que cualquiera que haya visto, luego va a tirarse a Jaime cuando le da la gana, ¿Es que no se cansa?

Me río por dentro, por que Jaime es una marioneta, y se cree el amo de la casa. Me pregunto si es consciente de que es el hombre que peor folla bajo ese techo. Joel es una maquina, y Samuel me está volviendo loca. Esta mañana le han dado un corte a Jaime en la cocina que le han dejado de piedra, la madre le ha dejado a cuadros.

Con Samuel me estoy excediendo, y eso no es sólo por cómo me hace el amor, que también, es por su forma de tratarme. Creo que está enamorado de mí, pretendía que se pillara por mí, y luego se olvidara, pero creo que me quiere, tengo que cortar esto de raíz, su forma de enroscar sus dedos en mis rizos me hace perder la noción de lo que debo hacer.

Tengo que planear de una vez mi estrategia para llevarlos a casa, ya me he divertido bastante. La forma más sencilla, es buscar un sustituto del padre, antes de que Joel se dé cuenta del caramelo que tiene en esa casa. Son 4 mujeres, contando a la hermana y Sonia, su amiga pendón, que están buscando que se las follen como nunca. Pero sólo tengo a Samuel, voy ha hacer que él quiera ayudarme, es listo, y tendré que ser sutil, que parezca idea suya, y yo solo “le ayude”.

DIA 22.

Samuel por fin ha cedido, se ha hartado de tanta fiesta y depravación.

Ahora, Samuel quiere dominar la situación, he atacado exponiéndole mi plan de usarle a él. Le traté de convencer, pero hasta que no ha visto a su madre, siendo follada por cuatro mulatos en la discoteca, no ha accedido. Se está convenciendo de que tiene de hacer algo, y en eso puedo ayudarle, ya tengo mi arma. El debate moral, casi queda de lado, no hay lazos de sangre, solo hombres y mujeres.

La estrategia es simple, pero difícil de ejecutar, es convertir a Samuel en el hombre de la casa, y Sonia, la amiga salida, es la primera opción. De un plumazo, demuestra que puede quitársela a Jaime, y que las demás le vean como el macho alfa.

DIA 25.

La primera ha caído,

Sonia ya se ha follado a Samuel, muchas veces, en el juego de cartas. Al terminar la partida ha perdido Sonia, y ha elegido a Samuel, y no a Jaime. Ha sido brutal verle follársela. Luego he manipulado, para dejarles solos, y si Samuel ha dejado a Sonia como me deja a mí, ya es suya.

Me he llevado a todos a la discoteca, para que Samuel se luciera, y a fe que lo hizo. Al regresar, estaban Sonia y Samuel en el sofá, desnudos y sudando, con Sonia temblando como una hoja sobre su cuerpo, y el cojín manchado de fluidos suyos, echado a perder.

Jaime se ha enfadado, por que le he dado cancha solo para llevármelo de la casa, y luego le he dejado con las ganas. Quiero que Jaime sufra por cómo ha tratado a Samuel. Jaime se ha puesto a gritar, y Samuel se lo ha llevado fuera a hablar. Hemos escuchado gritos, y cuando he escuchado a Jaime llamarme “Puta”, el sonido de un puñetazo tremendo ha enmudecido la casa.

Cuando Samuel ha entrado en casa, tenía la mirada incendiada, temblaba de nervios y su aspecto era demencial. Se ha arrodillado ante mí, y me ha abrazado por la cadera, tan fuerte, que me hacía daño. He tenido que usar técnicas para relajarlo, aunque no recuerdo que acariciarlo entrara en la temática de clase. Me lo he llevado a la cama, y se ha quedado abrazado a mí, sin más, parecía un bebe. He sentido una calidez inusitada en mi cuerpo, pero no por fuera, por dentro, no sé que es, pero me ha gustado. Pese a que he sido yo quien le ha tranquilizado, me he sentido…segura, en sus brazos. ¿Qué me está pasando?

Debido a lo de ayer, esta mañana he visto que Jaime se ha ido de casa, tenía planeado echarlo, pero no tan rápido. Mi “defensor” Samuel, se ha mostrado tan inflexible, que la tentación de universitarias salidas ha sido suficiente. No creo que veamos más a Jaime.

DIA 27.

Samuel ya se folla a Sara y Sonia a diario.

Ha sido sencillo con su tía, y así reafirma su posición. Samuel ha aprendido de mí, a ponerse una careta, o un escudo, e interpretar un papel, de padre sobrio y rudo.

Pese a saber lo que tiene que hacer, Samuel se enfada cuando le mando acostarse con ellas. Trato que no se me note que tampoco me gusta, cuando regresa a mi cama ofuscado. Discutimos mucho, sobre cómo proceder, sólo quedan su madre y su hermana por “domar”.

Con su madre está complicado, pero con su hermana es imposible, la quiere mucho, y de verdad. Samuel la tiene a su hermana un cariño muy raro, ella se mete en su cama cada noche, creo que le está buscando, pero no se por qué, y eso me pone… ¿Celosa? No puedo sentir celos de su hermana, ni de nadie, por que los celos, implican que quiero a Samuel sólo para mí.

La madre está con Joel a diario, oírles follar me enciende, y lo paga Samuel, que me deja exhausta, y siempre tiene un rato para acariciarme el pelo. No sé cómo saca energías, pero siento cada caricia y cada beso. Le espío cuando está con las demás, y no lo hace igual, tiene un cariño y ternura que sólo me da a mí, y cuando siento esas sensaciones cuando me hace el amor, no puedo evitar abrazarlo y besarlo entre sonrisas.

DIA 31.

Samuel es muy inteligente, ha logrado sacar a Joel de casa.

Menos mal, unas semana más, y la madre mete en casa a ese mulato, y a otros cuatro. Funcionan así, lo he visto antes. Samuel ha lanzado una amenaza, muy poco velada, a Joel, y ha logrado ahuyentarlo, para llevarse a su madre de paseo, y ser su “galante”. Samuel Tiene a toda la casa firme como una vela, y ahora, a su madre también, pero no sé si bastará, tendrá que follársela, por que esa mujer es incansable.

Me sorprendo pensado que, si Samuel sólo se acuesta con su madre, yo sería feliz. No sé qué me pasaría si lo hace con su hermana, lo intento atrasar, sin estar segura de los motivos que me empujan.

Hay una fiesta de disfraces en una semana, será el momento ideal con su madre. Unas copas, más la falta de sexo tras la huida de Joel, y la madre será suya. Pienso manipular para que vayan todas descocadas con sus disfraces.

Sara y la hermana están haciendo muchas migas, casi diría que son bisexuales, mientras Sonia es tan boba, que aún cree que puede igualarse a mí. Así se mantiene firme, no se entera que Samuel es mío, y se lo hago saber cada vez que hacemos el amor, a ella y a toda la casa, grito poseída por cómo me hace vibrar, y para que se den cuenta que él, me pertenece.

DIA 37.

Ocurrió durante la fiesta.

Samuel se despistó por defenderme, le amo por esos detalles, casi le estampa un pitorro de salva vidas a un tipo, por propasarse conmigo. Es tan tozudo, que cuando le pido que no haga esas cosas, me derrite con sus respuestas, y su forma de mirar y jugar con sus dedos en mis rizos.

Cuando encontró a su madre tras el incidente, estaba de la mano de otro chico, le di ánimos, consejo y me sentí orgullosa al verle llevarse a su madre de esa forma tan varonil. Por lo que sé, la dejó tan satisfecha que ya no quiere más mulatos.

Yo me centré en no perder lo ganado con las demás ese dia, y Sara y la hermana se ocupan una de la otra. A Sara, Samuel ya le dio su parte por la tarde. Mientras, yo me llevé borracha a Sonia a casa esa noche. Tengo que reconocer que, para distraerla, me acosté con ella, y que verla desnuda me calentó. Sonia es una mujer voluptuosa y sensual, tiene las tetas más grandes y bonitas que haya visto, aunque Samuel dice que las mías son mejores. Al frotarnos desnudas, la una contra la otra, no pude evitar correrme al sentir sus pechos en mi cuerpo y sus muslos rozándome entre las piernas. Acabamos haciendo la tijera, hasta que desfallecimos, me costó un montón sacarla de sí, casi admiré a Samuel, por dejarla tan ida que a veces no se levantaba de la cama en todo el día.

Por la mañana he hablado con Samuel, y todo va bien. Creo que está todo controlado, y que no tendrá que acostarse con su hermana para devolverlos a todos a casa. Eso me alivia, sé que estoy haciéndolo mal, y que no estoy siendo profesional, pero no puedo evitar sentirme así.

DIA 43.

Estoy llorando ahora mismo.

He leído el diario de la hermana, y mis sospechas son ciertas. Es lesbiana, y está pensando en no volver a casa por miedo a su padre. También dice que Samuel es su única esperanza, y por eso se mete en su cama, le quiere mucho, y si él la toma, cree que se le pasarán las ganas de mujeres. Con el miembro de Samuel, no me extrañaría, hasta yo me cuestiono ciertas cosas.

Tengo que hablar de esto con Samuel, ha de acostarse con su hermana para que también vuelva a Madrid con su padre. Samuel está en la piscina, pero sé que me dirá, que no, a su hermana no le haría eso.

Tengo que convencerle de algo que no quiero que haga, y que él no quiere hacer. ¿Cómo puedo ser tan estúpida de pensar en Samuel todo el tiempo? ¿Por qué me afecta tanto que se acueste con su hermana? Es un trabajo, debo serenarme, nada más. Samuel es sólo un hombre más, y realmente no me quiere, está enamorado de alguien que no existe.

DIA 45.

Estoy cansada de llorar y discutir.

Samuel no cede, no se acostará con su hermana, por que dice que me quiere, y que no lo hará, si eso me hace daño. El muy carbón ve a través de mi escudo, me ve, y me quiere, me ama con rizos y todo. Qué iluso, si supiera la verdad, le repugnaría.

Y pese a esto, siento unos sentimientos cruzados extraños en mí. Miedo, pánico y terror, pero no sé a qué, a que Samuel se acueste con su hermana, a que no lo haga, o a que realmente me importe si lo hace.

Creo que Samuel lo hará, pero sólo por que así me hará feliz. He conseguido que se crea eso, al menos puedo ocultarle a Samuel que, sólo de imaginármelo, se me rompe el corazón.

DIA 46.

Estoy camino a Madrid.

Enredando mis dedos en mis rizos, y oliendo el aroma a manzana que tanto le gustaba a Samuel de mí. Llorando como nunca creí posible, y menos por alguien que no fuera yo. Samuel entró en la habitación de su hermana por mí, y terminó acostándose con su ella y con Sara. Creía que aguantaría en la puerta, pero los oí gemir y no pude quedarme.

Le dejé una nota a Samuel, y el móvil, tengo por costumbre desvanecerme de él una vez hecho el trabajo, sin dejar nada atrás, pero no quiero que Samuel me olvide del todo. Al menos, Samuel tendrá un recuerdo, y las fotos, de esa chica, tan divertida dulce y cariñosa, que le ama, tan perfecta para él, como irreal. Vanesa no existe, pero eso, Samuel no debe saberlo nunca.

Estoy echa polvo, nunca me había pasado, nunca nadie me había llegado tan dentro, y tenía que alejarme de Samuel. Sufrirá un tiempo, pero es mejor para él, es un niño rico, que su padre le paga todo, y yo, un puta, “especializa en manipulaciones”, sí, pero un puta. No podría salir bien, él se merece algo mejor que yo. El problema, es que me lo llegué a plantear, y sólo el hecho de planteármelo, me demuestra que no es sólo una justificación vaga de mi subconsciente.

Me odio, y me doy asco, por que le he abandonado. He abandonado al único hombre al que he amado.

Fin.

 

Relato erótico: ” Niña curiosa 3″ (POR LEONNELA)

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El agua de la regadera caía sin compasión, salpicando los azulejos de las paredes, y la sombra atlética de mi tío, se dibujaba a través del cristal de las portezuelas… bendita el agua que besaba su desnudez, bendita su desnudez que despertaba mi lujuria. 
El momento mágico de mi primera vez, no había aplacado mi curiosidad, sentía unas ganas enormes de descubrir más; mis pensamientos se distraían continuamente, recordando aquel sexo que penetrándome me había causado tanto placer y la imagen de su reata chocando en mi coño, se repetía hasta en mis sueños, haciendo que despierte con una inquietud entre mis piernas y con el biquini húmedo perdido entre las sábanas.
Aquella tarde, me escabullí al interior del cuarto de baño, envalentonada por una curiosidad mal sana de espiarle, de recorrer nuevamente con mis ojos ese cuerpo que hace tan poco me había hecho mujer.
 Sin duda mi tío era hermoso, tenía la espalda ancha, los brazos fibrosos, las manos grandes que me hacían recordar como mis pechos guarecieron en ellas,  los muslos fuertes como columnas macizas, un vientre firme lleno de vellos y las caderas ágiles, muy ágiles para dar batalla…
Instintivamente mis ojos bajaron en el  instante en que deslizaba la espuma a su pelvis,  acariciaba su pene, lo tomaba en su manos retirando el velo que cubre su glande, hizo un par de movimientos de subida y bajada, y automáticamente comenzó a endurecerse, a templarse tomando forma de una arma que  apunta hacia el frente, yo lo miraba boquiabierta y se me antojaba ser herida, apuñaleada repetidas veces hasta  matar mis bajos deseos; luego acarició con su otra mano sus esferas, dejando que  el agua tibia caliente sus ganas  y sé, que mientras se la halaba… pensaba en mi
No pude evitar que un estremecimiento en medio de mis muslos me traicionara, tampoco pude impedir que la tanga  se me mojara, estaba allí, absorta, gozando en silencio, mirando como su pieza crecía hasta marcar  sus venas y tomar el tono rojizo de un miembro  que goza de una buena manoseada.
Levanté la una pierna sobre el inodoro, haciendo a un lado la tanguita deslicé mis dedos por mis pliegues, imaginando que en lugar de  sus manos fuera mi boca la que se acoplara a su sexo, sé que podía entrar y darle al menos una chupada, pero me sentía pegada al piso… ¡cómo me incendiaba viéndole masturbarse.!!
Colgado de la portezuela  su bóxer se bandereaba, fetichista acerque mi rostro y percibí una vez mas su aroma, como si llenándome por dentro de ese olor carnal pudiera aplacar mis pinches ganas de ser cogida…soñaba con que me reclinara contra la pared, abrir mis piernas y a medida que el agua cayera sobre mis caderas, él chapuceara en mi coño…
Apurada levante mi camisetilla, mis manos corrieron a masajear mis senos, mis pezones dando muestras de alegría se tensaron y mis dedos se extendieron  hacia ellos para intentar calmarlos. Sentía mi sexo húmedo, los labios hinchados y el clítoris se levantaba exigiendo caricias. Quien era yo para negarle a mi cuerpo el placer que necesitaba, como podía impedir que mis dedos bajaran a descubrir los caminos   que me llevan a una buena corrida, sin embargo pese a mis crecientes deseos aun era una chiquilla inexperta y no hacia mas que sobar torpemente en busca de aquellos puntos que me hicieran gemir.
Estaba embebecida, la espuma caía por la espalda de Martín, perdiéndose en su trasero, mientras una ligero chorro de agua tibia bañaba su rostro deslizándose hacia el pubis, su mano continuaba aprisionando su falo mientras con la otra se apretaba los testículos, de rato  en rato las intercambiaba acompañado de un suave gemido que se confundía cono el ruido de la regadera.
De pronto la  cortinilla se abrió y heme ahí con la cara viciosa…las manos entre mi sexo y el cuerpo tenso en espera de un desenlace…
_Que pasa nena!!…será que en esta casa ya no es posible ducharse con privacidad? dijo mientras maliciosamente sonreía
Sentí arder mis mejillas, y huí hacia la salida acompañada de su risa burlona, pero llenándome de altivez me volteé diciendo:
_No puedes salir de la ducha… mientras no me hayas enseñado a masturbarme!!
Sus ojos se abrieron sorprendidos y su pene volvió a tensarse….
Me besó dulcemente… la frente…los ojos…la boca, se puso en cuclillas mientras me ayudaba a sentarme en el filo del inodoro dejándome despatarrada.
_Es fácil mi niña…primero aprende a jugar con tus pechos…
Con sus manos abrazó mis senos dándoles suaves giros, primero hacia la izquierda, luego  a la derecha como si los enroscara, se sentía una tibieza especial, con sus dedos acariciaba hacia los costados, desplazándolos en forma diagonal desde las costillas hacia el centro, yo gemía entre cada apretón mientras él continuaba paulatinamente hacia los pezones rozándolos sutilmente y de cuando en cuando estirándolos sorpresivamente.
Con dos dedos como si fueran una tijereta  sostenía un seno mientras su otra mano  atornillaba deliciosamente el pezón, luego intercalaba; su lengua se paseaba por la aureola abriendo la boca totalmente y succionando desde la base hasta terminar halando los pezones con sus dientes, los chupaba incansable haciendo que yo expulsara el tórax hacia adelante en busca de más succiones, moría de felicidad…
Tomó mi mano e hizo que levantara mi seno a la boca, desde jovencita mis pechos fueron grandes, así que doblándome, con mi lengua alcanzaba a rozar  mis pezones… que  sensación mas deliciosa!!  mis propios labios jugueteando en  mis pechos.
Su mirada cachonda me animaba a continuar, a la vez que agachándose me ensalivaba las ingles, su palma quedó presionada sobre mi pubis imprimiendo movimientos de arriba  hacia abajo, que me hacían abrirme más,  jugueteó en mis labios menores frotándoles con pequeños golpecitos, la fricción  aumentaba sobre el capuchón de mi clítoris; sus yemas frotaban la base en forma circular mientras su otra mano tiraba de mis labios manteniendo una suave tensión a la a vez que un par dedos se introducían  en mi vagina, dándome la  sensación de querer venirme. A medida que aumentaba la presión y el ritmo, mis piernas se abrían y cerraban buscando alargar las contracciones, y justo en ese instante se zambulló en mi vagina  atrapando  los pliegues e introduciendo su lengua… no pude mas, me tensé, y exploté en un intenso orgasmo, que me dejó temblando.
Entre jadeo y jadeo miré hacia abajo, su pene estaba endurecido, destilando  gotillas, se incorporó y sujetándome de la mano me llevó a la regadera.
_Ven mijita …que ahora me toca a mí !!
Sin decir más me tomó de las caderas obligándome a doblar mi cuerpo hacia adelante  con  mis manos contra la pared, mis genitales quedaron abiertos a sus intenciones, y   agarrándome de la cintura, empezó un rápido movimiento de mete y saca, sus caderas golpeaban duro contra mi sexo y a medida que aumentaba el ritmo de sus embestidas el calor de sus palabras se hacia mas notorio.
-Te gusta putita? Te gusta como te la clavo?
_Siiii, Martín dame… dame mas fuerte, me gusta  mucho…
_Así esta bien mi golfilla ,? o quieres más duro…
_Mas duro tío ..,más duro… quiero correrme otra vez!!
Sus manos se aprisionaron de mis  pechos, mientas su sexo  me llenaba…el chorro de agua tibia caí en mi trasero y el choque de su pene contra mi vagina, producía sonidos como si chasqueara por dentro. Qué rico me la clavaba, entraba y salía sin compasión, follándome sin miedo, a momentos sus embestidas eran crueles  sin embargo mi cuerpo se acomodaba a sus embates… se sentó, y yo caí sobre él con las piernas separadas, le cabalgaba con furia,  mis piernas eran fuertes y no perdía el ritmo, ni tampoco  me perdía el placer de su rostro desencajado en un rictus de placer. Mi procedencia amazónica, mis raíces selváticas se imponían, despertando a una amazona, hambrienta por guerrear…
Mis tetitas se balanceaban y a momentos me tiraba hacia él dejando que las besara, para luego ofrecerle mi lengua antes de volver a cabalgar. Me sujetaba de las caderas dirigiendo el compás e impidiendo que me detuviera, tomó la manguera de la regadera, y abriendo el grifillo, dejó que un chorro con potencia cayera por mi culito, el agua tibia lo dilataba, y facilitaba la introducción de su dedo medio en mi esfínter, enloquecida y a punto de explotar de nuevo dejaba que me cogiera salvajemente. Aceleré el movimiento disfrutando de deliciosas contracciones que invadían mi vulva.  Notando que me corría, apuntó el chorro del agua contra mi clítoris alargando de manera gloriosa las pulsaciones y regalándome la mejor de  mis corridas.
Jadeaba emocionada, sintiendo aun como su pelvis golpeaba contra mi sexo, unas cuantas arremetidas más y el potente gemido de mi tío y la quietud de su cuerpo me indicaron que también se había venido.
Me quedé sobre él con mis piernas abrazando su espalda, y mi cabeza acomodada en  sus hombros.
Esa noche dormí delicioso, con el recuerdo de sus besos.
El fin de semana Martin llego de visita, siempre había tenido  la costumbre de pasar con nosotras y ahora lo hacía más frecuente que nunca. Aquel sábado nos habíamos quedado en casa, puesto que mi madre estaba algo desanimada y no tenia ganas de arreglarse para salir; se veía un tanto  marchita, creo que a la pobre le faltaba algo de compañía masculina.
En el almuerzo sentí la mano de Martin sobre mi muslo, deslizándose hacia arriba, últimamente no habíamos tenido  oportunidad de estar solos, y nuestros cuerpos se extrañaban; lamentablemente durante la mañana no habíamos podido pasar  de algún roce disimulado o un beso al apuro, y la tarde  no prometía nada ya que mamá se había recostado sobre el sillón, y ambos charlaban animadamente sobre trabajo y sus cosas  mientras yo definitivamente me aburría como una ostra. 
Fastidiada me retiré, no tenia  ninguna intención de que llegara la noche en aquella monotonía, tomé una ducha, y para vestirme agarré una  blusita que me llegaba hasta el ombligo  de esas que marcan los senos, y que por la finura de la tela resaltan los pezones, escogí una falda corta la más corta de mi ropero, el modelo coqueto se amoldaba a las caderas dejando exhibir  la silueta, así como los muslos desnudos que se alargaban con los tacones; usé maquillaje un tanto mas de lo usual que pese a ello no quitaba de mi rostro los últimos vestigios de inocencia que ahora se aleaban con una dosis fuerte de sensualidad
Sali de mi habitación y me detuve en las escaleras, el cuadro era perfecto, mi tío estaba ubicado en el sillón del frente mientras mi madre quedaba oculta por el espaldar del mueble. Bajé los escalones despacio,  zarandeando las caderas y taconeando suave, quería llamar su atención y lo estaba logrando, su mirada no perdía detalle de mis movimientos,  arrastrándose desde mis pantorrillas hasta mi rostro, con una descarada pausa en mis pechos…en mis caderas…en mis muslos…
Al ruido del taconeo mi madre se  dio vuelta y  algo contrariada señaló:
_Para donde vas Diana y….vestida así?
_Ay mama, déjame salir un rato solo voy donde mis amigas.
_Sabes que no me gusta que salgas sola y menos con ese tipo de ropa!!
_Mamá se te olvida que ya no soy una niña…solo quiero dar una vuelta
_Hija entiendo en la edad que estás, pero de ninguna forma sales así,  mira hasta tu tío se ha sorprendido de verte asi!!!
Reí  para mis adentros mi pobre madre no imaginaba porqué mi tío me miraba así…Martín tragó saliva y entre dientes musitó
_Si Dianita, estas muy linda pero mejor haz caso a tu madre.
_ Ok, entonces iré a encerrarme en mi habitación mientras todos se divierten!! Vaya familia que me ha tocado!!!
_Espera…espera hija,…dijo mi madre conciliadora,  porque no le dices a tu tío que te lleve a dar una vuelta?
Estaba consiguiendo lo que quería de manera  fácil…
_Ay mama, no se si es buena idea después de todo…no se si a mi tío le aburre estar conmigo, esto ultimo lo dije plantando intensamente la mirada en la bragueta de Martin
_Ahh…este… que dices Dianita, por mi no hay lío…te llevo a donde quieras.
Ese “a donde quieras“ lo sentí remarcado… todo estaba resultando como yo quería, a mamá misma se le “ocurrió la idea” y fue ella la que sugirió que saliéramos juntos o no?
Subimos al auto y mi tío algo nervioso arrancó a toda velocidad.
_Sabía que mamá no me dejaría salir  vestida así,  sin un guardaespaldas….ves tío que fácil se logra permiso sin levantar sospechas­…a poco no soy muy lista?
_Jajaja eres realmente un encanto y por cierto cual es el misterio, a donde vamos princesa­?
_A donde?…a…a… a tu casa…dije desviando la mirada hacia la ventana, un tanto avergonzada.
Llegamos, mi tío tenia un departamento que si bien no era muy grande si lo suficientemente cómodo; al cruzar el umbral, me abrazó por detrás llenando de besos mi cuello, y nos dirigimos a su habitación
_Espérame un minutico nena, voy a tomar una ducha, mientras puedes entretenerte viendo tv.
_ok, tío ve tranquilo.
Me tendí en su cama, me quite los tacones, y agarrando el control remoto empecé a buscar alguna programación que me entretuviera. Mi tío tenía cable internacional así que la cantidad de canales era innumerable, cambiaba uno a otro sin que nada llamara mi atención, hasta que una escena, me forzó a detenerme.
Una preciosa rubia se ubicaba en cuatro al filo de una mullida cama, sus cabellos caían por la espalda, y su desnudez dejaba ver la perfección de unas líneas que graciosamente se ensanchaban en las caderas, permitiendo ver entre sus muslos casi hasta su  alma…
Sus labios teñidos de rojo, se entreabrían, dejando escapar incesantes jadeos, sus pechos con botones disparados se bamboleaban al ritmo de los testículos del tipo que se la cogía, era  una diosa, una verdadera diosa del erotismo, y soñé… soñé con parecerme a ella…
Instintivamente, empecé a desvestirme, me quité la blusa, y saltaron mis pechos desnudos,  la falda cayó por el piso al igual que mi tanga. Coloqué mis rodillas en la cama, mis codos sobre el almohadón, y el espejo  del espaldar me devolvió la imagen felina de una morena sensual.
Me miraba a mi misma sin reparo, como desconociéndome, donde estaba quedando la jovencita inocente que se refugiaba dulcemente en brazos de su tío?…. Me sentía diferente, como si hubiera roto los grilletes que me encadenaban y al fin como una mariposa inquieta me abría a la vida y  al sexo
Un estremecimiento cortó el hilo de mis pensamientos, Martin estaba a mis espaldas contemplándome enmudecido, atreviéndose a rozar con su dedo el final de mi espalda, también  surcaba los senderos de mis caderas, las elevaciones de mis pechos, las planicies de mi vientre y cada recodo de piel que encontrara, mientras en la tv, la rubia  en igual posición gemía descontrolada…
Eres hermosa dijo casi sin aliento y yo  me sentí feliz, de ser la dueña de sus ojos y  la causante de que su toalla se levantara.
Con las yemas de los dedos, pellizcó mis labios mayores, juntándolos y besándolos lentamente. Abrió paso separando mis labios y  permitiendo  que su lengua acaricie mi sexo. Formaba círculos lentamente con su nariz, como si quisiera penetrarme con ella, luego hizo lo mismo con sus labios y su  barbilla… besaba profundamente. Mordisqueaba y chupaba suavemente el clítoris Intentando tomarlo entre sus labios y con ligeros soplidos me llevaba a la gloria…
_Ven chiquita quiero enseñarte algo…
Se recostó en la cama y yo quede sobre él, su boca a la altura de mi sexo y la mía al alcance del suyo en un magnífico 69, que me hacia alebrestar con una animalito goloso, separé todo lo que pude mis piernas para que el tuviera total acceso, a la vez que me llenaba la boca de toda su erección.
Mi lengua lo rozaba desde la base, se paseaba por la textura suave de su troco, alcanzando poco a poco la cima, mi boca llena de saliva formaba una cuna tibia que le ofrecía abrigo, y suavemente, engullí su glande.
Con mis labios  forme una O acorde a la medida de su vara, los ajustaba de modo que las sensaciones se multiplicaran, asi,  deslizándome hacia abajo terminé comiéndola entera, ligeras arcadas me hacían detener, por el tamaño y roce en mi garganta,  pero rápidamente conseguí ritmo y la gozaba increíblemente.
Que extraña y deliciosa sensación mezclada con la que él me regalaba… su lengua en forma de U daba largas y suaves lamidas, comenzando en el clítoris y acabando en la entrada de mi vagina. La endurecía e intentaba introducirla dentro. La agilidad de su lengua producía estremecimientos en mis labios mas aún cuando llevándola hacia atrás dejaba que jugueteara en mi cola. Su rostro zambullido llenándose de mi aroma y de mi humedad era el mejor incitante, y alocada, dejaba que mis pechos trabajaran en su pene para terminar desmayado en mi boca.
Cada bajada en su pene era compensada con el ingreso de su lengua en mi sexo, y cada agarre de mi clítoris con el de sus bolas, él empujaba las caderas hacia arriba, mientras yo las llevaba hacia atrás… mi boca quedó con su sabor y su rostro con mi aroma.
No se cuanto pasamos así, pero por la facilidad que tengo para alcanzar orgasmos  irremediablemente  me corrí, disfrutando de lengüetazos en mi sexo mas allá de mi intensa explosión.
Dio vuelta, me besó, con esa mezcla de dulzura y erotismo con la que fácilmente  me vuelvo putica, se recostó sobre mí  dejando que su pene besara mi coño, ingresaba suave muy suave, el glande…el tronco… la base…metía y sacaba con la fuerza necesaria para despertar  nuevamente mi hambre, pero no conforme con esa posición, levanté mis piernas acomodándolas sobre sus hombros. Diablos!!   Eso si era morir en vida…y renacer
Sus fuertes arremetidas golpeaban  contra mi sexo, yo  levantaba mis caderas buscando más presión, entraba y salía produciendo el ruido del mar chocando contra las rocas, pero lo único que chocaba eran sus bolas contra mi cola.
El sudor perlaba su frente y goteaba sobre mi cuerpo, volví a gemir presintiendo otro orgasmo, pero su lengua comiéndome la boca me distrajo de la sensación de querer venirme, casi inmediatamente se incorporó, y ubicándose detrás de mí, me apresó como perrita, como la sucia perrita que disfruta cogiendo.
Su pene se introdujo bruscamente obligándome a huir de su embate, pero sin dar tregua me agarró de la cadera dosificando sus entradas; en cuestión de segundos era mi cuerpo el que buscaba mas profundidad, y haciéndome hacia atrás escuchaba el golpeteo rico de copular.
La rubia chillaba en la tv, y yo berreaba en  su cama…
_Cógeme…cógeme…pinche cabrón!!! …dale a tu perra…dale lo que se merece!!!
_Y que es lo que quiere esta perra cachonda…si ya me la estoy empalando
_Quiero mas…quiero mas verga papito!!!
A cada palabra sucia, me devolvía una fuerte embestida, mi vocabulario se ennegrecía y el suyo también…
_Que buena zorringa me resultaste eh?
Tan zorra que con gusto te daré mi leche…donde la quieres? puta!!!
No alcancé a responder, porque un orgasmo, me hizo gritar dejándome desmadejada,  pero él sin detener los embates continuó agitando su pelvis, hundiéndose en mi laguna, chapoteando en mi mar, sus movimientos se hicieron más intensos más rapidos, como si a punta de metidas me arrancara la vida. Aun sintiendo una fuerte carga de sensaciones, expulsé mi trasero hacia atrás facilitando la cogida, dispuesta como una perra  sumisa que solo oye la voz del placer. Empujó una vez mas, profundo e intenso, noté el temblor de sus piernas,  el dolor de sus dedos engarifados  en mis muslos,  un gemido potente y la tibieza de su  lava estallando en mis profundidades.
Se dejó caer sobre mi espalda, y yo me desplomé rendida sobre la cama. Nuestra respiración se iba calmando y el huracán volvió a ser brisa…
_Sabes qué?
_Qué?
_Eres una linda putita, dijo con su acostumbrado guiño y su sonrisa dulce.
Sonreí  y extrañamente me ruboricé.
_Epa chiquita, tranquila…solo bromeo, fueron palabritas ricas del momento.
Asentí con mi cabeza y me refugié en sus brazos buscando seguridad
Acariciando mi cabello murmuró:
_Siempre serás eso…mi chiquita linda y de vez en cuando….mi… mi…mi putita deliciosa!!
Ambos reímos mientras nos encaminamos a la ducha.
Iba a apagar la tv, pero una imagen de la rubia, practicando sexo anal me hizo buscar su mirada…
_Qué!! no sabes lo que es sexo anal?
_Jajaja tío claro que lo sé, tengo 18!!…..pero…aún no lo he probado! Dije socarronamente
Dándome un azote en el trasero, rió diciendo:
_ Un día de estos voy a acabar con tooodas tus curiosidades….
Nuevamente gracias a quienes continúan la historia.
Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 

Relato erótico: “Secreto de Familia: Encuentro con Rita 3” (POR MARQUESDUQUE)

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-Adivina

La cara de mi hermano era un poema. Sonreía enseñando todos los dientes, en una expresión de autosatisfacción que a mi particularmente me resultaba desagradable.

-¿Y bien?- le pregunté impaciente

-Rita ha cambiado de opinión. Este mismo fin de semana quedaremos.

Eso no me lo esperaba. Parecía obvio que Rita había rehecho su vida y no tenía sentido que quisiera quedar con el capullo de mi hermano. Lo primero que pensé es si me podría acoplar a la cita. Me apetecía ver a Rita y podría preguntarle por Sofía. Luego pretextaría tener cosas que hacer y desaparecería dejándolos solos para que hicieran lo que tuvieran que hacer. Si es que tenían que hacer algo. Que quedasen como amigos no quería decir que fuera a pasar nada, Rita tenía pareja después de todo. Tal vez Mario lo estuviera malinterpretando. Y sí Rita efectivamente estaba pensando en que tuvieran sexo, también podía tenerlo conmigo. Al fin y al cabo no sería la primera vez que terminábamos los tres juntos compartiendo cama.

-Recuerdas los tríos que hacíamos en los buenos tiempos- dije tanteando el terreno

-Ni lo pienses mocoso, tú no estás invitado

-¿Quién te ha pedido nada?- repuse algo molesto. Me había pillado la intención al vuelo.

Los “ménages à trois” comenzaron poco después del primer intercambio, al que habían seguido algunos más. Sofía se encontraba mal y se había acostado antes. Para no molestarla me iba a ir a la otra habitación, la de la hermana de Rita que no viva ya con ellos. Rita le cuchicheo algo a mi hermano y me llamó. Me acerqué y me besó, luego besó a Mario y después otra vez a mí. Pasamos a su cuarto y comenzamos a besarla entre los dos. Se me hacía un poco raro. Pensé que me estaría comiendo toda la saliva de mi hermano de boca de Rita, pero estaba tan excitado que no me importó. Nos tumbamos en la cama y seguimos así un rato. Ella había deslizado sus dedos por nuestros pantalones mientras tanto y nos acariciaba los paquetes. La desnudamos poco a poco y nos prendimos de sus pezones. Llevé mi mano a su entrepierna pero al sentir la de Mario la aparté rápidamente. Mi hermano se colocó sobre ella y la penetró con vigor. Yo la besé mientras tanto y sentí su lengua estremecerse en mi boca ante las sacudidas que recibía del pene que entraba en su coño. Pasé unos instantes comiéndole la boca y acariciándole los pechos mientras mi hermano se la follaba, hasta que no pude aguantar más y aproximé mi polla a sus labios para que me la chupara. Lo hizo con increíble destreza a pesar de tener a ese morlaco encima y me corrí en su boca casi a la vez que Mario lo hacía entre sus piernas.

Después de esa vinieron otras. Sofía era algo más mayor que nosotros y no siempre le apetecía quedarse hasta tan tarde cuando nos íbamos de fiesta. En esas ocasiones en que mi novia se retiraba antes quedaba sobreentendido que follaríamos los tres, Rita, mi hermano y yo, sin remordimientos, sin conciencia de que estuviéramos haciendo algo mal. Una de esas veces Mario se corrió pronto así que yo le sustituí y monté a su chica delante suyo. Luego preferí ir a dormir con Sofía, que tenía la cama más grande. Cuando entre en la cama la desperté y me preguntó si me había tirado a Rita y si me lo había pasado bien. Confesé que sí y nos pusimos a besarnos. Mi polla se puso dura de nuevo. Era muy joven y no me costaba empalmarme en seguida. Al sentirla me preguntó si es que no me había quedado satisfecho. Riendo respondí que debía ser que no y ella se puso a chupármela. Te sabe al coño de mi hija, me dijo, y eso me excitó más aún. Me la follé con ímpetu. Al final, rendidos, nos dormimos los dos.

Realmente a pesar de los antecedentes, ya lejanos, no era probable que esa cita me acabara alcanzando a mí, así que sería mejor dejar de soñar.

¡Iba a quedar con Rita! ¡Al final había dicho que sí! Estaba excitado ante la mera perspectiva. Mi hermano me miraba con fastidio. Se notaba que no tenía mucha fe en esa posibilidad. Además aquello quería decir que seguramente el fin de semana siguiente yo mojaría y él no. Eso añadía un poco de pimienta a mi alegría. La incredulidad del muy capullo había estado deprimiéndome. Entonces oí su vocecita molesta:

-Recuerdas los tríos que hacíamos en los buenos tiempos

-Ni lo pienses mocoso, tú no estás invitado- respondí sin pensarlo. ¿Qué se habría creído el majadero? Que se buscase su propio sexo.

La verdad es que sí que los recordaba. Después de las orgías y los intercambios de parejas los tríos eran el paso natural siguiente. Primero los dos con Rita. Cuando Sofía se encontraba mal o quería acostarse pronto invitábamos a Miguel a compartir nuestra cama y follábamos los tres. Más adelante los dos con Sofía. La primera vez fue una noche que Rita había quedado con su hermana y nos quedamos los demás solos. Yo asumí que igual que en las otras ocasiones Miguel había pillado cacho con Rita, ahora yo lo pillaría con Sofía, pero claro, aunque mi hermano no tenía fuerza moral para negarse, sí ella no quería no había nada que hacer. Intenté estar seductor con ella toda la noche, pero creo que hice el ridículo. Aun así, cuando nos sentamos en el sofá a ver una película, ella se puso en el medio y abrió los brazos para que los dos la abrazáramos, cada uno a un lado. Yo empecé a acariciar su pierna y al no encontrar resistencia en ella terminé metiéndole mano sin disimulo. Mi hermano hacía lo propio y pronto ella nos correspondió tocándonos los paquetes. Le dije algo al oído y aproveché para lamerle la oreja. Miguel no quería quedarse atrás, ya que esta vez estábamos con su chica, y la besó metiéndole la lengua hasta la garganta. Nos olvidamos de la película y le desabotoné la blusa para chupar uno de sus magníficos senos. Parecía mentira como una mujer que nos sobrepasaba tanto en edad podía excitarnos tanto. Mi hermano me había imitado y cada uno estábamos amorrados a una teta mientras nuestras manos tropezaban en sus bragas. Nos repartimos su entrepierna de manera que él le frotaba el clítoris y yo hacía círculos con mis dedos índice y corazón en su vagina. Pronto su coñito maduro estuvo rebosando fluidos y su garganta comenzó a emitir suspiros, señal de que estaba disfrutando. Nos jaló de los cabellos para besarnos intensamente, primero a uno y luego al otro, acariciando nuestras lenguas con la suya y nuestros penes con sus manos expertas. Por indicación suya nos levantamos y acercamos nuestras pollas a sus labios. Primero nos besó en las puntas, luego pasó la lengua por mi glande mientras el rabo de mi hermano le acariciaba la mejilla. Nos la estuvo chupando a los dos un rato. Se metía mi miembro en la boca mientras masturbaba el de Miguel, luego le lamía los huevos a él mientras me la machacaba a mí, después pasaba la lengua entre los dos troncos y así durante un rato. Finalmente se centró en la mía poniendo el culo en pompa y restregándolo en el paquete de su chico que entendió la indirecta y se la metió de un golpe en su vulva chorreante. Yo la agarraba de la melena y ella a mí del culo mientras me follaba su boca y mi hermano su chocho cogiéndola de la cintura. En un momento dado nos miramos, nos sonreímos y chocamos las manos agradecidos de haber conocido a esa familia, a esa madre y esa hija que nos habían cambiado la vida y nos habían introducido en el sexo de un modo más satisfactorio que el de todos los chicos de nuestra edad que conocíamos. Nos corrimos con Sofía y continuamos viendo la película. A la hora de acostarse a dormir lo hicimos los tres en la cama de matrimonio de nuestra anfitriona, donde la volvimos a follar hasta quedar exhaustos.

-Dijiste que María también estaba en la discoteca. ¿Seguía igual de guapa?

Mi hermano interrumpió mis cavilaciones con su pregunta.

-Más guapa aun tal vez. Estaba radiante.

Conocimos a María, la hermana mayor de Rita, la primera hija de Sofía, poco después de aquel trío. Nos impresionó su aspecto y su carisma. Era una versión aun más decidida de Rita, aun más independiente, aun más desacomplejada, que ya era decir mucho. Se notaba que tanto su madre como su hermana la adoraban, era la autentica líder familiar. Escuchamos de sus labios y de los de su marido la historia de cómo aquella familia conservadora normal se había convertido en aquel oasis de libertad sexual en el que nosotros reposábamos, como había convencido a su novio para follar con su madre y con su hermana para olvidar así al padre que las había abandonado. Su marido era un tipo simpático, que se encogía de hombros cuando su mujer explicaba cómo le había inducido a acostarse con Sofía, como queriendo dar a entender que no había tenido otra opción. ¿Quién iba a negarse a algo así? Por supuesto la historia nos calentó a todos y esa noche me follé a Rita con más ganas aún que de costumbre.

Comenzó el curso y yo empecé a ir a la universidad mientras que mi hermano tenía ahora de profesora a Rita en el instituto. A veces quedábamos con María y su marido y hacíamos algo: cenar, ir al cine, al futbol o lo que fuera. Una de esas veces, mi hermano y Sofía se fueron a casa y los demás continuamos la fiesta en una discoteca. Al retirarnos a la madrugada decidimos ir a casa de María a tomar la última copa. Era una morada sencilla pero acogedora, no tan grande como la casa familiar pero decorada con gusto y agradable. Nos servimos unos cubatas y Julio, el marido de María, puso música. Las dos hermanas empezaron a bailar animadas. Se movían de un modo muy sensual lo que me puso un poco cachondo. La manera en que se restregaban no parecía propia de hermanas. Hicieron el baile de las falsas lesbianas con tanto sentimiento que no parecían tan falsas. Entonces Rita se giró quedando cara a cara con su hermana mayor y comenzaron a besarse. Abrí mucho los ojos porque no podía creer lo que estaba viendo y me percaté de que el beso era con lengua, un morreo apasionado. Además se metían mano, Rita le acariciaba las tetas a María que a su vez le sujetaba el culo. Julio estaba muy tranquilo, como si viera algo así todos los días. Yo, simplemente no lo podía creer.

Entre baile y baile empezaron a quitarse la ropa, como en un striptease doble. Primero descubrieron sus senos. María me miró relamiéndose mientras Rita le sostenía los pechos desde atrás como enseñándomelos y le besaba en la nuca y el cuello. Mientras seguían moviéndose al ritmo cadencioso de la música prodigándose besos y caricias. Las hermanas dejaron lo que tenían entre manos y vinieron sensualmente hacia mí. Verlas acercarse contoneándose, tan bellas, tan decididas y tan desnudas me asustó un poco. Tenía una erección brutal que amenazaba con romper mis calzoncillos. Llegaron a mi altura y se arrodillaron ante mí. Entre las dos me desabrocharon los pantalones y me sacaron la polla de los bóxers. Rita me la acarició despacio pero fue María la primera en metérsela en la boca. Me la chuparon entre las dos. Nunca había sentido algo así. Eran unas expertas en lo que hacían. Una me besaba la punta y la otra me lamía el tronco, una la rodeaba con los labios y la otra me pasaba la lengua por los huevos. De vez en cuando se besaban entre ellas. Ante tal tratamiento y tal espectáculo no tardé mucho en estallar. Los chorros de esperma brotaron saltarines manchando las caras de las dos hermanas. Ellas comenzaron a besarse y a lamerse limpiándose el semen la una a la otra y devorándolo todo con glotonería. Estaba extasiado mirándolas. Cuando acabaron fueron a atender a Julio, que se había estado meneando la polla mientras miraba hasta entonces. Su mujer se clavó su verga y Rita le puso el chocho en la boca para que le diera placer. Era obvio que ya habían estado los tres juntos antes. Fui hacia María, que había quedado mirando hacia mí mientras montaba a su marido y la besé. Le metí la lengua en la boca y le chupé las tetas. Luego le acerque mi polla para que la chupara de nuevo hasta que estuviera erecta otra vez. Cuando lo logró fui hasta mi chica, la aparté de Julio y sin más preámbulo se la metí. Ella me abrazaba y jadeaba y movía la pelvis para facilitarme la labor. Se la veía muy cachonda. De reojo vi a Julio erguirse quedando María a cuatro patas y follársela así, arrancándole gemidos cada vez más fuertes. Fue un polvo brutal tras el que quedé rendido. Ahora te pareceré una pervertida, me dijo Rita. Nada de eso, le conteste. Creo que eres maravillosa. Me besó complacida con la respuesta. Prefiero que no le comentes nada de esto a tu hermano ni a mi madre. Ella se ha vuelto muy liberal, pero no entendería lo mío con mi hermana. Ni yo mismo lo entiendo a veces. Le prometí silencio y cumplí mi promesa.

Al día siguiente mientras follábamos Rita me pregunto si me gustaba su hermana, si me gustaría tirármela. Le confesé que sí y me dijo que pronto lo haría, que lo habían hablado y yo también le gustaba. La besé y apreté el ritmo de la penetración. Cuando acabamos le pregunté por su rollo lésbico-incestuoso con su hermana. Empezamos de pequeñas, me dijo, viendo una película porno que se había dejado nuestro padre cuando se marcho. Al principio solo nos masturbábamos mirándola. Luego yo empecé a espiarla cuando estaba con Julio que entonces era su noviete. Un día me pilló y me hizo pasar a la habitación. Digamos que ese día aprendí a hacer una mamada. Luego a solas las dos rememorándolo, bueno, puedes imaginarte. Pero hasta que rompí con Belinda no nos comimos el coño. Desde entonces estamos juntas de vez en cuando. ¿Te perece monstruoso? No sabía lo que me parecía pero sí que estaba empalmadísimo. Tanto que follamos otra vez.

El fin de semana siguiente volvimos a quedar todos, pero en esa ocasión no salimos de casa de Sofía. Después de cenar María propuso jugar al strip-poker y todos aceptamos entre risas.

-Recuerdas la noche del strip-poker- le dije a Miguel.

-Como olvidarla. Gané yo.

Eso es cierto. Que ganó significa que fue el último en conservar los calzoncillos. Teníamos un par de botellas de cava y bebíamos mientras jugábamos. María fue la primera en apostarse las bragas contra mí y perdió. Su trío no pudo nada contra mi full. Sin la menor vergüenza y contoneándose se quitó el tanga por debajo de la falda y me lo tiró a la cara. Estaba claro que le gustaba apostar fuerte. Poco a poco las prendas de ropa fueron cayendo. Cuando quedamos todos desnudos cogimos una de las botellas vacías y nos pusimos a jugar con ella dándole vueltas. Había que besar al que apuntara la botella, un juego adolescente de iniciación sexual típico. Aunque nosotros no éramos exactamente adolescentes, desde luego nuestras acompañantes no lo eran. Rita besó a Julio con confianza, este morreó a Sofía sin el menor sonrojo, Sofía me metió la lengua sin cortarse y como a mí me salió otra vez ella, se la metí con el mismo desparpajo. El momento que yo esperaba, el de besar a María se hizo esperar un poco, pero cuando llegó me lancé sobre ella dispuesto a no dejar pasar la oportunidad. Hubo gritos y risas animándome, y ningún reproche. Después de habernos comido las bocas todos varias veces Rita propuso pasar a cosas más fuertes y como la botella me apuntaba a mí, me chupó la polla un rato. Luego a mí me salió María y esta se abalanzó sobre mí, imitando lo que yo había hecho en la ocasión anterior. Rita aprovechó para irse con Miguel y Julio atacó a Sofía. Las parejas quedaron establecidas así para esa noche y acabé llevando a María a su antiguo cuarto a hacer el amor con ella.

-Tenía ganas de estar contigo, le dije, me atraes mucho.

– ¡Qué mono!, dijo ella. No me extraña que mi hermana te adore. Yo también tenía ganas de acostarme contigo. Se lo dije a Julio nada más verte.

-¿Y a él no le importa?, pregunté yo, aunque ya sabía la respuesta.

-Claro que no, dijo y me besó con su boca húmeda y sensual.

Tenía las tetas algo más grandes que las de Rita, aunque sin llegar a lo de Sofía. Era como una versión de mi amor pero con algo más de curvas. Follamos como locos esa noche. Le chupé las tetas, bajé la lengua por su vientre, juguetee con los pelos de su pubis, le besé el clítoris, le pasé la lengua por el coño como Rita me había enseñado… Cuando noté que se iba a correr, paré y se la metí de un golpe. Estaba mojadísima y entró sin ningún problema. Follamos como salvajes. María se movía de una forma más excitante aún que su hermana, que ya era decir. Tras unas cuantas embestidas la noté estremecerse y alcanzar el orgasmo. Se separó de mi exhausta y yo, que aún no había llegado al mío, me quedé tumbado con la polla apuntando al techo. Se repuso unos instantes y se colocó a cuatro patas de una forma muy sensual. Tranquilo cariño que no te voy a dejar así, dijo, saca un bote que hay en mi bolso y úntame el culo con su contenido. Tardé un poco en darme cuenta de que era vaselina y en comprender lo que eso significaba. Lo hice aprovechando para meterle el dedo en su agujerito de atrás y juguetear con él. Ahora métemela por ahí, me pidió con tranquilidad y así lo hice. Costó más que antes, esa entrada la tenía menos usada obviamente. Aún así no ofreció tanta resistencia como pensaba. Antes de darme cuenta le estaba rompiendo el culo a la hermana de mi novia. Sentía el pene apretadísimo, sus nalgas chocaban contra mi pelvis y la tenía agarrada de las tetas, esas tetas maravillosas. El sonido de mis embestidas y el olor a sexo inundaron la habitación. En tal estado de excitación no tardé mucho en correrme. El semen salió a borbotones y se esparció por el culo de María. Nos besamos contentos. Eres un buen amante, me dijo, mi hermana te ha entrenado bien.

Desde entonces mi obsesión fue metérsela por el culo a Rita. La siguiente noche que follamos mencioné el tema y ella se echó a reír. Le has dado por culo a mi hermana y ahora quieres darme a mí. Lo suponía. Tuve que confesar que llevaba razón. No estaba enfadada, lo entendía como algo normal, María le había contado los pormenores de nuestra noche de sexo (las hermanas se lo contaban todo) y ella había imaginado que querría repetir la experiencia, añadir esa variante a nuestros juegos sexuales. Nunca lo he hecho por ahí, dijo como dudando. Lo haremos más adelante, si te portas bien. Sus palabras, expresadas de un modo muy sensual, me habían dejado cachondo, así que me lancé sobre ella. Mientras follábamos le metí un dedo por el culo, cosa que a ella pareció gustarle.

Nuestros siguientes polvos aumentaron mi fijación con el trasero de mi novia. Se lo palpaba, se lo besaba, se lo lamía, le metía los deditos… Un día mientras nos achuchábamos sacó algo de su bolso. Mira lo que me ha dejado mi hermana. Era el bote de vaselina. Eso quería decir que había llegado el día. No fue tan fácil como con María. Rita lo tenía más apretadito. Intenté meterla pero noté que le hacía daño así que me detuve. La besé despacio. En mis meses de relación y desenfreno sexual con ella había aprendido lo que le gustaba y sabía que en un momento de tensión así agradecería mi cariño. Nuestras lenguas se unieron armoniosas en una danza de lujuria. Mientras le mordía los labios la acariciaba por todo el cuerpo, especialmente en los muslos y en los pechos. Poco a poco mis dedos fueron dirigiéndose a sus ingles y a lo que había entre ellas. Me encantaba la manera en que su coño se abría a mis roces y como suspiraba y se mordía el labio inferior cuando le frotaba el clítoris. La tumbé boca abajo y le pasé la lengua por las paredes de su vagina, le chupé el clítoris y subí hasta su culito. Lo tenía embadurnado con la vaselina así que mis dedos entraron con facilidad. Pero mi polla era más grande que mis dedos. Restregué el glande contra su vulva y su botoncito, solo cuando la vi muy excitada volví a intentarlo en su culo. Metí la punta y le pregunté si debía detenerme. Me pidió por favor que continuara. La metí un poco más. Parecía que le hacía daño pero aun así me decía que no quería que la sacara. Le di un último empujoncito y entró del todo. Estuve quieto unos instantes. Sentía la polla apretadísima en su ano. Lentamente inicié un suave vaivén. Mi cuerpo cayó sobre su espalda y aproveché para manosearle las tetas. La besé en la nuca, en el cuello y cuando giró la cara en la boca. Poco a poco fui acelerando mis movimientos. Sus gemidos eran prueba inequívoca de que estaba disfrutando. Me atreví a ser más contundente y a darle más duro. Los gemidos se convirtieron en gritos pidiéndome que no me detuviera. Me encantaba tenerla así, a mi merced. Me excitaba escucharla y notarla en ese paroxismo. Estuvimos así bastantes minutos. Cuando me parecía que iba a correrme frenaba mis embates para reiniciarlos después, más fuertes que nunca cuando estimaba que había pasado el peligro. Creo que ella se corrió varias veces antes de que terminara escupiendo mi semilla en su ano acogedor. Cuando mi pene volvió a estar flácido y me tumbé a su lado vi unas lagrimillas escapando de sus ojos. ¿Te he hecho daño?, pregunté preocupado. Un poquito, pero ha sido fantástico, respondió ella. Te quiero mucho, añadió. Yo también, le dije y estuvimos besándonos mucho rato antes de dormirnos.

Compartir a Rita, como más adelante a Sofía, con mi hermano estaba bien, pero a mí me gustaban más los tríos con dos mujeres. La primera ocasión que tuve de probar uno fue poco después de empezar el curso. Ahora Rita era mi profesora y Mario iba a la universidad así que pasaba más tiempo con ella que él. Una de las noches que salimos a mi hermano le sentaron mal los cubatas y acabó vomitando. Después de acostarlo en su cama Rita vino a la nuestra, a ver qué hacíamos su madre y yo. Lo que hacíamos era obvio. Ente risas la invitamos a que nos acompañara. ¿Por qué no? Ya habíamos estado juntos de todas las maneras. Recordé la primera noche en esa casa, cuando Rita se enrollaba con Mario y Sofía solo era la madre guapísima de mi profesora. Que pronto iba a cambiar todo. Y ahora ahí estaban las dos. Medio desnudas, en mi cama (bueno, técnicamente en la cama de Sofía), bromeando sobre la vitalidad de mi miembro y acariciándolo. Mi vida era envidiable. Recordé a mis compañeros, orgullosísimos por haberle metido la lengua en la boca a una compañera o, como mucho, haber tenido un coito patético de dos minutos. Les recordé en clase dándose codazos y murmurando lo buena que estaba la profesora, bajito, para que no les oyera. Y ahí estaba yo, a punto de follarme a esa profesora y a su madre, que era una señora de bandera. No podía ser más feliz.

Estuvimos un buen rato besándonos. Me morreaba con Sofía y después con su hija. Les tocaba las tetas y ellas a mí la polla. Aquello me encantaba. Parecía que las dos competían por ver quién besaba mejor, cual me daba más placer. Le mordía los labios a Sofía mientras Rita me besaba la oreja. Después cambiaba. Mi lengua se juntaba con la de la hija y la madre me mordisqueaba el cuello. Hubo un momento en el que se juntaron sus dos lenguas en mi boca. Me pareció fantástico. Me enganché al pezón derecho de mi chica mientras su nena bajaba la boca a mi bragueta y me chupaba la polla como ella tan bien sabía hacerlo. Las tetas de Sofía seguían hechizándome, las agarré con las manos y volví a besarla. Rita seguía con la mamadita cada vez más entregada. Le acaricié el conejito a mi novia y lo noté mojadísimo. Tenía los labios de una en los míos y los de la otra en mi pene. Sofía no pudo aguantar más y apartando a su hija me montó sentándose sobre mí. Mi polla se deslizó por su húmedo coño con toda facilidad. Rita me abrazó y comenzó a besarme. Parecía un muñeco en manos de las dos hembras. Podía ver las enormes tetas de Sofía bamboleándose mientras su hija me murmuraba al oído cuanto me deseaba y lo cachonda que la ponía. Luego me acercó el pezón a la boca para que lo chupase. Me sentía abrumado por el cariño y la sensualidad de las dos mujeres. Sofía aceleró sus movimientos mientras Rita me besaba apasionadamente y se corrió sobre mí. Yo aún no había terminado así que su hija ocupó su puesto y siguió cabalgándome como a su potro. Me besé con mi novia entonces y la acaricié las tetas. Le mordí los pezones y los succioné como si me alimentaran. Rita botaba sobre mí, buscado correrse ella también. Lo hicimos a la vez y cayó desplomada sobre mi cuerpo. Abracé a las dos mujeres bendiciendo la copa de más que había dejado fuera de juego a mi hermano.

Por aquellas fechas conocimos María, la hermana mayor de Rita. Recordé que mi hermano me había dicho que la había visto también en la discoteca y le pregunté si estaba tan guapa como siempre. Me respondió que aún más. Le creí. Era una mujer bella y dinámica. Debía venir de familia. Estaba casada, pero practicaba el intercambio de parejas con su marido, así que pronto se unió a nuestros juegos. Mario debía estar pensando lo mismo que yo porque me recordó la noche del streap-poker y el juego de la botella, la primera en que intimamos con ellos. Esa noche mi hermano se fue con María, yo con Rita y Julio, como se llamaba el marido de María, con mi Sofía. Poco después me acosté yo con María. Era una bomba en la cama, como cabía esperar. Los siguientes meses se dieron todo tipo de combinaciones sexuales: parejas, tríos, cuartetos, etc. Entre semana estábamos con nuestras parejas, aunque algún día me tire a Rita en los baños del colegio en el recreo sin poderme contener. Los fines de semana quedábamos todos y terminábamos haciendo orgias o juegos sexuales de cualquier tipo. Poco a poco nos fuimos tranquilizando y estos encuentros se fueron haciendo más espaciados, pero nunca renunciamos del todo a ellos… hasta que rompimos con nuestras parejas, claro…

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:

jomabou@alumni.uv.es

 

Relato erótico: “Marina y su padre” (POR DULCEYMORBOSO)

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…Un intenso orgasmo sacudió sus entrañas. Sintíó la toalla totalmente empapada bajo sus nalgas y muslos. En su vida había tenido unos orgasmos así. Cada vez que se masturbaba , tenía que poner una toalla en la cama. Se avergonzó de lo que le estaba ocurriendo desde hacía dos meses. Se sentía rara. Jamás había imaginado que la vida le tendría reservada esa situación. Pensó en su marido y en sus hijos y una sensación de culpabilidad se adueñó de su mente. Amaba a su marido por encima de todas las cosas. Sus hijos y él eran todo para Marina. En cambio, no podía evitar aquello… Desde hacía dos meses, cada vez que dormía la siesta, al despertar su cuerpo le pedía ser acariciado. Se levantó y recogió la toalla para echarla a lavar antes que llegara su marido….

    Marina tenía treinta y cuatro años y llevaba casada desde los veintidós. Su vida estaba dedicada por completo a su marido y a sus tres hijos. Era feliz. Laboralmente todo iba sobre ruedas. Hacía dos meses que la habían ascendido de comercial a jefa de ventas. La noticia fue celebrada por toda la familia. Cuando le dieron la noticia enseguida pensó que incluso le beneficiaba familiarmente, pues las reuniones con los jefes eran en la ciudad donde vivía su padre y así tendría oportunidad de verlo más a menudo. Desde hacía cinco años la madre de Marina había fallecido y Carlos , su padre , a pesar de ser un hombre muy activo , se sentía bastante solo.
     Al terminar de poner la lavadora, decidió darse un baño relajante…Mientras la bañera se llenaba decidió llamar a su padre para recordarle que al día siguiente le tocaba reunión en su ciudad.
       – Hola papá…
       – Hola cariño, que tal estas?
       – Bien y tu? Te llamaba para recordarte que mañana voy ahí…- al decirlo no pudo evitar ponerse nerviosa.
        – Lo se cariño, mañana es dia uno. No hacía falta que me lo recordaras, no lo olvido…
        – Gracias por todo papá, te quiero mucho…
        – Y yo a ti Marina….Bueno,mañana nos vemos…
        – Si, hasta mañana papá….- ya iban a colgar, cuando su padre la interrumpió.
        – Oye hija….
         – Dime papá…
         – Mañana te quedarás a dormir la siesta en casa? – Carlos se avergonzó de realizarle esa pregunta a su hija.
          – Si papá….quieres? – Marina se puso nerviosa al preguntárselo.
          – Si cariño, y tu?
          – También papá….- ahora era ella la que se avergonzó al reconocerle eso a su padre.
          – Hasta mañana cariño
          – Hasta mañana….
   

  Al colgar Carlos se sentó en una silla. Se sentía ruborizado. Desde hacía dos meses su vida había cambiado y solo vivía deseando que llegara el dia uno de cada mes. En sus sesenta y siete años de vida jamás había imaginado que le sucedería eso.

      Marina colgó el teléfono y sintió sus mejillas acaloradas. La bañera estaba llena de agua y espuma y se desnudó para meterse en ella. Se miró en el espejo. El día anterior había ido a depilarse y se fijó en su pubis. Lo tenía depilado por completo. Recordó la cara que él había puesto cuando le vió la vagina por primera vez. Él le había reconocido que nunca había visto una mujer adulta con la vagina sin un solo vello. Marina no pudo aguantar la curiosidad de preguntarle si le gustaba y él avergonzado le confesó que le fascinaba.
       El agua estaba caliente y se metió en ella. Cerró los ojos y no pudo evitar recordar aquella tarde en que todo empezó…
    …Era el dia uno y estaba feliz porque aunque tuviera que madrugar mucho para coger el coche y conducir, pensaba que merecía la pena. Si no había cambios de última hora, por la mañana iría a las reuniones y dejaría todo hecho para poder comer con su padre y si él quería aprovecharían la tarde para estar juntos. Desde que su madre había fallecido , ya no lo veía tanto. Antes era su madre la que hacía por venir a visitarlos a ellos y a sus nietos, pero ahora que faltaba ya casi no venía. La mañana había transcurrido rápido pues estuvo muy ocupada. Carlos le había dicho que cocinaría para ella y ella estaba feliz y encantada. Al llegar a casa de su padre se abrazaron felices. Desde niña siempre le había encantado estar cobijada entre sus brazos. Comieron sin dejar de ponerse al dia sobre sus vidas. Ella le contó innumerables anécdotas de sus tres nietos y Carlos la miraba y escuchaba con atención. Después del café Carlos le insistió que debería dormir una siesta. Ella tendría que coger el coche para regresar a su casa y sería peligroso sin haber descansado un poco. Ella se negaba diciéndole que quería aprovechar el tiempo con él. Ella entre risas le dijo que estaba bien, que dormiría la siesta pero con la condición de que le contara un cuento como cuando era niña y durmiera él también una siesta. Todo sucedió con naturalidad. Mientras Marina estaba en el baño, Carlos se puso un pijama y se metió en la cama. La vio salir del baño y no pudo evitar mirar sus piernas desnudas. Marina se había quitado la falda y se había puesto una camiseta de su padre. Ella puso la ropa sobre una silla. Vió su falda, su blusa y el sujetador….Se sintió nervioso y al mismo tiempo avergonzado por lo que sentía.
     Marina con naturalidad se metió en la cama. Dado la extraña situación de estar en una misma cama los dos estaban nerviosos. Permanecieron cada uno en un lado de la cama y se quedaron dormidos. Marina desde niña tenía la costumbre de moverse mucho en la cama. Daba vueltas una y otra vez. Dormida se giró y extendiendo su brazo se abrazó a él. Apoyó su cara en el pecho de su padre. Ni siquiera se dio cuenta que era su padre el hombre que estaba en la cama con ella cuando paso la pierna por encima de la de él. Cuando dormía con su marido le gustaba pasar la pierna y sentir en su braguita el contacto del bulto de su marido. Al cabo de unos minutos aún adormilada sintió esa agradable sensación de la erección presionar su braguita. Poco a poco fue despertando y cuando se dio cuenta lo que estaba pasando se creyó morir de la verguenza. Solo la fina tela de su braga separaba el erecto sexo de su padre de su sensible vagina. Era una locura pero lo que sentía le gustaba mucho y era incapaz de separarse de él. El miedo y la verguenza de que se despertara la impedía moverse. Se quedó quieta mordiendo sus labios. Aquel calor del miembro de su padre inundaba su vagina. Se movió un poco. Vio el rostro de su padre y seguía con los ojos cerrados. Su cabeza le decía que se apartara de -el, su cuerpo le decía otra cosa. Su cuerpo le ganó la batalla a su cabeza. Movió sus caderas y se frotó contra él. En pocos segundos Marina sintió que le alcanzaba el orgasmo con el roce. Ahogó sus gemidos tapando la boca contra el pecho paternal. Una vez repuesta del intenso orgasmo alcanzado se levantó asustada. Nunca había sentido un orgasmo tan intenso. Se duchó mientras mil pensamientos se agolpaban en su cabeza. Pensó en su marido, en sus hijos, en su padre…en su erección…Se estremeció al darse cuenta de un detalle que había pasado desapercibido para ella mientras alcanzaba el orgasmo. Al apoyar su boca en el pecho de él, mientras se corría, sintió como la mano de se padre acariciaba su cabeza. En el momento no se había dado cuenta. Quiso que la tragara la tierra. Su padre se había enterado de todo….Después de mucho tiempo en el baño tenía que salir. Lo vió haciendo la cama. Él se acercó y dándole un beso le preguntó que tal había dormido. Marina se dió cuenta que él también estaba avergonzado. No hicieron ningún comentario sobre lo ocurrido…
    Marina se excitó al recordar. Su mano acarició entre sus piernas. Recordó aquella segunda siesta con él.
     Carlos colgó el teléfono después de la llamada de su hija. Se dió cuenta que solo pensar en el dia siguiente estaba excitado. Cada dia de ese último mes había recordado lo que había sucedido cuando Marina y él decidieron dormir por segunda vez la siesta juntos. En ningún momento mencionaron el primer dia cuando Marina se frotara contra él. Durante la comida conversaron de otras cosas pero se notaban muy nerviosos. Esta vez fue ella la que le pidió a él una camiseta y le dijo que iba a cambiarse para dormir….Carlos se dejó solo un slip para meterse en la cama. Como aquella primera vez, la vio salir del baño. Sus piernas desnudas atrajeron su mirada. Apoyó la ropa en la silla y vio su falda, su blusa, su sujetador…Su corazón comenzó a latir desbocado cuando vio aquella prenda sobre la silla. Su hija había apoyado con total delicadeza sobre la silla también su braga. Su slip se hizo muy pequeño para recoger su sexo totalmente excitado….   
 
 

Relato erótico: ” Niña curiosa 4″ (POR LEONNELA)

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_Cuídate mamá…regresa pronto…
Un beso en la mejilla y un abrazo cariñoso, fueron la despedida. Mamá viajaba, iba a una pasantía por unos días, y yo quedaba al cuidado de mi tío. Me quedé allí,  mirándola, hasta que su silueta se confundió con la de otros tantos pasajeros que abordaban el avión.
Quedarme a solas con Martin  y poder dormir en sus brazos era mi gran sueño, había fantaseado tantas noches con que amaneciera a mi lado y ahora con el viaje de mi madre, al fin tendríamos esa oportunidad, pero extrañamente en lugar de estar feliz  algo revoloteaba en mi interior, la espina de la culpa punzaba y me dolía alegrarme de su partida.
No puedo engañarme, aunque sé que estas confesiones quizá no caben en un relato erótico, debo reconocer que a mas de mi loco enamoramiento, había momentos en que tomaba conciencia de que aquella extraña relación con mi tío era una aberración, un sueño del que mas temprano que tarde tenia que despertar, pero que podía hacer? si mis sentimientos me arrasaban y bastaba una sola de sus miradas para que olvidara todo.
Caminamos sin decir nada, como si estuviéramos ausentes;  el tenía la mirada perdida y las manos en los bolsillos, pateaba cada piedrecilla que encontraba como si le recriminara algo a la vida; callada y distante seguía su paso desalentado, y de rato en rato buscaba su mirada, pero lo único que encontraba era tristeza en cada uno de sus gestos.
En casa las cosas no fueron diferentes, teníamos toda el espacio para nosotros solos, sin embargo ninguno intentaba un acercamiento; al contrario Martín parecía rehuirme. Mientras preparábamos algo de comer, recordaba cuantas veces en ese mismo lugar, a hurtadillas pegaba su cuerpo al mío, como si le bastara un pequeño roce para despertar al deseo, otras tantas veces nos arriesgábamos a ser descubiertos, por tan solo el premio de un beso, pero esa noche en que podíamos ser dueños del mundo, tontamente actuábamos como dos extraños.
Cenamos juntos, sin hablar, sé que Martin estaba tan confundido como yo, y aquella copa de licor que bebió de golpe, era la clara muestra de que algo le atormentaba.
Sí, las últimas palabras de mamá en el aeropuerto habían calado profundo  
_Martin, por favor cuida de Dianita, sé que la ves como a una hija,  por eso  la dejo contigo, no sabes lo bueno que es tener en quien confiar…gracias hermanito.
Confiaba en él, en su hermano menor, en su propia sangre, y confiaba en mí, la niña de sus ojos…pero tan solo éramos un par de farsantes que escondidos tras de una máscara vivian una doble vida.
Más que nunca comprendía a mi tío,  se cómo se sentía, se lo difícil que era mirarme como a una sobrina cuando su cuerpo le reclamaba tomarme como mujer, sí, entendía el martirio de no saber qué hacer, porque por primera vez me sentí sucia y avergonzada; sin resistir más, coloqué los platos en la alacena, y me encerré en mi habitación.
Tirada en mi cama pensaba en lo injusta que era la vida con nosotros,  porqué tenía que amarle de esa forma, prqué tenía que haber puesto mis ojos en alguien de mi familia, porque confundía mis sentimientos de manera tan dramática, pero no había más respuesta que mis propios lamentos.  Abrazada a mi almohada quería matar la necesidad nociva de tocarle, intentaba verle de manera diferente, pero el recuerdo de su cuerpo envuelto en el mío, de mis pechos aplastados por su tórax, de su pelvis adherida a mi pubis, de su sexo guarecido en el mío, no hacían sino provocarme estremecimientos, y unas ganas enormes de volver a estar en sus brazos.
Que perversa me sentí cuando olvidando aquel ataque de moralidad,  deslicé mi mano entre mis muslos buscando placer, aquel placer al que me había acostumbrado en sus carnes. Su imagen se mezcló en mis pensamientos y mis pechos respondieron al instante; haciendo a un lado las braguitas ejecuté un movimiento rápido de izquierda a derecha sobre mi clítoris en búsqueda de un orgasmo, no tenía ganas de caricias ni preludios, la puta conciencia andaba a flor de piel y me conformaba con sentir esa fuerte corriente deslizándose por mi coño, esa felicidad intensa que relaja el cuerpo y el alma, para ver si así controlaba, la necesidad animal de correr a buscarle.
En esos momentos escuché sus pasos en el pasillo, acercándose, el ruido de la manija de mi puerta, se confundía con el chapotear de dos dedos en mi coño,  di un salto en la cama y automáticamente me levanté a abrir, me hubiera bastado  que pasara su brazo por encima de mi hombro o me besara el rostro para que mi sonrisa floreciera; la calidez de su mano en mi cintura, hubiera sido suficiente para que yo olvidara nuestro parentesco, pero sus pasos retrocediendo, me dejaron con la mano extendida hacia el aldabón y la sonrisa marchita.
Traté de dormir, pero estaba demasiado inquieta para lograrlo, era doloroso que nuestra complicidad terminara en aquella frialdad. Dejándome llevar por mis impulsos y mi calentura, salí de mi habitación.
Bajé las escalares y desde ahí pude verle en el recibidor, continué despacio,  sin voltear a mirarle, estaba consciente de que a pesar de las medias luces, la batica blanca que usaba resaltaba en la semioscuridad, aunque no mas que mis tetitas, vibrando ligeramente a cada paso que daba; la tela algodonada se amoldaba a mi caderas dejando ver mi silueta juvenil, y su transparencia revelaba el divino triángulo entre en mis muslos, apenas cubierto por una tanguita también blanca.
Pasé sin decir nada, calcinándome con aquella mirada cargada de fuego, aquella con la que sin necesidad de tocarme hacia erectar mis pezones… giró un poco su cuerpo, como si no quisiera perder detalle de la  curva de mi trasero, o como si tuviera una lucha interna por detenerse o ir tras de mí.
Crucé a la cocina, hice un poco de ruido en los trastes, y me serví un vaso de agua, me quedé en la mesa unos minutos, como si esperara que entrara, de rato en rato volteaba a la puerta ansiando  que lo que sentía por mi, fuera más fuerte que cualquier duda y me abrazara, pero contrario a lo que esperaba, no dijo nada, ni tampoco se acercó.
El dolor de su indiferencia se transformó en rabia, quien se creía para ignorarme de esa forma, no lo merecía, no después de lo que vivimos. Dejé caer mi rostro sobre la mesa,  y una vez más me abofeteó el recuerdo de sus besos… de su sudor en mi espalda,….de su olor impregnado en mi cuerpo…de su semen resbalando por mis ingles….de sus palabras dulces…
Allí estaba dejándome llevar nuevamente por mis instintos, pero de qué me servía pensar en eso, sino tan solo para alborotar mi hambre, azoté el vaso contra el lavadero y cruzando el umbral de la cocina caminé descalza por la vereda que conduce al patio, hasta una pequeña área de descanso, aquel era mi sitio favorito cuando estaba triste; acomodé una colchoneta en el césped acurrucándome como cuando era niña, llenándome del aroma de los lirios sembrados por sus manos; protegida por un lienzo de estrellas en las que sin poder evitar buscaba sus ojos.
No sé exactamente cuánto tiempo pasó, pero creo que me dormí  ligeramente, un breve roce en mi mejilla me hizo voltear, y tenía a Martin  inclinado junto a mí.
_Ya nena es tarde y hace frio, sube a tu habitación.
_Iré luego respondí, apartando bruscamente su mano de mi rostro, quería mostrarle que ahora era yo la que rechazaba su compañía.
_Tranquila, deja de protestar y  hazme caso, mira como estas helada, te vas a resfriar chiquita
_Ya dije que voy luego.!!! Que parte de eso no entiendes???
_Que subas ahora, niñita caprichosa!!
Le miré retadora e ignorándole me di vuelta, pero él me agarro del brazo con fuerza
_Que subas y punto, ya es hora de que aprendas a obedecer!!
_Quien te crees?, no eres más que… mi “tío”
_ok, solo soy tu tío, y si quieres que te trate como a una mocosa para que entiendas,  es lo que haré, y sin decir más, estalló fuertemente su mano en mi trasero, haciéndome espabilar.
Le miré con rabia, apartándolo de mí, tan solo para hacerme acreedora del segundo y del tercer azote.
Que le pasaba a mi tío, jamás había actuado así conmigo, estaba fuera de sí, como si gozara humillándome, sin embargo esa actitud recia me confundía, me hacía sentir algo distinto,  algo  que me provocó un estremecimiento, como si en lugar de molestarme me causara….agrado? No…no podía ser…
Volví a envalentonarme y cayó un nuevo azote…esa fogosidad extraña en mi cola, esa mirada intensa con la que me latigueaba, sus palabras cortantes, y la impresión de sentirme indefensa, me desconcertaba… no podía creerlo, yo…. disfrutaba de ese trato?
Volví a refutar, como si tuviera la secreta intención de provocarle, de alterarle para recibir más azotes, no puedo explicar, pero me estaba causando morbo descubrir que bajo ese manto de dulzura con el que siempre fui consentida había un hombre imponente capaz de dominar mi rebeldía y diablos!! me gustaba…me  gustaba demasiado
Se acercó amenazante y como un animalito asustado, lentamente me incorporé y di el primer paso dispuesta a obedecer
_Ahora te sientas y te quedas allí hasta que yo te diga!!, y cuando se me dé la gana te ordenaré ir directo a tu habitación o quieres más azotes para que te demuestre que conmigo no haces lo que te da la gana!!
Temblé, no sé si  atemorizada, sorprendida, o excitada,  jamás mi tío me había lastimado, siempre era tierno, pero ahora…
_Siéntate!! Porque no sabes lo que soy capaz de hacerte!! No quieras despertar a un Martín que no conoces.
Sus palabras ya no tenían aquel dejo de dulzura, eran fuertes y autoritarias, sus gestos dominantes, pero insólitamente y sin deducir como… estaba…estaba… mojando mis bragas….
 _Estúpido!!!  Deja de lastimarme!
No sé si le insulte por orgullo o por provocarle aun más, pero de un  jalón me puso sobre sus rodillas, y el estallido de otro par de chirlazos me hizo retorcer, golpeé sus muslos defendiéndome,  pero el dolorcito de los  azotes  poco a poco me fue aquietando, eso y la terrible sensación de humedad que recorría mi entrepierna.
Era delicioso, el choque de su palma estrellándose en mi trasero, el ardor del azote, el estremecimiento en  la vulva, el palpitar en mi sexo, no cabe duda estaba húmeda de deseo, de ganas, de hambre…Sus ansias de someterme parecían no agotarse e inesperadamente levantó mi bata dejando al aire la redondez de mis glúteos que parecían cuartearse con el frio de la noche y el ardor de sus manotazos; apreté los puños, y estalló un nuevo golpe, pero esta vez suave como si fuera una caricia.
_Así mijita…tranquila …ya mamita…ya….susurraba mientras palmoteaba suavemente, apretando mis muslos,  mimando mi cola lacerada por su propia saña, masajeando tiernamente como si quisiera aplicar un bálsamo que curara las huellas de sus azotes. Mi cuerpo totalmente relajado dejaba que me sobajeara por donde quisiera y me abría, me abría al placer.
 Creí morir cuando inclinándose, sus labios rozaron mis peñascos, soplaba sobre ellos erizándolos y su lengua vagabundeó por las ronchas que embellecían mis carnes; lamia refrescándome con su saliva mientras su pija endurecida punzaba contra mi cuerpo.
Subía…bajaba… apretando mis nalgas y esta vez su pulgar se orilló en mi canal navegando en mis aguas, como un peregrino que disfruta siguiendo la ruta del mar
Emitió un suave gemido al sentirme tan húmeda, y queriendo disimular mi calentura apreté mis piernas impidiéndole el paso. Otro chirlazo cayó sobre mis glúteos, y luego una suave caricia separando mis nalgas, su  pulgar  volvió a caminar por mi línea, haciendo un recorrido desde mi vulva hasta bordear la parte  externa de mi culito que se tensaba ante sus intentos de introducirse.
_Te lo voy a abrir putita…claro que te lo voy a abrir, así acabaremos con tus malcriadeces…
Con lametazos en la parte baja de mi espalda me relajaba mientras exploraba   alrededor del orificio intentando abrirlo,  ya no había forma de ocultar mi excitación, y entre gemido y gemido  con suavidad separé mis muslos.
Fácilmente agarró el hilo de mi tanga, y lo deslizó hacia los tobillos, y con un rápido juego de pies yo misma lo dejé caer; su pulgar se zambulló en mi coño, una y otra vez, haciendo círculos en el, entrando, saliendo y deslizándose hacia adelante de forma que separaba mis labios y terminaba en mi botoncito hinchado, allí se detuvo varios segundos, cercándolo con su pulgar y su índice, amasándolo, apretándolo, estirándolo una , dos, diez veces..;empecé a gemir más intensamente y a apretar mi pubis contra su muslos, a punto de alcanzar lo que me hacía falta
_No te corras nena…aun no…aguanta un poco….
Metió su otra mano por dentro de la bata acariciando mis senos,  y a medida que me engañaba dando placer a mis pezones, su dedo se hundió en mi culito, ingresó despacio y mi esfínter lejos de rechazarlo se acomodaba al invasor, su pulgar ingresaba con vehemencia mientras su dedo medio devoraba mi coño, estaba siendo ensartada por dos vías y yo no creía que se podía tener tanto placer, sus movimientos continuos me provocaban espasmos que parecían correr desde mi vulva hacia atrás, y sin poder controlarme grité mientras mis líquidos chorreaba por su mano.
Me di vuelta y le abracé fuerte, luego nos besamos con necesidad, mis labios se perdían en los suyos, chupándonos, explorándonos, comiéndonos, penetrándonos con nuestras lenguas, y ahogándonos con nuestras ansias, dejé caer mi cuello hacia atrás, obligando a que sus labios descendieran a mis pechos, lamia mis pezones dando suaves mordiscos y abriendo su boca se amamantó de mis senos.
Me incorporé un poco, ensalivaba su cuello mientras me restregaba contra su paquete, lo tenía duro, punzante, tanto que se me antojaba engullirlo,  baje fácilmente sus pantalones y dando un brinco termine de rodillas frente a él, me adueñé de su pieza, aquella pieza que conocía el sendero de mi boca, que gustaba de aquel camino ensalivado por donde entraba y salía a su antojo.
Mi cabello caía sobre mi rostro mientras yo me comía por completo su miembro, tomándolo de la base le decía  que yo era su puta, y me entendía demonios que me entendía, se engarrotaba tomando un bello color rojizo y de su orificio brotaban lagrimas de placer.
El sonido de un chirlazo acompañó un quejido, mi mano volvió a estrellarse con fuerza contra su trasero, haciendo que su pelvis se echara hacia el frente llenándome a tope , uno…dos..tres azotes, ayudaban a acelerar sus movimientos, y el sonido de mis succiones se mezclaba con sus gemidos.
Me agarró de los cabellos, mientras embestía con furia mi boca, tan solo unos cuantos choques mas, y sentí aquellos latidos que anuncian una buena corrida, ya presentía su lava caliente, pero se apartó de mi unos segundos apretando su base como si quisiera cortar su erupción,  luego sin dejar de besarnos terminé recostada en la mesita de jardín con los muslos separados, buscando nuevamente sus ojos en las estrellas mientras Martin inclinado, insertaba su lengua en mi coño, llevándome  al infinito.
Lamia…cielos!!! Cómo lamia, jugueteaba en mis labios recorría mi clítoris, se deslizaba por mi pubis y volvía a bajar; con su índice y su pulgar separaba mi entrada, y su rugosa lengua luchaba por penetrarme profundo. Dándome una nalgada me hizo dar vuelta, quedando con los pies asentados sobre el césped, y el torso recostado sobre la mesilla; se inclinó, y ubicándose entre mis muslos abiertos, volvió a premiarme con su lengua con aquella lengua que quería llenarse de mis más íntimos sabores.
La sentí hurgoneando en mi culito, abrazando completamente el anillo que poco a poco empezaba a dilatar  permitiendo que se sumergiera en aquella divina  profundidad; lamia cada espacio y succionaba cada pliegue al punto que deseaba sentir mucho más que su lengua.
Dejando caer un hilo de saliva en mi orificio me atacó con su índice, lo desplayó suave sintonizando con mi esfínter, lo movía internamente abriéndose paso hasta lograr introducirlo completo, serpenteando entraba y salía, lo oscilaba agrandando la entrada y casi sin notarlo su dedo medio también resbaló. Era delicioso sentir como sus dos dedos se abrían en el interior reclamando más espacio y ansié enormemente sentir más…
Su pene se hundió en mi coño, dándome unas cuantas arremetidas, y  sin querer correrse ahí  punzó contra mi cola, el impacto del primer choque, dolió un poco, me asustaba la sensación de desgarre a medida que su pieza me desvirgara,  pero estaba tan cachonda que me abría dándole paso; retrocedió y volvió  a meter su glande, una..dos..tres veces…
_Ahhhh… ahhhh…
_Duele mucho chiquita?
_Ahhh… poquito, respondí  tratando de ser complaciente, aunque de hecho ardía pero era soportable
No teníamos ningún lubricante a la mano, pero mis líquidos eran abundantes, además disponíamos de nuestra saliva con la que se embadurnó para seguir intentando.
Volvió a ingresar la punta y me encontró un poco  más dilatada, la metió un par de veces sin profundizar demasiado
 _Ahhh sigue tío…sigue… aguanto  un poco mas…
Ante mi pedido  la desplazaba al interior deteniéndose cuando notaba que mi cuerpo se resistía; llenándome de besos  me relajaba, y la metía cada vez mas profundo…
Procuraba ser considerado ante cualquier gesto de incomodidad
_Duele chiquita…si quieres lo dejamos para otro día..
_Sigue…ahhh…sigue….despacito….
Permanecimos varios minutos en los avances, hasta que al fin logró introducirla completa, el ano se había dilatado y sentía claramente como mis paredes ahorcaban su pene, estaba atrancada, con todo adentro y él sin querer lastimarme permanecía inmóvil.
Sus dedos volvieron a mi clítoris, a mí amado capuchón, lo estiraba y jugueteaba excitándome al máximo, y poco a poco empecé un movimiento suave de cadera, de modo que su pene empezaba a entrar y salir…
Martín jadeaba siguiendo mi ritmo, con suaves acometidas que relajaban mi recto, el dolor disminuía notablemente y esa sensación de tensión en mi cola empezaba a gustarme
_Así…sigue…mmm dame un poco mas….
_Si amor te doy lo que quieras, pero avísame si te duele o  si quieres que pare chiquita… ahhhh….ahhhh
Su vientre chocaba contra mis nalgas, y su pene desaparecía en mi cola, nada quedaba por meter, entraba y salía más deprisa con una ligereza que no hubiera soñado
Era sorprendente la forma en que tan solo con un poco de relajación, aquel enorme  ariete había profundizado en mi coñito, sus movimientos se aceleraban, y mis gritos de placer también. Entraba y salía y yo totalmente encendida, me hacia  atrás para recibir con más fuerza los embates. No paraba de cogerme, fustigándome con furia, y de tan solo recordar por donde me estaba dando, mi coño se encharcaba aun más. Me daba sin miedo, sin contemplaciones, como se le debe  dar a una mujer que sabe gozar del sexo, mi cuerpo se acoplaba perfecto a su cogida y lejos de sentir dolor gozaba como nunca imaginé. Las paredes estrechas de mi culito, ajustaban bien rico dándome una sensación de hormigeo, de llenura, de querer morir siendo culiada…
_Que rico..que rico…que ajustadito lo tienes….ahhh me provoca corrermeeee!!!
_Yaaaaa, yaaaaaaaaa, bramé descontrolada, ese es mi grito de guerra, de triunfo, de lograr la banderola de máximo de placer
_Puta madre!!! Dianita, me vuelves pendejo….
 No resistí tanto, unos fuertes latidos en mi vulva me hicieron correr, y unos extraños palpitaciones en mi cola alargaron intensamente  mi orgasmo.
Martin continuó, no sé cómo pudo resistir tanta presión sin venirse, me agarró de las caderas montándome con fuerza, me apercolló unos segundos más, y abatido se quedó enganchado en mi, mientras verdaderos chorros de nata alimentaban  mi culito.
Definitivamente, el sexo anal es  algo increíble, la implicación psicológica de romper con las prohibiciones, de estar por encima de una falsa moral, de conocer mi cuerpo y gozar de los placeres que algunas por temor se reprimen, la satisfacción de sentirme mujer a plenitud, y sobre todo,  el estar consciente que es una práctica que me lleva a límites de excitación insospechados en los que  disfruto de las más intensas corridas, hacen que lo considere, un acto especial de mi repertorio sexual.
Después de aquellos deliciosos orgasmos, Martin me abrazo con fuerza,  tomada en brazos entramos a la casa, y terminamos en mi habitación.
Su cuerpo desnudo pegado al mío, su respiración sobre mi cuello, nuestros rostros iluminados de felicidad, sí, mi sueño se había hecho realidad…mi sueño de amanecer juntos.
En la madrugada, sentí un cosquilleo entre mis muslos…
_Jajaja que haces  Martin?
_Que??? ya olvidaste lo que es sexo oral? Pues esta es la forma como te despertaré siempre…
_Mmmm significa que todas las noches dormirás conmigo?
_No se chiquita si podremos dormir juntos todas las noches…pero ten por seguro que muero porque así sea.
_Al menos, es un buen comienzo no?
_Si mi amor y ruego que también tengamos un buen final, un final  juntos….Te amo nena.
Sonreí, no hacía falta que respondiera, él sabía que le amaba profundamente.
Los rayos del sol colándose por las cortinas nos descubrieron abrazados y felices, soñando con que nada pudiera alejarnos….
 
 

Relato erótico: “Travesuras con mi pequeño primito 2 ” (POR LEONNELA)

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Nada me faltaba con mi primito Edwar, disfrutaba de sentirme enamorada y gozaba de  buen sexo; era su maestra sexual, así que le había moldeado a mis gustos, aunque claro no puedo negar sus grandes contribuciones en ese aspecto. Conocíamos los rincones en que nuestros cuerpos se habrían al placer y juntos hicimos realidad las más perversas fantasías. 
El muchacho de 18 años de cuerpo delgado y facciones infantiles se había transformado en un hombre apuesto de 21 años, al que supongo acosaban la chiquillas colegialas, pero ese es un punto que prefería ignorar para evitar atormentarme recordando mis treinta y tantos, aunque claro tenía la ventaja de aun ser atractiva y  desinhibida.
Su época de aprendiz habia quedado atrás; y a más de un despliegue en madurez y en estatura,  también gozaba de un buen desarrollo genital que me hacia disfrutar de buenas estocadas, así, en ocasiones solía perseguirme haciendo gala de su cuerpo y agarrándose la reata con dos manos me decía: primita mira todo lo que tengo para ti…
Eso me ponía realmente cachonda y allí donde estuviéramos nos entraba unas ganas enormes de amarnos, tanto así que lo habíamos hecho en cada rincón del departamento, en la playa, en el campo, en el auto, e incluso en lugares algo públicos, desarrollando una perversa forma de exhibicionismo que  nos hacía gozar intensamente.
Pese a que había trascurrido mucho tiempo juntos, nadie en la familia sospechaba lo que sucedía entre nosotros, puesto que en presencia de los demás yo era simplemente su prima preferida,  aún así aquella tarde nos inquietó un poco la inesperada visita de sus padres, junto con Daniel, y unas enormes maletas que nos dejaron atónitos sin comprender lo que sucedía…
Daniel era el hermano menor de Edwar, el parecido entre ellos era impresionante, con la diferencia que tenía una mirada ingenua y cándida que Edwar  no tenía, ya que siempre fue más arrebatado y despierto. Además el chico era tímido y callado, bastante retraído para sus 19 años, supongo que debido a que sus padres fueron mucho más estrictos con él.
Mi prima nos comentaba que había decidido  inscribir a Daniel en el mismo  instituto que Edwar estudió, aunque claro el no permaneció internado puesto que  siempre vivió en mi departamento. Mientras la charla se desarrollaba, mi primo se mostraba totalmente preocupado, con su mirada quería decirme algo, así que a la menor oportunidad susurró:
_No aceptes que viva con nosotros, será un impedimento para nuestra relación, no podemos dejar que se quede…
Algo confundida seguí la plática, afortunadamente estábamos adelantándonos a suponer cosas, pues nunca tuvieron la intención de que Daniel se quedara a vivir con nosotros, sino que más bien venían a pedirnos que por la cercanía, lo visitáramos en el internado y de ser posible en los fines de semana que él no pudiera viajar a provincia, lo recibiéramos para que no se sintiera tan solo.
Sonreímos aliviados y aceptamos la propuesta ya que así eliminábamos cualquier tipo de sospechas, al fin y al cabo su visita sería tan solo uno que otro fin de semana.
Así fue como empezamos a relacionarnos con Daniel, el tímido  hermano de mi primo consentido. Desde luego los días en que él se quedaba con nosotros manteníamos la distancia apropiada, lo cual contrario a lo que creíamos en un inicio, empezaba a gustarnos muchísimo, pues se generaba un ambiente prohibido, elevando  la adrenalina a puntos en que nos deseábamos con una pasión casi animal.
Un fin de semana en que Daniel se quedó con nosotros, Edwar llegó con una película y una invitación de verla juntos, aquel brillo perverso en sus ojos me llenó de morbo recordando nuestra primera vez…
Por supuesto que acepté la invitación y dejé que mis dos primos invadieran mi habitación y mi cama…
Vestía una blusa corta sin brasier que se acoplaba a mis pechos haciéndolos lucir más grandes de lo que en realidad eran, una falda también corta y holgada que dejaba al aire mis muslos, llevaba el cabello suelto que me hacia lucir aún más femenina y un ligero maquillaje que resaltaba mis rasgos. Caminé sensualmente, sabía que Edwar amaba la insinuación de mis caderas, me miraba de pies a cabeza de ida y venida, lo sabia excitado y ansioso por tenerme a su lado, aun mas cuando la presencia de Daniel, nos ponía realmente lujuriosos.
Apagué la luz y aplaste el play del equipo, ubicándome intencionalmente en medio de mis dos primitos, bastó con recostarme y rozarlo para que Edwar respirara acelerado, mientras Daniel ajeno a nuestras intenciones gozaba de la película.
Protegido por la oscuridad, y aprovechando de estar tras de mí, casi inmediatamente sentí su mano rozando mis senos, lo miré retadora pues aun era muy pronto para empezar a jugar, pero a él pareció no importarle y me dio un pellizco en mis pezones que me hizo dar un brinco, al cual respondí agarrando su pene y propinándole un apretón mas de dolor que de placer, sin embargo al notar que ya lo tenía erecto, se me subió la excitación de golpe.
Me incorporé un poquito arrimándome en Daniel, de forma que con mi cuerpo cubría cualquier toque que mi otro primo me diera, a la vez que echaba mi cola hacia atrás dejando la vía libre para que Edwar tuviera más libertades de manosearme si así lo quería.
Mi faldita se levantó y al no llevar braguitas quedé expuesta a que la mano de mi amante no solo recorriera mi trasero sino que sus dedos se deleitaran en hundirse en mi coñito, uno…dos …tres dedos… vaya que gozaba de sus mañosas formas de tocarme.
Al voltearlo a ver, provocativo lamia sus dedos llenos de mi fluido, los cuales a la menor oportunidad me hacia lamer para aumentarme las ganas.
Daniel reía absorto con la comedia, y esos instantes de su distraimiento yo los aprovechaba  para meter la mano por la bermuda de Edwar que ya se encontraba a medias rodillas, valiéndonos de que estaba cubierto por la colcha.
Se la halaba hacia arriba y luego hacia abajo, como ansiaba que me la metiera, que me propinara aquellas crueles embestidas, pero nos gustaba torturarnos así que seguíamos el juego de excitarnos de manera riesgosa.
Un poco más atrevido se pegaba a mí rozándome con su falo y dejándome sentir al menos su cabecita, vaya que me ponía a mil.
En ocasiones cuando Daniel se dormía, la fiesta continuaba allí junto a él, nos habíamos convertido en amantes del peligro, se zambullía, chapoteando como un pececillo en mi laguna. Me lo metía tan solo hasta el glande, cuando yo necesitaba que empujara hasta el fondo, esa era su estrategia para enloquecerme, negarme lo que era mío, al punto que terminaba rogando que me follara y así lo hacíamos cínicamente junto a mi otro primito.
Otras ocasiones en que Daniel no se dormía o ya no aguantábamos las ganas, me levantaba en dirección al baño, y segundos después con el pretexto de ir a la cocina iba tras de mí. Me arrinconaba contra la taza del inodoro, y ya sin más preludios me propiciaba una de esas cogidas que resultaban realmente excitantes por el temor de ser descubiertos y por las ansias de no aguantar más.
Su pene abría paso por entre mis piernas, queriendo hasta desgarrar mi coñito, golpeaba con tanta intensidad que deliciosos sonidos sexuales armonizaban con nuestra desesperación por corrernos. Me ayudaba a mi misma masajeando mis pechos, ensalivándolos al igual que a mi clítoris, lo cual rápidamente me hacia alcanzar un rico  orgasmo; ya sintiéndome desecha se bajaba a lamer para generarme aun más intensidad en mi delicioso desenlace.
Luego satisfecha de caricias, poniéndome de rodillas procuraba premiarle por el placer que me daba y llenando mi boca con su falo, lo succionaba suave pero firmemente llegando cada vez más al fondo, más mucho más hasta llegar a los limites de mi garganta.
Lamia…succionaba…chupaba….con suavidad y luego con vehemencia hasta que producto de ello jadeaba apretando su pene contra mi boca a la vez que sus manos estrujaban mis cabellos en un intento de coronarme y en una lucha por dejar toda su leche en mi boquita de mujer mala.
Se arrimaba contra la pared como si las fuerzas le faltaran mientras yo lamía su pene hasta dejarlo totalmente limpio…ya sin ganas de caricias volvíamos a la cama ahora sí a prestar atención al argumento de la película.
Así fue como la compañía de Daniel se volvía nuestro mayor afrodisiaco que llevaba nuestra relación a incrementar los riesgos, aprovechandonos de su aparente distraimiento.
Tanta excitación nos producía la sensación de ser descubiertos que muchas noche en las que su hermano dormía en el internado, nosotros fingíamos que el rondaba por la casa y lo hacíamos parte de nuestras fantasías, sin darnos cuenta estábamos iniciando un juego peligroso…
Edwar empezaba a preocuparse por la lencería que yo utilizaba, esto me extrañaba porque escogía las mas sexys para que las usara especialmente los fines de semana en que Daniel estaba, al principio me sentía un poco incomoda de andar toda sensual paseándome por el departamento a la vista de mis dos primos, como si pretendiera generar un aire de morbosidad, pero me quedaba tranquila cuando sentía que los ojos de Daniel aparentemente me ignoraban.
No sentía su mirada en mis muslos, ni aun cuando recostados en la sala, levantaba mis piernas sobre el sillón, ante la mirada mórbida de mi otro primo, ni sus ojos en mis pechos cuando descuidada caminaba en la cocina y el ligero movimiento de mis pechos  mostraban que no llevaba brasier, nada llamaba su atención, ni siquiera mi cintura descubierta dejando ver el camino sinuoso de mi caderas; bárbaro eso estaba preocupante, siempre creí que mi parte posterior con shorcitos cortos que dejaban ver mis cacheticos, eran irresistibles, pero por lo visto no para Daniel, para él no era una mujer sino simplemente su prima.
Debo reconocer que su actitud me generaba dos sentimientos opuestos, me tranquilizaba que no me viera de manera diferente a la que debía, pero a la vez me sentía algo humillada en mi orgullo de mujer pues no lograba llamar su atención y eso me dejaba la duda de si ya no era tan atractiva como antes.
Afortunadamente Edwar estaba allí para darme la seguridad que necesitaba, solía disfrutar de mis primeros pasos de exhibicionista filial con un brillo realmente morboso, desde una esquina me observa devorándome, y extrañamente parecía recrearse de las reacciones de Daniel.
Tantas lecturas de todo relatos, creo que empezaban a ser mella en mi primito, pues empezaba a tener muchas fantasías, que para una pareja normal pudieran salirse de foco.
Reiteraba en decirme que le excitaba mucho, la pasividad de Daniel, y que su mayor fantasía en ese momento era verme actuar como una sensual loba que va en busca de asediar a su presa, me hacía reír con sus ocurrencias, y debo reconocer que me empezó a gustar el juego de coquetear disimuladamente con Daniel en su presencia. A veces estratégicamente se ubicaba tras un mueble, una puerta, o algo que le sirviera de escondite  para fantasear, la excitación se hacía evidente en la carpa que se formaba en su entrepierna, se lo tocaba para mi, mientras yo llevaba a efecto alguna de mis actuaciones de mujer fatal.
Le estimulaba con movimientos sensuales, con miradas insinuosas, y ocultándome de la mirada de Daniel, acariciaba mis pechos hasta que mis pezones saltaran, mi lengua sobre mis dedos fingiendo lamer su falo, chupándolo, apresuraba el movimiento de su mano sobre su pija, un: maaaas tócate maaas dibujado en mis labios sin emitir sonido, le hacía, continuar en aquella masturbación que  me tenía mojada; a veces corría al baño a terminar su tarea y en otras ocasiones me premiaba con una follada increíble a la menor oportunidad que tuviéramos. Bajo esas condiciones como no me iba a gustar seguir su juego.
Así fue como Daniel llego a sospechar de nuestros encuentros, era tímido y retraído pero no tonto, su mirada se había vuelto curiosa, intranquila y ahora incluso parecía disfrutar de mi cercanía…
Un fin de semana sucedió lo inesperado…
Daniel  había salido con unos amigos, así que estábamos en nuestra habitación amándonos con total libertad, el espejo de mi cama me devolvía la erótica imagen de mi cuerpo sobre él, con las piernas separadas y un movimiento de hembra caliente que me hacia brincar sobre su pene invadiéndome a mi antojo, mi cabello caía sobre mi rostro, que a momentos se desfiguraba de placer, mi cuerpo arqueado, mi trasero levantado, llevaban una fuerte carga de sensualidad, que la cara de mi primo parecía disfrutar mas que la rica sensación que mi vagina le daba,  estaba tan cerca de conseguir mi orgasmo, cuando unos pasos silenciosos tras la puerta me cortaron el sublime momento, el temor me hizo querer levantarme, pero Edwar sujetándome por las caderas me dijo:
_Tranquila amor…ya lo sabe…gocemos de sus miradas y …dejémosle disfrutar…
Vaya que el exhibicionismo lo estábamos llevando a niveles más altos, pero me dejé llevar por sus palabras; mis movimientos se volvieron mas intensos como si una inyección de energía corría por mis venas, la imagen de mi primo tras de la puerta tocando sus genitales me ponían tan cachonda…. su respiración agitada…su mirada dulce…su parecido con Edwar…su nerviosismo cuando estaba cerca de mi…tanto así que por un momento olvidé que Edwar era quien me daba caricias y arrancaba mis gritos de placer….
Me ubiqué en cuatro, de forma que Daniel tuviera una vista perfecta, y por el haz de la puerta gozara de verme con su hermanito, me la metía con mucha intensidad, con la misma rabia y con la misma furia con que el otro, se daba manivela sobre su arma, allí estaba yo dándole placer a mis dos primitos.
Al poco rato me vine gimiendo en un orgasmo que me hacia chillar mientras continuaban sus movimientos de cadera; en poco rato el también tuvo un orgasmo que lo dejo tirado en la cama.
Nos besamos, mientras escuchamos los pasos de Daniel dirigiéndose a su habitación
_Tranquila me dijo, hablaré con él,  ya verás que nadie se enterará…ahora solo dime si te gustó….
_Me encantó amor, tanto tanto como a tí…
Lo que nunca le dije es  que mientras me hacía el amor,  extrañamente  el rostro de mi primo Daniel se me confundió con el suyo….
Diablos que me pasaba, de pronto mientras Edwar salía de la habitación, Daniel se metia en mis fantasias, estaba abriendo las piernas mientras pensaba en él, en sus labios que de seguro aún no sabían como dar un buen beso húmedo, en  sus manos sudorosas cuando tenía la oportunidad de tocarme, en sus nervios cuando le plantaba la mirada,  en su  uniforme que me incitaba a ser su maestra…
 Pasé mis manos por mi cuello, dejando que resbalen hacia mis pechos, con pezones sonrosados que se habían levando al oir su nombre, sé que podría ser mi hijo, y ni aun eso detenía mis pensamientos lúbricos.
Vaya perversa en la que me he convertido me dije mientras dejaba de tocar mis pechos que ya estaban duros de tantos estímulos, tan solo es primo y la historia no debe repetirse…o si? 
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leonnela8@hotmail.com

 
 
 
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